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Notícies :: sexualitats
Ser homosexual és un delicte en més de 80 països
19 mai 2005
EL PAÃ?S

SER HOMOSEXUAL ES DELITO EN 80
PAÃ?SES


18 de Mayo de 2005


MADRID, España - Las leyes de 80 países castigan las relaciones homosexuales, y al menos siete Gobiernos les aplican la pena de muerte, según recordó esta semana la Liga Internacional de Gays y Lesbianas (ILGA), que cuenta con representes de más de un centenar de países.
CASTIGADOS POR SER HOMOSEXUALES


Pero la lista es mayor si se incluyen los países, como Egipto o Cuba, en los que las autoridades aplican a los homosexuales otros delitos, como el de escándalo público o el atentado contra la religión, manifestó un portavoz de la entidad.


La pena de muerte está en vigor, al menos, en Arabia Saudí, Yemen, Irán, Chechenia, Mauritania, Sudán, Afganistán y Pakistán.


El informe sólo recoge las penas legales, por lo que no se incluyen países que persiguen las relaciones homosexuales sólo en algunas zonas (como regiones musulmanas de países africanos y asiáticos donde se aplica la sharía o estados de Estados Unidos donde la sodomía todavía está castigada, por ejemplo).


En países como Bulgaria, Liechtenstein y Rumanía, las relaciones entre personas del mismo sexo no están castigadas, pero se consideran un agravante de otros delitos, como escándalo público.



Reino Unido figura en la lista de la ILGA porque define para los gays una edad de consentimiento para mantener relaciones superior a la de los heterosexuales.



Tampoco se consideran países donde la homosexualidad y la transexualidad no son delito, pero en los que las acciones de grupos paramilitares o de bandas contra ellos quedan casi siempre impunes, como México o Brasil.
Según el listado de la Liga, en la mitad de los países la legislación se refiere solamente a los homosexuales masculinos.



Las relaciones lésbicas no están ni permitidas ni prohibidas, "simplemente porque las relaciones entre dos mujeres siguen siendo algo impensable para muchos legisladores", señaló desde Bruselas el portavoz de la Liga.



Esta organización ha creado precisamente un grupo de mujeres para luchar contra la discriminación de lesbianas y transexuales, que son quienes llevan la peor parte.



La Liga recordó los datos de sus estudios para instar a la ONU a declarar el 17 de mayo Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia.


El día se ha escogido porque cuando en 1990 la Organización Mundial de la Salud decidió eliminar la homosexualidad de su lista de enfermedades psiquiátricas. Este hecho fue un paso decisivo en la lucha por la igualdad de los movimientos de liberación homosexual.



El PSOE y el presidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, apoyaron el martes las propuesta.



La homofobia constituye "un serio problema en la UE", dijo Borrell. La Coordinadora Gay-Lesbiana pidió que se insistiera en la prevención del acoso escolar a los estudiantes gays, lesbianas y transexuales.



Las relaciones lésbicas no están ni permitidas ni prohibidas, "simplemente porque las relaciones entre dos mujeres siguen siendo algo impensable para muchos legisladores", señaló desde Bruselas el portavoz de la Liga.

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Comentaris

El Manifiesto Contrasexual
19 mai 2005
Beatriz Preciado, activista Queer


"Las lesbianas tienen una oportunidad histórica, pero deben dejar atrás los tabúes"

Esta filósofa española radicada en París y que está de visita en Chile, ha sido aclamada en el ámbito académico mundial con su libro "Manifiesto Contrasexual", el cual propone una nueva sexualidad en oposición a los roles impuestos por la tradición heterosexual, vista como lo "natural" y lo correcto. Pero además aborda sin tapujos el fenómeno del "dildo" o los juguetes sexuales, asegurando que "las lesbianas deben apoderarse de sus cuerpos".




Beatriz Preciado tiene un apellido fuera de lo común, y también, análisis e investigaciones que han causado una especie de "remezón" en el ámbito académico mundial, sobretodo en la corriente "Queer" (o estudios de lo raro) que comenzó a vislumbrarse en Estados Unidos por allá en la década de los 80. Tiene 32 años y tras licenciarse en Filosofía en la Universidad de Comillas, obtuvo un Máster de Filosofía Contemporánea y Teoría de Género en Nueva York, donde estudió con el filósofo Jacques Derrida. En la actualidad, es miembro del grupo "Le Zoo" de París.

Su obra "Manifiesto contrasexual", tras haber sido traducida al inglés y editada en Francia, fue aclamada de forma unánime por la crítica. En él "propone una nueva sexualidad en oposición a los roles impuestos por la tradición heterosexual, vista como lo "natural" y lo correcto. Pero además aborda sin tapujos el fenómeno del "dildo" o juguete sexual, asegurando que las lesbianas más que relajarse con su sexualidad, "deben apoderarse de sus cuerpos".

"El movimiento queer está diciendo que la identidad, sea la que sea, la homosexual, la heterosexual genera exclusión, siempre. Lo que afirma es que no hay una identidad ni gay ni lesbiana esencial o biológica. No se pueden identificar con una identidad que les ha sido dada y que ha sido producida", explica.

¿Por qué denominas "Contrasexual" a tu manifiesto?

Quería romper con la denominación habitual "homosexual" "heterosexual", porque claramente estas dos resultan ser una denominación relativamente reciente de la medicina moderna de fines del siglo XIX. Además quería oponerme al sistema ése que nos identifica con la homosexualidad o la heterosexualidad o establecer buenos o malos en el discurso. Entonces, yo digo que estos dos pertenecen al mismo sistema discursivo.

En tu libro planteas que "lo homosexual" y lo "heterosexual" fue una especie de negociación de la identidad...

A mi me resulta interesante descubrir la complicidad entre el capital y la sexualidad, la formación del capitalismo moderno y la sexualidad, y cómo realmente las identidades son un business de producción y reproducción. Las técnicas de la sexualidad pertenecen al capital.

¿Por qué te interesó estudiar el fenómeno del dildo?

Me interesa trabajar en esta práctica de las distintas culturas lésbicas. Por ejemplo, en Nueva York es una práctica habitual, pero no se puede hablar de ella. No sólo me refiero al objeto, sino al dildo como parte de una tecnología sexual, el carácter protéstico de la sexualidad contemporánea, dos ámbitos que no se pueden separar. Para mí es importante decir qué es el dildo, sacando toda esa especie de tabúes que hay en la comunidad lesbiana, y sólo mirar este objeto en relación a otros. Me planteo estudiar ese objeto como estudiaría cualquier otro.

Pero hay un alto porcentaje de lesbianas, por ejemplo, que plantean que no necesitan un dildo en sus relaciones sexuales con otras mujeres. Acá en Chile al menos pareciera pasar eso luego de ver los resultados de la encuesta que está realizando RS....

Muchas lesbianas han tenido que hacer un largo proceso entre la heterosexualidad y su lesbianismo. Hay una lucha y resistencia muy fuerte, por tanto la penetración tiene para ellas una significación distinto para quienes nunca han tenido una relación heterosexual. Entonces en el decir "no lo necesito" asumen la vieja cancioncita que dice que para obtener placer necesitan un pene, o cómo puede haber sexualidad si no hay un pene, por eso me interesa analizar esa relación y por qué tiene que haber un acomplamiento de esta manera, y nada más alejado, curiosamente, que un dildo. Y el ejemplo mejor es que los transexuales masculinos dicen que tampoco aceptan un dildo porque no es un "pene de verdad", mientras las lesbianas dicen "¡cómo vamos a utlizar algo que parece un pene!", les parece un horror, dicen que si hay penetración es una relación masculina.

¿Y qué se puede hacer en ese sentido?

Repensar la sexualidad lésbica desde el presupuesto de una relación amor y odio con la heterosexualidad. Creo que hay muchas lesbianas que aún son muy dependientes de sus relaciones heterosexuales, no puedo ver la heterosexualidad como algo absolutamnete maquiavelico, aunque en realidad nunca las he tenido ni las pienso tener, pero no puedo ver por ejemplo que la penetración con partes de mi cuerpo, sea abominable como plantean algunas feministas. Creo que somos una generación posterior a aquellas que han tenido que luchar contra la heterosexualidad.

La heterosexualidad se situa desde la "normalidad" calificando todo lo que sea fuera de ella como "anormal", ¿cómo podemos no tener una relación de odio con la heterosexualidad entonces?

Creo que parte desde la base de la apropiación del cuerpo como potencia política. A las mujeres nos han expropiado del cuerpo durante siglos, las lesbianas tenemos una oportunidad histórica única de apropiarnos del cuerpo, pero para eso tenemos que ser capaces de dejar atrás un montón de tabúes. Después de mis conferencias, se me han acercado lesbianas de 60 ó 70 años casi medio llorando, diciendo que por fin pueden hablar desde sus propias prácticas lesbianas. Esas discusiones del dildo como repetición del pene, es el mismo discurso patriarcal aplicado a la sexualidad lesbiana y la forma que tienen los heterosexuales de ver la sexualidad lésbica. Al menos yo no la veo de esa manera.

¿Las lesbianas tienen que relajarse entonces en su relación con el dildo?

Se tienen que relajar en su relación con su cuerpo. La cuestión más que relajarse es pensar que para las lesbianas, nuestro cuerpo, es nuestro útil político fundamental y ahí tenemos que plantearnos desde nuestro propio placer como instrumento político. Hay que salir de políticas victimistas o de represión y hay que ir a políticas del placer. Ha habido también una cultura lesbiana que ha sido muy autocritica consigo misma, es decir, habían tantas cosas que nos acechaban como el patriarcado, la heterosexualidad, el capital que práticamente el espacio que nos quedaba, era nulo. Estamos en un momento que debemos hacer lo contrario.

¿Qué planteas entonces?

Con mucha dificultad creo que hemos armado una cultura absolutamente novedosa en términos de reapropiación de la sexualidad y del placer. La cuestión no es si usan o no dildos, sino cómo ven su sexualidad, cómo ven sus propios cuerpos. Las lesbianas desgraciamente por un tema de discriminación hemos estado relegadas a lo privado, creo que es el momento de ocupar el espacio público, decir también follamos, también disfrutamos, etc.

¿Quiéres decir generar visibilidad?

Si, es generar visibilidad desde nuestros propios cuerpos. Producir visibilidad en el espacio público. Es un gran momento de placer y de goce político.
Hombres por la Igualdad
19 mai 2005
Género y Sexualidad Masculina


JORNADAS DE GENERO Y SEXUALIDAD, LA LAGUNA, MAYO 2002

José �ngel Lozoya Gómez

Hombres por la Igualdad

Delegación de Salud y Genero

Género y sexualidad.

El género es el mejor instrumento para acercarnos a la comprensión de la sexualidad. Entiendo el género como el resultado provisional del proceso socializador de la conducta y la subjetividad de hombres y mujeres en cada cultural o etapa histórica, y la sexualidad como la forma de vivir o practicar el sexo, la expresión de cómo hemos interiorizado la cultura, el género y las propias experiencias sexuales.

El género es una construcción cultural, una herramienta del sexismo para presentar como producto de la naturaleza la relación jerárquica de los hombres sobre las mujeres. Lo masculino y lo femenino es un intento de legitimar una desigualdad cuestionada por el feminismo, que no consigue determinar la orientación del deseo sexual pese a intentarlo con todas sus fuerzas, pero si que sea difícil escapan a sus dictados (tal vez solo lo consigan las personas transexuales o transgenéricas).

No trato de negar la importancia de lo biológico, pero soy escéptico respecto a la posibilidad de que los genes permitan explicar la diversidad de conductas sexuales que se dan en las personas razonablemente sanas. Sospecho de las intenciones de las investigaciones que buscan la explicación genética de las diversas prácticas sexuales (sobre todo la homosexualidad) y la posibilidad de modificarlas. Seria tanto como decir que la heterosexualidad también se cura.

El conocimiento de la anatomía y la fisiología nos permiten entender el cómo y el porqué de cosas tan importantes como el funcionamiento biofisiológico de la respuesta sexual, sobre todo si tenemos en cuenta que el modelo sexual hegemónico es reproductor y se construye sobre la negación del placer, legitimando únicamente el imprescindible para garantizar los embarazos. (Recordemos la película “El rey pasmado�).

Es difícil llegar a disfrutar de aquello que desconocemos que puede servimos para el placer, sobre todo cuando la falta de información útil se acompaña de prohibiciones (no te toques, no lo hagas,..). La búsqueda de sensaciones es sustituida por expectativas, roles y prácticas antojadizas que explican por si solas la mayoría de los problemas que conocemos como disfunciones sexuales.

No estoy cerrado a los avances de la ciencia, pero lo que sostengo hoy es que podemos modificar la realidad a través de nuestra intervención sobre lo cultural, podemos reemplazar lo que hemos construido, cambiar la percepción social sobre las conductas y redefinir los valores sobre los que se apoya el sexismo.

La sexualidad masculina.

La heterosexualidad, el coito, la monogamia, la reducción del placer a los genitales, la devaluación de la masturbación, la obligación de sentir deseo hacia las mujeres y rechazo hacia los hombres, no son las consecuencias lógicas de todo modelo sexual reproductor, sino una de las posibilidades sobre las que nos ilustran la historia o la antropología. La finalidad de estas normas es someter el deseo y limitar la búsqueda y la obtención del placer, al mantenimiento y la reproducción de las relaciones de poder entre los sexos por medio de la represión.

Nadie niega que los hombres ocupamos un lugar de privilegio en el reparto de papeles, pero algunos nos sentimos engañados por un paraíso de ficción que nos impide ser felices y tener unas relaciones saludables con las mujeres. Es una relación jerárquica que nos:

Exige sentir deseo solo con las mujeres, o para ser más preciso con las bellas, aunque al relacionarnos con ellas no sepamos si no es su envoltorio lo único que nos atrae, si nos relacionamos con ellas o con nuestro propio deseo.

Nos obliga a tomar y llevar la iniciativa a pesar de nuestras inseguridades.

Garantiza el orgasmo durante el coito aunque cada vez que escapa a nuestro control lo vivamos como una puñalada trapera.

Responsabiliza del placer de nuestra pareja, hasta tal punto que no conozco a ningún hombre que no se sienta algo responsable cada vez que su pareja no llega al orgasmo en la relación.

En estas circunstancias no puedo por menos que lamentarme de una sexualidad que oscila entre el placer y el cumplir, entre el ir a disfrutar o ir a examinarse, entre la responsabilidad y las metas. Un modelo con demasiadas normas, estrecho, rígido y autoproclamativo,.

En nuestra cultura el deseo es cosa de hombres, una ventaja que nos permite vivirlo como positivo y al hacerlo lo potenciamos favoreciendo nuestra excitación y el orgasmo. El problema no es que se nos reconozca sino que se nos exija tener que demostrarlo y saber gestionarlo. De esta forma el sexo nos esclaviza disfrazado de lo que más nos apetece.

Tenemos que estar dispuestos a disfrutar y capacitados para hacer disfrutar, o más exactamente, se espera que disfrutemos por lo que hacemos disfrutar a nuestra pareja. Somos educados para que nuestro placer tenga más que ver con la satisfacción del deber cumplido que con la intensidad o duración de las sensaciones placenteras.

Nos enfrentan a modelos inalcanzables (Casanova, Don Juan y los actores pomo) que exigen: tamaño, potencia, promiscuidad y eficacia (más, con más y mejor).

¿Ocultamos los hombres nuestros sentimientos o carecemos de ellos?, ¿Somos caballeros encerrados en armaduras oxidadas o pinochos, trozos de madera luchando por humanizarse?. No estoy seguro, porque tener tenemos, aunque con frecuencia los ocultemos para no comprometemos.

Los sentimientos masculinos son con frecuencia de lo más parecido a un bonsái, el resultado de un esmerado proceso de poda y falta de espacio en el que echar raíces. Conservan todo su potencial genético pero están atrofiados y consiguen que hacer el amor y practicar el sexo al mismo tiempo sea una experiencia poco frecuente en la sexualidad masculina.

Somos el producto inacabado de una socialización que nos:

Presenta la confianza como peligrosa y considera “mariconadas� aficiones como la poesía o la danza

Dice que es poco viril expresar sentimientos como el amor, la ternura o el interés por el otro (la otra)

Responsabiliza del éxito o fracaso del encuentro sexual sin educarnos para ello ni permitirnos conocer de nuestro cuerpo mucho más que los genitales.

Limita la posibilidad de reconocer y aceptar el propio deseo y la capacidad para implicarnos afectivamente en unas relaciones condicionadas por las metas y la necesidad de éxito.

Exige satisfacer a nuestra pareja y convierte este objetivo en una exigencia personal y el propio orgasmo en una descarga física más o menos oportuna y placentera.

Identifica el coito con la relación sexual completa convirtiendo el resto de prácticas en precalentamientos o mediopensionistas. Además de meta y final, el coito es una masturbación en la vagina, poco respetuosa con la mujer y su sexualidad.

No podemos hablar de desigualdad de género en lo social y de igualdad en la cama, ni decir que el ámbito de lo privado es el más resistente a la igualdad (trabajo doméstico) y pensar que en el más privado de los ámbitos son posibles cambios significativos.

Durante la juventud los chicos se lamentan de algunas de las exigencias de su rol pero sucumben a las “ventajas� de un modelo que les da “identidad� y les ayuda el la conquista. Algunos de los más majos se quejan de que las chicas los eligen como amigos pero ligan con otros mucho más machistas.

Es difícil escapar a los mandatos culturales. Una de las paradojas del modelo, es que necesitamos la aprobación social para sentirnos autónomos, adultos y autosuficientes. “No me importa el que dirán� dicen los jóvenes cuando más esclavos son de la dictadura de su pandilla. El modelo les supone tantas habilidades que sugerir no poseerlas cuestiona su virilidad.

Fanfarronadas aparte los hombres perciben sus relaciones sexuales como pertenecientes a un ámbito tan privado que convierte la intimidad en secreto y les impide hablar de sus inseguridades y fracasos en público, en especial con otros hombres. La experiencia demuestra que los jóvenes casi nunca plantean sus dudas en público pese a ser los chicos mayoría entre los usuarios de los teléfonos de información sexual y centrar la mayoría de sus preguntas en temas como el tamaño y la forma del pene o en como dar placer a su pareja.

Convencido como estoy de que el heterosexual se hace he de reconocer que en lo que al rol sexual se refiere el mandato que más cuesta desobedecer es la heterosexualidad, esa prohibición de sentir deseo sexual hacia otro hombre y la obligación de sentirlo hacia las mujeres. Es una orden que niega la diversidad del deseo y la expresión del grado de bisexualidad de cada cual.

No consigue que la homosexualidad desaparezca ni que su fantasma deje de convivir con la mayoría, pero la sexología protege las conciencias de los más poniendo el énfasis en las conductas al tiempo que relativiza la importancia de las experiencias juveniles aisladas o las fantasías.

En la medida que aceptemos que la autoestima del heterosexual adulto en sus relaciones con las mujeres, depende de su éxito en la respuesta y la ejecución, entenderemos lo frágil que es. Depende de una excitación fluctuante y una erección involuntaria, una eyaculación difícil de controlar y la obligación de proporcionar placer a un cuerpo diferente al nuestro, de cuya respuesta sexual sabemos poco y con frecuencia equivocado.

Son estos y otros fracasos, en relación a las expectativas masculinas, los que inhiben el deseo, afectan a la respuesta sexual y bloquean la iniciativa, haciendo sufrir a quienes les sucede, al tiempo que les convierte en objeto de estudio y clientes de terapias sexuales reparadoras, poco interesadas en cuestionar los roles sexuales más allá de lo estrictamente necesario para satisfacer la demanda. Eso cuando no los refuerza, al requerir de la mujer que acepte penetraciones sin excitación para que su pareja recupere la confianza en su erección o se le pide que lo masturbe con una frecuencia determinada para que vaya aprendiendo a controlar la eyaculación, por poner solo dos ejemplos.

Debates aparte que no puedo desarrollar pero no me resisto a señalar son:

La resistencia masculina a la anticoncepción, que se expresa a través del rechazo al uso del condón, nos responsabiliza del número de embarazos no deseados y las dificultades para erradicar las ETS y el SIDA.

Los celos, otro producto cultural que tiene que ver con el temor a perder lo que creemos que nos pertenece. Son un sentimiento que la juventud identifica como propio y cotidiano, tal ver el que mejor les permite entender la ecuación protección por sumisión, tan importante para visualizar las relaciones de poder entre los sexos y las raíces de la violencia masculina contra las mujeres.

La homosexualidad, el colectivo masculino que más ha contribuido a la crisis de la heterosexualidad y a romper algunos moldes del modelo masculino tradicional, sin cuestionar necesariamente las relaciones de poder entre los sexos ni vacunarlos de la propia misoginia. Una posibilidad que casi todos los hombres han aprendido a negarse por miedo a las consecuencias, y por temor a que le guste y no puedan volver a cambiar de acera.

La prostitución:

Una actividad ilegal que ampara múltiples formas de opresión y explotación de la mujer.

Un tipo de sexualidad que forma parte del imaginario erótico masculino, con historias que pueblan nuestras fantasías de sexo “a la carta�, poder y riesgo (aventura).

Un modelo de subordinación sexual de las mujeres que conserva una influencia sobre el conjunto de la sexualidad masculina poco analizada por los hombres más igualitarios.
Ser homosexual és un delicte en més de 80 països
19 mai 2005
La identidad masculina se construye en torno al arquetipo de héroe. Sin embargo, el héroe no es más que un macho maquillado con cierta sofisticación simbólica. Y tanto en el macho como en el héroe, la incapacidad afectiva se correlaciona bien con un tipo de identidad masculina agresiva y violenta. En estos momentos, las transformaciones de la identidad masculina definen un escenario de crisis sobre el que las agencias de salud pública y la OMS deberían intervenir de inmediato. Respecto a la salud pública, la consigna a emitir de cara a prevenir el problema sería: “Ser macho mata�. Y eso en un doble sentido. En primer lugar, las agresiones sexuales y la violencia doméstica plantean un problema sobre el que es preciso actuar con urgencia. En muchos varones se da la tendencia a competir entre sí de manera agresiva. Compiten por lograr el dominio y el sometimiento de los demás (son incapaces de llegar a acuerdos consensuados al respecto). Y ese ejercicio de dominio y control lo dan por supuesto en sus relaciones con las mujeres, hasta el punto de agredirlas cuando ellas pretenden ejercer algún derecho, por pequeño que sea. En un contexto social en el que las prácticas políticamente correctas han hecho de los espacios públicos lugares protegidos, algunos varones ejercen su poder de manera contundente en la esfera doméstica, que es el último reducto donde pueden seguir siendo poderosos.

En segundo lugar, queda claro que la identidad masculina clásica (que es la más extendida) es altamente nociva para quienes la ejercen. Una de sus peores consecuencias tiene que ver con un ejercicio de dramatización sobreactuada que implica estrés, tensión y ansiedad. Muchos infartos tienen que ver con ello. La masculinidad, que en la subcultura gay es una metáfora para la construcción erótica del deseo, se convierte en el universo heterosexual en algo real a lo que hay que adecuarse. Hay que ser macho de manera constante, todo el tiempo, sin descanso. Y lo que es más importante: Hay que hacer saber a los otros que se es macho. Hacerles saber que no se admiten intrusiones en su espacio ni en su zona de poder. Esos espacios y esas zonas de poder incluyen a las mujeres. Pero, curiosamente, incluyen también los aparcamientos para coches; hay varones que se pelean por ellos. Y tienen accidentes de tráfico porque no pueden soportar que alguien les adelante. Y tienen accidentes laborales porque entienden que respetar las normas de seguridad es poco masculino. Y padecen alcoholismo por que beber es de hombres. Y mueren por intentar demostrar que no son unos cobardes. Y pelean y matan si alguien menciona a sus madres, porque como varones entienden que deben proteger la honra femenina, por mucho que las mujeres insistan en que no es necesario. Y, por supuesto, se enfadan si su masculinidad es cuestionada; los varones (en especial los heterosexuales, pero no sólo ellos) soportan mal que se les llame maricas.


OSCAR GUASCH
LA CRISIS DE LA HETEROSEXUALIDAD
EDITORIAL LAERTES


Afirma Òscar Guasch en la seva obra La crisis de la heterosexualidad, el següent:

[…] La heterosexualidad es un mito. Una invención. Una patraña. Es un producto histórico y social: el resultado de una época y de unas condiciones sociales determinadas. Porque la heterosexualidad no es universal. Es algo nuestro, occidental, cristiano. Es un acontecimiento de la cultura judeocristiana que sedimenta con la Revolución Industrial y con el Romanticismo, aunque sus orígenes se gestan tiempo atrás. Heterosexualidad: un monstruo lingüístico.

Ortosexualidad sería más correcto, y más lógico. Ortodoxia y heterodoxia. El primer término para quienes viven su sexualidad de acuerdo con lo establecido; el segundo, para quienes discrepan de ello. Heterosexualidad: Un error histórico que condiciona negativamente la vida afectiva de millones de seres humanos y que limita la expresión de sus afectos y de sus emociones. […]

Y segueix dient el llibre:

[…] La heterosexualidad es un mito, un relato, una historia sagrada. Y se ajusta bien a las funciones sociales del mito: Cumple con la tarea de explicar el mundo. En este caso, el mundo del deseo y de los afectos. En tanto que mito, también sirve para garantizar la estabilidad de las cosas; la heterosexualidad justifica un orden social intocable. Intocable porque no se cuestiona ni tampoco se evalúa; se acepta sin más como se aceptan los mitos. La heterosexualidad es el relato que nuestra sociedad emplea para explicar y entender el deseo. Es un mythos: Una narración transmitida oralmente y mediante libros sagrados.[…]

[...] La sexualidad, como la alimentación, siempre ha sido una cuestión de gusto, de paladar. Hasta el siglo XIX la sexualidad tiene un estatus social semejante al de la alimentación. Las personas se alimentaban sin más restricciones que las que imponían los ciclos agrícolas, la religión y las tradiciones culinarias. El doctor Kellogs y su anatema contra la carne introducen en la alimentación el fundamentalismo gastronómico. En adelante nada será igual; el mundo queda dividido entre omnívoros y vegetarianos. Pero los argumentos en favor de unos y de otros ya no tienen que ver con opciones religiosas o culturales. Desde entonces, es la ciencia positiva quien decide ( con la medicina en la cabeza) cuál es la alimentación saludable y por ello buena, recomendable.

Hasta el siglo XIX las personas preferían unos u otros manjares. Pero de ello no se derivaban diferencias sociales importantes. Nadie era distinto a los demás en función de su opción culinaria. Con la sexualidad sucede lo mismo que con la alimentación: Hasta el siglo XIX nadie era distinto de los demás en función de sus gustos sexuales. Pero la intervención medico-psiquiátrica en el ámbito de la sexualidad viene a alterar ese estado de cosas. Desde entonces, la sociedad ( y desde los años sesenta, los gays i lesbianas) pretende que a cada práctica sexual concreta le corresponde una identidad social específica. Afirmando la diferencia se ha preparado la desigualdad.


La identidad vegetariana y la heterosexualidad son inventos contemporáneos. Desde hace unos 150 años, vegetarianos y heterosexuales saben lo que son. Pero no antes. Antes de la heterosexualidad no hubo nada. Las personas amaban en función de sus gustos y de sus situaciones sociales. Amaban del mismo modo que comían. Quizás preferían uno u otro plato, una u otra experiencia sexual, pero no podían saberse vegetarianos ni heterosexuales porque ni lo uno ni lo otro existía. Las identidades sexuales, como las gastronómicas, son un invento reciente. En consecuencia, en un contexto social que legitima el orden social en términos religiosos, las personas sólo podían saberse pecadoras. Pecadoras por quebrar el ayuno cristiano. Pecadoras por cometer actos de sodomía.[...]

"LA CRISIS DE LA HETEROSEXUALIDAD"

OSCAR GUASCH

EDITORIAL LAERTES
Los Homosexuales se ríen de la masculinidad del macho.
19 mai 2005
EL SOCIÓLOGO OSCAR GUASCH: “LOS GAYS SE R�EN DE LA MASCULINIDAD DEL MACHO�

Baeza, (Europa Press) - El sociólogo Óscar Guasch, que el pasado fin de semana intervino en la sede Antonio Machado de la Universidad Internacional de Andalucía en el curso La pasión amorosa: formas de vida y juegos del lenguaje", ha asegurado que "los homosexuales pueden aportar una visión irónica de la identidad masculina".


En declaraciones a Europa Press, el experto explicó que "ser macho mata, los machos maltratan a las mujeres, lo que conlleva que los varones gays se rían de este modelo de masculinidad". Asimismo, declaró que "la aportación principal de este colectivo a la sociedad es un tipo de masculinidad divertida, simpática, irónica y sarcástica sobre sí mismos, una visión mucho más relajada".

Guasch hizo hincapié en que los homosexuales "ya se han dado cuenta de que la masculinidad es puro teatro y de que está bien sólo para erotizar determinadas relaciones".

Según el profesor catalán, "nuestra sociedad es homófoba y por ello obliga a homosexuales y lesbianas a vivir en una jaula de oro, cuyo nombre es ghetto", ya que, a su juicio, "es imposible vivir la homosexualidad en la escuela, en el trabajo o en la fábrica; sólo se puede ser homosexual dentro del ghetto". En este mismo contexto, añadió que sociológicamente "está demostrado que el ghetto siempre es la respuesta de una minoría discriminada por una mayoría hostil, un mecanismo de defensa que jamás es voluntario, sino que es impuesto como consecuencia de un acto de agresión discriminatorio".

EL MATRIMONIO, UN FRACASO

El sociólogo, que ha publicado numerosos artículos y libros, entre los cuales destaca su monografía sobre La sociedad rosa , aseguró que "es un error que las parejas homosexuales reivindiquen un tipo de unión que ya está caduco".

Para argumentar su postura, apuntó que "el tema del amor y el quererse casar es un error porque implica reproducir el modelo heterosexual que ahora existe: el matrimonial", al que calificó como "absoluto fracaso".

Por su parte, la también socióloga Olga Viñuales dijo que "el lesbianismo se instituye como respuesta al estigma" y que al ser una norma "disidente de la sociedad actual" precisa de un requisito previo que es "reconocer la pluma o saber si la otra entiende o no". Para ello, "hay espacios donde la seducción se lleva a cabo más libremente, como bares, discotecas, colectivos sociales o políticos, así como redes de amigos", agregó.

De este modo, Viñuales manifestó que "es mucho lo que esta comunidad de gays y lesbianas puede aportar a la sociedad, ya que los homosexuales están demostrando el gran cariño que se tienen en pareja y su afecto mutuo".

FAMILIAS URBANAS

De otro lado, el sociólogo Guash instó al Gobierno español a "regular la asistencia y la solidaridad que se produce en las denominadas familias urbanas , normalmente grupos de amigos homosexuales que deciden hacer su vida juntos", de tal manera que si un amigo está enfermo el otro se ocupa de asistirlo.

"Son personas que sólo comparten amistad y no mantienen relaciones sexuales", dijo, al tiempo que destacó que "son mucho más frecuentes las relaciones de familia urbana entre homosexuales en las que hay relaciones de asistencia y apoyo homosexual recíproco, que no las de pareja".
Re: Ser homosexual és un delicte en més de 80 països
21 mai 2005
La culpa de todo esto la tienen los curas y la Iglesia. Vervigracia: Si ellos no hubieren existido , los homosex machos y hembras , no se habrían tenido que esconder y reprimir durante siglos y casarse y tener descendencia como han hecho , por ello han seguido transmitiendo el gen tarado de la homosexualidad a su progenie. Si no hubieran existido los curas o no hubieran metido la nariz en semejante berenjenal , haría siglo que los maricones y las tortilleras habrían salido de sus respectivos armarios roperos , habrín convivido sin tapujos ni cortapisas , y como es natural no habrían tenido desdendencia lguna , ya que como es conocido de dos machos que copulan entre sí o de dos hembras que hacen lo propio , no puede salir descendencia alguna , gracias a Dios y ala madre naturaleza , por lo cual , el gen anómalo de la mariconez , que se encuentra en el brazo corto del cromosoma 14 , se habría extinguido , con lo cual , no tendríamos que soportar personajillos amnerados ni señoras vestidas cual caballero , por lo cual , problema resuelto. AY , sacerdotillos , otra vez tener más vista y el problema se habría acabado.
Sindicato Sindicat