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Notícies :: criminalització i repressió
Malos tratos en la prisión de Foncalent -Alicante
14 mai 2005
www.diarioinformacion.com
CENTRO PENITENCIARIO
El capellán del psiquiátrico de Fontcalent denuncia malos tratos en el centro




El cura advierte al juez de que un grupo de funcionarios le coacciona para que abandone su puesto por animar a las supuestas víctimas a acudir al juzgado

RAMÓN FERRANDO

El capellán del psiquiátrico penitenciario de Fontcalent denunció ayer en el juzgado de guardia que un grupo de funcionarios del centro maltrata sistemáticamente a los internos. El capellán advierte al juez de que está siendo coaccionado con amenazas veladas para que abandone el centro por apoyar a varios reclusos que han denunciado malos tratos y agresiones. El sacerdote incide en el escrito de denuncia en que «en el psiquiátrico se ha ido formando un grupo constituido por unos diez o doce funcionarios que, según me dicen los internos, los maltratan física y mentalmente». El capellán lamenta que los presos sufren «una triple condena con privación de libertad, enfermedad y malos tratos».

El cura, que se llama Paco y lleva 11 años trabajando en el centro, señala en la denuncia que la mayoría de los internos «no se atreven a denunciar pues como me dicen a mí: usted se va, pero nosotros tenemos que seguir aquí día a día».
El capellán del psiquiátrico penitenciario apunta en su escrito que un interno que a la una de la madrugada se encontraba mal «me contó que empezó a golpear la puerta de su celda pidiendo que le viese el médico y cuando al fin le abrieron la puerta, según me dijo, le bajaron a bofetadas por toda la escalera para llevarle a que le atendiesen».
El sacerdote insiste en la denuncia en que el problema se centra en un grupo de funcionarios al que «la mayoría de los trabajadores les tiene miedo. A mí algunos me lo dicen, pero saben que si hablan sufrirán todo tipo de extorsiones, chantajes o incluso daños en sus coches. Yo también llevo años sufriendo por parte de este grupo extorsiones en las actividades religiosas, desprecios, burlas, chantaje y coacciones para que me vaya».
El capellán indica que el grupo actúa como cualquier «familia» mafiosa ya que «el que no se pliega a sus designios automáticamente queda enfrentado a ellos». El párroco precisa en el escrito de denuncia que «la extorsión, el chantaje, las coacciones, las agresiones y el miedo son sus armas. Unas veces utilizan la legalidad a través de denuncias en los juzgados y la otra forma de actuación es la clandestina que incluye amenazas o encargos a otros para que den palizas, como ha denunciado un interno hace poco, con lo que ellos quedan "limpios"».
El sacerdote asegura en su denuncia que «cualquiera puede caer bajo su línea de tiro ya sea director, psiquiatra, capellán o personal de limpieza. Si es el director se encargan de airear en prensa las deficiencias administrativas, si es un médico o psiquiatra la posible desatención en su puesto frente a los internos, si es el personal de limpieza que no cumplen con su cometido y si es contra la Administración pues que falta personal».
El sacerdote, siempre según la denuncia que ha presentado, considera que la responsabilidad de que se formen colectivos de funcionarios cerrados es de la Administración «por permitir que estos grupos estén juntos durante décadas en el mismo centro en lugar de tomar medidas para separarlos».
El capellán entiende que la actuación de la Administración es negligente porque «cuando hay denuncias en los juzgados se limitan a no hacer nada, a esperar a que se resuelvan las causas sin tomar las mínimas medidas cautelares y si envían a una inspección pasean por el centro con el director sin realizar una verdadera investigación a fondo».
El sacerdote considera que el problema de fondo es que de «los pocos que llegan a denunciar difícilmente se llega a condenar a ningún funcionario ya que acaba quedando la palabra de uno contra la del otro porque nunca hay testigos. Si hay ciertos daños físicos, la defensa siempre alega que sólo utilizaron la fuerza proporcionada para reducirlo».
El capellán del psiquiátrico penitenciario ha tomado la decisión de denunciar los hechos porque se siente amenazado y teme por su integridad física. El cura refleja en la denuncia que tras oficiar la misa del domingo pasado se le acercó un trabajador del centro y le dijo: «se te acaba el tiempo. Márchate ya. No vas a tener una segunda oportunidad. Vete de este centro o algo muy malo te va a ocurrir y no van a ser ellos -refiriéndose al grupo de funcionarios del que sospecha- sino que encargarán a un tercero para que te agredan. Podrá ser con una pistola en la sien o cortándote los frenos de tu vehículo». El sacerdote asegura en el escrito que se sintió «verdaderamente amenazado».
El sacerdote concluye su denuncia lamentando que en los once años que lleva trabajando en el centro «lejos de mejorar el trato con los pacientes creo que ha empeorado».

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