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Anàlisi :: dones
Del engaño a la vergüenza
10 nov 2005
DEL ENGAÑO A LA VERGÜENZA
Desde las primeras reflexiones feministas, allá por los principios del siglo XX, que se centraban en la búsqueda de los derechos tanto civiles como sociales. En una época en que el Estado refuerza aún más las medidas discriminatorias para asegurar la desigualdad femenina mediante la discriminación legal, educativa o la restricción laboral y, donde la mujer española vegetaba en un estado de inferioridad y sometimiento nada acorde con la dignidad humana y el proceso evolutivo de la Sociedad. Era esencial arrancar un movimiento donde la mujer pudiese defender su libertad y sus derechos, una tarea nada fácil en un país con un alto índice de analfabetismo y unas cuotas de marginación humillantes. Pero el recién nacido movimiento feminista español dejo bien claro desde un primer momento, por mucho que lo hayan diversificado, que se basaba únicamente en un pensamiento y, en una practica simplemente política como se demuestra ya a finales de los años veinte por esa infatigable reivindicación hacia la obtención de los derechos políticos y el derecho al voto para el sector femenino. En 1933, las mujeres consiguen ser “iguales� a los hombres en lo que respecta a estos derechos pero, habría que definirla como una igualdad absurda o ridícula ya que la mujer, seguía siendo considerada como un sujeto ilegal privado de libertad. Estas mujeres, engañadas por un primer deseo de libertad que, aún no podían ni salir de su casa sin el consentimiento del cabeza de familia, acusadas de la victoria conservadora en 1933 por ser insuficientemente cultas como para depositar su voto de una manera inteligente. Tuvieron que esperar hasta Enero de 1937, para sentirse por primera vez en la Historia de España felices al comprobar que iban a ser tratadas como ciudadanas adultas de pleno derecho que, por desespero de muchos y, aunque haya caído en el olvido, en la desmemoria de las actuales solo capaces de rescatar de la aparente amnesia colectiva la entrada de las mujeres al juego electoral, volvieron a ser los anarquistas quienes reconociesen a la mujer su equidad. El 3 de Enero de 1937 de la mano del que ostentara por un breve espacio de tiempo el Ministerio de Justicia, el anarquista Juan García Oliver, estampó su firma en un decreto quizá, con el texto más revolucionario en lo que respecta a los derechos de las mujeres. Sin burlas ni engaños otorgó la plena capacidad jurídica a la mujer, les concedió la plenitud de sus derechos hasta 1939 que, con la derrota republicana supone, entre otras muchas tragedias, la cancelación de todos los avances conseguidos hacia la mujer, retrocediéndose literalmente 50 años por la implantación del Código Civil de 1889.

Tras la muerte del dictador, la expansión y la explosión del activismo feminista vuelve a resurgir a raíz de las Primeras Jornadas por la Liberación de la Mujer de Madrid en 1975. Fue una etapa marcada por el rápido nacimiento, las múltiples escisiones y, la muerte prematura de muchas organizaciones que volvían a poner en manifiesto que solo se podía defender la lucha feminista bajo un principio basado y relacionado a la lucha política en general y, en 1977 al celebrarse las primeras elecciones de la Democracia, los sectores políticos conscientes de la importante batalla que se va a desencadenar, reconocen los derechos de las mujeres en sus programas e inmediatamente, consagran un entramado jurídico para garantizarles la igualdad formal pero, tendría que pasar tres años para que se aprobase la ley del divorcio con igualdad de responsabilidades para ambos cónyuges y, no fue hasta 1985, diez años más tarde cuando se legaliza el aborto en tan solo tres supuestos, mucho más restringido que cuando se aprueba en Cataluña durante La Revolución Social. La entrada de las mujeres en los sectores y en los ámbitos tradicionalmente masculinos, fueron logros importantes pero, hoy más de un cuarto de siglo después habría que cuestionarse sí esos “logros importantes�, sí esa “igualdad formal� la han conseguido todas las mujeres o en cambio solo ha servido para acentuar las diferencias en beneficio desproporcionado a las que poseen un alto y medio grado económico.


Es obvio, que en todas las sociedades hay clases más oprimidas que otras, la femenina es una entre muchas pero, estas mujeres, la mayoría, occidentales económicamente dominantes, que pretendieron establecer una lucha a muerte con su estúpida competición con el varón y, que aún tienden a malgastar sus energías y su tiempo discutiendo acerca de la opresión de “la pobre mujer� por “el malvado hombre�. En una época que aquí ya no es eso del hombre en la esfera pública y, a mandar y, la mujer en casa y, a obedecer, utilizan los mismos mecanismos para ir envolviéndonos hacia una carencia de espontaneidad y a la deshumanización desde sus oficinas en le Primer Mundo. Desde allí nos prometerán lo que jamas nos dejaran alcanzar, definirán lo que a todas nos conviene y, ahora, nos presentan su cultura, la occidental como la única vía de emancipación femenina, debiendo abandonar cualquier otra para adoptar esta al cualificarla de no-sexista ni androcentrista y sin el deber de argumentar que cultura hubieran tenido que adoptar ellas cuando no tenían sus derechos ni esas múltiples leyes o normas legislativas que sí han servido para algo ha sido para incrementar la falta de solidaridad entre las propias mujeres y para aumentar los ya inmensos beneficios de una parte de la sociedad. Un ejemplo bien claro es esa norma que recoge la legislación española desde 1977: Igual trabajo, Igual salario. La patronal opta con tremenda facilidad en denominar con diferentes nombres puestos de trabajo exactamente iguales que requieren por supuesto un jornal diferenciado, la mujer como el inmigrante, ocuparan los puestos peor pagados pero, ¿por qué? Sí: “Todos somos iguales sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, sexo, raza, religión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social� y, sí además actúan como nos están dando a entender que piensan: Cualquier trabajo puede ser realizado de igual forma por un hombre que por una mujer ya que la fuerza física ha quedado en obstáculo salvable por los mecanismos alternativos que se basan en la razón y en la habilidad. Entonces estas diferencias salariales y, primera causa para que los hombres no hagan uso ni se incorporen a sus derechos de excedencia o de reducción de jornada sean objetivos pero, confusos ya que dejan entrever la implantación de los viejos roles tradicionales femeninos pero, solo para las minorías sociales y, con una única aparente razón: ¿la semántica?. Pero, lo peor y la pena es que en un tema tan complejo como es la violencia de género hayan entrado en una batalla de sexos por la aprobación el pasado mes de Abril por el ejecutivo de esas nuevas normas destinadas en un principio a la neutralidad que como siempre han acabado favoreciendo un lado más que al otro, puede por ese empeño que tienden a mantener estas señoras en demostrar que nosotras somos todas buenas y, ellos son todos malos como si se tratase de la más vulgar película del oeste. Así que sí pretenden acabar con una violencia aceptada durante años por los sistemas capitalistas por ser “históricamente cultural� deberán intentar cualquier tipo de ejercicio ya que nos están demostrando lo que la mayoría ya somos bien conscientes de ello: Que hecha la ley, hecha la trampa y, no culpar a la propia mujer de su falta de conciencia por no haber notado la necesidad de incorporarse a una lucha que no es la suya por ese obsesivo afán de estas señoras, en seguir participando de la agresión organizada para nuestro exterminio, la política con su arte de gobernar a los pueblos corroyendo al Mundo; provocándose aunque actualmente se den múltiples feminismos que prácticamente halla dejado de existir como tal y, dejándonos en la duda sí realmente eran necesarias estas organizaciones creadas solo para ayudar a la mitad de la humanidad, a las mujeres excluyendo al otro resto, a los hombres. No nos podemos olvidar que todos somos seres humanos y, sí bien es cierto que hay clases que necesitan un enfoque especial, más ayuda e información hay que luchar por la emancipación de todos, de hombres y de mujeres con más desventajas, con menos oportunidades como son las minorías y la clase obrera. Una lucha sin diferenciar la posición de las mujeres en el mercado laboral de la de los hombres ni de su situación como ciudadanas porque al buscar sus propias vías caerán en el aislamiento y en la fragilidad en una sociedad que ya nos impone una condición sociocultural, la docilidad. Una condición que se va desarrollando, gracias también, a estas señoras duras entre los duros que cambiaron sus costumbres, sus maneras y, hasta sus tics para decir ahora ya sin vergüenza que prefieren ser bien adecuadas a un sistema empobrecedor y brutal.

Así que, ¿debemos las mujeres sentirnos satisfechas o representadas por estas señoras tan odiosas y detestables como el más odioso y detestable hombre que ha renunciado a un deseo de libertad?. Y, sí realmente ya no hay trabas legales que obstaculicen la igualdad ¿ no serán ellas las que necesitan esos simples ejercicios basados en la razón y en el respecto mutuo en una sociedad aun en posibilidad de vivir en libertad que es igualdad?.

C.N.T. de L´Hospitalet de Llobregat
Mira també:
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