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¿Queremos que el capital decida por tod*s nosotr*s?
29 nov 2005
Los economistas de izquierda (capitalista), empiezan a preocuparse por los "los planteos radicales que postulan objetivos igualitarios, cuya realización plena exige desbordar las fronteras del capitalismo".
Ante el germen revolucionario, el ala zquierda de la burguesía quiere CONSOLIDAR NUEVOS MUROS DEFENSIVOS, patrocinando la hegemonía de los Foros Sociales Mundiales y del pastiche reformista llamado "altermundialista"
Hemos colgado el siguiente artículo publicado por Argenpress.info, en el que se perfilan las líneas de "deformación" de la realidad con las que el aparato defensivo del ala izquierda del capital, prepara su ofensiva contra cualquier posible "radicalismo" del movimiento surgido en Seattle en 1998. Como puede verse, el autor DEL ART�CULO que referenciamos, uno de tantos "economista capitalistas" de izquierda (el ala izquierda de la burguesía) omite cuidadosamente esa fecha y sitúa el arranque en los Foros Sociales, centros ya identificados como adormideras reformistas por la militancia consciente, apostando por el pastoso "altermundialismo" capitalista teledirigido secretamente desde fundaciones de empresas multinacionales, el Consejo Mundial de Iglesias y la Secretaría de Estado del Vaticano, el cual tiene como "cabecera" más visible a Le Monde Diplomatique, S.A.


Programas alterglobales (Parte I)
Por: Claudio Katz (especial para ARGENPRESS.info)* (Fecha publicación:28/11/2005)
Información Adicional
Tema: Movimiento antiglobalización


Introducción

En el movimiento alterglobalizador se discute reestructurar con criterios redistributivos el comercio, los impuestos y las finanzas mundiales. Estos planteos reflejan la nueva percepción internacionalista que existe en las organizaciones populares.

Pero bajo la superficie de programas comunes subyacen perspectivas diferentes. Mientras que los enfoques keynesianos proponen introducir mecanismos de regulación capitalista, los planteos radicales postulan objetivos igualitarios, cuya realización plena exige desbordar las fronteras del capitalismo. La primera visión promueve moratorias transitorias de la deuda externa, controles al capital especulativo y acuerdos comerciales favorables a las clases dominantes de la periferia. El segundo proyecto propicia anular el pasivo del Tercer Mundo, introducir gravámenes progresivos, defender los servicios públicos y sostener los derechos de los pequeños agricultores.

Sólo este último programa plantea las transformaciones que se necesitan para superar la miseria y la desigualdad y su logro requiere adoptar un proyecto poscapitalista. Un incremento de la intervención estatal sin cambios sociales no reducirá los padecimientos populares. Por eso las políticas de alianzas con los sectores antiliberales de las clases opresores son desfavorables para los oprimidos. En la actualidad, además, las experiencias keynesianas progresistas son poco viables, especialmente en Latinoamérica.

Los organismos financieros y comerciales cuestionados por el alterglobalismo no pueden democratizarse y corresponde bregar por el reemplazo de esas instituciones. El sujeto de un proyecto emancipatorio son las mayorías populares y no la “sociedad civil global�. Quiénes utilizan habitualmente este último concepto desconocen la ausencia de una contraparte estatal a escala mundial y omiten la existencia de intereses sociales antagónicos. En un marco de acción común dentro del altermundialismo hay que clarificar las divergencias estratégicas y discutir un horizonte socialista.

Programas alterglobales

El surgimiento del movimiento alterglobalizador constituye un importante acontecimiento de la última década. Se ha gestado en las marchas y deliberaciones que desde el año 2001 rodearon a los cinco encuentros centrales del Foro Social Mundial.

Estas iniciativas debutaron confrontando con las cumbres anuales que realizan en Davos las corporaciones más transnacionalizadas. Pero posteriormente el movimiento se afirmó en el escenario político, con multitudinarias manifestaciones que se han convertido en la pesadilla de muchos banqueros e industriales. Las protestas también desafían a varios presidentes y ministros, porque desde las movilizaciones contra la invasión norteamericana a Irak han incorporado un nítido perfil antiimilitarista.

La instancia más novedosa del movimiento son los foros que congregan multitudes en la discusión de proyectos alternativos. Del primer encuentro en Porto Alegre que reunió a 20.000 personas se pasó a un nuevo evento con 120.000 participantes (2003) y luego a otra reunión con 155.000 concurrentes de 135 países (2005).

La envergadura de estas actividades ilustra el impacto de la acción mundialista. Para el año 2006 están previstas reuniones en Latinoamérica (Caracas), Africa y Asia y se trabaja para concretar en el 2007 un nuevo evento global unificado. El próximo encuentro de Caracas en enero será especialmente significativo, puesto que también corona una serie las actividades regionales en oposición al ALCA.

La marchas y deliberaciones altermundialistas ha permitido contrarrestar las críticas oficiales, las campañas denigratorias y las amenazas represivas ensayadas contra el movimiento. Las protestas sortearon la desvalorización mediática y la descalificación intelectual. Mantienen un significativo impacto callejero y han forzado un cambio de actitud del establishment, que pasó del desprecio irónico a la polémica despechada.

La prensa habitualmente presenta al movimiento como una simple reacción contra la globalización, sin notar que en realidad constituye un intento de concebir otra mundialización. Por eso resulta más adecuado definirlo como el embrión de un proyecto alterglobalizador.

Pero es igualmente difícil caracterizar al movimiento y evaluar su futuro. El alterglobalismo no sigue hasta ahora la trayectoria de amoldamiento al status quo que caracteriza a muchos ex progresistas, pero tampoco continúa la tradición de los agrupamientos anticapitalistas. Se mantiene alejado de la práctica que han desarrollado los grandes aparatos partidarios o eclesiásticos de alcance global. Pero no retoma la tónica del internacionalismo revolucionario que en el pasado desenvolvieron los anarquistas, socialistas, comunistas y trotskistas.

Un Consejo integrado por representantes de 129 organizaciones coordina actualmente las actividades del Foros Social Mundial. Esta dirección convoca a las marchas y orienta los ejes temáticos de los foros, que se desenvuelven como actividades abiertas, múltiples y autoconvocadas (1).

Pero mientras que la agenda de acción se cumple con intensidad, las discusiones programáticas están signadas por la ambigüedad. Esta vaguedad acota la función de los foros a espacios de encuentro y discusión. La ausencia de propósitos precisos otorga, además, un rol preponderante a diversas figuras intelectuales o políticas.

Muchos alterglobalistas interpretan que un perfil difuso resulta apropiado para la etapa actual, porque permite ampliar el nivel de convocatoria de los eventos. Estiman que esta indefinición se adapta al grado de conciencia popular y a la relación de fuerzas vigente entre el bloque neoliberal dominante y el proyecto antiliberal en gestación.

Pero es obvio que la vaguedad programática ensancha y vacía al mismo tiempo la influencia del alterglobalismo. Por un lado aumenta la concurrencia a los foros, pero por otra parte reduce el significado de estos encuentros. Incrementar la masa de participantes en actos con pocas definiciones es un arma de doble filo: lo que se gana en impacto numérico se pierde en proyección política. Esta disyuntiva es conocida y discutida, pero no resuelta por el activismo alterglobalista.

Hasta ahora el movimiento ha permitido la confluencia internacional de muchas organizaciones populares y la gestación de cierto programa básico.

Experiencias y percepciones comunes

Con el alterglobalismo ha surgido un centro de coordinación alternativo, capaz de producir acontecimientos de la lucha contra el neoliberalismo y el imperialismo. La existencia de este ámbito facilita la convergencia de militantes de muchos países en causas populares solidarias. Esta confluencia tiene dos efectos positivos. Por un lado contrarresta la apatía e indiferencia social que promueve el neoliberalismo y por otra parte facilita el desarrollo de alternativas internacionalistas, en oposición al fundamentalismo que desgarra a los oprimidos en antagonismos étnicos o religiosos.

La gran repercusión del movimiento se explica en parte por el carácter ya mundializado que presentan muchas de las organizaciones. Existe un nuevo activismo con hábitos cosmopolitas que propugna soluciones mundiales a la opresión social. Por eso también ha cuajado la idea de enlazar proyectos nacionales e internacionales en programas altermundialistas (2).

Esta perspectiva global expresa la experiencia común de muchos movimientos sociales, que en las últimas décadas han batallado contra el mismo tipo de agresiones. Actualmente los capitalistas justifican sus atropellos con los mismos argumentos en todos los países. Este carácter internacional coincidente de la acción derechista ha despertado la necesidad de respuestas populares también globales.

Entre los militantes políticos y luchadores sociales existe la creciente convicción que cualquier conquista lograda en el plano nacional deberá afirmarse con nexos regionales y proyecciones globales. El avance de la mundialización ha incorporado esta percepción internacionalista porque las reivindicaciones populares incluyen una dimensión supranacional que supera todo lo conocido durante el siglo XX.

La necesidad de actuar globalmente se corresponde, además, con los rasgos más transnacionales que presenta el capitalismo contemporáneo. Como las potencias ya no rivalizan militarmente por el reparto del mundo, la vieja doctrina del alineamiento nacional ha sido reemplazada por un discurso uniforme de globalización. Este giro refuerza la tendencia a encarar resistencias comunes contra los organismos que canalizan las políticas del capitalismo contemporáneo en el plano de las finanzas (FMI, BM), el comercio (OMC) y la política (G 8).

El imperialismo norteamericano es también un blanco clave del altermundialismo porque encarna los intereses del conjunto del capital (y no solo los objetivos de una clase dominante nacional). La propia ideología que promueve Washington refuerza este doble rol, al combinar propaganda nacionalista interior (ferviente culto a la Patria) con mensajes externos de redención universal (mundo libre, democracia, libertad). El altermundialismo apunta simultáneamente contra la recreación del viejo militarismo y la novedad regresiva del globalismo neoliberal (3).

Notas:
1) Una síntesis de la historia y funcionamiento del Foro Social Mundial (F.S.M.) presentan Morgenfeld, Seoane y Tadderi. Morgenfeld Leonardo.�¿Otro mundo es posible?�.Reflexiones sobre el V Foro Social Mundial. Enero 2005. http://argentina.indymedia.org/news/2005/03/273542.php. Seoane José, Taddei Emilio. “De Seattle a Porto Alegre�. Resistencias mundiales, Clacso, Buenos Aires, marzo 2001.
2) Es sintomático que algunas publicaciones impulsoras del alterglobalismo ya tuvieran una audiencia internacional previa (Le Monde Diplomatique) y que otras se conformaran para postular propuestas supranacionales (ATTAC).
3) El peculiar rol de Estados Unidos es analizado por: Anderson Perry. “Internacionalismo: un breviario�. New Left Review, n 14, mayo-junio 2002, Madrid.


* Claudio Katz es Economista, profesor de la UBA, investigador del CONICET. Miembro del EDI (Economistas de Izquierda).

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Comentaris

Re: ¿Queremos que el capital decida por tod*s nosotr*s?
30 nov 2005
Y el que ha colgado esto, "Xis" (un tal MAGALEDRO) un provocador sin escrúpulos. Incluso afirma que ha leído El Quijote. Daba consejillos en una empresa de no se que de consumo por internet, pero no de consumidores. No está en el registro. Tiene poco olfato, aunque de infraestructura para ello va sobrado.
Sindicat Terrassa