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Notícies :: amèrica llatina
La recuperación será lenta y difícil. (Chiapas)
27 oct 2005
La recuperación será lenta y difícil, sostienen pescadores de El Arenal.
Perdieron bienes y casas, pero no los doblan autoridades ni huracanes.
El gobierno chiapaneco les impide trabajar en la laguna Panzacola, y aún resisten.
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El desbordamiento de los ríos Coatán y Huixtla arrasó cientos de casas en Chiapas, y dejó sin equipo de trabajo a cientos de transportistas FOTO Alfredo Dominguez

HERMANN BELLINGHAUSEN Y GLORIA MUÑOZ ENVIADO Y ESPECIAL. La Jornada. Jueves 27 de octubre de 2005

Municipio Autónomo Tierra y Libertad, Chis., 26 de octubre. Aún sin contabilizar la totalidad de los daños provocados por el huracán Stan, sin trabajo y con sus viviendas y pertenencias bajo el lodo, los pescadores de El Arenal, bases de apoyo zapatistas, pronostican una recuperación lenta y difícil.

Son momentos de hambre y enfermedades en este poblado costeño de mayoría no autónoma. A tres semanas del paso del huracán, agradecen estar vivos, que no es poco.

Los zapatistas de El Arenal que perdieron sus casas y bienes son pescadores, a pesar de que las autoridades federales y los sucesivos gobiernos chiapanecos, de Patrocinio González Garrido a Pablo Salazar Mendiguchía, les han negado el derecho de trabajar en la laguna Panzacola, dentro del manglar Zaragoza, donde han trabajado durante dos generaciones. Sufrieron represión policiaca en repetidas ocasiones, y aún resisten. No los doblan los gobiernos ni el huracán.

"Aunque perdimos algunas, fueron las canoas las que nos salvaron", refiere Simón en el patio de lo que le quedó de casa en la comunidad costera, donde los pobladores no zapatistas se dedican al comercio o la agricultura. Es una zona de tabaco, palma de aceite y fruticultura. La inundación causada por Stan a principios de octubre cubrió la totalidad de éste y todos los pueblos vecinos, cuando los desbordados ríos Vado Ancho, Cintalapa y Chino se unieron al mar en la barra de San Juan durante varios días. No sólo se dañaron buena parte de las viviendas, sino que los medios de subsistencia económica también fueron arrasados.

Hay casas en El Arenal que a simple vista no se ven afectadas, pero adentro en lugar de piso tienen una enorme fosa por la que se fueron muebles, trastes y ropa. Las familias de pescadores zapatistas intentaron resistir antes de abandonarlas, hasta que las paredes empezaron a crujir por la fuerza de la corriente que empezaba a entrar por las ventanas ubicadas a un metro de altura.

Carlos, otro de los pescadores autónomos, y su esposa, arrojan cal alrededor de su terreno y en los bordes de las paredes que quedan. "Para que no reviente el zancudo", explica.

Un olor a marisma mala penetra la calurosa atmósfera. Al retirarse la inundación dejó grandes agujeros en los patios y casas, se llevó pisos de cemento y algunas calles las convirtió en lechos secos y pedregosos. Hoy abundan grandes pozas estancadas y en putrefacción que ya sólo esperan a los mosquitos del paludismo.

Aumentan las enfermedades

Al parecer ya se presentó un primer caso de dengue. Se han generalizado las infecciones respiratorias en los niños, y de tanto estar en el lodo "se nos hicieron heridas en las plantas de los pies", comenta Simón.

El incremento de las enfermedades provoca que al distinguir a cualquier persona extraña al poblado, los habitantes salgan de sus casas y le pregunten si es médico o pertenece a alguna brigada sanitaria. La respuesta negativa desilusiona, especialmente a las mujeres.

En las ciudades de Escuintla, Acapetahua y Villa Comatitlán, menos afectadas pero todavía batidas de lodo, la población retorna a sus actividades lentamente.

En El Arenal, todas las familias se concentran en limpiar y rescatar sus viviendas. De las familias zapatistas, al menos 15 sufrieron daños y cuatro perdieron sus casas. Además, la cooperativa de pescadores que conforman perdió 16 cayucos, que son su herramienta de trabajo. No hay vida normal para nadie.

Los poblados y campos de esta gran planicie costera representan un foco rojo sanitario. No hay agua potable, las lagunas y manglares se encuentran contaminadas y la destrucción de criaderos marinos parece muy grave. No obstante, las familias de pescadores no pierden su alegría costeña, y no se dan por vencidas. Siempre han convivido con el agua.

Al venir el diluvio, las familias subieron a sus canoas y las ataron a las copas de los árboles. Encaramaron pollos, cerdos, pericos y borregos en los troncos altos, y esperaron tres días a que bajaran las aguas, alimentándose con la fruta de las ramas altas.

Por otra parte, se pudo confirmar que las familias zapatistas dispersas en el municipio oficial de Villa Comatitlán, también en la costa, no sufrieron daños mayores en sus viviendas, aunque de cualquier forma sufren las secuelas del siniestro, al igual que las bases de apoyo localizadas en Islamapa y Puerto Madero, todas pertenecientes al municipio autónomo Tierra y Libertad.

Aquí no hay lomas. Los campos son bajos. El lodazal y los detritus empiezan a secarse y se agrietan. La humedad tropical adquiere un inusual aspecto desértico. Abundan zopilotes y gavilanes hambrientos. Lo bueno es que oficialmente no es una zona de desastre. Es sólo gente a la que le cayó su agüita, parafraseando lo que dijo Porfirio Díaz hace cien años.

http://www.jornada.unam.mx/2005/10/27/007n1soc.php

Chiapas gravemente afectado por el huracán Stan. Ayudas a comunidad hotelera de Cancún.
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Mira també:
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Comentaris

Desvergüenza y corrupción
29 oct 2005
LA CATASTROFE QUE dejó Stan en Chiapas volvió a desnudar la extrema pobreza en la que sobrevive todo un pueblo, la corrupción del sistema y la desvergüenza y cinismo de partidos políticos y funcionarios. Poco tenía que arrebatarles el huracán a los que se quedaron sin nada: una casita de adobe o palos, unos cuantos trastos, un fogón, algo de ropa y algunos animales. Ahora ya ni eso tienen.

CONFORME TRANSCURREN LAS semanas se dimensiona la tragedia. Recorrer la costa y sierra chiapanecas es transitar por la desolación. La desesperación está llevando a la gente a salir a las calles a pedir limosna. A medio camino entre Huixtla y Acapetahua, a la altura del puente de Vado Ancho, un pueblo entero, el de Chapingo, se aposta en la carretera a suplicar ayuda a los automovilistas con un bote o vaso en la mano, exactamente frente a una enorme alfombra de arena y grava que cubre lo que hasta hace unas semanas fue su pueblo.

EN MOTOZINTLA, DECENAS de personas interceptan con troncos el paso de los camiones con ayuda y los obligan a detenerse. Las autoridades dicen que son bandoleros, ellos afirman que están desesperados, que tienen hambre y necesitan los víveres.

Y EN MEDIO del desastre, la desvergüenza, la burla y la corrupción de líderes políticos y funcionarios corruptos. Cuatro bodegas almacenan víveres sin repartir en Escuintla; en Tapachula entregaron medicinas y alimentos caducados; en Huixtla proliferan las enfermedades en los albergues por falta de agua potable. "Xochimilco tiene hambre. Esta es zona de desastre", reza un enorme letrero pintado en una pared de esta colonia arrasada por el río Coatán.

LOS NIÑOS SE trepan a los camiones que cargan la escasa ayuda humanitaria que está llegando; las mujeres se forman en cualquiera de las enormes filas que reparten las despensas; en los albergues predomina la escasez y la enfermedad. Las imágenes de pueblos enteros arrasados, no por ya contadas, dejan de sorprender.

EN SITIOS COMO El Arenal empiezan a aparecer las enfermedades y se clama por un médico. Los habitantes de este poblado costero salen a las calles en busca de un hombre o mujer de bata blanca que les atienda diarreas, infecciones en la piel, dengue o paludismo. La búsqueda es infructuosa. Es increíble que en una semana de recorrido por comunidades de Motozintla, Tuzantán, Huixtla, Tapachula y Acapetahua, no se observe una sola brigada médica recorriendo las calles afectadas que poco a poco se inundan de un olor nauseabundo. Por estos lugares pasaron o están enterrados cadáveres de personas y animales y no hay cordones sanitarios.

Y JUNTO A la burla de arriba, el coraje de abajo. Miles de personas se hacen cargo de la reconstrucción y arrojan frente al palacio municipal de Tapachula los alimentos caducados entregados por el gobierno; en cada colonia y pueblo afectado se observan familias enteras limpiando solas toneladas de lodo; centenares de hombres construyen puentes improvisados. Aunque el horizonte es incierto, no están paralizados.

losylasdeabajo ARROBA yahoo.com.mx .
Mira també:
http://www.jornada.unam.mx/2005/10/29/007o1soc.php
Re: La recuperación será lenta y difícil. (Chiapas)
29 oct 2005
disculpas.
Sobre el artículo anterior:
Desvergüenza y corrupción. LOS DE ABAJO
La autoria pertenece a:
Gloria Muñoz Ramírez. Sábado 29 de octubre de 2005
http://www.jornada.unam.mx/2005/10/29/007o1soc.php
Re: La recuperación será lenta y difícil. (Chiapas)
29 oct 2005
Cumplen tres semanas incomunicadas aldeas de la sierra de Chiapas tras Stan.

Cunden las enfermedades respiratorias y gastrointestinales; faltan médicos

Bases de apoyo zapatistas expresan que seguirán resistiendo contra "los gobiernos corruptos"

HERMANN BELLINGHAUSEN Y GLORIA MUÑOZ R. ENVIADO Y ESPECIAL. La Jornada. Sábado 29 de octubre de 2005

Municipio Autonomo Tierra y Libertad, Chis. 28 de octubre. Comunidades enteras de la sierra continúan incomunicadas a más de tres semanas del paso de Stan, en una región con alto índice de riesgo, pues poblados como Las Nubes y La Laguna están rodeados por cerros severamente agrietados a consecuencia de las fuertes lluvias.

Municipio Autonomo Tierra y Libertad, Chis. 28 de octubre. Comunidades enteras de la sierra continúan incomunicadas a más de tres semanas del paso de Stan, en una región con alto índice de riesgo, pues poblados como Las Nubes y La Laguna están rodeados por cerros severamente agrietados a consecuencia de las fuertes lluvias.

En la ciudad de Motozintla se acumulan enormes cantidades de escombros y basura. El polvo es tan abundante que mucha gente transita con cubrebocas o pañuelos en el rostro. Se han generalizado las enfermedades respiratorias y gastrointestinales, pues el aire está muy contaminado y las condiciones de higiene son mínimas.

Varias familias zapatistas, en su mayoría dedicadas al pequeño comercio, resultaron afectadas en esta ciudad de emigrantes, como todas las de la sierra. En el poblado Chimalapas, a dos horas del centro a pie, otras dos familias autónomas perdieron sus casas, además de cultivos y animales.

En Motozintla, las bases de apoyo se encuentran refugiadas en casas de familiares y no en los albergues oficiales. Es el caso de Ramón, quien afirma que aun ahora que perdió todo seguirá en resistencia contra "los gobiernos corruptos".

Aquí, como en la costa y la frontera, continúa llegando la ayuda de la sociedad civil para los autónomos de Tierra y Libertad. En una semana, el camión Chómpiras de la junta de buen gobierno de La Realidad ha realizado dos recorridos trayendo medicina, víveres y ropa. Hay medicamentos, pero siguen faltando doctores que los receten. Las bases zapatistas son atendidas sólo por promotores de salud del municipio autónomo.

"El agua purifica, alimenta y mata", dice el hombre, y tras una pausa: "Igual que el fuego". Y no es que se ande haciendo el sabio. Lo dice con sencillez. La voz de la experiencia.

Estamos en el pequeño patio de su casa, una más de las miles que desgraciaron las crecidas y derrumbes de octubre en la sierra de Chiapas. La puerta a la calle permanece cerrada. Habíamos entrado por el hueco que dejó el torrente en uno de los muros. Como en un escenario, aquí falta la cuarta pared, pero lamentablemente no es un teatro.

Motozintla padeció la destrucción en septiembre de 1998 por causas similares, pero todos coinciden en que ahora fue "tres veces peor". Buena parte de la ciudad sigue enterrada, sobre todo en las afueras y a lo largo de los cinco kilómetros del cauce y las riberas del río a través de la ciudad.

En su casa, una vez que extrajeron sus pertenencias y sacaron "toneladas de lodo", el hombre y su señora, seguramente abuelos, ya lograron colocar unas sillas y una mesita. Un televisor, limpio de tierra pero inservible, ocupa el centro de una mesa. Se agregan contra la pared una pequeña estufa de gas y una ollita. Eso es todo, y sin embargo hay una dignidad inquebrantable en la pareja. El muro del patio está perforado y vencido. Cuentan que el agua arrastró carros, un autobús, casas de dos pisos, colonias enteras, árboles, el encauzamiento del río ("planchones de concreto de 10 metros, así los levantó el agua, como papel").

"Sólo fueron tres días de desastre", dice el hombre quien, como los demás miembros del municipio autónomo Tierra y Libertad, aun damnificado permanece en la resistencia. "Pero a la siguiente semana volvió el río por allá y acabó de rematar".

A diferencia de ésta, la vivienda de Ramón prácticamente desapareció. Únicamente quedaron los techos y una vitrina de madera que apenas ayer logró desenterrar, a pocos metros de un ramal del río Motozintla, cuyo bordo de concreto fue sobrepasado y destruido por los torrentes.

Es inmensa la extensión de las áreas afectadas en la sierra, la costa y el Soconusco. La sucesión de poblados, colonias, rancherías y ejidos dañados hace pensar en un algo no muy diferente de los terremotos de 1985 en la ciudad de México, aunque por fortuna con muchos menos muertos.

Millares de refugiados en albergues, en buena medida abandonados a su suerte. Niños traumatizados, familias despojadas de literalmente todo. Los escombros se enredan entre desechos de cerros y bosques.

En el centro de Motozintla, donde la vida comercial y administrativa se va reanudando sin borrar por completo las huellas de fango en las fachadas y las conciencias, un estudio fotográfico anuncia, mediante un vistoso cartel naranja fosforescente: "Se venden videocasetes VHS del desastre. Se toman fotos a domicilio". (Es decir, de lo que quedó del domicilio de los potenciales clientes, para que cuando platiquen su experiencia puedan decir: "mira, así quedó donde era mi casa".)

Desde localidades como Tapachula, con su cerca de medio millón de habitantes, hasta pequeños poblados de unas cuantas familias, así como decenas de cabeceras municipales, todas las zonas urbanas y centenares de comunidades campesinas del sur de Chiapas son indelebles las huellas de Stan, de todo lo que se llevó, y lo que trajo.

Montaña adentro, en buena parte de la sierra los caminos siguen intransitables. Decenas de comunidades permanecen aisladas y en ocasiones abandonadas por sus habitantes; muchas destruidas, o en peligro de derrumbe, en los municipios oficiales de Siltepec, Bellavista, El Porvenir, La Grandeza, Bejucal de Ocampo y Chicomuselo. Las laderas desgajadas de los cerros se suceden en la escarpada serranía, abiertas en canal por los incontables aludes.

http://www.jornada.unam.mx/2005/10/29/007n1soc.php
Testimonios zapatistas tras el desastre de Stan
31 oct 2005
"Paró el agüita y al rato la tierra se nos vino encima".
Alertan sobre riesgo de más deslaves en la Sierra Madre.

HERMANN BELLINGHAUSEN Y GLORIA MUÑOZ RAMIREZ ENVIADO Y ESPECIAL. La Jornada. Domingo 30 de octubre de 2005

Municipio Autonomo Tierra y Libertad, Chis., 29 de octubre. La Sierra Madre del Sur quedó agrietada por el paso del huracán Stan, y poblados enteros, o lo que quedó de ellos, están en peligro de que nuevos deslaves los arrastren. La tierra está blanda en los ejidos del municipio oficial de Siltepec, donde, si no se toman las precauciones necesarias, una nueva tragedia puede ocurrir.

"Es triste. Para nosotros esto es una gran historia, porque nunca habíamos visto esa desgracia. De toda la gente corría sus lágrimas. Yo tengo 47 años y no me imaginé ver eso. Esa infeliz noche había estrellas, ya había pasado el agua, estaba clarito. Nadie pensaba lo que iba a ocurrir", recuerda Mateo, zapatista de Toquián, padre de 13 hijos, todos seguiditos.

Habla de las noches del 4 y 5 de octubre, cuando, "después de dos días de lluvia, de repente paró el agüita, se oyeron los tronidos de la tierra y al rato se nos vino encima. El panteón entero se bajó de su lugar, y ahí andaban algunas cajas nadando por el río". Ahora, continúa, "nos quedamos corriendo riesgos, porque todo está muy cortado, muy partido, pues. La tierra está blanda, ya no aguanta otra agua. Ya no hay confianza de estar ahí, y por eso vamos a buscar dónde nos ubicamos como zapatistas", afirma.

Después de Stan, habitar el ejido Toquián y sus barrios Las Nubes y La Laguna es peligroso. Un enorme deslave deslizó decenas de casas con todo y patios. "Fue como si sólo se hubieran cambiado de piso", pues conservaron paredes y techos.

En la sierra chiapaneca hay aproximadamente 300 bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) afectadas por el huracán, entre los que perdieron la totalidad de sus casas, cafetales y milpas, y los que, conservando sus casas, habitan en el área de riesgo.

Las primeras autoridades en llegar a la zona fueron las de la junta de buen gobierno de La Realidad. Dos días después "llegó el helicóptero del gobierno, pero le daba miedo bajar, porque de por sí aquí la tierra está floja", cuentan los pobladores.

Nicolás, del barrio Las Nubes, relata que su poblado, ubicado entre el ejido Cruz de Piedra y una parte de La Laguna, "quedó falseado en medio de dos comunidades hundidas". Aquí son sólo cuatro las viviendas zapatistas afectadas. Una se derrumbó totalmente y las otras tres se están cayendo. Asimismo, a consecuencia de tantos días incomunicados, se presentaron casos de disentería y enfermedades respiratorias. El gobierno, señalan las familias rebeldes de Toquián, "sabe que esta zona es de alto riesgo, pero ni a su gente están previniendo".

La cabecera municipal de Siltepec también sufrió daños, pues quedó incomunicada y sus pobladores perdieron milpas y cafetales. En esta ciudad hay 53 zapatistas albergados en una pequeña casa de las orillas.

La tierra se movió

Cosas nunca antes vistas, como laderas que "enaltan" y pueblos y riberas que "desplayan", milpas y cafetales que se deslizan en pie a tierras de otro propietario, "planes" que deslavan, casas y escuelas que caen 10 y 20 metros ladera abajo sin destruirse, aunque ya no quedaron habitables. Pastizales y cafetales que se hundieron como si los tragara la tierra. Hatos de ganado atrapados en los "callejones" entre los bloques de cerro desplomado, y así se salvaron.

¿No dice Mateo que hasta lo soñó una noche antes? "El bañito de mi casa hizo la señal. Tronó todito. Dije a la gente que va a haber algo, que la tierra se está moviendo. Y no me creyeron, hasta que empezó". Rubén, otro zapatista de Toquián, cuenta en el solar de su casa de adobe que el derrumbe fue "de abajo para arriba, porque el derrumbe subía", y hasta el camino se "descayó". Señalando hacia las alturas del pueblo de Siltepec, al otro lado de la honda y monumental cañada que los separa, agrega: "La gente miraba como luces que venían de atrás de los cerros".

Todo esto no es pensamiento mágico o cosas así. Sencillamente, son los efectos particulares de Stan al interior de la sierra de Chiapas, que se agregan a las crecidas de ríos y caídas de cerros, que fueron los fenómenos recurrentes a lo largo de la sierra, la costa y el Soconusco durante la primera semana de octubre, cuando para centenas de miles de personas la vida cambió drásticamente, y más de 70 la perdieron. En los bajos de Siltepec, la crecida del río se llevó casas, plantíos, puentes. Es sólo uno de los municipios serranos afectados. Existen comunidades dañadas o arrasadas en La Grandeza, Bejucal de Ocampo, Motozintla, Bellavista, El Porvenir, Amatenango de la Frontera.

La serranía es alta, y los poblados y ejidos se encaraman hasta perderse en las nubes, literalmente. Como en la sierra de Oaxaca, la neblina es su velo frecuente. No extraña que una comunidad muy alta se llame Las Nubes, tantito más arriba de Toquián, ejido donde varias casas se fueron loma abajo, y algunas desaparecieron. La nueva escuela oficial de cemento cayó cerro abajo con todo y patio, y ahora se ve enterrada en la ladera. Muestran cómo "aflojó la tierra" y piensan "que ya quedó falso".

Desde la escuela autónoma de Toquián, incluso la elevada y casi inaccesible cabecera municipal de Siltepec aparece un poco más abajo. Las familias zapatistas del poblado se reparten el cuidado de sus viviendas en este tiempo de emergencia. Una parte se encuentra desplazada en la cabecera, y otra se regresó "a cuidar nuestras partecitas", como dice Mateo: "Para que no vayan a aprovechar los priístas y perredistas, y quieran expulsarnos y quedarse con nuestras cosas". Ahora, sólo a pie es accesible la comunidad.

http://www.jornada.unam.mx/2005/10/30/006n1soc.php
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