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Independent Media Center
Anàlisi :: globalització neoliberal
Teoría sin realidad
05 mai 2005
El último libro de Negri y Hardt es "una frustrada defensa de su fracaso anterior"
El último libro de Negri y Hardt es "una frustrada defensa de su fracaso anterior"
Teoría sin realidad

James Petras
Clarín


Toni Negri y Michael Hardt escribieron dos libros, Imperio y Multitud, guerra y democracia en la era del imperio, que recibieron grandes elogios en la mayor parte de los medios. El segundo libro es un intento de rectificar parte de la gran debilidad teórica, conceptual y empírica del primero. El trabajo original de Negri y Hardt tiene la virtud de no entender la historia estadounidense, de escribir un epitafio del imperialismo en momentos en que EE.UU. libra tres guerras coloniales y de disolver la estructura y los movimientos de clase en una "multitud" amorfa mientras tienen lugar grandes levantamientos de clase en la Argentina, Bolivia y Ecuador y una polarización de clase en Venezuela.

Las guerras coloniales estadounidenses en Yugoslavia, Afganistán e Irak y las amenazas de futuras guerras en por lo menos otros sesenta posibles "refugios terroristas" hablan de un imperio que se basa en el imperialismo. Casi un 75 por ciento de las quinientas empresas multinacionales (EMN) más grandes son propiedad de y tienen sede en EE.UU. y Europa, donde el Estado Imperial lucha para abrir mercados e impone condiciones favorables a la inversión. El estudio de las operaciones internacionales de las principales EMN demuestra que casi el 80 por ciento de las decisiones estratégicas sobre ubicación, tecnología e investigación se toma en las casas centrales de EE.UU. y Europa. Negri y Hardt sostienen que el imperio está disociado del imperialismo. La era de las guerras imperiales refleja una profunda miopía en la que la vocación de teorizar en términos abstractos impide a los escritores ver las realidades cotidianas. Su idea de un mundo de empresas multinacionales sin Estado es completamente bizarra: a través de la Organización Mundial del Comercio, las Rondas Comerciales Doha, el Banco Mundial y el FMI, los gobiernos estadounidense y europeos formulan a diario y de todas las formas posibles las reglas y estructuras que favorecen la posición de sus multinacionales.

Los conflictos actuales más significativos son las luchas de liberación nacional que tienen lugar, por ejemplo, en Venezuela, Irak, Afganistán y Bolivia. Al contrario de lo que sostienen Negri y Hardt, la "nación" y el "nacionalismo" no desaparecieron ni se volvieron irrelevantes. Además, el crecimiento del internacionalismo se relaciona directamente con la solidaridad de los movimientos del mundo con esas luchas nacionales.

El segundo libro de Negri y Hardt es un intento de superar las desastrosas falencias (teóricas y empíricas) de Imperio mediante la improvisación de circunstancias atenuantes (la Guerra), mediante la extensión del lapso en que el Imperio existe sin el imperialismo. Sin embargo, no dan ninguna prueba que pueda justificar esas proyecciones: lo que guía la política estadounidense, sobre todo en estos momentos de elecciones presidenciales, es una mayor intervención militar (Kerry) y más amenazas militares de "guerras preventivas" en los países de Medio Oriente (Irán). La "proyección" de las guerras imperialistas se basa en la estructura del capitalismo estadounidense, europeo y asiático, que cada vez es más dependiente y compite por recursos energéticos caros y escasos que controlan los países del Tercer Mundo. En la actualidad, más que nunca en su historia, los bancos EMN europeo-estadounidenses perciben un mayor porcentaje de ganancias e intereses como producto de su control de empresas y mercados extranjeros. La completa ausencia de todo análisis estructural profundo por parte de Negri y Hardt de la política de Estado y la economía de EE.UU., Europa y Asia reduce su nuevo esfuerzo intelectual a una frustrada defensa de su fracaso anterior. El lugar conceptual de la acción política y social no se encuentra en una "multitud" amorfa, sino en las identidades de clase, étnicas y nacionales y en la conciencia que emerge de marcos de contiendas políticas.

Para Negri y Hardt, lo que no es un "proletariado industrial" es simplemente una "multitud", ya que las clases desaparecen ya que en una coyuntura particular las clases no trabajadoras desempeñan un papel protagónico. Los mineros del estaño de Bolivia siguen desempeñando un papel político por más que muchos de los ex mineros devenidos agricultores de coca cobraron mayor protagonismo. Los trabajadores fabriles desocupados de Argentina fueron una fuerza importante en los grandes levantamientos de los últimos tiempos, estar "desocupados" no significa que "perdieron" una identidad de clase y se convirtieron en una "multitud". Incluso si "multitud" remite a grupos de activistas que trabajan de forma colectiva, la "diversidad" no hace desaparecer su historia de clase, su conciencia ni la especificidad de sus reivindicaciones en el interior de los movimientos.

La discusión sobre los orígenes intelectuales de la revolución de la independencia estadounidense —ellos atribuyen una mayor influencia a Spinoza que a Locke— no se funda en investigación académica. Su proclamación de un nuevo "régimen internacional" sobre el modelo de la ONU es surrealista dado el abyecto servilismo del Secretario General ante los intereses de EE.UU. en Irak y en cualquier otro lado. Los elogios de los semanarios masivos son comprensibles a la luz del rechazo que manifiestan los autores por el imperialismo y el conflicto de clase. Lo que resulta incomprensible es que los intelectuales críticos los lean tanto. ¿Es novedad o moda? Si los libros de Negri y Hardt pueden resumirse como una teoría en busca de realidad, entonces sospecho que la atención que prestan los intelectuales de izquierda a sus libros refleja una realidad en desesperada búsqueda de teoría.

Traducción de Joaquín Ibarburu

This work is in the public domain

Comentaris

Re: Teoría sin realidad
06 mai 2005
Lo interesante sería saber si tú te los has leído.
Y una vez los hubieras leído, si has comprendido lo que lees.

En desprestigiar esos libros, no se puede ver más que un interés mórbido, que sólo puede responder a un dogmatismo que S� que está alejado de la "realidad".

En fin... somos pocos y mal avenidos, como se suele decir.
Re: Teoría sin realidad
06 mai 2005
Petras a Hardt: "haces teoría sin realidad"

La sartén al cazo: "quítate que me manchas"
Trascripción de la intervención de Toni Negri en el NoWork Festival octubre 2004
06 mai 2005
Una lectura desprejuiciada constata que las palabras de Petras no se ajustan al discurso de Negri.
Es sólo una charla, ni siquiera un capítulo de Imperio o Multitud, pero es tal la falta de rigor de las acusaciones de Petras que queda respondido.

Traducción aparecida en Indymedia Estrecho, se puede escuchar la locución orginal en Italiano en Globalproject.info

Me siento extraño aquí... ante todos estos micrófonos. La primera vez que hablé en Milán en el 68-69 no había micrófonos, cuando recién llegado de Padua tenía delante el folleto de Porto Marghera.

Estaba exactamente al otro lado de la calle con el panfleto que decía ‘cinco mil liras para todos’. Era una reivindicación de igualdad salarial en las luchas, una reivindicación que luego se impuso en el otoño del 69 y que pasó a ser una de las grandes fuerzas, excusad la exageración, una de las grandes fuerzas de la constitución del Impero, vale decir que ha sido propiamente a través de estas luchas tan localizadas y tan determinadas -viale Sarca, Alfa Romeo de Arese, viale de la Industria a Marghera, porta 2 e 3 de la Fiat, más las otras miles que en Europa, en los USA y en el mundo, pensadas sólo al milagro increíble del ABC de Sao Paulo- las que han determinado el pasaje a una nueva forma de organización del capitalismo. Han demostrado que a nivel del Estado-nación la presión de la clase obrera, la capacidad de la clase obrera para luchar como sujeto consciente de sus propios derechos y de su propio trabajo (el derecho es siempre una consecuencia del trabajo que se hace, es siempre una consecuencia de la actividad que se da en lo social), he aquí que estas luchas han determinado la imposibilidad para el Estado-nacion de controlar los movimientos y su desarrollo. Estas luchas han determinado una enorme nueva internacionalización que se ha llamado globalidad, globalismo.

En estos 30 años que nos separan de aquellos gloriosos años milaneses, no sólo para mí sino para muchos de vosotros que reconozco hoy aquí, en estos 30 años se ha realizado una nueva posibilidad enorme de lucha y una nueva posibilidad enorme de comunismo. Hoy evidentemente ya no hablamos de lucha de clase obrera sino de luchas de estratos, diversos, sociales -el nombre multitud que se aplica a esta complejidad de fuerzas singulares capaces de desarrollar luchas es un nombre que puede cambiarse en todo momento, es un nombre simplemente de uso: una fórmula. Lo importante son los contenidos de este proceso. Los contenidos son aquellos que han ampliado enormemente la capacidad de lucha y la capacidad de incidencia de los movimientos sociales, de los movimientos organizados en torno al trabajo.

Es el trabajo, es la lucha contra la explotación, es la lucha contra lo que es la apropiación sistemática y continua que el capital desarrolla respecto a la energía de reproducción social, frente a la energía, excusadme la palabra, de amar y de reproducir el mundo.

Esta historia del amor: cuando digo el amor no es solo el hecho romántico de acostarse con una señora sino que me refiero a una de las fuerzas fundamentales que dirigen el mundo en la relación con los otros y que determinan la cooperación, etc... Cuando digo esto me agrada porque pienso de verdad que este elemento de amor, de predisposición a la construcción de cooperación sobre la base de afectos constituye la misma razón por la cual estamos en sociedad, sociedad que no nos es impuesta por el capital, por el Estado, por las categorías funcionantes como por el pueblo, las organizaciones que las constituciones prevén, sino que son apuntadas por esta disposición a estar juntos, esta capacidad que tenemos de sentir nuestras necesidades y las de todos los otros que construyen la que es la forma de vivir y sobretodo la razón, el motor de la transformación del vivir.

En la nostalgia milanesa, nostalgias de amores milaneses, ante la temática de la igualdad salarial en la Pirelli, en Alfa Romeo donde vemos cuáles son hoy en este paso los problemas que tenemos en nuestra vida política y social.

No cabe duda que con este enorme pasaje hacia la globalización el capital también ha determinado nuevas formas de comando que anticipan la organización del consenso, la organización del trabajo a nivel social e industrial. Actualmente nos encontramos en una situación en la que la “desorientación capitalista", dentro de este pasaje de la globalización, determina nuevas formas de comando que se llaman, de manera breve pero sustancial, GUERRA.

Hoy el capital no puede comandar a nivel mundial sobre el terreno general de la globalización si no a través de instrumentos de guerra, como lo demuestra de manera ejemplar el paradigma de la guerra iraquí, y como lo demuestra también a través de lo que es la sistemática y continua violación de las instituciones y de las reglas burguesas que el capital se había dado a nivel nacional y esto es a nivel de política nacional, a nivel de comunicación, a nivel de concesión o represión de los derechos, lo demuestra por tanto en todo el conjunto, la panoplia, de los que son sus instrumentos de intervención.

Por otra parte el capital es consecuente al recurrir a la guerra en esta situación. Las leyes que regían su capacidad de dominio, aquellas leyes que se referían a la gestión de la organización del trabajo de la clase obrera, en cuanto clase productiva fundamental, se han venido abajo. Hoy la producción ya no se da simplemente en la fábrica; ya antes de los años 70 lo habíamos empezado a pensar, y en parte practicado, que los muros de la fábrica caían, que los procesos de reproducción social y los procesos de cooperación social devenían siempre más importantes desde el punto de vista de la valorización del capital. Que el capital no podía ya vivir simplemente sobre la disciplina de fabrica sino que debía ampliar su dominio a través del control social total.

Y es este pasaje, que ahora ya nos es dado, el que ha determinado una medida de este desarrollo y de esta explotación que ahora confunde las zonas geográficas del mundo, de este desarrollo en la explotación que confunde los sujetos sociales de la explotación misma.

El "saber" es algo que era solicitado por la clase obrera. Ningún obrero quería que su hijo tuviese la misma vida de mierda que había tenido él, madrugando a las 5 de la mañana para ir a trabajar. Todo obrero quería que su hijo se convirtiese en un trabajador mental, que llegase a ser algo más, que tuviese un salario que pudiese cubrir sus necesidades, sin la fatiga bestial ligada a la taylorización del trabajo, a su sistemática subdivisión abstracta, a la alienación determinada que se daba en todo momento de su vida: dentro y fuera. Quería nuevamente que su capacidad de amor no fuese limitada por limites abstractos. Y he aquí que actualmente el capital se encuentra en una situación en la cual no tiene ya más medidas ni formas de organización.

¡Financiarizan! Juegan con las medidas del desarrollo del mundo sobre los ritmos de la bolsa, juegan con las dimensiones monetarias como dimensiones fundamentales en el control de la productividad social. Son todos elementos que son completamente superficiales y van más allá e comportan nuevas contradicciones respecto a lo que el desarrollo capitalista exigiría, que es una medida precisa del trabajo, del trabajo social.

Esta medida no existe y es dentro de esta crisis que se determina la ferocidad de esta guerra. Es sólo la fuerza que puede resolver los problemas de dominio, los problemas de dominación, es sólo la fuerza que a falta de cualquier otro criterio racional, ya sea este más o menos instrumental, ya sea este más o menos irracional, ya sea ligado a imaginaciones o a sueños.

La gran crisis, no crisis coyuntural, no crisis cíclica, sino crisis sustancial ligada a la misma naturaleza del dominio, a la misma forma de la dominación: es sobre esto que se desencadena esta guerra permanente e infinita que revela nuestro destino. Aquí no se trata de un gran optimismo al considerar esta situación; nos encontramos en una situación que es extremadamente pesada y dura. Es una situación que por otra parte está caracterizada por lo demás hacia la que es la emersión de toda una serie de nuevos movimientos, de nuevos elementos de contradicciones, de nuevos elementos de ruptura; dentro de una situación como la que os describo de hecho, una razón de dominio que es también una razón de legitimidad que viene continuamente construida por parte del poder, se desencadena evidentemente el reconocimiento en primer lugar de nuevas contradicciones, de nuevas pesadumbres, de nuevos momentos de sufrimiento social y también momentos de toma de conciencia de estas nuevas determinaciones.

Cuando Francesco relataba lo que los movimientos comenzaban a construir en la situación milanesa, éstos no pueden insertarse en este nuevo marco que no es simple o únicamente el de la lucha obrera -que permanece absolutamente fundamental porque existe una continuidad que permanece en la transformación del trabajo y del rechazo al trabajo y de las formas específicas del rechazo- que no están por lo tanto ligadas simplemente a las formas de lucha obrera industrial, ligadas a aquellas que son las razones directas del comando capitalista, sino que son razones que se extienden, en primer lugar, a sectores que son explotados de manera determinada, continua y precisa por parte capitalista, en segundo lugar, a aquellos estratos sociales que están implicados continuamente dentro de la continuidad del proceso productivo.

El trabajo intelectual, el trabajo cognitivo, el trabajo en general que llamamos "inmaterial", es decir, el trabajo que no se hace simplemente con las manos sino con la cabeza, que se hace en el sector servicios, con la actividad instrumental o afectivamente directa, en la comunicación a través, obviamente, de determinaciones temporales, pesadez temporal de la explotación, pero también a través de una predisposición intelectual continua al trabajo.

Está hecho por lo tanto dentro de una serie de vínculos que superan la vieja calificación de la unidad temporal en la definición del trabajo: una hora de trabajo, un día de trabajo, el 3 por 8,... Es algo que comienza a establecerse… pues tenemos ya muchos avances en los países más desarrollados y no sólo en los países más desarrollados, en todos los sectores más avanzados del desarrollo, ya estén estos en América o en Europa o en los ex países del segundo mundo, es decir, en los ex países socialistas o en los países del tercer mundo.

En Johannesburgo o en Río de Janeiro no se trabaja de modo muy diferente de cómo se trabaja en Berlín o en Los �ngeles y las consecuencias sociales, las divisiones sociales atraviesan y comienzan a atravesar las mismas cesuras, las mismas rupturas. Los ghettos de Los �ngeles no son muy diferentes de los de Shanghai o Johannesburgo y la relación de división entre los rascacielos dirigentes y esta especie de multitud empobrecida, miserable y desesperada que existe en la base es algo que ya podemos reconocer por todas partes, universal y que nos toca directamente.

Esta es la condición y es una condición terrible porque comprende a todo el proletariado pero también a nuevas zonas enormes de trabajo productivo, de trabajo inmediatamente productivo, inmediatamente resoluble en los índices de acumulación del capital: el trabajo mental, el trabajo de investigación, el trabajo afectivo, de servicio, de cuidados, el trabajo campesino que viene siempre más cerrado dentro de sí mismo. Es difícil imaginar en las grandes llanuras de California, del sur, del Brasil o en Argentina estos blade runnner… pero existen! Basta ver, basta hablar con los trabajadores sin tierra para tener descripciones absolutamente increíbles. Quiero decir aquí una cosa que me había venido antes a la mente, mientras oía hablar a mi interlocutor, y era que hoy desgraciadamente el espacio del sueño se ha vuelto más pequeño, el espacio del sueño lo podemos cubrir a través de la encuesta.

Hago esta relación entre sueño y encuesta, no porque tenga nada contra el sueño o contra una interpretación optimista del sueño y sobretodo nada contra el subcomandante Marcos, pero pienso que hoy la relación entre el sueño y la realidad es de tal manera cercana que podemos conocer el sueño, poner luz en el subconsciente a través de la encuesta. Pienso que el atraso en nuestro conocimiento del mundo, respecto a las cuotas que la explotación determina, es tal que podemos efectivamente descubrir de nuevo el sueño de un mondo nuevo en el contacto directo de investigación de la realidad. Y podemos descubrir, dejadme introducir una palabra que puede ser atacada, el ODIO del enemigo, el ODIO de la explotación, a través de encuesta, a través del contacto, como compensación del AMOR que damos a los otros.

De todos modos –cerrado el paréntesis al cual espero me responderéis, porque me agrada hablar de estas pasiones spinozistas, tan antiguas, cosas que en el fondo atraviesan todavía a los hombres y que no podemos dejar tratar a las páginas de los periódicos, no?– quiero ahora volver a nuestro tema.

Todos estos nuevos movimientos que surgen están por un lado atrasados respecto a la que es la realidad capitalista que anticipa nuestra capacidad de reorganizarnos, de reorganizar la protesta contra la explotación, por otra sin embargo estos nuevos movimientos se encuentran en situación que determinan siempre más los objetivos comunes. Cuando digo esto, es decir que la multitud puede hacerse común, puede construir un común, que el conjunto de todas estas fuerzas que luchan pueden recomponerse sobre objetivos comunes, no digo algo que sea evidentemente fácil de construir, digo otra cosa: que existen todos los parámetros objetivos para que esto suceda. No solo la unidad de la explotación, la unidad del adversario.

El trabajo material, el trabajo intelectual, el trabajo de los servicios, el trabajo afectivo viene, por así decirlo, en la organización del trabajo por parte del capitalismo, unificados en torno a los que son los esquemas comunes de explotación. Esta es una cosa que es objetivamente real; cuando habláis con un campesino, con un campesino brasileño, os encontráis frente a alguien que dice "bueno, debo producir soja y esta soja necesita que la produzca según ciertos criterios que solamente el computer me da".

La transformación del trabajo de programación es inmediatamente absorbida a nivel del trabajo intelectual, por otra parte la cualidad de su producción –y por tanto su relación con la explotación relativa- no puede sino depender de su capacidad de conocer el territorio sobre el que trabaja, utilizar este territorio con el amor que se tiene para producir una cosa que es cualitativamente capaz de ser puesta en común.

Hay una especie de relación entre la abstracción del contacto con las grandes cantidades de la comunicación y de la globalización, necesarias en la globalización, y la intensidad de una relación afectiva, cualitativa.

Es lo mismo que le ocurre al obrero que produce intelectualmente, por un lado está en una red que abstrae necesariamente a los que son los productos de su conocimiento pero, por otro, cualquier innovación no puede sino venir de su capacidad de introducir elementos nuevos en esta producción. A veces se dice: pero vosotros que hacéis este razonamiento que relación tenéis con el rechazo del trabajo, con la que es una vida feliz fuera del trabajo?

¡No existe una vida feliz fuera de la actividad! ¡Destruir el trabajo significa incentivar hasta el fondo nuestra capacidad de crear! Nosotros somos hombres y somos hombres que quieren ser libres, en la medida en que ponemos nuestra imaginación, nuestra libertad, nuestro sueño diréis, dentro de nuestra actividad. El ocio es una cosa sacrosanta pero el ocio mismo es una forma de actividad, hacer el amor es una cosa bellísima para quien lo hace.

Nosotros debemos ser capaces de decir estas cosas porque hay una continuidad entre el rechazo del trabajo y esta capacidad de transformar el trabajo en actividad creativa. Esta continuidad es una cosa esencial, "ontologica", forma parte de nuestro ser viviente.

¿Qué es el "común"? El común es un esfuerzo enorme de construcción que la multitud hace de sí misma. Cuando nuestro noble antepasado Carlos Marx, el hebreo con barbas, hablaba de clase obrera, hablaba de la clase que tenía ante sí y no de las 100-150 mil personas que lo eran. En 1840 la clase obrera eran unas centenas de miles de personas ubicadas entre el norte de Inglaterra, el norte de Francia y alguna zona de Alsacia-Lorena.

Actualmente nosotros hablamos de multitud, es decir de construir –hacer multitud– es decir, unificar esta formidable fuerza creativa, esta formidable fuerza de trabajo que se incrementa enormemente en el saber, en el saber en cuanto invención; pero es en el saber como cooperación que es reapropiada la que era la capacidad capitalista de meternos en la fabrica, de ponernos un despertador al cuello y decir: "cuando suene tira de la palanca".

Nosotros no tenemos necesidad ya de hacer esto, nuestra naturaleza humana ha cambiado; a través de las luchas contra el capital nosotros hemos cambiado nuestra naturaleza humana, hemos devenido hombres "liberis", sabios, en definitiva, es la vieja definición de "homo sapiens". Nos hemos puesto en pie.

El común es cualquier cosa que nosotros podamos construir porque las condiciones objetivas están dadas. Trasformarlas en condiciones subjetivas, revolucionarias, politico-revolucionarias, es el paso que hoy esta nueva fuerza mundial del trabajo material e inmaterial debe comenzar a poner en acto.

Evidentemente todo esto es un proceso en el cual estamos insertados y en el cual debemos buscar dar continuidad a las cosas. El otro día fui contestado por un grupo de anarquistas en Paris en torno al problema de lo que yo llamo el "salario garantizado", que es la renta de ciudadanía.

Me dijeron: el salario garantizado o la renta de ciudadanía, es la ultima forma que vosotros reformistas italianos, operistas, inventáis para someter al proletariado al poder. Sin embargo, no estoy de acuerdo que luchar sobre cosas concretas y posibles, luchar por reformas, sea algo que trunque el movimiento, al contrario.

Personalmente nunca he creído, a la manera bernsteiniana o menchevique, como se decía cuando era joven, que la revolución pueda llevarse a cabo mediante reformas pero siempre he pensado que las reformas pueden construir tejidos revolucionarios, siempre he pensado que batirse sobre la ruptura de los criterios materiales sobre los que el capital construye su relación de poder es un elemento fundamental para construir saltos adelante, saltos de ruptura respecto al poder.

Nunca he pensado que la relación con las instituciones deba ser de por sí rechazada: siempre he pensado que se puede romper las pelotas al poder, y no simplemente a los sindicatos federales, es decir, se puede hacer mucho más de cuanto se puede hacer de otra manera. Creo que esto es de sentido común. En una situación, como la que se da, de total separación entre un capital que es guerra y un nuevo movimiento que está construyéndose, establecer los pasajes que sean los pasajes concretos sobre las reformas reales que determinen nuevas contradicciones más profundas me parece fundamental y sinceramente inevitable si se quiere organizar algo, si se quiere pasar a construir multitud, a hacer multitud, y esto significa que debemos ser capaces de interpretar nuestro movimiento -que no es el nuestro, mio, tuyo, suyo, etc... sino que es este gran movimiento que se da históricamente: movimiento de multitud como poder constituyente, es decir, como poder que no se limita y no se detiene jamás ante los que son los objetivos más o menos determinados, que logra situar y logra alcanzar pero que sistemáticamente los deja fuera.

La destrucción del poder, del comando capitalista, es antes que nada la afirmación de la duplicidad irresoluble que existe entre dominadores y dominados, entre capitalistas y trabajadores. Nosotros debemos reafirmar esto como proceso continuo, sistemáticamente dado y debemos ser capaces de establecer etapas intermedias una vez superadas sobre el terreno. Debo decir que el fin, definitivo, de las fijaciones que el socialismo tradicional, histórico, ortodoxo nos había hecho heredar nos permite avanzar sobre este terreno. En el fondo ha sido un gran placer ver caer el muro de Berlin, ha sido un placer ver acabar esta burocracia de mierda que reproducía el capitalismo, ese socialismo que guardaba en el armario el cadáver del capitalismo y que quería repetirlo.

¡Basta! No debemos ni siquiera pensarlo más: ¡se acabó! Se acabó el tiempo de los grupúsculos dirigentes, estalinistas, etc... Nos reapropiamos de una fuerza de trabajo inventiva y sobre su base debemos innovar nuevas formas de organización adecuadas a nuestra existencia.

Me dicen que hable de Europa… No cabe duda que el problema de Europa es un problema que se refiere a la Constitución, está claro. Hay compañeros que dicen que una parte es mejor que otra; está la parte sobre los derechos sociales y la convención de Niza que indudablemente abre grandes posibilidades y yo estoy de acuerdo con estos compañeros porque son verdad que cuando se analizan fríamente estas cosas pero si las analizamos un poco más en caliente son evidentemente diversas.

La constitución europea tal como la pretenden imponer es una constitución totalmente neoliberal, una constitución que prolonga la lógica de la guerra dentro de Europa, la lógica de esta desmesura capitalista en controlar movimientos que no puede ya medir, esta locura de dominio frente a sujetos que ya no pueden comprender. Es verdad que hoy no se consigue ya luchar sino sobre niveles que sean multinacionales.

¿Pensáis que sea posible reformar la constitución italiana de manera diversa a la que Berlusconi o Prodi pretenden? ¿Pensáis que sea posible barajar las cartas en este país de manera distinta a la que la triada sindical tenga en mente?

Por otra parte, sin embargo, se dice: pero si nosotros mezclamos las cartas, poniendo juntas las centrales sindicales italianas, las francesas, las alemanas, las holandesas, o si intentamos hacerlo con Chirac o con Schroeder... todo esto sería igualmente inútil, igualmente insignificante.

Pero el problema no es este. El problema es que esta estructura imperial en que nos encontramos es una estructura de tres niveles como ya se ha dicho y que hoy podemos confirmar ampliamente. Es una estructura que tiene un nivel imperial, monárquico, que es el americano y que está señalado en New York como poder financiero, Washington como poder militar y Los Angeles como poder comunicativo, que son tres poderes mundiales unificados en una función central.

Tenemos después otro nivel que es el del gran capital multinacional que atraviesa los USA como atraviesa Europa, Japón, China, India etc.; evidentemente cualquier tipo de acción política puede ser llevada a cabo sólo a partir de situaciones determinadas. La pregunta que debemos hacernos, o el riesgo que debemos correr, es este: ¿existe hoy a nivel europeo una posibilidad de alianza, o mejor, de recomposición de movimientos de lucha, de determinaciones, de contradicciones, que nos permitan romper el bloque mundial mejor de lo que cualquier tipo de acción estatal-nacional pueda hacerlo?

Es una pregunta que dejo completamente abierta, aunque por lo que a mí respecta voy a dar una respuesta: la única posibilidad que tenemos hoy es jugárnosla a nivel europeo, que no es la aceptación de la constitución sino el intento sistemático de reproponer niveles de organización y de lucha a nivel europeo.

Actualmente, como veis, estoy bastante convencido, volviendo al pesimismo inicial, que después de las elecciones americanas la temática unilateralismo-multilateralismo acabará pronto.

El unilateralismo americano se combinara de manera muy libre con el multilateralismo europeo. La polémica sobre el unilateralismo y el multilateralismo no ha sido una polémica de América contra el mundo: ha sido una polémica de América contra Europa.

Contra una Europa que comenzaba a crear un euro que podía sustituir al dólar como moneda de referencia a nivel mundial, contra una Europa que conseguía alcanzar los criterios de crecimiento capitalista respecto al déficit espantoso de los USA, una Europa que lograba combinar, incluso mejor, los mecanismos de integración que los USA lo habían hecho en su historia secular de integración mundial de la fuerza de trabajo y de todo el resto.

Es un desafío que avanza con la propuesta de la ampliación de Europa a los países del Este, primer gran desafío. El segundo desafió, el de Turquía, el tercero no sé cual será.

De hecho todos estos desafíos se están revolviendo: los países del este comienzan a descubrir que Europa les conviene más, Turquía se está convirtiendo en un elemento fundamental, verdaderamente, de integración, al menos visto por Alemania, de integración verdadera de pueblos extraeuropeos.

Estamos frente a toda una serie de paradojas que sostienen una propuesta, digo una propuesta entre otras, no quiero insistir sobre esta porque sobre esta propuesta pueden insistir los compañeros que experimentan la realidad de los movimientos; una propuesta verdadera de construcción de un polo anticapitalista en Europa. No se trata de hablar del voto a favor o en contra de la constitución europea: la constitución europea la consideramos liquidada.

El problema es construir una fuerza territorialmente definida que se oponga al problema de la unificación global de la monarquía estadounidense y por tanto de una eventual convergencia del capitalismo europeo como fuerza mundial hacia los USA.

Este es el problema: ¿es posible abrir en Europa un proceso constituyente tal que pueda dar un espacio político a la lucha contra la mundialización? No lo sé, lo espero.

Pienso que el debate organizado hoy sea simplemente la introducción, una de las tantas introducciones que se dan en los debates del movimiento.

Gracias.

Re: Teoría sin realidad
06 mai 2005
The Empire does not exist

a critique of Toni Negri's ideas

By Pietro Di Nardo, in Naples, Italy

The ideas of Toni Negri, as expressed in his book Empire (co-written with Michael Hardt) have become quite fashionable among those tendencies that wish to deny the essence of Marxism while at the same disguising themselves in the clothing of Marxism. We are publishing a review and critique of the book by Pietro Di Nardo from Naples, Italy. He points out the contradictions in Negri's thinking and maintains that Marxism is as valid as ever.

Introduction

In 2001, Toni Negri's book "Empire" hit bookstores all over Italy. The author [i], who was a leading figure of the Autonomia Operaia [Workers' Autonomy] movement back in the 1960s and 1970s in Italy, is today, along with Michael Hardt [ii], the leading advocate of a theory that claims that the age of imperialism is dead.

The book, which was written at the end of the 1990s, had already been published in many other countries and had attracted a high level of interest in academic circles all around the world, triggering much heated debate within the European Left itself.

However, my excitement at the book's imminent publication quickly turned into disappointment as I began to read the book's four hundred odd pages. Although undoubtedly well written from a stylistic point of view (his linear manner of writing and his use of metaphor make it far from a dull read), what one can basically say is that there is nothing fundamentally new in it. It simply sets down a set of old ideas that have already been debated within the labour movement over a number of years. In some cases, the authors have even managed to present an even worse version of these ideas, ideas which have been used repeatedly in an attempt to lower the level of political understanding of the working class (and thus to paralyse it at crucial moments in history).

The book's main premise is that the era of "Imperialism" is over and that we are now living in era of the so-called "Empire". The authors also make a number of other claims in their analysis of this "Empire", which also need to be dealt with if an accurate analysis of the book is to be made.

For example, amongst other things, they claim that the 'Law of Value' has disappeared, that the working class has been replaced by the so-called "multitude" and that the concept of political "activist" has changed.

I believe that we should not consider a discussion of such topics as some sort of abstract academic exercise. In the current epoch, it is increasingly important and urgent to criticise such ideas, especially at a time when once again the workers are beginning to flex their muscles all over the world with demonstrations and strikes, or in the case of Argentina, with genuine revolutionary movements. If these ideas ever were to succeed in gaining a majority within the leadership of the international labour movement this would mean the movement would be signing its own death sentence.

On every continent of the planet, in the coming historical period, the working class united with other oppressed social classes faces the task of leading the way to the world socialist revolution. However, if we prove to be incapable of consigning the ideas currently being forward by Comrade Negri to the dustbin of history - where they deserve to be - all our actions would be in vain. The lack of a subjective factor capable of leading the working class in Italy, would result in the defeat of the present movement, just as the movement of the 1960s and 1970s was defeated. Therefore, the task is all the more urgent as the current movement has already proven its highly explosive character and has already served the bosses with notice that it intends to seek a radical alternative to the established social order.

Empire versus Imperialism

Perhaps the most significant part of the book is where the authors deal with the concept of "Empire". Negri and Hardt have tried to demonstrate that the capitalist system has gone beyond the imperialist stage and has entered a new phase that can be defined as "imperial".

I think it is best to use the authors' own words to describe their theory of the "Empire":

"The Empire can only be seen as a universal republic, a network of power structures and counterbalances structured into an inclusive and unlimited architecture. The expansion of the Empire has nothing in common with imperialist expansion and is not based on nation states bent on conquering, pillaging, massacring, colonising peoples into slavery. Unlike this imperialism, the Empire expands and consolidates its power structures [...] Finally, remember that at the basis of the development and expansion of the Empire is the quest for peace." [iii]

Negri's "big idea" is that of the "global network distribution of power", which is a horizontal capitalist-dominated structure in which, due to the complete elimination of "the centre", a new form of exploitation of "the multitude" has been created. The authors believe that instead of fighting each other, the various imperialist countries are now engaged in a period in which they interact with each other within the Empire and in its interests, in the quest for peace.

This type of thinking is similar in many ways to that developed by the "renegade Kautsky" [iv] who, in contrast to Lenin's views, invented the theory of "superimperialism", which can be summarised, in the words of Kautsky himself as follows:

"From a purely economic point of view, therefore, it is not impossible that capitalism is now to enter upon a new phase, a phase marked by the transfer of trust methods to international politics, a sort of super-imperialism. Instead of fighting each other, the imperialisms of the whole world would unite and we would enter a war-less era under a capitalist regime, in which the imperialist countries could dedicate themselves to the collective exploitation of the world on behalf of a coalition of international financial capital." [v]

As can be seen, both refer to a global power structure in which conflicts between the various imperialist countries would cease to exist. Negri, however, who is fully aware of this dispute between Lenin and Kautsky, goes one step further by saying that in reality:

"Lenin agreed with Kautsky's basic argument according to which capitalist development contains within it a trend towards increasing international co-operation between the various national finance capitals which would have probably created a single global organisation. Lenin however disagreed strongly with Kautsky's efforts to use this perspective to justify his forecast of a future of peace and to negate the dynamics of the contemporary situation".

Although this a distortion of Lenin's theory, the authors of "Empire" try to defend themselves from accusations of revisionism and try to develop their Marxian ideas. In reality Lenin had something very different to say about the creation of a world economic trust. In "Imperialism, the highest stage of capitalism" [vi], Lenin clearly states that although the various imperialist powers are able to make agreements between each other on a world scale, these agreements are only temporary and are only a reflection of the existing balance of forces between the opposing imperialist countries at a particular moment in time.

It is obvious then that if this balance of forces changes, the agreements will also change. Therefore, such a situation cannot be described as peaceful and stable co-operation, but merely a series of temporary agreements designed to obtain the maximum amount of profit from a specific sector of the market.

Marx writes that capitalism does not always need war to establish its hegemony over markets. Sometimes the specific balance of forces created by the level of development of the productive forces in a given country are sufficient enough to impose the required conditions.

Today, advanced capitalist countries may find it to their advantage to sign commercial treaties between each other. Tomorrow, on the other hand, they may have to wage war with each other in order to capture and secure new markets for themselves. Capitalism is quite happy to use either method, depending on which one suits it best at a particular moment in time.

For this reason it is not only incorrect, but downright reactionary to claim that the concept of "Empire" or "superimperialism" is "dedicated to peace".

This distortion of Marxist ideas does not stop here either, but reappears several times in the writings of Messrs Negri and Hardt. For example, in an interview for the "Mattino" newspaper, Negri says the following in support of his theory that the era of imperialism is dead. He says "there is no exteriority that is conquered and colonised" [vii]. He thus obliterates one of the fundamental points of the analysis of imperialism with a stroke of a pen.

Chapter V and VI, in particular, of Lenin's "Imperialism - the highest stage of capitalism" explain clearly that imperialism and colonialism expanded in parallel during a certain period of capitalism's history. However, after the various imperialist powers had finished carving out the world between them at the beginning of the twentieth century, there was little scope left for further colonial expansion. In other words, Lenin believed that once the whole world had been divided up between the advanced capitalist countries, the struggle between inter-imperialist forces would be to keep control of what they had already conquered.

For example, Germany, which at the beginning of the twentieth century had still not developed its productive forces sufficiently enough, and therefore had a smaller share of the world market than its rivals, would do everything in its power to win new slices of market to the detriment of other states.

Once again, the determining factor in the division of zones of influence between states would be the capacity of a particular imperialist nation to develop to a greater or lesser degree its own productive forces. And once again, regardless of whether this division of zones of influence between countries was peaceful or not, its main motivation would be the quest for the highest level of profit.

Negri's criticism to some extent is based on the writings of Rosa Luxemburg in her book "The accumulation of capital" [viii] which raised the idea of the necessity for pockets of non-capitalistic subsistence to exist, for the development of imperialism. However, it would be a generalisation to claim that this specific theory of Luxemburg represents the wealth of theories concerning imperialism.

The concept of "Empire" not only changes our view of current economic structures but also profoundly changes the concept of military intervention. The authors of "Empire" insist heavily on the changes in what I will call the psychology of military intervention. In his analysis, Negri refers frequently to the French philosopher Foucault [ix] who on many occasions throughout his life dwelt on the various forms of punishment and intervention carried out throughout history.

The limits revealed in the preceding analysis here probably reach their extreme consequences and therefore I will limit myself to quoting one sentence which I believe is symbolic: "the American world policeman acts in the interests of the Empire and not in the interests of imperialism" [x]. The USA is not the head of the Empire, but only a very specific component of the latter, therefore when it acts, whether militarily or economically, it supposedly acts in the interests of the Empire.

At this point, we must ask ourselves where has comrade Toni Negri been for the last few years? What Marxist can consciously state that American interests in the former Yugoslavia were the same as German interests, or for that matter, that Germany's interests were the same as France's? During the whole conflict, the Americans and Europeans clashed frequently with each other over what tactic should be employed to intervene. These disputes were not only over military tactics but were mainly a reflection of the divergent interests of the various national capitalist classes in the former Yugoslavia.

The same goes for Afghanistan today. Who can possibly say that the US has currently the same interests as the other European powers in that country? "Le Monde" recently published an article about the agreements that had been signed between the Americans and the Taliban before September 11, to allow US oil groups in to the country to build a pipeline. In the end, the agreements fell through, but here we have a shining example of US interests diametrically opposed to those of the European powers.

As Ted Grant and Alan Woods [xi] state in their article, the United States have taken on the role of world policeman (for which they are bound to pay the consequences sooner or later). However, the Americans' aim in waging war is to be in the most advantageous position when the spoils are shared out between the victors.

In the capitalist world, there has never been, and probably never will be, a situation in which a world power engages in military conflict only to give up its share of the spoils to the imaginary 'Empire' to which it allegedly belongs.

In conclusion, it is correct to say, as Negri does, that modern society is a truly "globalised" society, that capitalism has reached such a level of expansion that it is able to extend its tentacles into every nook and cranny of the planet. However, at the same time, the limits imposed by the nation state, which are the expression of the various national capitalist classes, cannot be overcome within the capitalist economy itself and represent a massive fetter on the future development of humankind. Today, more than ever before, such a contradiction can only be resolved by the destruction of capitalism, thus creating the conditions for putting an end to borders and the nation-state, and for building the union of workers of all nationalities into a world socialist federation.

The concept of the 'Multitude'
Another argument, which takes up as much space as it is vague, is the idea of 'the multitude'. It is vague because the most surprising thing is that the authors never explain clearly what they mean by the concept of 'the multitude'. A cloud of fog seems to come down every time this issue is discussed. Even at his public appearances, comrade Negri makes no further effort to provide a clearer explanation of the characteristics of this multitude. The authors have skilfully avoided answering the question "what is the multitude?" every time it has been raised in public meetings.

I do not intend to insinuate that the writers themselves are not completely sure of their own theory but I do intend to demonstrate how little focussed and lacking in scientific basis this idea actually is. Marx defined his concept of the working class with extreme clarity in a wealth of different texts and it has nothing in common with the concept of the multitude, which is mentioned on numerous occasions in the pages of "Empire".

In order to provide a little more understanding on what the authors mean by this concept of the multitude, I though it interesting to quote an interview given by Negri shortly after the release of his book in Italy. In this interview, Negri provides a definition of the concept of the multitude, although once again with characteristic haziness: "the multitude" says Negri, " is a class concept, a new version of class...". It implies that the "working classes" are in the minority, at least in traditional or Fordist terms. However, they become the majority, when one factors in those employed in intellectual, immaterial, autonomous and inevitably subordinate work.

Although Negri believes that labour is no less exploited than in the past, he adds that in modern society it is "intelligence" that creates Capital, "[...] the essential is the reproduction of life, and this is more important than the traditional production of goods: genetics, images, information technology, education." Negri explains that "the system has changed because exploitation has changed. Workers' struggles of the Ford era forced the system to change and reinvent itself. Simple work is now no different from complex work, it has become intelligence, just as Marx had predicted" [xii].

In these few lines, in addition to the attempt to link the concept of the multitude to the concept of the working class, Negri and Hardt completely distort several of the most fundamental tenets of Marxist analysis. Their strong desire to remove from the phase of production the possibility of a revolutionary transformation of society is evident. They seek by numerous methods to transform a secondary level of the capitalist system, e.g. the phase of reproduction and consumption, into a level of primary importance. This attempt is not accidental and has a specific political motivation.

The only class able to put an end to the capitalist production process and build a socialist economy is the proletariat and Negri is fully aware of this fact. But by eliminating the importance of the process of production, one also eliminates the importance of the proletariat. Furthermore, by emphasising the importance of the process of reproduction and consumption, revolutionary significance is given not only to the proletariat but also to social classes that are either subordinate to it or even opposed to it. For example, in the "multitude" one finds sectors of the petit bourgeoisie, layers of the proletariat and in some cases, acting as a counterbalance, even sections of big business, all united into one big amorphous mass.

With this sort of reasoning, the authors take the thinking of the Italian "Autonomist Workers" [Autonomia Operaia] movement of the 1970's to new extremes. This movement believed it pointless to carry out a "revolutionary break" within society. Many in the Autonomist Workers' movement believed that simply with continuous strikes and demonstrations, it would be possible to modify the structures of capitalist society so much so that they would be able to achieve socialism.

Only if you believe that it is not necessary to seize power, can you eliminate the importance of social classes and state that they have common interests. Marxists however know full well that the interests of the proletariat will never be those of the bourgeoisie and that the taking of state power in order to establish the dictatorship of the proletariat, the rule of the working class, is and will always be the only way forward.

The passage quoted above also shows how Negri once again tries to refer to Marx. Once more he uses one of the Autonomist Workers movement's favourite themes, i.e. the reference to Marx on machinery [xiii], in which it is alleged that the law of value has disappeared due to the production of intelligence by the proletariat.

In this passage, Negri makes two incorrect statements: firstly, that the industrial proletariat is diminishing; and secondly that according to Marx the law of value is tending to disappear from everything.

According to the latest OECD data, the industrial proletariat worldwide is growing and in any case no Marxist would make the mistake of confining his thinking entirely to that particular sector of the proletariat. The working class is not purely the industrial proletariat, although the latter is of key importance. Marxists must in fact strive to organise the new layers that have emerged from the changes in production itself. For these new layers are still subject to the same old exploitation at the hands of the bosses.

And as far as the passage on machinery by Marx is concerned what Negri says is very questionable. It is not at all clear that what is written is that the law of value is disappearing from everything. If Marx had said so, he would have also said that the capitalist system would collapse under its own weight. However, Marx fought most of his life against such a suggestion. One cannot go so far as to suggest that it is disappearing from everything.

Finally one has to ask whether the organisational method and objective of this multitude is the internationalism that has for so long been cherished by the labour movement. However, the answer provided in the book "Empire" is a very definite "no!" Negri says the following: "Internationalism was the will of an active mass subject that recognised that the nation-states were key agents of capitalist exploitation and that the multitude was continually drafted to fight their senseless wars[...] International solidarity was really a project for the destruction of the nation-state and the construction of a new global community [...] Today we should all clearly recognize that the time of such proletarian internationalism is over" [xiv].

After denying that internationalism can be a modern form of struggle for the proletariat, Negri digs himself into a deeper hole when he uses the example of the mole, which Marx used in his analysis of the cycle of working class struggle in the nineteenth century.

The mole that Marx describes is one that surfaces during periods of heightened class struggle, to return below the surface during calmer periods, not to hibernate but to dig new tunnels so that it can resurface during new periods of struggle. For Negri that mole is now dead.

He replaces the mole with the "snake" and its twisting, meandering movements. Negri says: "Perhaps the incommunicability of struggles, the lack of well-structured, communicating tunnels, is in fact a strength rather than a weakness - a strength because all of the movements are immediately subversive in themselves and do not wait on any sort of external aid or extension to guarantee their effectiveness [xv].

Consequently, the author of "Empire" believes that there is no hope for a movement that started in Argentina to spread to other countries. It would also be impossible for workers in this historical epoch to adopt as their own a battle carried out by other workers in other parts of the world. And in relation to this, he says the following: "in our much celebrated age of communication, struggles have become all but incommunicable" [xvi].

The inaccuracy of this statement has been demonstrated by recent events. In Italy, a labour movement that seemed to be in crisis just a short time ago has revealed itself able to call a mass demonstration and a general strike in 2002. And, while similar events have been unfolding in Greece, Spain, Portugal, the UK and elsewhere, further general strikes of historical significance are now on the agenda.

In Venezuela the workers who came out onto the streets to stop the coup d'état in April 2002 were carrying Cuban and Argentinean flags together with Venezuelan ones. In Uruguay in response to a very grave economic crisis, workers and the unemployed have demonstrated shouting "Argentina!", "Argentina!". Even the trade union bureaucracies, which have been pushed towards the left under the pressure of the workers, are being forced to talk of "internationalism", and in some cases have called general strikes in parallel with other countries. (In Italy there was a regional general strike at the same time as the Spanish general strike).

Although some might say that these examples are not really relevant, we believe that these important signals give a good indication of the current level of class consciousness around the world. Even though it is an inevitable process, workers do not become class conscious immediately. This is why Marx used the analogy of the mole, which is an animal, which, although hidden from view, continues to dig and improve its means of attack.

When we have the streets filling up with demonstrations, and workers becoming more class conscious while struggling in the name of proletarian internationalism which they feel as their own, it is absolutely incorrect to say that the "centre" has disappeared because there is no physical enemy. On the contrary, the workers in Argentina, united with the unemployed, know their enemy very well and are fully aware that the workers striking in Italy, Spain and in the rest of the world are fighting against the same enemy.

We can just give one example. During a recent trip to Europe, Neca, a representative of one of the most militant sections of the Piquetero movement, more than once appealed to the Italian working class and the powerful force that the unity of workers around the world can generate. All this clearly disproves the "incommunicability" of different struggles and on the contrary shows that only the international workers' movement can provide an alternative to capitalism. This is all the more the case now as workers are increasingly reaching the same revolutionary conclusions as they come under the mounting pressure of the ever more sharper contradictions of the capitalist system.

Negri's idea of "Militancy" [political activism]

Negri and Hardt only devote the last paragraph of their book to this theory, although it is probably the part with the most practical consequences and significance. In order to make the importance of this paragraph clear, as well as the large number of concepts outlined in its text, I will have to include a very long extract from the book. I believe that the extract by itself is very revealing as, although the mistaken ideas that I criticised above had a certain logic to them, those pertaining to the theory of 'militancy' have no such logic at all.

Negri writes the following: "In the post-modern era, as the figure of the people dissolves, the militant is the one who best expresses the life of the multitude: the agent of biopolitical production and resistance against Empire [...] When we speak of the militant, we are not thinking of anything like the sad, ascetic agent of the Third International [...] We are thinking of nothing like that and of no one who acts on the basis of duty and discipline, who pretends his or her actions are deduced from an ideal plan [...] Today the militant cannot even pretend to be a representative, even of the fundamental human needs of the exploited. Revolutionary political militancy today, on the contrary, must rediscover what has always been its proper form: not representational but constituent activity.[...] Militants resist imperial command in a creative way. In other words, resistance is linked immediately with a constitutive investment in the biopolitical realm and to the formation of co-operative apparatuses of production and community.[...] There is an ancient legend that might serve to illuminate the future life of communist militancy: that of Saint Francis of Assisi. Consider his work. To denounce the poverty of the multitude he adopted that common condition and discovered there the ontological power of a new society. The communist militant does the same, identifying in the common condition of the multitude its enormous wealth. Francis in opposition to nascent capitalism refused every instrumental discipline, and in opposition to the mortification of the flesh (in poverty and in the constituted order) he posed a joyous life, including all of being and nature [...] Once again in postmodernity we find ourselves in Francis's situation, posing against the misery of power the joy of being. This is a revolution that no power will control - because biopower and communism, co-operation and revolution remain together, in love, simplicity, and also innocence. This is the irrepressible lightness and joy of being communist" [xvii].

Once again it is particularly difficult to find any ideas that bear any relation to classical Marxism in the extract above. For Negri, the militant [activist] becomes an individualist who confronts the capitalist system in a "creative" way and who draws his own revolutionary strength from his or her own very uniqueness and his or her capacity to identify with the conditions of the masses.

On top of this, the hero of this type of militancy is St. Francis of Assisi! In reality, genuine Marxist activists are able to place themselves at the vanguard of the working class, not only because they have won the trust and respect of workers through their ideas but also because they are able to connect with the political consciousness of the working class at a particular given moment and raise it towards the accomplishment of the socialist transformation of society.

These types of activists never act on the basis of their own individuality, but know how to use it by linking it up with the individualities of other activists and put it at the service of the revolution. The political activist is in no way some sort of dour killjoy, but is the driving force of a whole class, the proletariat.

For the activist, being part of the proletariat also means not being afraid to represent it. On the contrary, each day of the activist's life is dedicated to advancing the working class in its quest for the final victory. The Marxist activist's revolutionary duty is to organise and lead, without ever becoming separated from his or her own class.

At this point, let me use the words of one of the greatest revolutionary activists of all time, Lenin. The leader of the Russian Revolution, in a critique of Rosa Luxemburg's conception of party organisation - which he saw as a vanguard based on revolutionary discipline - says the following in "Left-wing communism, an infantile disorder" about how the discipline of the proletariat's revolutionary party can be maintained.

"First, by the class-consciousness of the proletarian vanguard and by its devotion to the revolution, by its tenacity, self-sacrifice and heroism. Second, by its ability to link up, maintain the closest contact, and - if you wish - merge, in certain measure, with the broadest masses of the working people - primarily with the proletariat, but also with the non-proletarian masses of working people. Third, by the correctness of the political leadership exercised by this vanguard, by the correctness of its political strategy and tactics, provided the broad masses have seen, from their own experience, that they are correct." [xviii]

All this has little to do with the ideal kind of activist described in the pages of "Empire". In conclusion, we have a good suggestion for bringing Negri's theory face to face with stark reality. What would happen if Negri's "activist" went to a factory gate, or any other workplace at the beginning of the day's shift, and invited the workers to "have fun" and "disobey", in order to subvert the established order?

We do not claim to know the conditions of every single workplace or factory, but we are certain that in those places that we know and where we often go to give out leaflets and organise campaigns, the level of alienation and fatigue caused by waged labour under the control of the capitalists is very high.

Activists going to workers and proposing to them the type of activity that Negri suggests would be lucky to get away with less than a scratch! Again, once petit-bourgeois theories are confronted with the reality of the situation, they show their completely bankrupt nature.

(January, 2003)

Notes:
[i] Antonio Negri has taught political science at the Universities of Padua and Paris VIII.
[ii] Michael Hardt is a lecturer in the department of literature of Duke University
[iii] Toni Negri, "il vasto impero" (To simplify matters, if the footnote refers to the book "Empire", I only indicate the author's name and the paragraph from which the extract was taken. If other books are cited, I indicate the name of the book as well as its author.)
[iv] Theoretician of the Second International, who distanced himself from the ideas of Marxism towards the end of his life. He finished by lending his support to the actions of the German bourgeoisie and social-democracy.
[v] Karl Kautsky, "Superimperialism"
[vi] Lenin, "Imperialism - highest stage of capitalism"
[vii] Interview given to Corrado Ocone by Toni Negri
[viii] Rosa Luxemburg, "The accumulation of capital".
[ix] French philosopher and author of several books on madness and on the birth of prisons and methods of punishment.
[x] Toni Negri, "Oltre la guerra fredda"
[xi] Ted Grant and Alan Woods, "The new world disorder"
[xii] Interview given to Bruno Gravagnuolo by Toni Negri
[xiii] Karl Marx, "Grundrisse"
[xiv] Toni Negri, "Ritornelli dell'internazionale".
[xv] Toni Negri, "La talpa ed il serpente"
[xvi] Toni Negri, "La talpa ed il serpente"
[xvii] Toni Negri, "Il militante".
[xviii] Lenin, "Left-wing communism - an infantile disorder"
Re: Teoría sin realidad
06 mai 2005
El imperio no existe

Pietro Di Nardo


Las ideas de Toni Negri, expresadas en su libro Imperio (escrito junto a Michael Hardt), se han puesto de moda entre aquellas tendencias que quieren negar la esencia del marxismo y, al mismo tiempo, quieren ponerse las ropas del marxismo. Publicamos una crítica del libro realizada por Pietro Di Nardo. El autor destaca las contradicciones existentes en el pensamiento de Negri y mantiene que el marxismo es tan válido como antes.
Introducción

En 2001 el libro de Toni Negri, Imperio, apareció en las librerías de toda Italia. El autor [i], que fue una figura dirigente del movimiento Autonomia Operaria [Autonomía Obrera] durante los años sesenta y setenta en Italia, hoy, junto a Michael Hardt [ii], es el principal defensor de una teoría que reivindica la muerte de la época imperialista.

El libro, escrito a finales de los años noventa, ya se ha publicado en muchos otros países y ha despertado un alto nivel de interés en círculos académicas de todo el mundo, desencadenando un acalorado debate dentro de la propia izquierda europea.

Sin embargo, mi emoción ante la inminente publicación del libro, rápidamente, se convirtió en desencanto cuando comencé a leer las cuatrocientas páginas del libro. Aunque sin duda desde un punto de vista estilístico está muy bien escrito (su manera lineal de escribir y el uso de metáforas hace que no sea aburrido), básicamente, no dice nada que fundamentalmente no supiéramos ya. Simplemente, pone por escrito una serie de viejas ideas que ya se han debatido dentro del movimiento obrero a lo largo de muchos años. En algunos casos, los autores incluso han conseguido empeorar estas ideas, por otro lado, ideas que se han utilizado reiteradamente para bajar el nivel de comprensión político de la clase obrera (y de este modo paralizarla en momentos cruciales de la historia).

La premisa principal del libro es que la era del "imperialismo" está superada y que ahora vivimos en la era del llamado "imperio". Los autores también hacen varias afirmaciones en su análisis de este "imperio" que se deben tratar si se quiere hacer un análisis acertado del libro.

Por ejemplo, entre otras cosas, dicen que la Ley del Valor ha desaparecido, que la clase obrera ha sido reemplazada por la "multitud" y que el concepto de "activista" político ha cambiado.

Creo que no deberíamos abordar la discusión de estas cuestiones desde el punto de vista de un ejercicio académico abstracto. En la época actual, cada vez es más importante y urgente criticar estas ideas, especialmente en un momento en que de nuevo los trabajadores están comenzando a tensar los músculos en todo el mundo, con manifestaciones y huelgas, o en el caso de Argentina, con genuinos movimientos revolucionarios. Si estas ideas consiguieran ganar la mayoría en la dirección del movimiento obrero internacional, esto significaría que el movimiento estaría firmando su propia sentencia de muerte.

En cada uno de los continentes del planeta, en el próximo período histórico, la clase obrera junto a las otras clases sociales oprimidas, se enfrenta a la tarea de preparar el camino para la revolución socialista mundial. Sin embargo, si no somos capaces de depositar las ideas defendidas por el compañero Negri en el cubo de basura de la historia, donde merecen estar, todos nuestros actos serán en vano. La ausencia del factor subjetivo capaz de dirigir a la clase obrera en Italia, provocaría la derrota del actual movimiento, como ocurrió en los años sesenta y setenta. Por lo tanto, esta es la tarea más urgente de todas, cuando el movimiento ya ha demostrado su carácter explosivo y ha avisado a los empresarios de que busca una alternativa radical al orden establecido.
Imperio contra Imperialismo

Quizás la parte más significativa del libro es donde los autores tratan el concepto de "imperio". Negri y Hardt han intentado demostrar que el sistema capitalista ha ido más allá de la etapa imperialista y ha entrado en una nueva fase que se puede definir como "imperial".

Creo que lo mejor es utilizar las propias palabras de los autores para describir su teoría del "imperio":

"El Imperio sólo puede ser visto como una república universal, una red de estructuras de poder y contrapesos, estructurada en una arquitectura inclusiva e ilimitada. La expansión del Imperio no tiene nada en común con la expansión imperialista, no se basa en estados nacionales inclinados a la conquista, el saqueo, la masacre o la colonización de pueblos en la esclavitud. A diferencia de este imperialismo, el Imperio expande y consolida sus estructuras de poder [...] Finalmente, recordar que las bases del desarrollo y la expansión del Imperio es la búsqueda de la paz". [iii]

La "gran idea" de Negri es la "red global de distribución de poder", que es una estructura horizontal de dominio capitalista en la cual, debido a la completa eliminación del "centro", se ha creado una nueva forma de explotación de "la multitud". Los autores creen que en lugar de luchar entre sí, los distintos países imperialistas ahora están en un período en el cual interactúan mutuamente dentro del Imperio y en sus intereses, la búsqueda de la paz.

Esta clase de pensamiento es similar en muchos sentidos al desarrollado por el "renegado Kautsky" [iv] quien, en contraste con las ideas de Lenin, inventó la teoría del "super-imperialismo", que se puede resumir en las propias palabras de Kautsky:

"Desde un punto de vista puramente económico, no es imposible que el capitalismo entre ahora en una nueva fase, una fase caracterizada por la transferencia de métodos de trust a la política internacional, una clase de super- imperialismo. En lugar de luchar mutuamente, los imperialismos de todo el mundo se unirían y entraríamos en una época menos bélica bajo un régimen capitalista, en la cual, los países imperialistas podrían dedicarse a la explotación colectiva del mundo en nombre de una coalición del capital financiero internacional". [v]

Como podemos ver, ambos hacen referencia a una estructura de poder global donde dejarían de existir los conflictos entre los distintos países imperialistas. Sin embargo, Negri es plenamente consciente de esta disputa entre Lenin y Kautsky y va un paso más allá al decir que en realidad:

"Lenin estaba de acuerdo con el argumento básico de Kautsky según el cual, el desarrollo capitalista contiene dentro de sí una tendencia creciente hacia la cooperación internacional entre los distintos capitales financieros nacionales y que, probablemente, crearía una única organización global. Sin embargo, Lenin estuvo enérgicamente en contra de los esfuerzos de Kautsky de utilizar esta perspectiva para justificar su previsión de un futuro de paz y negar la dinámica de la situación contemporánea".

Ante esta distorsión de la teoría de Lenin, los autores de Imperio intentan defenderse de las acusaciones de revisionismo e intentan desarrollar sus ideas marxistas. En realidad, Lenin dijo algo muy diferente sobre la creación de un trust económico mundial. Lenin, en El imperialismo: la fase superior del capitalismo [vi], afirma claramente que aunque las distintas potencias imperialistas son capaces de llegar a acuerdos ente sí a escala mundial, estos acuerdos son sólo temporales y reflejan solamente la correlación de fuerzas existente entre los diferentes países imperialistas en un momento determinado.

Entonces, resulta obvio que si esta correlación de fuerzas cambia, también cambiarán los acuerdos. Por lo tanto, esta situación no se puede describir como una cooperación pacífica y estable, sino simplemente como una serie de acuerdos temporales destinados a obtener el máximo beneficio de un sector específico del mercado.

Marx escribe que el capitalismo no siempre necesita la guerra para establecer su hegemonía sobre los mercados. Algunas veces, la correlación de fuerzas específica creada por el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en un país determinado, es suficiente para imponer las condiciones requeridas.

Hoy, los países capitalistas desarrollados pueden conseguir ventajas con la firma de tratados comerciales entre sí. Mañana, pueden necesitar una guerra para capturar y asegurarse nuevos mercados. Al capitalismo le vale cualquiera de los dos métodos, todo depende de cual se adecua mejor al momento en particular.

Por esta razón no sólo es incorrecto, también es reaccionario defender que el concepto de "imperio" o "super-imperialismo" está "dedicado a la paz".

Esta distorsión de las ideas marxistas no acaba aquí, reaparece varias veces en los escritos de Negri y Hardt. Por ejemplo, en una entrevista en el periódico Mattino , Negri dice lo siguiente para apoyar su teoría de que se ha superado la época del imperialismo. "No hay exterioridad que esté conquistada o colonizada". [vii] De esta forma, borra de un plumazo uno de los puntos fundamentales del análisis del imperialismo.

Lenin explica claramente en El imperialismo: fase superior del capitalismo, particularmente en los capítulos V y VI, que el imperialismo y el colonialismo se expandieron en paralelo durante un período determinado de la historia del capitalismo. Sin embargo, después de que las distintas potencias imperialistas terminaran de repartirse el mundo entre sí, a principios del siglo XX, quedó poco margen para una nueva expansión colonial. En otras palabras, Lenin creía que una vez el mundo estaba dividido entre los países capitalistas desarrollados, la lucha entre las fuerzas inter- imperialistas sería la que mantendría el control de lo que ellas ya habían conquistado.

Por ejemplo, Alemania, que a principios del siglo XX todavía no había desarrollado lo suficiente sus fuerzas productivas y, por lo tanto, tenía una parte más pequeña del mercado mundial que sus rivales, haría todo lo que estaba en su poder para conseguir nuevos pedazos del mercado en detrimento de los otros estados.

Una vez más, el factor determinante en la división de zonas de influencia entre los estados, sería la capacidad de una nación imperialista en particular de desarrollar, en mayor o menor grado, sus propias fuerzas productivas. Y una vez más, independientemente, de si esta división de zonas de influencia entre los países era pacífica o no, su motivación principal sería la búsqueda del mayor nivel de beneficios.

La crítica de Negri, en cierto modo, está basada en el libro de Rosa Luxemburgo, La acumulación de capital, [viii] donde ella defendía la idea de la necesidad de la existencia para el desarrollo del imperialismo de una subsistencia no capitalista. Sin embargo, sería una generalización pretender que esta teoría específica de Luxemburgo representa la riqueza de las teorías relacionadas con el imperialismo.

El concepto de "imperio" no sólo cambia nuestra visión de las actuales estructuras económicas, también cambia profundamente el concepto de intervención militar. Los autores de Imperio insisten profundamente en los cambios en lo que llamaré la psicología de la intervención militar. En su análisis, Negri hace referencia frecuentemente al filósofo francés Foucault [ix], quien en muchas ocasiones a lo largo de su vida trató las diferentes formas de castigo e intervención aplicadas a través de la historia.

Los límites revelados en el análisis precedente aquí, probablemente, alcanzan sus consecuencias extremas y, por lo tanto, me limitaré a citar una frase que creo es simbólica: "el policía mundial estadounidense actúa en interés del Imperio y no en los intereses del imperialismo" [x]. EEUU no es la cabeza del Imperio, sólo es un componente muy específico del último, por lo tanto, cuando actúa, sea militar o económicamente, lo hace, supuestamente, en interés del Imperio.

Llegados a este punto debemos preguntarnos ¿dónde ha estado el compañero Toni Negri durante estos últimos años? ¿Qué marxista puede afirmar conscientemente que los intereses estadounidenses en la antigua Yugoslavia eran los mismos que los intereses alemanes? ¿Acaso los intereses alemanes eran los mismos que los intereses franceses? Durante todo el conflicto, los estadounidenses y los europeos se enfrentaron entre sí frecuentemente con relación a las tácticas que se deberían emplear en la intervención. Estos enfrentamientos no sólo se produjeron por las tácticas militares, también, principalmente, eran un reflejo de los intereses divergentes de las distintas clases capitalistas nacionales en la antigua Yugoslavia.

Los mismo ocurre hoy en Afganistán. ¿Quién puede decir que EEUU tiene los mismos intereses que las demás potencias europeas en ese país? Le Monde, recientemente publicó un artículo sobre los acuerdos firmados entre los estadounidenses y los talibanes antes del 11 de septiembre, para permitir que las petroleras estadounidenses construyeran un oleoducto en el país. Al final, los acuerdos fracasaron, pero aquí tenemos un ejemplo ilustrativo de que los intereses estadounidenses son diametralmente opuestos a los intereses de las potencias europeas.

Como señalan Ted Grant y Alan Woods [xi] en su artículo, EEUU ha adoptado el papel de policía mundial (por el cual tarde o temprano pagará las consecuencias). Sin embargo, el objetivo de los estadounidenses en la guerra es conseguir la posición más ventajosa para el momento en que haya que repartir el botín entre los vencedores.

En el mundo capitalista, no ha habido, ni probablemente habrá, una situación en la cual una potencia mundial emprenda un conflicto militar sólo para conseguir su parte del botín para el imaginario "imperio" al que supuestamente pertenece.

En conclusión, es correcto decir, como hace Negri, que la sociedad moderna es una sociedad realmente "globalizada", que el capitalismo ha alcanzado tal nivel de expansión que es capaz de extender sus tentáculos a cada rincón y grieta del planeta.

Sin embargo, al mismo tiempo, los límites impuestos por el estado nacional, que son la expresión de las distintas clases capitalistas nacionales, no se pueden superar dentro de la propia economía capitalista y representa un inmenso freno para el futuro desarrollo de la humanidad. Hoy, más que nunca antes, esta contradicción sólo se puede resolver con la destrucción del capitalismo, creando las condiciones para poner fin a las fornetras y al estado nacional, y con la unión de los trabajadores de todas las nacionalidades en una federación socialista mundial.
El concepto de "multitud"

Otro argumento, que absorbe tanto espacio como imprecisión tiene, es la idea de "la multitud". Es imprecisa por que lo más sorprendente es que los autores nunca han explicado claramente que quieren decir con el concepto de "la multitud". Cada vez que se ha discutido esta cuestión ha quedado cubierta con una nube de niebla. Incluso en sus apariciones públicas, el compañero Negri, no hace ningún esfuerzo por proporcionar una explicación más clara de las características de esta multitud. Los autores han evitado hábilmente responder a la cuestión de "¿qué es la multitud?" cada vez que se les ha preguntado en actos públicos.

No pretendo insinuar que los propios escritores no están completamente seguros de su propia teoría, pero si intento demostrar la escasa claridad y la ausencia de bases científicas que realmente tiene esta idea. Marx definió con extrema claridad su concepto de la clase obrera en diferentes textos y no tiene nada en común con el concepto de la multitud, que se menciona en numerosas ocasiones en las páginas de Imperio.

Para proporcionar un poco más de entendimiento sobre lo que quieren decir los autores con este concepto de la multitud, creo que es interesante citar una entrevista concedida por Negri poco después de la publicación de su libro en Italia. En esta entrevista Negri da una definición del concepto de la multitud, aunque una vez más se caracteriza por la vaguedad: "La multitud", dice Negri, "es un concepto de clase, una nueva versión de clase...". Eso implica que las "clases trabajadoras" están en minoría, al menos en los términos tradicionales o fordistas. Sin embargo, se convierten en mayoría, cuando uno de los factores es empleado en el trabajo intelectual, inmaterial, autónomo e inevitablemente subordinado.

Aunque Negri cree que el trabajo no está menos explotado que en el pasado, añade que en la sociedad moderna es la "inteligencia" la que crea Capital: "[...] lo esencial es la producción de la vida, y esto es más importante que la producción tradicional de mercancías: genética, imágenes, tecnología de la información, educación". Negri explica que "el sistema ha cambiado por la explotación ha cambiado. Las luchas de los trabajadores en la era Ford obligaban al sistema a cambiar y a reinventarse. El trabajo simple ahora es una forma compleja diferente de trabajo, se ha convertido en inteligencia, como Marx había previsto" [xii].

En estas pocas líneas, además de intentar vincular el concepto de multitud al concepto de la clase obrera, Negri y Hardt distorsionan completamente varias de los principios fundamentales del análisis marxista. Es evidente su gran deseo de eliminar de la fase de producción la posibilidad de una transformación revolucionaria de la sociedad. Buscan a través de numerosos métodos transformar un segundo nivel del sistema capitalista, es decir, la fase de producción y consumo, y situarlo en nivel de importancia primaria. Este intento no es casual y tiene una motivación política específica.

La única clase capaz de poner fin al proceso de producción capitalista y construir una economía socialista es el proletariado, y Negri es plenamente consciente de este hecho. Al eliminar la importancia del proceso de producción, también elimina la importancia del proletariado. Además, al insistir en la importancia del proceso de reproducción y consumo, se le da significado revolucionario no sólo al proletariado, también a las clases sociales que están subordinadas o incluso opuestas a este proceso. Por ejemplo, en "la multitud" se encuentran sectores de la pequeña burguesía, capas del proletariado y en algunos casos, actuando como un contrapeso, incluso sectores de las grandes empresas, todas unidas en una gran masa amorfa.

Con esta clase de razonamiento, los autores llevan a nuevos extremos el pensamiento del movimiento Autonomía Obrera de los años setenta. Este movimiento creía en el sin sentido de llevar a cabo una "ruptura revolucionaria" dentro de la sociedad. Muchos en el movimiento Autonomía Obrera creían que simplemente con continuas huelgas y manifestaciones, sería posible modificar las estructuras de la sociedad capitalista tanto que así sería capaces de conseguir el socialismo.

Sólo si crees que no es necesario tomar el poder, puedes eliminar la importancia de las clases sociales y afirmar que tienen intereses comunes. Los marxistas sabemos muy bien que los intereses del proletariado nunca serán los de la burguesía, y que la toma del poder estatal para establecer la dictadura del proletariado, el gobierno de la clase obrera, es y será siempre el único camino hacia delante.

El pasaje citado arriba también demuestra cómo Negri intenta una vez más referirse a Marx. Una vez más, utiliza uno de los temas favoritos de Autonomía Obrera, es decir, la referencia a Marx sobre la maquinaria [xiii], en la cual, se supone que la ley del valor ha desaparecido debido a la producción de inteligencia por el proletariado.

En este pasaje, Negri hace dos afirmaciones incorrectas: en primer lugar, que el proletariado industrial está disminuyendo; y en segundo lugar, que de acuerdo con Marx, la ley del valor tiende a desaparecer del todo.

Según los últimos datos de la OCDE, el proletariado industrial en el mundo está creciendo, y en cualquier caso, ninguna marxista puede cometer el error de limitar su pensamiento a ese sector particular del proletariado. La clase obrera no es simplemente el proletariado industrial, aunque este último tiene una importancia clave.

Los marxistas deben esforzarse en organizar a las nuevas capas que han surgido de los cambios de la propia producción. Estas nuevas capas también están sometidas a la misma vieja explotación por parte de los empresarios.

Y en cuanto al pasaje sobre la maquinaria de Marx al que hace referencia Negri, es también muy cuestionable. No está en absoluto claro que en él diga que la ley del valor está desapareciendo del todo. Si Marx hubiera dicho eso, también habría dicho que el sistema capitalista colapsaría por su propio peso. Sin embargo, Marx luchó la mayor parte de su vida contra esta idea. No se puede llegar tan lejos como a sugerir que está desapareciendo del todo.

Finalmente, hay que preguntar si el método organizativo y el objetivo de esta multitud es el internacionalismo que durante tanto tiempo ha caracterizado al movimiento obrero. La respuesta que da el libro Imperio es muy clara: ¡no! Negri dice lo siguiente: "El internacionalismo era el testamento de una masa activa sujeta que reconocía que los estados nacionales eran agentes clave de la explotación capitalista y que la multitud era continuamente arrastrada a luchar sus guerras sin sentido [...] La solidaridad internacional realmente era un proyecto para la destrucción del estado nacional y la construcción de una nueva comunidad global [...] Hoy deberíamos reconocer claramente que ha pasado ya el tiempo del internacionalismo proletariado". [xiv]

Después de negar que internacionalismo puede ser una forma moderna de lucha para el proletariado, Negri se hunde él mismo en un agujero profundo, cuando utiliza el ejemplo del topo, que Marx utilizó en su análisis del ciclo de la lucha de la clase obrera en el siglo XIX.

El topo que Marx describe es uno que sale a la superficie durante período de aumento de la lucha de clases, para regresar bajo la superficie en los períodos de calma, no para hibernar, sino para cavar más túneles y así poder resurgir durante nuevos períodos de lucha. Para Negri ese topo ha muerto:

Sustituye al topo con la "serpiente" y sus movimientos retorcidos y serpenteantes.

Negri dice lo siguiente: "Quizá la incomunicabilidad de las luchas, la ausencia de túneles de comunicación bien estructurados, es en realidad más una fortaleza que una debilidad, una fortaleza porque todos los movimientos son, en sí mismos, inmediatamente subversivos y no esperan ninguna clase de ayuda externa o extensión para garantizar su efectividad". [xv]

Consecuentemente, el autor de Imperio cree que no existe la esperanza de que el movimiento que comenzó en Argentina se extienda a otros países. Sería también imposible para los trabajadores, en esta época histórica, adoptar como propia la batalla que están llevando a cabo otros trabajadores en otras zonas del mundo. Y con relación a esto, dice lo siguiente: "en nuestra muy celebrada era de la comunicación, las luchas se han hecho casi incomunicables". [xvi]

La inexactitud de esta afirmación ha quedado demostrada por los recientes acontecimientos. En Italia, el movimiento obrero que parecía en crisis hace muy poco tiempo, demostró ser capaz de convocar una manifestación de masas y una huelga general en 2002. Y al mismo tiempo, se producían acontecimientos similares en Grecia, España, Portugal, Gran Bretaña y otras partes, además hoy en el orden del día hay huelgas generales con un significado histórico.

En Venezuela, los trabajadores que salieron a las calles para frenar el golpe de estado en abril de 2002, llevaban banderas cubanas y argentinas junto a las venezolanas. En Uruguay, en respuesta a la grave crisis económica, los trabajadores y los parados se manifestaron al grito de "¡Argentina! ¡Argentina!" Incluso las burocracias sindicales, que se han visto obligadas a girar a la izquierda bajo la presión de los trabajadores, se ven obligadas a hablar de "internacionalismo", y en algunos casos, han convocado huelgas generales en paralelo a otros países. (En Italia hubo una huelga general regional al mismo tiempo que había una huelga general en España).

Aunque se pudiera decir que estos ejemplos no son realmente relevantes, creemos que estas señales importantes son una buena muestra del nivel actual de la conciencia de clase en todo el mundo. Incluso aunque es un proceso inevitable, los trabajadores no se convierten inmediatamente en una clase consciente. Por eso Marx utilizó la analogía del topo, que es un animal, que, aunque oculto, continua cavando y mejorando sus medios de ataque.

Cuando tenemos las calles llenas de manifestaciones y los trabajadores cada vez más convertidos en una clase consciente, mientras que luchan en nombre del internacionalismo proletario que sienten como propio, es absolutamente incorrecto decir que el "centro" ha desaparecido porque no hay un enemigo físico. Todo lo contrario, los trabajadores en Argentina, unidos con los parados, saben muy bien quien es su enemigo y son completamente conscientes de que los trabajadores en huelga en Italia, España y el resto del mundo, están luchando contra el mismo enemigo.

Sólo daremos un ejemplo. Durante un reciente viaje a Europa, Neca, una representante de uno de los sectores más militante del movimiento piquetero, más de una vez apeló a la clase obrera italiana y a la fuerza poderosa que podía generar la unidad de los trabajadores alrededor del mundo. Todo esto refuta claramente la "incomunicabilidad" de las diferentes luchas y demuestra lo contrario, que sólo el movimiento internacional de los trabajadores puede ofrecer una alternativa al capitalismo. Todo esto está más claro ahora, cuando los trabajadores están sacando conclusiones revolucionarios en la medida que aumenta la presión de las cada vez más profundas contradicciones del sistema capitalista.
La idea de "militancia" de Negri [activismo político]

Negri y Hardt dedican el último párrafo de su libro a esta cuestión, aunque probablemente es la parte con mayor significado y consecuencias prácticas. Para dejar clara la importancia de este párrafo, así como la gran cantidad de conceptos utilizados en el texto, tendré que incluir un extracto largo del libro. Creo que el extracto por sí mismo es muy relevante, aunque las ideas incorrectas que critiqué anteriormente tenían una cierta lógica, las relacionadas con la teoría de la "militancia" no tienen ninguna lógica.

Negri escribe lo siguiente: "En la era post-moderna, cuando se disuelve la figura del pueblo, el militante es la que mejor expresa la vida de la multitud: el agente de la producción biopolítica y la resistencia contra el Imperio [...] Cuando hablamos del militante, no estamos pensando en algo como el agente triste y ascético de la Tercera Internacional [...] No estamos pensando en alguien que actúa sobre la base del deber y la disciplina, quien pretende que sus acciones están deducidas de un plan ideal [...] Hoy el militante no puede siquiera pretender ser un representante, ni incluso de las necesidades fundamentales del explotado. Todo lo contrario, hoy, la militancia política revolucionaria debe redescubrir lo que siempre ha sido su forma apropiada: la actividad constituyente no la figurativa. [...] Los militantes resisten el dominio imperial de una forma creativa. En otras palabras, la resistencia está inmediatamente vinculada a la inversión constituyente en la esfera biopolítica y a la formación de aparatos cooperativos de producción y comunitarios. [...] Hay una leyenda antigua que podría servir para ilustrar la vida futura de la militancia comunista: la de San Francisco de Asís. Examinar su trabajo. Al denunciar la pobreza de la multitud adoptó la condición común y descubrió el poder ontológico de la nueva sociedad. El militante comunista hace lo mismo, identificando en la condición común de la multitud, su enorme riqueza. San Francisco, en oposición al naciente capitalismo, rechazó toda disciplina instrumental, y en oposición a la mortificación de la carne (en la pobreza y en el orden constituyente), propuso una vida gozosa, incluyendo todo el ser y la naturaleza [...] Una vez más, en la post-modernidad, nos encontramos en la situación de San Francisco, contraponiendo a la miseria del poder, el goce del ser. Esta s una revolución que ningún poder controlará, porque el biopoder y el comunismo, la cooperación y la revolución, permanecen juntas, en el amor, la simplicidad y también la inocencia. Esta es la claridad incontenible y el goce de ser comunista". [xvii]

Una vez más, en este párrafo, es particularmente difícil encontrar ideas que guarden relación con el marxismo clásico. Para Negri, el militante [activista] se convierte en un individualista que se enfrenta al sistema capitalista de una forma "creativa" y que extrae su propia fuerza revolucionaria de su propia unicidad y de su capacidad para identificar las condiciones de las masas.

Pero sobre todo, ¡el héroe de este tipo de militancia es San Francisco de Asís! La realidad es que los verdaderos activistas marxistas, son capaces de situarse a la vanguardia de la clase obrera, no sólo porque han ganado la confianza y el respeto de los trabajadores a través de sus ideas, también porque son capaces de conectar con la conciencia política de la clase obrera en un momento dado particular y elevarla para la realización de la transformación socialista de la sociedad.

Esta clase de activistas nunca actúan basándose en su propia individualidad, saben como utilizarla para vincularla con las individualidades de los otros activistas y ponerla al servicio de la revolución. El activista político no es un aguafiestas, es la fuerza motriz de una clase, el proletariado.

Para el activista, ser parte del proletariado también significa no tener miedo a representarlo. Todo lo contrario, cada día de la vida del activista está dedicado a hacer avanzar a la clase obrera en su conquista de la victoria final. El deber revolucionario de un activista marxista es organizar y dirigir, sin separarse de su propia clase.

En este punto, permitidme utilizar las palabras de uno de los mayores activistas revolucionarios de todos los tiempos, Lenin. El líder de la Revolución Rusa, en una crítica a la concepción del partido de Rosa Luxemburgo ¾que él veía como una vanguardia basada en la disciplina revolucionaria¾, dice lo siguiente en el libro, El izquierdismo, la enfermedad infantil del comunismo, sobre como se debe mantener la disciplina en el partido revolucionario del proletariado:

"En primer lugar, por la conciencia de clase de la vanguardia proletaria y por su dedicación a la revolución, por su tenacidad, autosacrifico y heroísmo. En segundo lugar, por su capacidad de vincular, mantener el contacto más estrecho y ¾si lo deseas¾ fusionarse, en cierta medida, con las más amplias masas de la clase obrera, primeramente, con el proletariado, pero también con las masas no proletarias de la clase obrera. En tercer lugar, por la corrección de la dirección política ejercida por esta vanguardia, por la corrección de su estrategia y táctica políticas, probando ante las masas, a partir de su propia experiencia , que están en lo correcto". [xviii]

Todo esto tiene poco que ver con el activista ideal descrito en las páginas de Imperio. En conclusión, tenemos que dar una buena sugerencia, y es que la teoría de Negri tiene que enfrentarse cara a cara con la realidad. ¿Qué ocurriría si el "activista" de Negri fuera a las puertas de una fábrica, o a cualquier otro centro de trabajo, cuando empieza el turno de mañana e invitara a los trabajadores a "pasárselo bien" y "desobedecer" para subvertir el orden establecido?

No pretendemos conocer las condiciones de cada uno de los centros de trabajo o fábrica, pero lo que sí podemos decir es que en aquellos centros de trabajo que conocemos y donde hemos ido a menudo con nuestros panfletos y organizado campañas, el nivel de alienación y fatiga provocado por el trabajo, es muy elevado.

Si los activistas van a los trabajadores y les proponen el tipo de actividad que Negri sugiere, tendrían suerte en salir con menos de un rasguño. Una vez más, las teorías pequeño burguesas se enfrentan a la realidad de la situación, y demuestran la total bancarrota de su naturaleza.

(Enero 2003)
Traducción de "El Militante"


Notas [i] Antonio Negri ha enseñado ciencia política en las universidades de Padua y París VIII.

[ii] Michael Hardt es profesor del departamento de literatura de la Universidad Duke.

[iii] Toni Negri, "il vasto impero" .

[iv] Teórico de la Segunda Internacional que se distanció de las ideas del marxismo al final de su vida. Acabó apoyando las acciones de la burguesía y socialdemocracia alemanas.

[v] Karl Kautsky. Superimperialism.

[vi] Lenin. El imperialismo fase superior del capitalismo.

[vii] Entrevista con Corrado Ocone por Toni Negri.

[viii] Rose Luxemburgo. La acumulación de capital.

[ix] Filósofo francés y autor de varios libros sobre la locura y el surgimiento de las prisiones y los métodos de castigo.

[x] Toni Negri. Oltre la guerra fredda.

[xi] Ted Grant y Alan Woods. El nuevo desorden mundial.

[xii] Entrevista concedida por Toni Negri a Bruno Gravagnuolo.

[xiii] Carlos Marx. Grundisse.

[xiv] Toni Negri. Ritornelli dell'internazionale.

[xv] Toni Negri. La talpa ed il serpente.

[xvi] Toni Negri. La talpa ed il serpente.

[xvii] Toni Negri. Il militante.

[xviii] Lenin. El izquierdismo, la enfermedad infantil del comunismo.
Re: Teoría sin realidad
06 mai 2005
"Después de leer "Imperio" no sorprende que los críticos de Time y del New York Times hayan aplaudido el libro. "Imperio", alineado con la teoría de la tontería global generalizada, argumenta que la globalización es un movimiento progresista en la historia, al abolirse el imperialismo por decreto intelectual y al encarnarse las alternativas sistémicas en una multitud amorfa que carece de cualquiera de las herramientas de análisis y de organización política que se identificaban con las luchas revolucionarias contemporáneas. La mención en el libro de citas embalsamadas provenientes de un ejército aplastante de pensadores, provee el boato formal para una celebración del constitucionalismo estadounidense -en una época en el que sus dirigentes están bombardeando Afganistán para devolverlo a la Edad de Piedra, después de enviar a Irak y a Yugoslavia a la Edad de Hierro-. "Imperio" es una síntesis generalizada de las banalidades intelectuales sobre la globalización, el postmodernismo, el posmarxismo, unidos todos por una serie de argumentos y suposiciones no fundamentados que violan seriamente las realidades económicas e históricas. La tesis del postimperialismo de "Imperio" no es novedosa, no es una gran teoría y explica poco del mundo real. Más bien es un ejercicio verboso vacío de inteligencia crítica."

James Petras
IMPERIO CON IMPERIALISMO
James Petras

Traducción para Rebelión: Germán Leyens

http://www.iade.org.ar/iade/Dossiers/imperio/3.9.html
Re: Teoría sin realidad
06 mai 2005
Las mistificaciones de ''Imperio''

CHRISTIAN CASTILLO

La publicación en español de "Imperio" de Antonio Negri y Michael Hardt ha tenido en nuestro país una importante repercusión, repitiendo lo sucedido en ocasión de su lanzamiento original en el año 2000 en EE.UU. y distintos países europeos. Se publicaron varias notas y debates en los suplementos culturales de los diarios de mayor tirada y en las universidades se han formado grupos de estudio sobre sus trabajos. A su vez, algunas tesis de Negri son sostenidas por activistas de las asambleas populares y de los movimientos de desocupados. "Imperio" fue escrito entre la guerra del Golfo en 1991 y la guerra de los Balcanes en 1999, es decir, en momentos en que aún no había surgido el llamado "movimiento antiglobalización", que se desarrolló a partir de las manifestaciones de Seattle en diciembre de 1999. Negri y sus tesis se transformaron en uno de los referentes centrales de vastos sectores que se referencian en dicho movimiento, que tuvo su punto culminante en las multitudinarias movilizaciones de Génova el año pasado. La Cátedra Libre "Karl Marx" ha dedicado este cuatrimestre a polemizar desde el marxismo revolucionario con las tesis centrales de "Imperio".

Más de 200 asistentes participan todos los jueves de las clases y debates, que son coordinados por Christian Castillo, docente de la Facultad de Ciencias Sociales y dirigente del PTS, que ha sintetizado algunos de los temas desarrollados. En la Universidad de La Plata 150 participantes asistieron a la cátedra de Jorge Sanmartino. Próximamente comenzarán en Rosario y Córdoba.


IMPERIO O IMPERIALISMO

Negri y Hardt definen que "Durante las últimas décadas, mientras los regímenes coloniales eran derrocados, y luego, precipitadamente, tras el colapso final de las barreras soviéticas al mercado mundial, hemos sido testigos de una irresistible e irreversible globalización de los intercambios económicos y culturales. Junto con el mercado global y los circuitos globales de producción ha emergido un nuevo orden, una nueva lógica y estructura de mando –en suma, una nueva forma de soberanía. El Imperio es el sujeto político que regula efectivamente estos cambios globales, el poder soberano que gobierna el mundo." El advenimiento del Imperio significa el fin del imperialismo: "Por Imperio ... entendemos algo diferente de imperialismo (...) En contraste con el imperialismo, el Imperio no establece centro territorial de poder, y no se basa en fronteras fijas o barreras. Es un aparato de mando descentrado y deterritorializado que incorpora progresivamente a todo el reino global dentro de sus fronteras abiertas y expansivas... Los diferentes colores del mapa imperialista del mundo se han unido y fundido en el arcoiris imperialista global". El problema con la definición de Imperio no estriba en plantear que la fisonomía del imperialismo se ha modificado respecto a principios del siglo XX, cuando el concepto fue acuñado por los marxistas. Es evidente que distintos rasgos característicos de la dominación imperialista de aquél entonces se han transformado y que con la mera repetición de lo dicho por Lenin o Luxemburgo al respecto no se puede comprender la realidad que nos rodea. Pero Negri y Hardt fallan en dar cuenta de estas transformaciones. Si alguno de los aspectos que señalan como propios del Imperio (como la agonía de los estados nacionales) no tienen verificación empírica alguna, otros rasgos no son características recientes sino que fueron propios de la dominación imperialista de toda la posguerra, como el reemplazo de la dominación colonial directa por formas semicoloniales y dependientes de sujeción o el surgimiento de organismos multilaterales que auxiliaban en su dominio a las potencias hegemónicas. Todo esto fue característico de las formas que tomó el liderazgo imperialista estadounidense en la segunda mitad del siglo XX, algunas de las cuales se acentuaron y tuvieron renovada importancia en la década de los '90, cuando la caída de la Unión Soviética obligó a Estados Unidos a jugar el papel de "gendarme mundial".

Esta mayor intervención norteamericana en los conflictos internacionales fue realizada bajo la cobertura de organismos "multilaterales" en los que Estados Unidos siempre tiene la influencia decisiva. La ONU y la OTAN jugaron ese rol dando "colchón" político y financiamiento económico a las intervenciones militares realizadas para garantizar el orden imperialista bajo excusas "humanitarias". Por su parte, organismos como el FMI o el Banco Mundial jugaron ese mismo papel en la imposición de las políticas del llamado "Consenso de Washington" - privatizaciones, apertura comercial ilimitada, flexibilización laboral. De esta situación, Negri y Hardt deducen erróneamente que "el imperialismo ha caducado", y que ha nacido una "nueva forma de soberanía que va más allá del estado nación", que estaría basada en la defensa de "valores trascendentales". Incluso afirman que "los Estados Unidos no pueden, e, incluso, ningún Estado-nación puede hoy, constituir el centro de un proyecto imperialista. El imperialismo ha concluído. Ninguna nación será líder mundial, del modo que lo fueron las naciones modernas europeas". La confusión entre forma y contenido no es gratuita: redunda en un enorme embellecimiento del papel jugado por el imperialismo estadounidense en la historia contemporánea y en no comprender que "multilateralismo" y "unilateralismo", "aislacionismo" e "internacionalismo", apelación a "valores universales" y "defensa del interés nacional" son formas que han coexistido en combinación diversa en la política "imperial (ista)" norteamericana.


¿DESTERRITORIALIZACIÓN DEL PODER?

La idea que el poder se ha desterritorializado es otro de los elementos centrales que caracteriza al Imperio. Pero, ¿es cierto que algo así ha ocurrido en los últimos años? En realidad lo que hemos visto en la última década es una reconcentración del poder imperialista, a costa de los pueblos oprimidos del planeta. Un estudio reciente en el Financial Times (del 10-05-2002), que analiza a las 500 mayores compañías del mundo basadas en valor, país y sector, muestra que casi un 48% de las mayores compañías y bancos en el mundo son de los EE.UU., un 30% son de la Unión Europea y sólo 10% son japoneses. En otras palabras, casi 90% de las mayores corporaciones que dominan la industria, la banca, y los negocios son estadounidenses, europeas o japonesas. Sólo un 1%, 3 empresas sobre 500, pertenecen a los llamados "tigres asiáticos". Es decir, que lejos de estar "desterritorializado" el poder económico mundial está concentrado en esta "tríada" imperialista, en la que EE.UU. juega el papel dominante, siendo las finanzas, la farmacéutica y biotecnología, tecnologías de la información y el software, y en el comercio las áreas donde las corporaciones norteamericanas tienen mayor control.

La concentración de la fuerza militar también es una clara muestra de lo absurdo de esta tesis: EE.UU. concentra el 40% de todos los gastos de defensa del mundo (276.700 millones de dólares, un 3,2% de su PBI en el 2001 contra 180.000 millones de la Unión Europea tomada en su conjunto, un 2,1% de su PBI, y apenas 46.000 millones de Japón, que gasta en defensa sólo el 1% del PBI). Y estas cifras se han visto aumentadas con la guerra en Afganistán.

Sin embargo, señalar esta reconcentración del poder imperialista por parte de Estados Unidos en la década del '90 no debe llevar a falsas conclusiones sobre las perspectivas de los próximos años. Su abrumador dominio militar no impidió los atentados del 11 de septiembre, mostrando una vulnerabilidad extrema de la "hiperpotencia" americana. Su economía estuvo en recesión todo el 2001 y aunque se ha recuperado a comienzos de este año ningún analista cree que esta mejora pueda ser sostenida debido a los signos negativos mostrados por las ganancias de las corporaciones. A su vez, lejos de la armónica "integración de las economías" que describían los teóricos de la globalización, y de la tesis de Negri de que el Imperio eliminaría las contradicciones interimperialistas, la competencia entre los bloques imperialistas se está haciendo más dura, como expresan las crecientes medidas proteccionistas aplicadas tanto por Estados Unidos como por la Unión Europea, y regiones económicas enteras que fueron atractivas para la inversión capitalista en los '90 hoy se debaten en la crisis, como vivimos en carne propia en el "área Mercosur". Conflictos interestatales entre potencias regionales (como el de la India y Pakistán) amenazan transformarse en guerras abiertas que desestabilicen la situación política internacional. Y en las masas del mundo crece un sentimiento antinorteamericano –del mundo árabe y musulmán a latinoamérica-, que preocupa a los estrategas imperialistas más lúcidos que ven que hay millones que no comparten la visión de Negri sobre la ausencia de un "centro" imperialista.


UNA ANALOGÃ?A SUGERENTE

En cierto sentido las posiciones de Negri rememoran la polémica entablada a fines del siglo XIX y principios del XX en el seno de la Segunda Internacional. En este período también se había producido una nueva ola de internacionalización de las fuerzas productivas comandada por una potencia imperialista, Gran Bretaña, que parecía haber superado los signos de decadencia y haber obtenido nuevos bríos. Su poder financiero y militar eran inigualables. Las finanzas y el comercio se expandían y nuevos conocimientos se aplicaban a la producción, mientras los medios de transporte sufrían una verdadera revolución. Las interpretaciones de estos acontecimientos fueron divergentes entre quienes reivindicaban la tradición marxista. E. Bernstein lideró el ala "revisionista", que sostenía que estos cambios tenían como resultado un capitalismo que había mutado en forma tal que había logrado superar sus contradicciones: la tendencia era a un mundo más sosegado y la estrategia revolucionaria debía ser desechada. Por aproximaciones sucesivas, quienes constituían el "ala izquierda" de la Segunda Internacional –como Rosa Luxembugo, Lenin, Bujarin, Trotsky y otros- fueron buscando distintas respuestas teóricas revolucionarias a los nuevos tiempos que fuesen más allá de la "ortodoxia". Sus teorías sobre la "nueva fase" del capitalismo y sus implicancias para la estrategia revolucionaria no fueron idénticas, pero a todos ellos los unía la convicción de que con el advenimiento del imperialismo las contradicciones del capitalismo no se atemperaban sino que se agudizaban, que se abría una época revolucionaria como nunca antes se había vivido. El tiempo les dio la razón. Pudieron sostenerse contra la marea reaccionaria del estallido de la primera guerra mundial y, en el caso de los marxistas revolucionarios rusos, aprovecharon la oportunidad que les brindó la historia jugando un rol decisivo en la conquista del poder por parte de los soviets y en el establecimiento del primer estado obrero de la historia.

Hoy también la potencia dominante parece haber recibido nuevo oxígeno. Y nuevamente han surgido quienes afirman que el capitalismo ha mutado en forma tal que ha superado gran parte de sus contradicciones y que la estrategia revolucionaria debe ser radicalmente dejada de lado. "Imperio" es un libro que se ubica en esta perspectiva: no casualmente Negri se reivindica "bersteiniano", presentando como superadas contradicciones que en realidad los desarrollos del capitalismo en los últimos años no han hecho más que agudizar. La del Imperio sería una época donde la guerra y las revoluciones, tal como las conocimos en los siglos XIX y XX habrían quedado en el pasado, y donde la apropiación privada de la riqueza social habría dejado de ser un acto de explotación económica para darse sólo mediante la dominación conjunta de "la bomba, el dinero y el éter". Negri comparte la idea de los revisionistas del siglo anterior de que sería posible el socialismo, en su caso el comunismo, sin pasar por el "doloroso" camino de la revolución, la lucha por el poder y el período de transición.

Tras los atentados del 11 de septiembre y la posterior respuesta de Bush, muchas aseveraciones de Imperio han mostrado no haber pasado la prueba del tiempo: el mismo Negri ha afirmado en una entrevista reciente que su libro quedó "desactualizado". Toda la retórica de la política norteamericana bajo el gobierno de George Bush II está basada en la defensa del "interés nacional", máxime luego de los atentados del 11-9. La "guerra contra el terrorismo" fue directamente impuesta por Bush bajo el clásico lema: "conmigo o contra mí". Las teorías sobre la necesidad de una "políticamente claramente imperialista" circulan en un paper tras otro de los que produce la derecha republicana. ¿Qué responderá Negri ante una desmentida tan categórica y rápida de su teoría sobre el fin del imperialismo?


CLASE Y MULTITUD

El otro punto que destaca de la teorización de Negri y Hardt es su caracterización del sujeto antagónico al "Imperio", la "multitud". Este concepto, tomado del filósofo holandés del siglo XVI Baruch Spinoza (una de las mayores influencias en la obra de Negri) pretendería dar cuenta de transformaciones cualitativas sufridas por la fuerza de trabajo desde los años setenta. Este cambio consistiría esencialmente en la hegemonía del trabajo inmaterial sobre el conjunto de la fuerza de trabajo, producto de que el capital fue obligado "a dar un salto hacia delante" por la "revolución de 1968". Negri y Hardt distinguen tres tipos de trabajo inmaterial: a) el que implicado en una producción industrial que se ha informatizado e incorporado tecnologías de la comunicación en forma tal que han transformado el propio proceso productivo; b) el trabajo inmaterial de las tarea analíticas y simbólicas, a su vez subdividido en manipulaciones inteligentes y creativas, por un lado, y tareas simbólicas rutinarias, por el otro; c) el trabajo que implica la producción y manipulación de afectos y requiere contacto humano, trabajo en modo corporal. Este trabajo inmaterial involucra inmediatamente la cooperación e interacción social, cuestión que ahora no sería "impuesta desde afuera" sino que sería "completamente inmanente a la propia actividad laboral". La "multitud" (o como la denomina Negri en otros textos el "obrero social") sería entonces un nuevo sujeto productivo "libre y autónomo", ya no situado en la fábrica o el lugar de trabajo sino en toda la sociedad. Esta definición es una enorme sobreestimación del papel de la intelectualidad y de los sectores más calificados de los asalariados. En sí mismo el concepto de "multitud", que Negri venía ya utilizando en trabajos previos, es un concepto que en Imperio está utilizado en distintos niveles de abstracción: a veces es un recurso casi poético para referirse "a todos los que son parte del proceso de cooperación productiva". Otras para describir a un proletariado que se ha vuelto más heterogéneo, pero que está hegemonizado por el "trabajo inmaterial". Lo cierto es que Negri mezcla constantemente los niveles de abstracción, porque quiere explicar como parte de un único proceso ascendente de las fuerzas productivas hacia la abstracción completa del trabajo, una situación que es resultado de movimientos contradictorios en la composición de la fuerza de trabajo en los últimos años: la asalarización de amplios sectores de las capas medias y del campesinado ha sido acompañada con la expulsión al desempleo de millones; la conformación de un estrato asalariado altamente calificado se combina con la pérdida de conquistas laborales y condiciones de trabajo que crecientemente se asemejan a las del siglo XIX para vastos sectores de la clase obrera; la baja de la población obrera en la industria de algunas naciones con su incremento exponencial en otras que eran predominantemente campesinas hasta hace poco tiempo.

Las afirmaciones de Negri en este terreno están plagadas de las mistificaciones de los teóricos del "fin del trabajo" que fueron moda intelectual en la década del '90, al calor de la expansión de los negocios vinculados a la informática y la llamada "nueva economía". Con la crisis de los beneficios en estas áreas (las acciones bajaron entre el 2000 y el 2001 un 80%), paralela al hundimiento de las empresas "punto.com" -de promoción y venta de servicios varios por Internet- , muchas de estas afirmaciones han sido directamente dejadas de lado aún por los apologistas del capital y el impacto de la incorporación de la informatización de la economía se muestra cualitativamente menor de todo lo que se afirmaba, bien lejos de abrir "una nueva era" como sostenían sus apologistas: la fabricación de computadoras totaliza sólo un 1,2% de la economía norteamericana y ocupa sólo un 5% de su capital social. También es muy discutible su impacto en la productividad: hay estudios que establecen que más de un 60% del tiempo que los empleados están en Internet lo hacen en sitios de entretenimiento personal. A su vez la economía más informatizada del mundo (la japonesa) viene de diez años de estancamiento, argumento difícil de contrarrestar por los que arguyen la existencia de una revolución en la productividad del trabajo ligada a la informática. Esto no niega las modificaciones que en muchas áreas ha significado la informatización y la automatización de la producción, ni las potencialidades que abrigan las nuevas tecnologías de comunicación de masas, ni su posible utilización por parte de las clases explotadas en la lucha de clases, sino que busca ponerlas en su justo término, lejos de los delirios de sus apologistas a los que se suma Negri.

Adoptar las tesis de Negri sobre la "hegemonía del trabajo inmaterial", lleva inevitablemente a considerar secundario o a directamente dejar de lado toda la problemática ligada a los intereses de los trabajadores asalariados2. De ahí que no extrañe en sus propuestas la ausencia de toda mención a la demanda del reparto de las horas de trabajo para luchar contra el desempleo, al reclamo de estatizar bajo control obrero las fábricas que cierren o despidan, o aún el enfrentamiento a las leyes que fomentan la precarización del trabajo, poniendo en cambio en el centro reclamos como la "renta universal de ciudadanía", que de hecho llevan a naturalizar los altos índices de desempleo. O aún a considerar a la desocupación como un resultado inevitable del "salto adelante" dado por el modo de producción capitalista luego del "desafío al mando capitalista producido en las revoluciones de 1968" y no como lo que realmente es: una de las más claras manifestaciones de la crisis capitalista, que la burguesía utiliza en su provecho para disminuir el precio de la fuerza de trabajo. La multitud es así un concepto sociológicamente impreciso y políticamente apto para cualquier utilización, que lejos de alumbrar, oculta las verdaderas condiciones en que se manifiesta la explotación capitalista y dificulta a los trabajadores darse una política para superar la fragmentación a que lo somete la dominación capitalista.

1 Daniel Bensaid, "Les irréductibles, théoremes de la résistence a l'air du temps", Les editions Textuel, 2001, pág. 86. 2 Según distintos cálculos hoy existen 2000 millones de trabajadores asalariados en el mundo sobre un total de 6000 millones de habitantes. En 1900 había 50 millones de asalariados para un población total de 1000 millones.


Modernidad y posmodernidad

"Imperio" pretende dar cuenta de transformaciones de distinto alcance histórico. Se inscribe dentro de un debate más general sobre el carácter de nuestra época histórica. Según Negri y Hardt, en consonancia con la visión de los teóricos de la posmodernidad, no estaríamos sólo ante una metaformosis del imperialismo capitalista tal como este se dio en el siglo XX, o aún de las condiciones que caracterizaron al modo de producción capitalista en los últimos doscientos años, sino en un período que marca el fin de toda una era que comienza en el siglo XIII. Este período se había caracterizado por el choque entre dos tendencias propias de la modernidad, una liberadora, expresada por la búsqueda de la "multitud" de ejercer su "poder constituyente", con su expresión en la filosofía política en el pensamiento de Spinoza, Maquiavelo y Marx; y otra, expresión del "poder constituído", que tendría a la constitución del estado-nación como máxima muestra de la reabsorción por el "poder constituído" de la acción liberadora de las masas, y que habría tenido su expresión filosófica más acabada en el pensamiento de Hegel. Esta interpretación de varios siglos de la historia moderna es en realidad un retroceso a visiones pre- marxistas en la explicación del desarrollo histórico, que es visto como el enfrentamiento entre "hombres que buscan ser libres contra tiranos" (la visión propia del siglo XVI en el que se desarrolló la obra de Spinoza) en vez del análisis concreto de las luchas de clases en los distintos modos de producción que dio superioridad a la explicación del materialismo histórico sobre otras anteriores.

Aunque a diferencia de los posmodernos Negri y Hardt se esfuerzan por presentar su análisis como "materialista", comparten con ellos sostener que estamos viviendo en la época de la posmodernidad, donde las tensiones características de la modernidad habrían sido superadas. Cierto, Negri y Hardt se separan de la versión posmoderna más apologética del mundo contemporáneo y critican la "política de la diferencia" como funcional a la dominación imperial. Sin embargo, toda su teorización tiene un tono celebratorio de los "nuevos tiempos" que coincide con la visión virtuosa que dan de ellos sus propagandistas más vulgares: algunos párrafos de "Imperio" parecen escritos por el departamento de relaciones públicas de alguna corporación multinacional explicando sus "nuevas formas creativas" de organización del trabajo...

En realidad, tratar de interpretar el desarrollo histórico en términos de "modernidad" y "posmodernidad" es poco esclarecedor desde el punto de vista marxista. Como ha señalado Daniel Bensaid "privilegiando un periodización estética, las nociones de modernidad y de posmodenidad no constituyen dos secuencias cronológicas, sino dos tendencias contradictorias inherentes a la lógica del valor que se valoriza: centralización y fragmentación, cristalización y disolución, deslocalización y territorialización, ahorro durable y derroche efímero, unidad y dispersión, universalidad y singularidad, razón y sinrazón. Ellas parecen tomar ventajas una después de otra en función de los cambios de la coyuntura. La posmodernidad lo hace en los momentos de malestar y depresión, cuando suena la hora del eclecticismo y de la resignación. Ella acompaña hoy de su pequeña música de cámara la Contra Reforma liberal, la desregulación mercantil y la acumulación flexible"1. Aunque Negri llene de optimismo el panorama que otros pintan como pesimista, es incapaz de captar los contornos peculiares que ha tomado, según la dinámica del desarrollo desigual y combinado que le es propia, el capitalismo imperialista en los últimos años.

http://usuarios.lycos.es/politicasnet/articulos/imperio1.htm
Re: Teoría sin realidad
06 mai 2005
Las mistificaciones de ''Imperio''

CHRISTIAN CASTILLO

La publicación en español de "Imperio" de Antonio Negri y Michael Hardt ha tenido en nuestro país una importante repercusión, repitiendo lo sucedido en ocasión de su lanzamiento original en el año 2000 en EE.UU. y distintos países europeos. Se publicaron varias notas y debates en los suplementos culturales de los diarios de mayor tirada y en las universidades se han formado grupos de estudio sobre sus trabajos. A su vez, algunas tesis de Negri son sostenidas por activistas de las asambleas populares y de los movimientos de desocupados. "Imperio" fue escrito entre la guerra del Golfo en 1991 y la guerra de los Balcanes en 1999, es decir, en momentos en que aún no había surgido el llamado "movimiento antiglobalización", que se desarrolló a partir de las manifestaciones de Seattle en diciembre de 1999. Negri y sus tesis se transformaron en uno de los referentes centrales de vastos sectores que se referencian en dicho movimiento, que tuvo su punto culminante en las multitudinarias movilizaciones de Génova el año pasado. La Cátedra Libre "Karl Marx" ha dedicado este cuatrimestre a polemizar desde el marxismo revolucionario con las tesis centrales de "Imperio".

Más de 200 asistentes participan todos los jueves de las clases y debates, que son coordinados por Christian Castillo, docente de la Facultad de Ciencias Sociales y dirigente del PTS, que ha sintetizado algunos de los temas desarrollados. En la Universidad de La Plata 150 participantes asistieron a la cátedra de Jorge Sanmartino. Próximamente comenzarán en Rosario y Córdoba.


IMPERIO O IMPERIALISMO

Negri y Hardt definen que "Durante las últimas décadas, mientras los regímenes coloniales eran derrocados, y luego, precipitadamente, tras el colapso final de las barreras soviéticas al mercado mundial, hemos sido testigos de una irresistible e irreversible globalización de los intercambios económicos y culturales. Junto con el mercado global y los circuitos globales de producción ha emergido un nuevo orden, una nueva lógica y estructura de mando –en suma, una nueva forma de soberanía. El Imperio es el sujeto político que regula efectivamente estos cambios globales, el poder soberano que gobierna el mundo." El advenimiento del Imperio significa el fin del imperialismo: "Por Imperio ... entendemos algo diferente de imperialismo (...) En contraste con el imperialismo, el Imperio no establece centro territorial de poder, y no se basa en fronteras fijas o barreras. Es un aparato de mando descentrado y deterritorializado que incorpora progresivamente a todo el reino global dentro de sus fronteras abiertas y expansivas... Los diferentes colores del mapa imperialista del mundo se han unido y fundido en el arcoiris imperialista global". El problema con la definición de Imperio no estriba en plantear que la fisonomía del imperialismo se ha modificado respecto a principios del siglo XX, cuando el concepto fue acuñado por los marxistas. Es evidente que distintos rasgos característicos de la dominación imperialista de aquél entonces se han transformado y que con la mera repetición de lo dicho por Lenin o Luxemburgo al respecto no se puede comprender la realidad que nos rodea. Pero Negri y Hardt fallan en dar cuenta de estas transformaciones. Si alguno de los aspectos que señalan como propios del Imperio (como la agonía de los estados nacionales) no tienen verificación empírica alguna, otros rasgos no son características recientes sino que fueron propios de la dominación imperialista de toda la posguerra, como el reemplazo de la dominación colonial directa por formas semicoloniales y dependientes de sujeción o el surgimiento de organismos multilaterales que auxiliaban en su dominio a las potencias hegemónicas. Todo esto fue característico de las formas que tomó el liderazgo imperialista estadounidense en la segunda mitad del siglo XX, algunas de las cuales se acentuaron y tuvieron renovada importancia en la década de los '90, cuando la caída de la Unión Soviética obligó a Estados Unidos a jugar el papel de "gendarme mundial".

Esta mayor intervención norteamericana en los conflictos internacionales fue realizada bajo la cobertura de organismos "multilaterales" en los que Estados Unidos siempre tiene la influencia decisiva. La ONU y la OTAN jugaron ese rol dando "colchón" político y financiamiento económico a las intervenciones militares realizadas para garantizar el orden imperialista bajo excusas "humanitarias". Por su parte, organismos como el FMI o el Banco Mundial jugaron ese mismo papel en la imposición de las políticas del llamado "Consenso de Washington" - privatizaciones, apertura comercial ilimitada, flexibilización laboral. De esta situación, Negri y Hardt deducen erróneamente que "el imperialismo ha caducado", y que ha nacido una "nueva forma de soberanía que va más allá del estado nación", que estaría basada en la defensa de "valores trascendentales". Incluso afirman que "los Estados Unidos no pueden, e, incluso, ningún Estado-nación puede hoy, constituir el centro de un proyecto imperialista. El imperialismo ha concluído. Ninguna nación será líder mundial, del modo que lo fueron las naciones modernas europeas". La confusión entre forma y contenido no es gratuita: redunda en un enorme embellecimiento del papel jugado por el imperialismo estadounidense en la historia contemporánea y en no comprender que "multilateralismo" y "unilateralismo", "aislacionismo" e "internacionalismo", apelación a "valores universales" y "defensa del interés nacional" son formas que han coexistido en combinación diversa en la política "imperial (ista)" norteamericana.


¿DESTERRITORIALIZACIÓN DEL PODER?

La idea que el poder se ha desterritorializado es otro de los elementos centrales que caracteriza al Imperio. Pero, ¿es cierto que algo así ha ocurrido en los últimos años? En realidad lo que hemos visto en la última década es una reconcentración del poder imperialista, a costa de los pueblos oprimidos del planeta. Un estudio reciente en el Financial Times (del 10-05-2002), que analiza a las 500 mayores compañías del mundo basadas en valor, país y sector, muestra que casi un 48% de las mayores compañías y bancos en el mundo son de los EE.UU., un 30% son de la Unión Europea y sólo 10% son japoneses. En otras palabras, casi 90% de las mayores corporaciones que dominan la industria, la banca, y los negocios son estadounidenses, europeas o japonesas. Sólo un 1%, 3 empresas sobre 500, pertenecen a los llamados "tigres asiáticos". Es decir, que lejos de estar "desterritorializado" el poder económico mundial está concentrado en esta "tríada" imperialista, en la que EE.UU. juega el papel dominante, siendo las finanzas, la farmacéutica y biotecnología, tecnologías de la información y el software, y en el comercio las áreas donde las corporaciones norteamericanas tienen mayor control.

La concentración de la fuerza militar también es una clara muestra de lo absurdo de esta tesis: EE.UU. concentra el 40% de todos los gastos de defensa del mundo (276.700 millones de dólares, un 3,2% de su PBI en el 2001 contra 180.000 millones de la Unión Europea tomada en su conjunto, un 2,1% de su PBI, y apenas 46.000 millones de Japón, que gasta en defensa sólo el 1% del PBI). Y estas cifras se han visto aumentadas con la guerra en Afganistán.

Sin embargo, señalar esta reconcentración del poder imperialista por parte de Estados Unidos en la década del '90 no debe llevar a falsas conclusiones sobre las perspectivas de los próximos años. Su abrumador dominio militar no impidió los atentados del 11 de septiembre, mostrando una vulnerabilidad extrema de la "hiperpotencia" americana. Su economía estuvo en recesión todo el 2001 y aunque se ha recuperado a comienzos de este año ningún analista cree que esta mejora pueda ser sostenida debido a los signos negativos mostrados por las ganancias de las corporaciones. A su vez, lejos de la armónica "integración de las economías" que describían los teóricos de la globalización, y de la tesis de Negri de que el Imperio eliminaría las contradicciones interimperialistas, la competencia entre los bloques imperialistas se está haciendo más dura, como expresan las crecientes medidas proteccionistas aplicadas tanto por Estados Unidos como por la Unión Europea, y regiones económicas enteras que fueron atractivas para la inversión capitalista en los '90 hoy se debaten en la crisis, como vivimos en carne propia en el "área Mercosur". Conflictos interestatales entre potencias regionales (como el de la India y Pakistán) amenazan transformarse en guerras abiertas que desestabilicen la situación política internacional. Y en las masas del mundo crece un sentimiento antinorteamericano –del mundo árabe y musulmán a latinoamérica-, que preocupa a los estrategas imperialistas más lúcidos que ven que hay millones que no comparten la visión de Negri sobre la ausencia de un "centro" imperialista.


UNA ANALOGÃ?A SUGERENTE

En cierto sentido las posiciones de Negri rememoran la polémica entablada a fines del siglo XIX y principios del XX en el seno de la Segunda Internacional. En este período también se había producido una nueva ola de internacionalización de las fuerzas productivas comandada por una potencia imperialista, Gran Bretaña, que parecía haber superado los signos de decadencia y haber obtenido nuevos bríos. Su poder financiero y militar eran inigualables. Las finanzas y el comercio se expandían y nuevos conocimientos se aplicaban a la producción, mientras los medios de transporte sufrían una verdadera revolución. Las interpretaciones de estos acontecimientos fueron divergentes entre quienes reivindicaban la tradición marxista. E. Bernstein lideró el ala "revisionista", que sostenía que estos cambios tenían como resultado un capitalismo que había mutado en forma tal que había logrado superar sus contradicciones: la tendencia era a un mundo más sosegado y la estrategia revolucionaria debía ser desechada. Por aproximaciones sucesivas, quienes constituían el "ala izquierda" de la Segunda Internacional –como Rosa Luxembugo, Lenin, Bujarin, Trotsky y otros- fueron buscando distintas respuestas teóricas revolucionarias a los nuevos tiempos que fuesen más allá de la "ortodoxia". Sus teorías sobre la "nueva fase" del capitalismo y sus implicancias para la estrategia revolucionaria no fueron idénticas, pero a todos ellos los unía la convicción de que con el advenimiento del imperialismo las contradicciones del capitalismo no se atemperaban sino que se agudizaban, que se abría una época revolucionaria como nunca antes se había vivido. El tiempo les dio la razón. Pudieron sostenerse contra la marea reaccionaria del estallido de la primera guerra mundial y, en el caso de los marxistas revolucionarios rusos, aprovecharon la oportunidad que les brindó la historia jugando un rol decisivo en la conquista del poder por parte de los soviets y en el establecimiento del primer estado obrero de la historia.

Hoy también la potencia dominante parece haber recibido nuevo oxígeno. Y nuevamente han surgido quienes afirman que el capitalismo ha mutado en forma tal que ha superado gran parte de sus contradicciones y que la estrategia revolucionaria debe ser radicalmente dejada de lado. "Imperio" es un libro que se ubica en esta perspectiva: no casualmente Negri se reivindica "bersteiniano", presentando como superadas contradicciones que en realidad los desarrollos del capitalismo en los últimos años no han hecho más que agudizar. La del Imperio sería una época donde la guerra y las revoluciones, tal como las conocimos en los siglos XIX y XX habrían quedado en el pasado, y donde la apropiación privada de la riqueza social habría dejado de ser un acto de explotación económica para darse sólo mediante la dominación conjunta de "la bomba, el dinero y el éter". Negri comparte la idea de los revisionistas del siglo anterior de que sería posible el socialismo, en su caso el comunismo, sin pasar por el "doloroso" camino de la revolución, la lucha por el poder y el período de transición.

Tras los atentados del 11 de septiembre y la posterior respuesta de Bush, muchas aseveraciones de Imperio han mostrado no haber pasado la prueba del tiempo: el mismo Negri ha afirmado en una entrevista reciente que su libro quedó "desactualizado". Toda la retórica de la política norteamericana bajo el gobierno de George Bush II está basada en la defensa del "interés nacional", máxime luego de los atentados del 11-9. La "guerra contra el terrorismo" fue directamente impuesta por Bush bajo el clásico lema: "conmigo o contra mí". Las teorías sobre la necesidad de una "políticamente claramente imperialista" circulan en un paper tras otro de los que produce la derecha republicana. ¿Qué responderá Negri ante una desmentida tan categórica y rápida de su teoría sobre el fin del imperialismo?


CLASE Y MULTITUD

El otro punto que destaca de la teorización de Negri y Hardt es su caracterización del sujeto antagónico al "Imperio", la "multitud". Este concepto, tomado del filósofo holandés del siglo XVI Baruch Spinoza (una de las mayores influencias en la obra de Negri) pretendería dar cuenta de transformaciones cualitativas sufridas por la fuerza de trabajo desde los años setenta. Este cambio consistiría esencialmente en la hegemonía del trabajo inmaterial sobre el conjunto de la fuerza de trabajo, producto de que el capital fue obligado "a dar un salto hacia delante" por la "revolución de 1968". Negri y Hardt distinguen tres tipos de trabajo inmaterial: a) el que implicado en una producción industrial que se ha informatizado e incorporado tecnologías de la comunicación en forma tal que han transformado el propio proceso productivo; b) el trabajo inmaterial de las tarea analíticas y simbólicas, a su vez subdividido en manipulaciones inteligentes y creativas, por un lado, y tareas simbólicas rutinarias, por el otro; c) el trabajo que implica la producción y manipulación de afectos y requiere contacto humano, trabajo en modo corporal. Este trabajo inmaterial involucra inmediatamente la cooperación e interacción social, cuestión que ahora no sería "impuesta desde afuera" sino que sería "completamente inmanente a la propia actividad laboral". La "multitud" (o como la denomina Negri en otros textos el "obrero social") sería entonces un nuevo sujeto productivo "libre y autónomo", ya no situado en la fábrica o el lugar de trabajo sino en toda la sociedad. Esta definición es una enorme sobreestimación del papel de la intelectualidad y de los sectores más calificados de los asalariados. En sí mismo el concepto de "multitud", que Negri venía ya utilizando en trabajos previos, es un concepto que en Imperio está utilizado en distintos niveles de abstracción: a veces es un recurso casi poético para referirse "a todos los que son parte del proceso de cooperación productiva". Otras para describir a un proletariado que se ha vuelto más heterogéneo, pero que está hegemonizado por el "trabajo inmaterial". Lo cierto es que Negri mezcla constantemente los niveles de abstracción, porque quiere explicar como parte de un único proceso ascendente de las fuerzas productivas hacia la abstracción completa del trabajo, una situación que es resultado de movimientos contradictorios en la composición de la fuerza de trabajo en los últimos años: la asalarización de amplios sectores de las capas medias y del campesinado ha sido acompañada con la expulsión al desempleo de millones; la conformación de un estrato asalariado altamente calificado se combina con la pérdida de conquistas laborales y condiciones de trabajo que crecientemente se asemejan a las del siglo XIX para vastos sectores de la clase obrera; la baja de la población obrera en la industria de algunas naciones con su incremento exponencial en otras que eran predominantemente campesinas hasta hace poco tiempo.

Las afirmaciones de Negri en este terreno están plagadas de las mistificaciones de los teóricos del "fin del trabajo" que fueron moda intelectual en la década del '90, al calor de la expansión de los negocios vinculados a la informática y la llamada "nueva economía". Con la crisis de los beneficios en estas áreas (las acciones bajaron entre el 2000 y el 2001 un 80%), paralela al hundimiento de las empresas "punto.com" -de promoción y venta de servicios varios por Internet- , muchas de estas afirmaciones han sido directamente dejadas de lado aún por los apologistas del capital y el impacto de la incorporación de la informatización de la economía se muestra cualitativamente menor de todo lo que se afirmaba, bien lejos de abrir "una nueva era" como sostenían sus apologistas: la fabricación de computadoras totaliza sólo un 1,2% de la economía norteamericana y ocupa sólo un 5% de su capital social. También es muy discutible su impacto en la productividad: hay estudios que establecen que más de un 60% del tiempo que los empleados están en Internet lo hacen en sitios de entretenimiento personal. A su vez la economía más informatizada del mundo (la japonesa) viene de diez años de estancamiento, argumento difícil de contrarrestar por los que arguyen la existencia de una revolución en la productividad del trabajo ligada a la informática. Esto no niega las modificaciones que en muchas áreas ha significado la informatización y la automatización de la producción, ni las potencialidades que abrigan las nuevas tecnologías de comunicación de masas, ni su posible utilización por parte de las clases explotadas en la lucha de clases, sino que busca ponerlas en su justo término, lejos de los delirios de sus apologistas a los que se suma Negri.

Adoptar las tesis de Negri sobre la "hegemonía del trabajo inmaterial", lleva inevitablemente a considerar secundario o a directamente dejar de lado toda la problemática ligada a los intereses de los trabajadores asalariados2. De ahí que no extrañe en sus propuestas la ausencia de toda mención a la demanda del reparto de las horas de trabajo para luchar contra el desempleo, al reclamo de estatizar bajo control obrero las fábricas que cierren o despidan, o aún el enfrentamiento a las leyes que fomentan la precarización del trabajo, poniendo en cambio en el centro reclamos como la "renta universal de ciudadanía", que de hecho llevan a naturalizar los altos índices de desempleo. O aún a considerar a la desocupación como un resultado inevitable del "salto adelante" dado por el modo de producción capitalista luego del "desafío al mando capitalista producido en las revoluciones de 1968" y no como lo que realmente es: una de las más claras manifestaciones de la crisis capitalista, que la burguesía utiliza en su provecho para disminuir el precio de la fuerza de trabajo. La multitud es así un concepto sociológicamente impreciso y políticamente apto para cualquier utilización, que lejos de alumbrar, oculta las verdaderas condiciones en que se manifiesta la explotación capitalista y dificulta a los trabajadores darse una política para superar la fragmentación a que lo somete la dominación capitalista.

1 Daniel Bensaid, "Les irréductibles, théoremes de la résistence a l'air du temps", Les editions Textuel, 2001, pág. 86. 2 Según distintos cálculos hoy existen 2000 millones de trabajadores asalariados en el mundo sobre un total de 6000 millones de habitantes. En 1900 había 50 millones de asalariados para un población total de 1000 millones.


Modernidad y posmodernidad

"Imperio" pretende dar cuenta de transformaciones de distinto alcance histórico. Se inscribe dentro de un debate más general sobre el carácter de nuestra época histórica. Según Negri y Hardt, en consonancia con la visión de los teóricos de la posmodernidad, no estaríamos sólo ante una metaformosis del imperialismo capitalista tal como este se dio en el siglo XX, o aún de las condiciones que caracterizaron al modo de producción capitalista en los últimos doscientos años, sino en un período que marca el fin de toda una era que comienza en el siglo XIII. Este período se había caracterizado por el choque entre dos tendencias propias de la modernidad, una liberadora, expresada por la búsqueda de la "multitud" de ejercer su "poder constituyente", con su expresión en la filosofía política en el pensamiento de Spinoza, Maquiavelo y Marx; y otra, expresión del "poder constituído", que tendría a la constitución del estado-nación como máxima muestra de la reabsorción por el "poder constituído" de la acción liberadora de las masas, y que habría tenido su expresión filosófica más acabada en el pensamiento de Hegel. Esta interpretación de varios siglos de la historia moderna es en realidad un retroceso a visiones pre- marxistas en la explicación del desarrollo histórico, que es visto como el enfrentamiento entre "hombres que buscan ser libres contra tiranos" (la visión propia del siglo XVI en el que se desarrolló la obra de Spinoza) en vez del análisis concreto de las luchas de clases en los distintos modos de producción que dio superioridad a la explicación del materialismo histórico sobre otras anteriores.

Aunque a diferencia de los posmodernos Negri y Hardt se esfuerzan por presentar su análisis como "materialista", comparten con ellos sostener que estamos viviendo en la época de la posmodernidad, donde las tensiones características de la modernidad habrían sido superadas. Cierto, Negri y Hardt se separan de la versión posmoderna más apologética del mundo contemporáneo y critican la "política de la diferencia" como funcional a la dominación imperial. Sin embargo, toda su teorización tiene un tono celebratorio de los "nuevos tiempos" que coincide con la visión virtuosa que dan de ellos sus propagandistas más vulgares: algunos párrafos de "Imperio" parecen escritos por el departamento de relaciones públicas de alguna corporación multinacional explicando sus "nuevas formas creativas" de organización del trabajo...

En realidad, tratar de interpretar el desarrollo histórico en términos de "modernidad" y "posmodernidad" es poco esclarecedor desde el punto de vista marxista. Como ha señalado Daniel Bensaid "privilegiando un periodización estética, las nociones de modernidad y de posmodenidad no constituyen dos secuencias cronológicas, sino dos tendencias contradictorias inherentes a la lógica del valor que se valoriza: centralización y fragmentación, cristalización y disolución, deslocalización y territorialización, ahorro durable y derroche efímero, unidad y dispersión, universalidad y singularidad, razón y sinrazón. Ellas parecen tomar ventajas una después de otra en función de los cambios de la coyuntura. La posmodernidad lo hace en los momentos de malestar y depresión, cuando suena la hora del eclecticismo y de la resignación. Ella acompaña hoy de su pequeña música de cámara la Contra Reforma liberal, la desregulación mercantil y la acumulación flexible"1. Aunque Negri llene de optimismo el panorama que otros pintan como pesimista, es incapaz de captar los contornos peculiares que ha tomado, según la dinámica del desarrollo desigual y combinado que le es propia, el capitalismo imperialista en los últimos años.

http://usuarios.lycos.es/politicasnet/articulos/imperio1.htm
Re: Teoría sin realidad
06 mai 2005
ups, sento la repetició!

1 + per acabar:

El imperio de Hardt & Negri:
más allá de modas, ‘ondas’ y furores

Néstor Kohan

http://168.96.200.17/ar/libros/teoria3/kohan.pdf
lo que falta por aquí...
08 mai 2005
es un buen piolet.

Qué pesaos son los trotskos, te intentan vender aburridísimos periódicos de manera compulsiva, un sólo lema ("one solution, revolution") tarareado por ellos acaba sonando fatal, se pelean por la paternidad de ideas que a nadie interesan...

un par de piolets, y la cosa se acaba
Sindicat Terrassa