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Papá, cuéntame cómo no pasó. Una noche para destetar hijos de puta
22 oct 2005
Hacía una noche como para destetar hijos de puta y en el Gijón me aburría soberanamente en la tertulia de los compis. Tito le había cogido perra con la Oprobiosa – entiendo perfectamente a este hijo predilecto de San Esteban de Pravia- y lo refleja en “Cuéntame cómo no pasó�. Aunque en algunos puntos del script no estoy de acuerdo pero no lo digas muy alto, Antoñito, que sólo te ajuntan y tomas café con los rogelios, pues los tuyos ¿dónde están los tuyos? Desaparecidos. Únicamente te queda Navas que es el último justo de Israel. Los fachas andan todos bajo el rodillo de la apisonadora y viviendo de las rentas y a ti te brota la sangre municipal y espesa de los últimos de Filipinas. En la frente llevas un poco la marca de la condena. El buey Apis de la bohemia sella tu rostro en busca de la tolerancia y la alternancia – y peligrosa pero nunca en el Gijón que es el último reducto- te pierdes, portador del fuego sagrado de la libertad por las tabernas. En una tengo yo a Alfonsito y Pepe Barcena como mis guardias de corps. Dos arcángeles que defienden la entrada del gran parlamento de la palabra. Son el broquel que escupieron espadas enemigas. Algún dardo envenenado me alcanzó un día que no llevaba puesto el detentebala o iba con el peto de mi baraka mal colocado pero no fue gran cosa. Sólo un rasguño. Aquí estamos. Siete tiros en el cuerpo y avanzando y, como diría san Pablo del que hablaré más tarde nos derriban pero no nos rematan.

-El pensamiento no delinque.
-Pues vale. Lo anoto pero tampoco te pases.

Hombre, Tito, no me jorobes. No era tan fiero el león como tú le pintas. Ya sé que san Frutos está cambiando página y todo el afán de los descriptores del nuevo perfil es manipular los textos. Al revés te lo digo para que me entiendas, sabes. En aquella España que te dio pan, Tito y alguna colaboración a ti asturiano de pro no se conducía a la Comisaría a los niños de primera comunión. Te lo dice uno que sabe lo que es un calabozo como aquel del cuartelillo de Oviedo en la noche más triste, que tenía una puerta verde y una mirilla. La cara impenetrable de un gris aparecía detrás del ojo de buey. Nunca he sentido más angustia en mi vida que aquella puerta pintada de verde. Se escuchaban gritos en los pasillos ( a alguno que lo estaban solmenando) y estruendos de cerrojos. Mal contubernio el de Venus y Baco. A veces el amor y el vino que tan mal cuadran, son la perdición de un paisano. Sea, Tito, pasamos la marola y pasamos la mar toda pero la noche de la revancha que nos cubre es más oscura y lóbrega que la del franquismo. Lo sobrevivimos todos y aquí estábamos para contarlo. Una vez yo me fui a Londres asqueado con este estado de cosas pero allí se me cayeron los palos del sombrajo. No puedes escupir contra la mano que te dio pan. Vivir y morir en español esa es la fija. Pero no me jodas, paisanu, no me pongas a Carlitos con grilletes y me los metas en una celda tan tétrica y tan lóbrega como la que yo conocí nada más salir del Hotel de la Reconquista, cuando una prójima se me cruzó en el camino, pues a veces las mujeres, ya se sabe son lo peor, pero aquí estamos gozando de la intercesión del humo y del tabaco que nos ofrece el Cerillero Alfonso, el hombre más sabio de todo este rompeolas internacional, que yo no digo de las Españas. Los hados bonancibles, los dulces presagios, los melodiosos cantos de sirena que escuchamos en aquel entonces, han vuelto a sonar.

-O te callas – me gritaba el gendarme esgrimiendo la porra- o te atizo.
Ante aquella alternativa tan cruel opté por el llanto mudo y desconsolado hasta que llegase mi amigo Teodoro, divino signifero, alférez celestial portaestandarte de la legión del querubín y del serafín, a dejarme puerta franca. Y me soltó al aire tibio de las ramas de los robles del Campo San Francisco. Aquella sí que fue una noche para destetar hijos de puta pero desde entonces, como la he sobrevivido sin mermas ostensibles aunque en el alma perdure alguna que otra mella, que estas cosas siempre marcan pero desde entonces tengo por costumbre alzarme el cuello de la gabardina y calarme el sombrero, cuando sopla el cierzo, pidiendo a los dioses clementes que se apiaden de nosotros. Tranquilo, Jordi.

Llevo prendidas en el alma las canciones del Presi, que para eso era hijo de guardia civil como yo, y en su gaita explota la armonía, la añoranza y el amor de las sebes y de las caleyas de las contornadas de la dulce región del alma que sellaron mi mirada desde mi juventud, olvidos y romanzas del rapsoda que cortejó en las cinco Polas y casóse en el gran puerto de carboneo, quiero decir en San Vicente al cabo de la ría en uno de los valles más bellos del país pues lo dice la jerga: Lo mejor del mundo España, lo mejor de españa, Asturias y lo mejor de Asturias, Pravia. Mucho sabían los antiguos. Escogían siempre los mejores sitios y tú eres, Tito del mejor creo yo, pero luego nos metemos en política y aquí la gente no sabe discutir, embestir, cuando no saca la navaja y mucho peor la pistola. Con su pan se lo coman. A su aire se valgan.

Por decir viva san Roque me llevaron por prisionero y ahora que estoy en chirona viva san Roque y el perro. La copla no es morisca ya lo sé, aunque el otro día por Radio Rabat estaban cantando la Tarara, media hora de baile y lo daban como una jarcha. Cuando todos los folcloristas saben de sobra que ya se entonaba ese are en tiempos de los visigodos, pero así están las cosas manga por hombro. Esto no es serio. Voy a tener que escribir una carta al director marroquí diciéndole al moro que no nos hagan trampa. Ojo que nos birlan la dama. Ese es el gran riego, Tito, que corremos cuando damos la vuelta historia y se produce ese gran movimiento del borrado de memoria. Nos asalta el fantasma de la Cava. No nos podéis dar gato por liebre y no nos contéis la película. Nosotros estábamos en ella y sabemos lo que pasó. Así que menos quemar la pólvora en salvas. Nunca supiérades que Mahoma honrase los Jueves Santos aunque creo que sigue yendo vestido de blanco como el caballo del Matamoros. Válanos dios. Santiago cierra a España.

-¿Qué canta usted?
-Una vieja canción carlista. Es el tipo de donaires que había que enseñar a la juventud porque de lo contrario se perderá nuestro acerbo y no todas esas gilipolleces folletinescas del 6OOD de los Alcántaras. Pero, bueno, como no va a ser cosa de llevaros la contraria, porque me han dejado más solo que a Romero Robledo, tomo el olivo.
-Abrete tío, que nos estás dando la vara.

Y sin más preámbulos dejo el corrillo. Salí a la noche tétrica de Recoletos, una noche perfecta para destetar hijos de su madre y tumbado allí en un banco me encuentro a un hombre que creo reconocer en medio de su mugre, las barbas merovingias y su aspecto desaliñado de clochard . Coño, si es López, viejo colega. No le dije nada ni le saludé, pasé de largo, pensando que hay un ángel que vela el sueño de los inocentes y de los borrachos. Hombres arruinados. Están llamando a los de mi quinta.

Pues a este menda le paseé yo los negativos de un reportaje que hice la noche del 23 F. Estabamos allí a pie de obra cuando Tejero entró dando de voces y todos al suelo. Mayormente, una mascarada. Tuve la curiosidad de retratar a unos mozallones que habalaban en inglés y gastaban sonotone y auscultaban los latidos del Madrid aquella noche de ayes, también vi como un secreta tumbaba a un melenudo de un guantazo y sacaba la pipa. El brillo épico de aquella browning nos dejó a todos los pasantes un poco acojonados. La gente estaba algo nerviosa. Los lances, la mirada, el brillo de aquella pistola me recordaron a la del guripa que me sacó del Bar de la Reconquista de mala manera, y luego me encerró. Dios y luego aquella ominosa puerta verde. Tengo muy aborrecido desde entonces ese color que me estomaga.

Pero total anoté todas las escenas en tránsito para la historia en aquella noche trágica y algo local del Hotel Palace. Hasta levanté acta gráfica de cómo el general Santamaría exoneraba la vejiga en medio de sus zaguanetes de escolta muerto de miedo y casi vomitando sobre el inodoro su cara dura. Un periodista sólo está para alzar acta y levantar testimonio. Aquello no era una guerra, una mascarada. Esa es la impresión que me dejara marcada en la retina con toda la perspicacia de cronista a mis espaldas. Los reporteros tenemos concha y esa corteza nos permite a veces dudar de la realidad que tenemos delante de los ojos. Y aquella vez acerté. Los gorilas – creo que eran una cuadrilla de cinco o seis- cuadrados ante la puerta de Alcalá y hablando con su walki talki con la base, seguramente Langley o el Gran Circus londinense me dieron el tono real. Fraude. Tejero actuaba con la seguridad y buenas maneras de un esperpento. A lo lejos se veía que no era más que un mandao, un monigote. Las guerras ya son imposibles. Todo el mundo está bajo control. Eso lo vine sabiendo yo desde aquella noche para destetar hijos de puta

Los guardias civiles nos invitaban a café y decían no saber nada. ¡Madre mía, qué noche la de aquel día, Jesús, la que se preparó! Aquello era algo irreal. Montaje. Tongo. Vivimos una pesadilla con ambiente de novela de Lecarré.

Sin embargo, el vagabundo que dormía la borrachera frente al convento de la claras en un banco de Recoletos era real. Yo le había dado los rollos de la película que saqué con mi cara – un gran reportaje, uno de los mejores que hice en mi vida- pues me los pidió casi exigió diciendo que los iba a publicar en el YA. Nunca más los volvía a ver. Pobre colega, la vida te ha tratado mal. Claro que eras ya un tipo algo raro. No se te venía venir. La culpe la tuve yo por fiarme de mi honorabilidad. Estuve a punto de volver sobre mis pasos y zarandearlo. Eh tú despierta, hermano. Cuéntame que te pasó.

No valía la pena. Otro que acaba en el regato. Recoletos es a Madrid lo que el Bowry es a Nueva York, la cloaca donde van a parar el material humano de deshecho. En mala hora. De ese flagelo que nos libre Dios. Llego a casa un tanto desazonado y abro el misal por la fiesta del día, San Marcos y me encuentro esta perla de la carta a los corintios: “ Los judíos piden un milagro y los griegos sabidurías (...) Porque el mundo viendo la sabiduría divina no conoció a Dios por medio de la ciencia de los que en ella cayeron a través de la locura de la cruz (...) No. Nosotros predicamos a Cristo crucificado que para los judíos es escándalo y para los gentiles, locura�.

Estas palabras del apóstol de los gentiles sirvieron para explicarme el misterio de José Luis López, otro crucificado, vagabundo de las esquinas, tramp maloliente del que el mundo se aparta. ¡Dios mío, cómo es posible que trate tan mal la vida a los hombres de la información!
Alguien dirá paradojas del destino. La biblia no ha conseguido el misterio de la suerte de mi amigo pero al menos me tranquilizó.

-Papá, cuéntanos cómo pasó.
-Mira, hijo, no tengo ganas. Hoy no estoy de muy buen talante que digamos. He tenido un mal día y hace una noche de perros, para detestar hijos de puta mientras los pobres, mis amigos, Cristo crucificado, se arrice en un banco de los bulevares, y ellos tan calñentitos en sus hogares, rodeados de sus queridas, fumándose un puro.

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