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Presas políticas palestinas, tras la enésima reja de la ocupación
07 nov 2005
Actualmente hay más de 8.000 palestinos encerrados en cárceles israelíes, de los que 120 son mujeres. Mientras presume de ser la única democracia en Oriente Medio, Israel les hacina en celdas superpobladas y sin ventilación, restringe sus salidas al patio, sus estudios, visitas y cartas y les somete a torturas prolongadas tales como la negación de cuidados médicos y alimentación adecuada.
Durante la segunda Intifada, Israel encarceló por primera vez a embarazadas, cuyos hijos crecen encerrados hasta que cumplen dos años y les separan de su madre.

John Dugard, relator especial de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas (ONU) sobre la situación en los territorios ocupados, cifra en 8.000 los presos (frente a los 11.000 declarados por Mahmud Abbas, presidente palestino). De ellos, 600 esperan juicio bajo detención administrativa y 300 son menores de 18 años que se hallan en centros de detención. El 60% de los menores tampoco han sido juzgados.

La detención administrativa puede prolongar el secuestro años enteros. La Organización de Mujeres por las Presas Políticas (WOFPP), entidad israelí que apoya a las presas palestinas desde la primera Intifada, tiene constancia de que se pospone hasta tres y cuatro veces. Es el caso de Abeer Hodeh, de 31 años y presa en la cárcel de Tel Mond (Hasharon) desde hace un año, a quien se la han prolongado por tercera vez, aunque tiene numerosos problemas emocionales y de salud mental y ha sido hospitalizada varias veces durante su encierro.

A Ekram El Tawil, del mismo centro, le han alargado la condena cuatro veces y en cada ocasión sumaban seis nuevos meses de encierro.

Según abogadas de WOFPP, las palestinas son discriminadas por el tribunal, porque les impone penas superiores a las de presos y presas judíos, y por el trato indigno que reciben en la cárcel. Sólo pueden recibir visitas de familiares de primer grado (padre y madre), ni siquiera de hermanos. Se han dado casos en que las presas no han podido ni hablar con su familia tras la muerte de un familiar por que el certificado de defunción no llegó a la cárcel.

Las cartas les llegan aproximadamente cada cinco meses y sus respuestas se pierden con facilidad, por lo que WOFPP quiere elaborar una estadística de envíos y recepciones a fin de corroborar el abuso con ayuda de los abogados.

Las presas sólo pueden estudiar en la Universidad Abierta Israelí, cuyo idioma es el hebreo, desconocido para las palestinas de Cisjordania; se les limitan los contenidos y en algunos casos se les impide estudiar bajo pretexto de que su comportamiento es problemático. En Hasharon sólo tienen un libro para cada cuatro o cinco presas, así que necesitan compartirlos en el tiempo de ocio, una salida de tres horas diarias a un patio sin sombra bajo un sol insoportable. La mayoría no soporta las altas temperaturas y no les permiten salir menos tiempo o visitarse en las celdas, lo que limita enormemente sus estudios.

Además de la exposición a temperaturas extremas, el informe de John Dugard, publicado en agosto, considera probada la imposición de otras torturas tales como forzar a presos y presas a mantener posturas incómodas durante largos períodos de tiempo, pegarles, taparles los ojos prolongadamente, darles poca comida y agua y denegarles el acceso a cuidados médicos, dado que los servicios médicos son privados.

No se libran ni los casos más graves: Wafa Albis, de 20 años y natural de Gaza, fue arrestada en junio y tiene quemaduras en el 45% de su cuerpo por un accidente doméstico que sufrió en 2004. Tiene terribles dolores y no puede usar sus manos. No recibe tratamiento alguno.

Durante la segunda Intifada, dos presas parieron en cárceles israelíes, esposadas y lejos de su familia. La segunda, Manal Ghanem, está en Hasharon desde el 17 de abril de 2003, cuando los soldados del Ejército israelí la detuvieron sin informarla de los cargos que se le imputan ni de sus derechos. Según explica la asociación Addameer, Manal sufre talasemia, enfermedad que le impide amamantar a su hijo Nour, y las autoridades penitenciarias no le dan leche suficiente para el niño. Nour acaba de cumplir dos años y será separado de Manal, su único referente en el mundo.

Gases contra bebes

En marzo, Addameer inició una campaña para liberarlos por enfermedad. Manal ha denunciado que los soldados usan mangueras y gases lacrimógenos contra presas y bebés. Además, las vejan atacando sus costumbres: Nariman El Rwashda, de Hebrón, lleva el hijab (velo) en presencia de hombres y le obligan a quitárselo durante el recuento, a lo que ella se niega mientras lo efectúen varones.

Mientras, aumentan las detenciones y los palestinos mueven cielo y tierra para averiguar el paradero de sus familiares. El 21 de junio, con motivo del encuentro entre Mahmud Abbas y el primer ministro israelí, Ariel Sharon, presos y presas palestinas secundaron una huelga de hambre para recordarle al mundo que sobreviven tras la enésima reja de la ocupación. -

RAMALA

http://www.gara.net/idatzia/20051107/art137635.php

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