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Notícies :: criminalització i repressió
carceles nuevo record historico
05 jun 2005
(L.V.)
El paraíso de los "delincuentes" no se llama España. Y de ello dan prueba los más de 60.650 reclusos que la semana pasada poblaban las cárceles españolas. La cifra, un récord histórico, coloca además a nuestro país entre los primeros del mundo occidental en cuanto a presos por número de habitantes.

Según los últimos datos de Instituciones Penitenciarias, 141 de cada 100.000 personas que residen en España están detrás de las rejas. En el denominado mundo desarrollado, sólo Estados Unidos -un caso especialmente singular- y el Reino Unido tienen más presos que nosotros. El dato echa por tierra la manida frase referida a los "delincuentes" "entran por una puerta y salen por otra" y coloca a nuestro país como uno de los que aplica un sistema penal más duro con los "criminales".

Pero las cosas no han sido siempre así. De hecho, esta escalada en el número de presos que viven en los penales nacionales comenzó su pronunciado ascenso en el 2001. Hasta un año antes las prisiones españolas se mantenían en una media de 45.000 reclusos,muy similar a la registrada durante los 90. Y en sólo cuatro años y medio ese número se ha disparado por encima de 60.000, apretando la convivencia de unas instalaciones concebidas inicialmente para unos 39.000 internos bajo el concepto surgido de la Ley General Penitenciaria (1979) de una celda por cada preso. Pero, quizá lo más grave es que nadie puede prever cuándo se invertirá la tendencia o, al menos, se estabilizará la población reclusa.

Para fenómenos como éste no existen explicaciones sencillas. No obstante, la lógica invita a echar un primer vistazo a la evolución de la "delincuencia" en esos años. Los datos de "criminalidad" recogidos por el Ministerio del Interior nos dicen que en el año 2000 se formularon algo más de 1.850.000 denuncias en las comisarías de las diferentes policías y los cuarteles de la Guardia Civil. En 2004 las denuncias se movieron por encima de 2.050.000.

Por lo que se refiere al número de arrestos practicados por las fuerzas de seguridad, el propio Ministerio del Interior aporta un total de 249.771 detenciones realizadas en 2004 frente a las 232.147 llevadas a cabo en 2001.

En cifras algo más comprensibles significa que los "delitos y las faltas" aumentaron en un 15% y los detenidos por la policía en un 7,5%, mientras que los presos crecieron un 33%.

Al margen de estos datos y sin que ningún estudio haya arrojado algo de luz sobre el fenómeno, la dirección general de Instituciones Penitenciarias aporta una explicación multifactorial: estancias más largas como consecuencia de la consolidación del Código Penal de 1995, que no contempla la redención de condena por días trabajados y cuyos efectos no fueron inmediatos sino a medio plazo; una mayor eficacia policial; las modificaciones legales introducidas por el PP al comienzo de su segunda legislatura en el poder, como el aumento de condenas para delitos menores que desde entonces sí implican el paso por la cárcel; y el importante aumento de delitos protagonizado por las organizaciones criminales llegadas desde otros países.

José Manuel Suárez Robledano, porarrestos de fin de semana y las medidas en beneficio de la comunidad. El directivo de esta asociación judicial no puede ser más contudente cuando afirma que "si criminalizamos la pobreza llenaremos las cárceles".

En consecuencia, su respuesta ante las perspectivas de futuro no puede ser otra que la recuperación de medidas de reinserción alternativas, pues Rodríguez Azchutegui tiene la seguridad de que si no se dan pasos en esta dirección, el número de presos seguirá creciendo, desbordando la saturada infraestructura carcelaria. "Actualmente los jueces no tenemos alternativa, o los mandamos a prisión o la calle", añade.

Y apunta algún aspecto concreto los proyectos adelante. Esas nuevas prisiones se ubicarán en Canarias, Navarra y el País Vasco.

El problema es que la única cuyas obras ya se han iniciado es la gaditana de Puerto III. Está previsto que pueda inaugurarse a finales del año 2007, aportando unas 1.200 nuevas plazas funcionales a la red. Aunque existe el compromiso de abrir las otras tres en esta legislatura, la realidad de los plazos de construcción hacen difícil que así sea.

Si el ascenso de la población penitenciaria sigue la misma proporción de los últimos años, las necesidades habrán desbordado la capacidad de las nuevas cárceles antes incluso de que sean abiertas. Y poner en marcha un penal para 1.200 internos no es como abrir una tintorería o un bar, pues requiere una dotación de funcionarios -con la consiguiente oferta pública de plazas, oposición y formación de los mismos- y un presupuesto de alcance.

En cualquier caso, la construcción de cuatro o siete nuevas grandes cárceles no servirá para solucionar determinados problemas de verdadero hacinamiento que se viven en puntos concretos de la red de penales españoles. Como la de Ceuta, al 370% de su capacidad, o de las prisiones vascas de Martutene y Basauri, al 270% y 230%, respectivamente, según un informe del sindicato de prisiones Acaip.

Ese mismo estudio, elaborado a finales de 2004, relata quiénes están en las cárceles españolas cumpliendo condena -uno de cada cuatro presos están a la espera de juicio- y porqué. Nos cuenta que de ellos solo el 7,4% son mujeres. Que el 60% de los penados tienen entre 26 y 40 años y que la mitad están detrás.


Abajo los muros!!

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