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Anàlisi :: corrupció i poder : criminalització i repressió : pobles i cultures vs poder i estats
Intimidades
05 mai 2005
Hay un grupo de personas jóvenes, doce en concreto, que llevan varios días de celebración con familia y cuadrillas, empapándose del aire fresco del monte, del aire menos fresco de tabernas y gaztetxes, fijándose en los detalles que han cambiado en sus localidades desde que las pisaron por última vez, y preguntándose, sin duda, cómo han llegado hasta aquí, después de lo vivido a lo largo de los últimos tres o cuatro años. A su lado tienen a otro grupo de jóvenes que, en libertad provisional, les acompañan en el sumario Jarrai-Haika-Segi y que han estado junto a ellas y ellos, cristal blindado de por medio, durante los casi tres meses que ha durado el inverosímil juicio en la Audiencia Nacional.

Coincidiendo en el tiempo con el final de esa vista oral, el Ministerio del Interior español dio la noticia de la detención de 21 personas vinculadas a un grupo nazi, “Sangre y Honor�, a quienes se les incautaron armas blancas, dos pistolas, puños americanos y otros artefactosŠ en fin, un lote agresivo que revela de todo menos intenciones pacíficas. La noticia se facilitó cuando ya habían pasado ante el juez, al parecer, el juez natural, pese a que la detención se prolongó más de 72 horas. Aunque se describe al grupo como «peligroso» y se le aprecia estructura de banda organizada y armada, con actuación en varias provincias españolas, no queda claro de las informaciones aparecidas si ha intervenido o no la Audiencia Nacional.

De los 21, cinco han ido a prisión, uno tuvo que depositar fianza, y el resto, pese a la grave acusación de conjunto que pesa sobre el grupo, está en libertad con obligación de comparecer ante el juzgado regularmente.

No se ha facilitado ni un solo nombre, sólo unas discretas iniciales que aparecen en algún periódico. No se vio ninguna imagen de las detenciones ni de las personas detenidas. Las cámaras de televisión no entraron hasta la cocina o los dormitorios de estas personas durante los registros, ni la Guardia Civil distribuyó las imágenes que a buen seguro rodó de las diligencias. Se vio el material incautado, pero ninguna filtración sobre vida y milagros (supuestos o interpretados) de detenido alguno acompañó a las imágenes. Un respeto escrupuloso a la intimidad de las personas detenidas.

Un contraste brutal con lo que sucedió con las y los jóvenes con los que se inicia este artículo, cuyas detenciones con nombres completos fueron transmitidas casi en directo, sobre quienes se formularon desde el primer momento acusaciones y especulaciones sin cuento; cuyas habitaciones, despachos y vida quedaron al descubierto sin la menor consideración a su intimidad (por cierto, no se hallaron en esos registros elementos agresivos ni mucho menos armas). Sufrieron detenciones en condiciones de respeto a los derechos humanos y al Estado de Derecho más que cuestionables, han pasado «preventivamente» meses o hasta cuatro años en la cárcel, se les ha presentado como personas violentas, que organizaban acciones agresivas muy gra- ves. Están en libertad muy vigilada, pero libertad al fin, a la espera de una sentencia que marcará no sólo sus vidas sino una huella para otros procesos similares.

El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no quiso remitir a la Comisión de Investigación del 11-M la trascripción íntegra de la conversación grabada en la cárcel de Villabona al miembro del PSOE Fernando Huarte y el preso Abdelkrim Bensmail. Alegó que hacerlo «podría afectar al derecho a la intimidad de ambos». Pero no tuvo inconveniente en que se «filtrase» una parte de la conversación grabada a un preso político vasco y una amiga suya, en la que comentaban perspectivas políticas de la izquierda abertzale, y esa trascripción fue utilizada para ilegalizar Aukera Guztiak. No era la primera vez que se violentaba la intimidad de las conversaciones de presas y presos vascos, ­pues aunque estén intervenidas, se supone que algún derecho hay a algún grado de intimidad­ y lo ocurrido ha llevado a que personas presas y sus familiares y amistades se autocensuren aún más en su ya restringida libertad de expresión durante las visitas. Otro logro del Estado de Derecho.

Tampoco hubo respeto a la intimidad en el destilado de 1.500 nombres, antes de las elecciones, por si acaso alguno fuera susceptible de aparecer en alguna lista contaminada, ni en el escandaloso rastreo de las 30.000 firmas que respaldaron Aukera Guztiak, ni para revisar, ahora, las personas apoderadas de EHAK. Ni, por supuesto, se está respetando a las y los parlamentarios de EHAK, respecto a quienes se reconoce abiertamente que están sometidos a una estricta vigilancia policial.

El “Gran Hermano� de la novela de George Orwell, el auténtico Gran Hermano y no su adulterada versión televisiva, palidece ante el control que el Estado español está ejerciendo sobre una parte creciente de la población vasca, que, sólo por pensar de determinada manera, es objeto de acoso policial y judicial incesante. Esa situación supone una merma de libertades y derechos cívicos y políticos muy grave, entre ellos el de la libertad de opinión y opción ideológica, el de asociarse libremente para la acción política, o el de la intimidad de las conversaciones y/o comunicaciones por correo electrónico.

Estas escandalosas actuaciones antidemocráticas del Estado vienen jaleadas no sólo por el PP, sino por un determinado sector de la prensa española que, sin el menor reparo, se arroga el papel no de contar la realidad, sino de pretender generarla, yendo bastante más allá incluso de lo que han dictaminado la restrictiva Sala 61 que aplica la Ley de Partidos y el Tribunal Constitucional.

Es cierto que estamos en un tiempo en que hay indicadores de que algo puede empezar a mejorar, a cambiar. Pero todavía están vigentes muchos otros que señalan en dirección contra- ria, la de restricción de libertades, la de la apuesta represiva. Está en manos del Estado español, o mejor dicho, del Gobierno que lo gestiona, acabar con ese acoso, con esa persecución política, por más ruido que hagan ciertos medios y personajes políticos.

Pero a ese fin contribuiría también que aquí, en Euskal Herria, se alzasen más voces contra esta situación antidemocrática que afecta a decenas de miles de personas, en distintos grados de intensidad. Esas voces que hemos oído denunciando otras vulneraciones de derechos y libertades cívicas, pero que ahora o callan o son muy, muy tímidas. Si realmente se intentan superar esquemas del pasado, hay que dejar de condicionar la defensa de todos los derechos a que la parte afectada haga o diga lo que se le pretende imponer.


Teresa Toda - Periodista
Diari Gara, 5 de maig de 2005
www.euskalherria.com

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Sindicat Terrassa