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Notícies :: corrupció i poder : amèrica llatina
Tortura en México
05 abr 2005
La tortura es utilizada como una técnica de investigación policiaca-militar arraigada profundamente en nuestro país
Por Francisco Gallardo

La tortura es utilizada como una técnica de investigación policiaca-militar arraigada profundamente en nuestro país. Más grave aún, las declaraciones sacadas mediante esta pericia son utilizadas para "fabricar" culpables y retomadas por los jueces para dictar sentencias condenatorias.

Casos documentados recientes, como el de los ecologistas de Guerrero y el de Erika Zamora en la masacre de El Charco, demuestran esta práctica. Los responsables, como el divisionario diplomado de Estado Mayor Alfredo Oropeza Garnica, no sólo están impunes, sino que son premiados por el presidente Vicente Fox, al haberlo promovido en noviembre de 2004.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos y varias organizaciones no gubernamentales han documentado que en mayo pasado, durante la Cumbre de Guadalajara, se infligieron tratos crueles y degradantes a cerca de cien personas. Cabe mencionar que en esa reunión de jefes de Estado, la seguridad estuvo a cargo del Estado Mayor Presidencial.

La firma del Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Tortura, realizada en los Pinos el 30 de marzo de 2005 y el discurso en su entorno, una vez más, pone sobre relieve la distancia entre la visión de país del gobierno y la realidad que vivimos cotidianamente:

"En esta administración México le dijo adiós a la tortura", declaración que fue atajada de inmediato por Anders Kompass, representante de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para Derechos Humanos en México: "La tortura sigue siendo una práctica extendida en México".

Lo hemos repetido una y otra vez, el reconocimiento de tratados internacionales sobre derechos humanos en la administración foxista, tiene como fin administrar el problema y dar buena imagen hacia el exterior.

Tan es así que, por una parte, la decisión de militarizar la procuración de justicia tiene como objetivo presidencial garantizar la impunidad; por la otra, el abismo que existe entre el discurso y la realidad, ha provocado contradicciones en los propios funcionarios.

La encargada de derechos humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Patricia Olamendi, reconoció hace algunos meses que en el país persiste la tortura, pero ahora se esmeró en elogiar a Fox en su compromiso con los derechos humanos.

El desconocimiento por parte del gobierno de la situación real sobre la práctica de la tortura, es una desgracia que pesa sobre todos los mexicanos, ya que el primer paso para solucionar un problema es reconocer su existencia.

A estas alturas de la administración, aunque tarde, bueno sería que se dejara de lado el doble discurso y el sensacionalismo, y los funcionarios se apegaran más a la realidad que padecemos día a día en el país, temerosos de los cuerpos de seguridad.

El asunto de la seguridad es una función principalísima del Estado, pero se debe ajustar a los principios de certeza jurídica que contempla la Constitución General. Por tanto, no se pueden esgrimir causas de seguridad para violar derechos humanos y menos infligir tortura en aras de asuntos de Estado.

Así las cosas, el avance de México en el tema de los derechos humanos no se debe a la disposición y gracia del gobierno, sino a la activa participación de la sociedad civil, es decir, se avanza a pesar de la reticencia del gobierno y de las inercias que impiden romper la impunidad.

El gobierno podrá reconocer y firmar todos los tratados internacionales, y gastar sumas millonarias en el exterior para maquillar su imagen "democrática", lo cierto es que en México persiste la tortura y una sistemática violación a los derechos humanos.
Mira també:
http://www.lacrisis.com.mx/tortura050405.htm

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Sindicat Terrassa