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Anàlisi :: corrupció i poder
El encarcelamiento como represión
26 mai 2005
Para tener razón no basta construir argumentos formalmente impecables, que es lo que hacen los sofistas.
No basta ser capaz de enalbardar discursos pausados, solemnes, sonoros y decorados o un discurrir rimbombante envuelto en frases tan vistosas como vacías. Esas que gasta y gusta el mundo de los políticos más activistas que activos cuando no gobiernan, y más opresores que constructivos cuando gobiernan, por ejemplo. Pero a esa logorrea envuelta en verborrea hay que reconocer que no sólo recurren los jornaleros de la política y los otros políticos, los distinguidos por su mayor pericia en embaucarnos. Esa logorrea es la misma y con la misma técnica a que recurre todo charlatán, los vendedores de vacíos, los jefes y jefecillos sabihondos, últimamente maestrillos de Universidad que nos enseñan cómo poner al servicio de nuestro interés más rastrero la ética, ahora hueca, que enseñaron y, de paso, cómo demoler la filosofía y el pensamiento tradicional aplicado a todo saliendo personalmente indemnes del empeño torpe. Y también en ellas, verborrea y logorrea, son expertos los jueces de la Audiencia Nacional aunque de lejos nos resulten sacrosantos. No puede haber otro instituto que recuerde más a la Inquisición, y sus magistrados a Torquemada.

Pero, como decía, aunque resulta repulsiva, a esa trama retórica se entrega todo, se le confía todo. Todo puede encajarse en un razonamiento aunque sea un sofisma, si la intención es llegar a un fin determinado... Ahora se han sacado de la manga fundamentos, indicios, razones para encarcelar a Otegui. Como a cualquiera nos puede multar el guardia en cualquier momento, por no cumplir “todos� los requisitos que exige la ley de circulación...

Este examen, es decir, la obscena manipulación en la interpretación y aplicación de la Ley según quien deba someterse a ella, es válido para todo país occidental. Pero en España la cosa es particularmente injuriosa por cuanto es donde, después de Estados Unidos, se alardea más de mucha libertad. Y es que, aunque la mayoría ciudadana se conforma con muy poco: con un coche de segunda o tercera mano y unos euros semanales que gastar, por ejemplo, en videotecas... en este país vivimos en muchos aspectos, territoriales sobre todo, una relación parecida a la que existió en el Irak de Sadam Hussein entre la minoría chiíta y la mayoría sunita; aunque eso sí, nosotros, con la presuntuosidad de las razas indoeuropeas sureñas y la arrogancia del cristiano por defecto. La diferencia está en que aquellas culturas, las orientales, no mienten ni se mienten a sí mismas, mientras que entre nosotros, en la nuestra, empacha lo torticero, lo manipulado, lo cocinado y la mendacidad.

Entre nosotros las minorías dirigentes, en principio no son étnicas ni religiosas. Son simplemente tremendas en función de su potencia financiera. La política sigue siendo un fin para el ambicioso común, pero también fulcro, plataforma, medio, para ambiciosos de otro tipo; es decir, funcional e instrumental. La política es varita de prestigitador que sirve para distraer al público mientras el ilusionista ejecuta el número tramposo. Vamos a verle sabiendo que nos va a engañar, pero a nuestra vez hacemos como si se lo creyésemos. Seducidos por la retórica que todo lo inunda, vivimos sojuzgados por la política que la emplea porque así soportamos mejor cada impostura. Las dictaduras no promueven la locuacidad: sólo la del dictador... Pero aquí, en estas democracias de juguete como la nuestra, todo se reparte entre cinismo, trampa y simulación.

Se simula, por ejemplo, que son las mayorías ciudadanas quienes a través de unos representantes elegidos por ellas gobiernan, cuando quien verdaderamente manda en este atrasado y antipático país es un cóctel-holding compuesto, además de la masa de harina financiera, una porción mediática, otra política y otra religiosa. Y todo, con la colaboración, en calidad de artista invitado, de la Audiencia Nacional. Y todo, para llegar al integrismo de eso, de lo “nacional� y de las jons.

Aquí, de democracia nada, y de libertad de expresión, menos. Vivimos, por muchos motivos y en distintos ámbitos, en total precariedad. Los que ansiosamente aguardan a adueñarse de nuevo de la clase de poder que les falta —el político— sólo están pendientes de su oportunidad o más bien de crearla. Da la impresión de que, además, los poderes fácticos estén haciendo concesiones al gobierno pero que en cualquier momento puedan provocar convulsiones graves parlamentarias y extraparlamentarias. Eso es lo que algunos se proponen, y en parte lo consiguen. Consiguen que vivamos soliviantados y con un vago temor a no se sabe qué, por si no fuera bastante el cataclismo silencioso de la sequía que amenaza ir cada vez a más...

De momento, la minoría chiíta ha mandado a prisión al suní Otegui. No les dejan, no nos dejan, respirar, salvo en Internet... por el momento. Cualquier cosa les sirve de pretexto a los chiítas para encarcelar y maltratar a su enemigo. Lo hacen, lo mismo que hizo en el Irak de Hussein su minoría, y ahora las rameras que ha puesto allí el imperio con los que no quisieron entonces, ni quieren ahora, doblegarse. Con los que se niegan a consentir que sus tierras sean más holladas por el yanqui. Pero también lo hacen con los que se niegan a secundar las farsas que les exigen sus verdugos, que son encerrados en Guantánamo o en Abu Graihb.

Pero no mucho más “avanzado� es lo que hace, soterrada o descaradamente, la España dominante a todas luces protegida por cancerberos engalanados, enjoyados, togados o de mitra, con los díscolos y con los que no se prosternan ante ellos...

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Comentaris

Re: El encarcelamiento como represión
27 mai 2005
FUENTE
www.esfazil.com/kaos/noticia.php?id_noticia=9894

DE LA NOTICA
Sindicato Sindicat