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Anàlisi :: globalització neoliberal : corrupció i poder : educació i societat : laboral |
Progreso tecnológico, riqueza y redistribución.
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per Lector |
21 jun 2005
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Publicat a www.nodo50.org Salut |
Progreso tecnológico, riqueza y redistribución.
x CAES - [20.06.05 - 18:17]
Para producir los bienes y servicios vinculados a la dignidad y la autonomÃa de todas las personas, es necesario impedir que sea el mercado quien se encargue de ello. La democracia aparece vinculada al libre mercado, pero no hay democracia sin privar polÃticamente al mercado, es decir, a los mercaderes de su libertad para violar los derechos humanos, las leyes y las libertades de tod@s.
La tecnologÃa es capital. Al multiplicar la productividad del trabajo, absorbe la fuerza productiva del trabajo para utilizarla contra l@s trabajador@s mismos. Crece la capacidad de producir riqueza y paralelamente, el deterioro de las condiciones materiales del trabajo, es decir, de las personas trabajadoras. La tecnologÃa no expropia el saber de l@s trabajador@s porque el saber tecnológico pertenece a un orden de conocimiento distinto a las habilidades productivas de l@s trabajador@s. La función dominante de la tecnologÃa hoy, consiste en imponer a los tiempos y las habilidades de las personas laborantes, los tiempos y el movimiento de unas máquinas y unos procedimientos diseñados para los fines exclusivos y excluyentes del capital. La existencia de intersticios para una utilización no capitalista de la tecnologÃa, no debe hacer perder de vista la exclusión social y la dominación que han producido y hacen posible dicha tecnologÃa, asà como su papel en la producción y reproducción del orden excluyente. Fuera del contexto económico, polÃtico y social que la produce, una tecnologÃa como Internet serÃa irracional por muchas aplicaciones positivas que pueda tener.
Las nuevas tecnologÃas están unidas, como la cara a la cruz de una moneda, a las relaciones sociales de explotación y exclusión que las han creado.
La crisis del capitalismo, la liberación de las personas asalariadas, implica la crisis de este modo de trabajo y de las formas de existencia de gran parte de la tecnologÃa actual. Para conseguir una vida mejor para tod@s, el objetivo a perseguir es la crisis del trabajo asalariado actual, incorporado, al igual que la cooperación y los deseos de las personas, al ciclo excluyente del beneficio privado. Las dificultades para realizar la crÃtica del trabajo asalariado, provienen del hecho peculiar de que el trabajo aparece y funciona como lo que no es. El trabajo asalariado, que es la fuente del valor, de la riqueza de las sociedades capitalistas, se nos muestra invertido, como una función dependiente del capital. Nadie en su sano juicio sostendrÃa la frase: "los trabajadores crean puestos de empresario" cuando en realidad es asÃ. Por el contrario, tod@s coinciden en que "los empresarios crean puestos de trabajo", lo cual se debe, por un lado, al apoderamiento, por parte del capital, de la fuerza viva del trabajo, de los cuidados y de la cooperación social y por otro, a la ocultación de los mecanismos de dicho apoderamiento.
Pretender utilizar las nuevas tecnologÃas, capaces de producir inmensas riquezas materiales, como la base para la superación de la escasez y de la esclavitud del trabajo asalariado, es una manifestación más de la apariencia fetichizada de la riqueza y la tecnologÃa en el capitalismo.
Quienes piden una mayor redistribución de la riqueza como paliativo de la pobreza y la exclusión, olvidan aspectos fundamentales de la naturaleza de dicha riqueza: a) Su abundancia para los incluidos, proviene del despojo y la ignominia de la mayorÃa de la humanidad, b) La condición de tanta riqueza es, para la mayorÃa de la gente, una vida dedicada al trabajo asalariado mediante jornadas agotadoras o mediante jornadas discontinuas que, en ambos casos, condicionan radicalmente el tiempo de vida. c) La exclusión de la mayorÃa de las mujeres de la esfera pública, por su dedicación al trabajo de cuidados, constituye una condición necesaria para la enorme producción de riqueza del capitalismo global. Supone una aportación gratuita e invisible a la acumulación de capital, incrementada con su propia y complementaria explotación laboral, cuando acuden a una segunda jornada como trabajador@s asalariad@s, d) Sin una moderación voluntaria de deseos consumistas superfluos, la precariedad y el paro como desconexión forzada de millones de personas del modelo fordista de pleno empleo y acceso a un consumismo opulento, solo genera “nuevos pobresâ€?, movilizados furiosa e irracionalmente hacia la improbable e indeseable recuperación de una identidad social basada exclusivamente en producir y consumir mercancÃas.
Las necesidades básicas de l@s precarizad@s, que constituyen la mayorÃa de las clases asalariadas en los paÃses del centro, no encuentran satisfacción en el mercado, ni protección por parte de los poderes públicos y la instituciones democráticas. Sin embargo, al expresarse a través de la ideologÃa liberal del sindicalismo socialdemócrata mayoritario, adoptan la forma de una irracional reclamación de los “viejos buenos tiemposâ€? del capitalismo con rostro humano en Europa. Pero olvidan que ese modelo sólo se explica por el auge de las revoluciones obreras, la esquilmación de la naturaleza, el robo y el genocidio de los paÃses empobrecidos y la realización del trabajo de cuidados, de forma invisible y obligatoria, por parte de las mujeres.
Este apoderamiento semántico y polÃtico de la precariedad y la exclusión, por parte de sus causantes que nos proponen salir de ella intensificando las polÃticas que la producen, impide que la crisis del “capitalismo con rostro humanoâ€?, máxima expresión de la consolidación del capitalismo en los paÃses del centro, pudiera convertir la exclusión en rebelión. El vacÃo de rebelión es el vacÃo de fuerza popular, de impugnación práctica y teórica de la globalización de la precariedad, la soledad y la muerte. Sin fuerza, no se puede transformar la exclusión masiva de fuerza de trabajo, en rebaja generalizada de la jornada laboral para el reparto de los empleos; la carencia de lo esencial para la mayorÃa en condena del consumismo irracional de la minorÃa; la crisis de los cuidados en la adaptación del tiempo de trabajo asalariado al tiempo de vida y no del tiempo de vida al tiempo de trabajo asalariado; el despoblamiento del campo y la violencia cultural contra los saberes y las tecnologÃas campesinas tradicionales en la defensa y promoción de las mismas como productoras de alimentos sanos, respetuosas con el patrimonio biogenético de la tierra, los recursos del entorno, los ciclos de la naturaleza, la distribución en circuitos cortos y el equilibrio territorial y demográfico.
Pedir una mejor distribución de esta riqueza es el mensaje polÃtico de la socialdemocracia, dirigido a la progresÃa consumidora y compasiva. La insolvencia teórica de esta petición, al concentrarse en la circulación de la riqueza, es decir en la superficie del proceso global de producción y reproducción capitalista, olvida la inmensa violencia que contiene el momento de producción de dicha riqueza. La petición de “dinero gratisâ€? y la crÃtica al trabajo, sin más matices, por parte de una nueva elite de doctorandos y becarios postmaterialistas, que recitan a Negri sin haber leÃdo a Marx, es una forma “epatanteâ€? de la misma ideologÃa socialdemócrata que pulula en el interior de los movimientos sociales. Mas allá de su estética radical, su dimensión polÃtica principal es la de constituirse en una segunda ó tercera marca de la socialdemocracia para el control del mercado juvenil a la izquierda de las ONGs.
Para producir los bienes y servicios vinculados a la dignidad y la autonomÃa de todas las personas, es necesario impedir que sea el mercado quien se encargue de ello. La democracia aparece vinculada al libre mercado, pero no hay democracia sin privar polÃticamente al mercado, es decir, a los mercaderes de su libertad para violar los derechos humanos, las leyes y las libertades de tod@s.
El Movimiento contra la Globalización, la Europa del Capital y la Guerra pudo ser, a nivel internacional, un cauce de expresión, no solo de los intereses de los trabajadores que luchan por un empleo y un salario dignos y de los agricultores que persiguen un acceso “democráticoâ€? a los mercados, sino también de todos los que, desde los paÃses ricos y los paÃses pobres, persiguen que el trabajo y la alimentación no estén en manos del mercado, es decir de los mercaderes y defienden la igualdad de mujeres y hombres en el empleo y los cuidados, asà como los derechos humanos y la democracia, por encima de los negocios.
“Fuera la Agricultura de la OMCâ€? es una negación correcta pero indeterminada. Sin poner en España, que es Europa, la polÃtica agraria común (PAC), y nuestros propios hábitos de alimentación y consumo en primer plano, es falsa la oposición a la OMC. Se la combate en sus manifestaciones en la India ó Brasil, pero no aquÃ. No se la combate, simplemente se la “reprendeâ€? democráticamente. Toda la estrategia de la Agenda 2007 (presupuesto de la UE para el perÃodo 2007-2013) y toda la polÃtica agraria común de la UE, de la que se deduce toda la polÃtica agroalimentaria de España, están impregnadas de los criterios de industrialización, concentración, intensificación, competitividad y eficiencia económica, como ejes dominantes, que emanan de la OMC. Es imprescindible hablar de la PAC en España y de nuestros hábitos de consumo para hablar de la OMC, al igual que lo es hablar de la OTAN y las bases norteamericanas en nuestro territorio para estar contra la guerra, hablar del derecho de autodeterminación en Euskadi para hablar de democracia o de la pertenencia al euro para hablar de la precariedad. |
Mira també:
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