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Entrevista :: mitjans i manipulació
Todo en un día de trabajo
02 jul 2005
Medea Benjamin comenzó su vida política en el colegio secundario con tal fascinación por los eventos globales que terminó empleada en las Naciones Unidas. Harta muy pronto de la burocracia, comenzó a imaginar una entidad que combinara el análisis político con la acción. Después trabajó con el Instituto de Políticas de Alimentación y Desarrollo, pero otra vez terminó frustrada por la falta de acción directa en su trabajo. En 1988, con Kristin Maller y Kevin Danaher, fundó Global Exchange. Benjamin ha tenido una significativa presencia en el movimiento por la paz y la justicia global durante más de una década.
Crane: cuando estás llamando a la puerta de Starbucks, ¿qué método usás para conseguir hablar con ellos ¿Por qué tendrían motivos para escucharte?

BENJAMIN: Hemos aprendido a través de los años que podemos alentar a las compañías a proceder correctamente. Nosotros escribimos cartas, conseguimos que la gente escriba cartas, tratamos de obtener reuniones, presentamos resoluciones de accionistas, y casi siempre fracasamos hasta que empezamos a hacer campañas de mayor presión que incluyen, con frecuencia, manifestaciones frente a los negocios minoristas; o traemos a los Estados Unidos a trabajadores que han sido dañados por las políticas de la corporación para hacer giras en las cuales ellos hablan de lo que realmente está ocurriendo. En el caso de Starbucks, son los productores de café de América Central. En el caso de Nike, traemos obreros de Indonesia. Es cuando logramos exposición en los medios, o cuando alcanzamos el nivel de protesta que incluye presencia física en el frente de sus negocios, cuando empezamos a tener la influencia sobre ellos que necesitamos. Ahora hemos desarrollado una reputación suficiente que hace que, cuando las compañías reciben nuestras cartas, ellos quieran sentarse con nosotros inmediatamente a hablar, pero generalmente no llegamos tan lejos hasta que comenzamos campañas de acción directa.

Tomemos el caso de Nike, por ejemplo. ¿a quién trajeron de Indonesia?

La primera vez trajimos a una muchacha de unos treinta años que había trabajado en una fábrica durante siete años. La llevamos al depósito que es la tienda estrella de Nike en Portland, Oregon, y que está pegada a su cuartel general. Fuimos a Washington, DC. Fuimos de un campo universitario a otro. Pero probablemente el mayor impacto fue cuando fuimos a la casa central de Nike, en Beaverton, Oregon.

Esta mujer ha trabajado para Nike durante siete años, básicamente siete días por semana de 12,14 y hasta 16 horas por día. Ella nunca se puso unas zapatillas Nike en su vida. Nunca podría haberlas pagado. Le habrían costado alrededor de tres o cuatro meses de salario. Eso dijo cuando fuimos a la casa central de Nike, que ellos llaman campus, y tenían a la policía alineada para mantenernos afuera.

¿Cuántos de ustedes había allí?

Estaba yo y esta obrera de la fábrica. Yo mido más o menos un metro cincuenta de altura y esta mujer también. Teníamos una intérprete con nosotras, otra mujer que no era más alta que nosotras. Nike nos miraba como el trío más amenazante que fuera posible imaginarse. Tenían a la policía de Beaverton, tenían a la policía de Portland, y habían llamado a un contingente de guardias extras de seguridad de otros depósitos de Nike. Era cómico ver a tres pequeñas mujeres rodeadas por legiones de guardias de seguridad. Por supuesto la razón de su miedo era de que estuviéramos siendo seguidas por las cámaras "20/20", CBS, ABC.

¿No es que los medios masivos de comunicación están en connivencia con las corporaciones? ¿Cómo se explica que estén cubriendo esto, en primer lugar?

Normalmente no cubren estas cosas. Nosotros, como muchos otros grupos en los Estados Unidos, hacemos esta clase de tareas cada día y lo que a la gente le llega es ínfimo. Siempre tenemos que desarrollar nuevos instrumentos y tácticas más interesantes, noticias que los medios tengan la voluntad de cubrir. Los medios se cansan después de un par de meses de una campaña y uno los llama y dice "Bueno, ahora trajimos una obrera de Vietnam" y ellos dicen "ya cubrimos a la obrera de Indonesia y la de Vietnam va a decir lo mismo, así que ¿cuál es la noticia?" Es muy frustrante. Para obtener algo de los medios tenemos que ser creativos.

¿Por qué Estados Unidos les permite montar un centro que funcione como Observatorio de la Ocupación en Bagdad, desde donde ustedes podrían vigilarlos? Parece muy improbable que se le permita llevar a cabo semejante tarea.

Estados Unidos afirma que está promoviendo la democracia en Irak. Sin embargo hay muchos ejemplos de la hipocresía de la política de Estados Unidos. Los amigos iraquíes que han estado exiliados porque se opusieron a Saddam Hussein durante décadas, ahora se están oponiendo a la ocupación de Estados Unidos y no pueden volver a su propio país. Creemos que es importante señalar la hipocresía del gobierno de Estados Unidos e insistir en abrir un centro donde la gente pueda ir a quejarse acerca de los abusos de los militares estadounidenses o quejarse sobre los derechos laborales, si están trabajando para una subsididaria de Halliburton. Si Estados Unidos no permite que este centro funcione, entonces creo que volveremos a Estados Unidos a montar una campaña que diga "¿Qué clase de democracia es ésta, cuando Estados Unidos cierra un centro que trata de apoyar los derechos democráticos y los derechos de los trabajadores y los derechos de las mujeres?" Yo me he asombrado de lo mucho que realmente se puede obtener desafiando los poderes tal cual son.

¿Dónde, en todo lo que me contaste, encaja el Pink Code?

Cuando la Administración Bush estaba planeando la guerra contra Irak, un grupo de mujeres nos juntamos y dijimos "Esto ha ido demasiado lejos". Decidimos que teníamos que hacer algo visible. Iba a haber una audiencia pública del Comité de Servicios Militares y Donald Rumsfeld iba a ir a testificar ante el Congreso sobre las razones para ir a la guerra. Esto fue en septiembre. Decidimos que no podíamos dejar pasar la oportunidad. Pero sabíamos que los senadores que cuestionarían al Secretario de Defensa no harían las preguntas correctas ¿No se trata de una cuestión petrolera? ¿Por qué este tema aparece en un momento eleccionario? ¿Esto no traerá mayor inseguridad a nuestras familias? Todas estas preguntas. Diane Wilson y yo decidimos ir a esa audiencia pública y empezamos a cuestionar a Donald Rumsfeld. Nos arreglamos para quedar justo detrás de una fila de generales.

¿Cómo pudieron hacer eso?

Era una audiencia pública. La mayor parte de la gente no sabía que era pública. Llegamos allí unas cuatro horas antes y éramos las primeras de la fila. Generalmente, sólo permiten entrar a un grupo muy pequeño, después dicen que está lleno y te ponen en un cuarto repleto de gente donde no puedes tener ningún impacto. Pero estuvimos allí tan temprano; estábamos realmente bien vestidas, y teníamos nuestros carteles bien envueltos en nuestros ejemplares del Washington Post; realmente parecíamos o reporteras o tal vez personas que trabajaban en una consultora política en Washington. Así que logramos entrar y tan pronto como Donald Rumsfeld comenzó a canturrear una y otra vez sobre por qué iban a la guerra, nosotras saltamos. Cada una de nosotras tenía un cartel que decía "Inspecciones de la ONU, no guerra de EE.UU." y después empezamos a hacer preguntas que no fueron contestadas.

¿De modo que ustedes interrumpían la sesión?

Sí, interrumpíamos la sesión. Empezamos gritando "Sr. Rumsfeld, tenemos algunas preguntas que hacerle" y comenzamos a hacer las preguntas. Fue la primera vez en toda esta parte del armado en torno a Irak que fue tan visible una oposición en un foro como ese.

¿Fue televisado en vivo?

Sí. Dado que ellos no esperaban algo así, a la seguridad le llevó mucho tiempo llegar y sacarnos de allí. Se trasmitió por todos los espacios. En CNN. CSPAN, NPR. Estuvo en la primera página del Washington Post, el New York Times, el San Fransciso Chronicle, los principales diarios del país lo tuvieron en su primera página. Nunca había visto algo así. Yo hice protestas toda mi vida. Ésta llegó a todas partes. La gente me enviaba fotos de las primeras páginas de South China News, San Pablo Journal, de todas partes del mundo. Después escuché que había sido tan inspirador para gente de todas partes del mundo el ver a dos mujeres interrumpiendo a estos generales cuando hablaban sobre las razones para ir a la guerra.

¿Ustedes ya se llamaban a sí mismas Code Pink?

Recién estábamos empezando. Después decidimos hacer una vigilia Code Pink, en la cual tendríamos una presencia cotidiana al frente de la Casa Blanca. Planeamos hacerla 24 horas al día hasta el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, si no teníamos éxito antes de ese día. Lo realmente difícil fue que no saber el frío que hacía en Washington. Cuando empezamos íbamos a hacer ayuno al mismo tiempo. Así que la primera semana nos sentimos miserablemente. Teníamos hambre y frío. Estaba lloviendo. No se nos permitió poner una carpa o un toldo. La policía tampoco permitió bolsas de dormir. Después dijeron que no se nos permitía permanecer en el parque por la noche. Aún así, nunca interrumpimos la vigilia. Venían mujeres de todo el país para unirse a nosotras. Siempre había mujeres allí, a la intemperie.

¿Cuántas mujeres?

Diferentes grupos cada día. Así, Las Mujeres por la Paz y la Libertad tomaban un día y llevaban tal vez diez mujeres ese día. Trajimos a las mujeres de los sindicatos, que se apostaban un día. No había sólo mujeres. También venían hombres. Algunos días había cinco personas, otros 10, 15, 20 personas. No se permitía que hubiera más de 25 personas en el parque. Así llevamos adelante la vigilia, pero no solamente nos quedábamos frente a la Casa Blanca, también hacíamos acciones en Washington todo el tiempo. Nos poníamos frente a las casas de algunos congresales demócratas que se negaban a oponerse a Bush y hacíamos "llamadas de diana" a la mañana, con cacerolas y ollas. Fuimos a la casa de Daschel, por ejemplo, y dijimos "Despierten, el pueblo norteamericano no quiere esta guerra".

Fuimos varias veces a la casa de Donald Rumsfeld, una vez que averiguamos dónde vivía. Era para la Navidad. Cantamos villancicos navideños. Le pedimos que enviara juguetes a los niños iraquíes en vez de bombas. Caminamos con una procesión de alrededor de 150 personas hasta su casa cantando villancicos navideños especiales, que inventamos nosotras acerca de Irak y después pusimos una mesa con pastel de frutas y sidra y juguete para los niños iraquíes y les pedimos a Donald Rumsfeld y su mujer Joyce que vinieran a unirse a nosotros, y ellos no lo hicieron.

El Servicio Secreto se puso como loco cuando empezamos a anunciar que íbamos a hacer algo en su casa. Nos llamaron y dijeron "Ustedes, mujeres del Code Pink, hemos sido contemplativos con ustedes". Contemplativos. No dejaban de arrestarnos aún cuando estábamos frente a la Casa Blanca. Arrestaron a una de nuestras principales dirigentes de Code Pink, prohibieron su presencia en Washington, DC durante un año entero. Ellos dijeron "Fuimos contemplativos con ustedes. Pero ahora han ido demasiado lejos. Haciendo esto frente a la casa de Donald Rumsfeld, haciendo público en el mundo dónde vive, ahora cualquier terrorista puede ir y volar su casa". Nosotras empezamos a reírnos. Si nosotras pudimos averiguar donde vive Donald Rumsfeld, yo creo que cualquiera que quiera hacerlo volar puede averiguar dónde vive. Nos hicieron la vida imposible. Dijeron "Ahora el FBI las está investigando. Van a estar mordiéndoles los talones vayan dónde vayan y hagan lo que hagan".

Pero igual lo hicimos. Volvimos a su casa el día después que comenzó la guerra y comenzamos a vestirnos como víctimas de la guerra. Había jóvenes de la escuela secundaria y universitarios, y un grupo de mujeres mayores. Nos cubrimos de sangre falsa, y barro en todo el cuerpo, rompimos nuestras ropas, llevábamos bebés, muñecos sin cabeza. Algunos muchachos con uniformes militares de fajina llevaban sus cabezas y brazos cruzados por vendas y empezamos a caminar por la calle. Un cartel manchado con sangre decía "Guerra Sucia", y otro, con fotos de Rumsfeld, Bush y Cheney decía "Manos Sucias". Los que teníamos el cartel de "Guerra Sucia" caminábamos por la calle, gimiendo, plañendo, y gritando. Nos salía de adentro. No teníamos idea de que haríamos eso. Gritar al tope de nuestros pulmones. Caminábamos a lo largo de esta calle principal de Washington DC -Connecticut Avenue- llorando histéricamente. En ese momento era llanto real.

Hicimos varios de esos tipos de demostraciones en la primera semana de la guerra. Estuve en Washington DC durante cinco meses. Dejé mis dos hijos, y dejé a mi marido. Cuando la guerra comenzó volví a casa en el avión vestida así. Llevaba un cartel que decía "víctima civil". Había gente en el aeropuerto -hombres- que querían golpearme. Decían ¿"Como puede estar haciendo esto en el momento en que nuestros hijos están allí?". Actuando de manera de mostrar mi empatía por los civiles era un acto antipatriótico. Yo recuerdo haber estado en el aeropuerto en Washington, DC, vestida con esas ropas llenas de sangre, parada cerca de la CNN, que mostraba los bombardeos. Toda la gente sonreía mirando los bombardeos, pero tan pronto como yo aparecí allí, parada cerca de la televisión, vestida como una víctima de esos bombardeos, de repente encontraron eso muy ofensivo.

De todos modos, hicimos mucho para tratar de detener la guerra. Nos sentíamos tremendamente desesperadas una vez que la guerra comenzó. Después tuvimos que ir a los tumbos nuevamente, ya que cada una en nuestro movimiento tuvo que andar a los tumbos de nuevo para continuar tratando de mantener el dinamismo.

¿Qué las hace seguir?

Yo tengo una relación cercana con una mujer, que es una campesina de Honduras. Escribí un libro sobre su vida hace muchos años, llamado No tengas miedo, gringo. Ella es una campesina pobre que ha estado luchando contra todo, desde tratar de que les dieran tierra a los campesinos sin tierra hasta tratar de impedir que el gobierno apoyara a los escuadrones de la muerte, hasta afrontar las más recientes crisis que los afectan como productores de café. Las maquiladoras han devenido una de las únicas opciones, ahora que la gente no puede ganar dinero con el trabajo de la tierra. Ella y yo hemos sostenido una hermosa amistad a lo largo de los años. Yo siempre la recuerdo diciéndome que estar desalentados, extenuados, no intervenir en un movimiento por la justicia social, era un lujo de los privilegiados. Que para alguien como ella, era su vida. No tenía opciones. Así que, cada vez que me siento desalentada, y siento que me gustaría vivir en otro país, que no puedo seguir empujando este movimiento ya más, la llamo o le escribo, y siento de nuevo ese sentimiento de "¿qué otra opción hay?"

Vamos llegando al hecho de que ahora es cuando los cambios tienen que ocurrir. Si no ocurren en Estados Unidos, será difícil que ocurran en cualquier otro lugar. Si los más comprometidos de nosotros dejamos la lucha, ¿qué nos queda?

Carolyn Crane es una periodista gráfica y radial que vive en California. Sus programas de radio se han emitido por todo Estados Unidos y Canadá, y puede encontrarse en www.leftcoastradio.org.
Mira també:
http://www.zmag.org/Spanish/0305crane.htm

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