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Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
28 mar 2005
Poca gente se lo pregunta, pero aún hay en el mundo personas que lo preguntan en serio: ¿se puede todavía seguir siendo comunista hoy en día? Paco Frutos, el secretario general del PCE, da por supuesta la respuesta positiva a esa pregunta en un librito reciente que lleva por título El comunismo contado con sencillez (Maeva, Madrid, 2003). Como ahora no es de buen tono hacer declaraciones de este tipo, casi nadie ha dicho nada del librito en los grandes medios de comunicación. Y, sin embargo, en él hay cosas tan sencillas como veraces que darán que pensar a las personas que se interesan por la vida social.

Yo no creo que después de lo que hemos visto y vivido en el siglo XX haya que dar por descontada la respuesta positiva a la pregunta. Pero pienso, en cambio, que se puede llegar a una conclusión parecida a la que saca Frutos siguiendo un camino oblicuo: por aquello, que decía Machado, de que a veces quien pretende atajar rodea. Hace algunos años el dramaturgo alemán Heine Müller, que sin duda sabía de qué hablaba, contestaba a un pregunta parecida más o menos así: todavía se puede ser comunista por comparación, por vía negativa. Esta respuesta me parece atendible. Y quisiera argumentarla un poco para aquellas personas preocupadas por las desigualdades sociales y a las que no les gusta dar por supuesto nada.

De todas las grandes ideas que ha tenido aquella parte de la humanidad que podríamos llamar humanidad sufriente y pensante el comunismo ha sido una de las mejores. Claro que ha habido ideas mejores: la de la conservación del fuego, la de la rueda, la de la palanca, la del alfabeto, la de la relatividad del movimiento local, la de la gravitación.... Pero en el ámbito socio-político no ha habido muchas tan buenas. La idea de comunismo viene de muy lejos. En realidad se podría decir que esa idea se pierde en los confines de la historia. No es una idea moderna; se hizo moderna, con Babeuf y con Marx, atendiendo a las desigualdades existentes en la sociedad capitalista, a la extracción de plusvalía y a la explotación social, protestando por ellas y luchando contra ellas. El comunismo hace suyas viejísimas aspiraciones de la humanidad sufriente, de los explotados y oprimidos, de los que sufren por ello y de los que piensan con los que sufren por ello.

Cuando nació como idea, tal vez en los albores de la historia, el comunismo era un humanismo. Tampoco es que eso fuera mucho, pero fue algo importante en un mundo dominado por ideas animalescas (con perdón de los animales más próximos a los humanos). El comunismo moderno es un nuevo humanismo para una fase de la historia de la humanidad en la que el viejo humanismo está ya en crisis.

El comunista quiere que haya libertad en esta tierra. Pero, como la quiere en serio, en tanto que libertad concreta, pregunta, a quienes usan el nombre de la libertad en vano, "libertad, ¿para quién?"

El comunista quiere la igualdad en esta tierra. Pero, como no pretende uniformar a los hombres y a las mujeres, precisa qué tipo de igualdad es posible entre seres humanos psíquica y culturalmente diferentes. Aspira, por tanto, a la igualdad social. Más es demasiado.

El comunista quiere la fraternidad en esta tierra. Pero, como sabe que en esta tierra sigue habiendo mucho cainismo y mucho amiguismo que pretenden estar por encima de la justicia, precisa de qué fraternidad se trata: fraternidad entre iguales.

Y al luchar por la libertad, la igualdad y la fraternidad, el comunista se orienta por un principio: a cada cual según sus necesidades; de cada cual según sus posibilidades y aptitudes.

El comunismo es un ideal, una idea sencilla. Brecht decía: lo sencillo es lo difícil. No es un juego de palabras. Es pensamiento dialéctico, pensamiento que conoce la dialéctica histórica. También el poeta alemán sabía de qué hablaba cuando puso el Manifiesto comunista en verso. Lo sencillo es difícil.

Pero no ha habido ideal de la humanidad que, antes o después, no haya sido convertido en mierda por los que transforman los ideales en dogmas, en templos y en iglesias. Aspirar a la mesura y a la prudencia, como querían los filósofos griegos, era una buena cosa; pero en nombre de la mesura y de la prudencia el ser humano ha tolerado lo intolerable y ha condenado la rebeldía de los que no tienen otra cosa que perder que sus cadenas. El cristianismo, dijo Marx, nos enseñó a amar a los niños; pero luego convirtió a los niños en patrimonio privado de los padres. "Caridad" empezó siendo una buena palabra para comportarse con el prójimo próximo en el valle de Caín; pero luego los de arriba identificaron caridad con paternalismo e hipocresía. Los europeos modernos amaron tanto la libertad que hicieron la revolución por ella; pero en nombre de la libertad la burguesía, que un día fue revolucionaria, suprimió o limitó las libertades de los de abajo. Y en nombre de la igualdad el socialismo que se llamaba a sí mismo "real" cometió durante el siglo XX un montón de barbaridades.

Lo sencillo es lo difícil. Engels, uno de los padres fundadores del comunismo moderno, escribió una vez: "Tal vez nos pase a nosotros lo que les ocurrió a los revolucionarios burgueses, que queriendo traer la libertad a este mundo lo que acabaron trayendo fue el Credit Mobilier". Él no lo supo ya, pero nos pasó. Nos pasó a los comunistas: queriendo traer la igualdad a este mundo acabamos confundiendo la unión "soviética", el reino de los soviets, la democracia directa consejista, con la unión "cosmética", con un nuevo poder orientado a la conquista del cosmos que quiso ser superpotencia. Lo dijo Guevara en su momento y lo ha dicho hace poco el hijo de Jruschev, que también debe saber de lo que habla.

Así que para ser comunista hoy, si se quiere serlo en serio, lo primero es el trago amargo. Hay que saberlo: que las grandes ideas, incluida la gran idea del comunismo, se convierten en pura mierda al contacto con eso que, para abreviar, solemos llamar poder. Ha pasado con todas las grandes ideas de la historia de la humanidad, incluidas las mejores ideas científicas y las mejores invenciones técnicas. Y no hay razón para pensar que el comunismo hubiera de ser una excepción.

¿Quiere esto decir que para ser comunista hoy, después del reconocimiento de las barbaridades cometidas en su nombre, hay que convertirse en un cínico misántropo, despreciador de la naturaleza humana? Hay quien piensa así. Pero quien piensa así, piensa mal. Que los grandes ideales se conviertan en grandes porquerías no es algo que esté ya grabado de una vez por todas en el código genético de la humanidad. Eso está escrito, en cambio, en la gramática elemental del poder, que no es precisamente un código genético sino parte de la cultura de los seres humanos, como lo es el cainismo pero como lo es también el altruismo y la fraternidad.

Por eso, porque lo que cuenta en estas cosas es la gramática elemental del poder, una pieza de la cultura humana que se aprende o se puede aprender, ha habido "comunismo" y comunismo. Del libro negro del comunismo circulan muchas copias por ahí. El libro blanco del comunismo lo han escrito y lo seguirán escribiendo aquellos seres humanos, la mayoría anónimos, mujeres y hombres, que se han pasado la vida luchando contra el poder (independientemente del nombre que éste adoptara). O sea, tratando de poner un buen bozal a ese monstruo llamado Leviatán o Behemoth y que se concreta en los estados sin riendas y en las ataduras que ni siquiera son estados.

El monstruo llamado poder tiene tentáculos varios: económico, político, judicial, mediático. Pero, sobre todo, ese monstruo tiene una particularidad muy especial y difícil de reconocer: la de transformarse en amigo de san Jorge cuando los demás tendemos a creer que quien lo ejerce, en algunos de sus tentáculos, es de nuestra cuerda y que, por ello, puede ejercerlo igual que lo habían ejercido quienes le precedieron.

Ser comunista ahora, a pesar de los pesares, querrá decir, por tanto, renovar la vieja lucha de los anónimos contra ese monstruo, hacer algo concreto, con los de abajo, en este mundo, para poner un bozal al monstruo del poder. A este embridar al monstruo lo podríamos llamar democracia radical para diferenciarlo de la democracia demediada que conocemos hoy en nuestras sociedades con el nombre de neoliberalismo.

De todas las descripciones del comunismo que he conocido en estos años, la que más me ha tocado, la que ha parecido más sensata, por lo poco ideológica que era, se la oí a un viejísimo campesino, creo que mongol, en un documental reciente sobre los orígenes de la Unión Soviética cuando ya ésta había fenecido. Explicaba el viejo campesino que en 1918 llegaron a su aldea unos funcionarios de Moscú y dijeron a las gentes allí reunidas que se había acabado el viejo régimen y que ahora empezaba una nueva era: la era del comunismo. A la pregunta desconfiada del viejo campesino sobre qué era esa cosa llamada comunismo, el funcionario de Moscú contestó: "En primer lugar, tener las tierras en común, labrarlas en común y repartir comunitariamente el producto de las tareas realizadas en común; y en segundo lugar, trabajar bien la tierra con los tractores que nosotros os daremos". "Nos pareció lo mejor" -comentó el viejo campesino-"porque lo primero, labrar en común, es lo que veníamos haciendo desde hacía mucho tiempo; y lo segundo, lo de los tractores, era una ayuda inesperada, como llegada del cielo".

Esta descripción protocomunista del comunismo no implica la idea de misión, ni promete que quienes realicen la idea irán al paraíso, ni atribuye a los sujetos una particular conciencia de clase, ni dice que las pobres gentes hayan de creer a pies juntillas las nuevas que traen los funcionarios de la modernidad. Es una descripción sencilla del por qué "nos pareció lo mejor". Tan sencilla que aún podrían hacerla suya los campesinos sin tierra, los ni-siquiera-explotados y los miles de miles de excluidos en este mundo nuestro.

Solo que este mundo nuestro ha cambiado mucho desde entonces. Muchos campesinos de ayer son hoy empresarios agrícolas y razonan como empresarios; muchos trabajadores industriales que ayer luchaban contra su burgués se consideran hoy parte de la empresa en que trabajan y han olvidado lo que quería decir "control obrero". Marx decía muy drásticamente: "La clase obrera o es revolucionaria o no es nada". Tal vez no sea eso la primera premisa de un buen silogismo, pero suena a verdad. Y si es verdad (y la mayoría de los comunistas han tendido a pensar que todo lo que escribió Marx es verdad), entonces, por el momento, y dicho con los debidos respetos, la clase obrera no es nada.

Nada, naturalmente, en el sentido del comunismo-misión (una idea, esta del comunismo-misión, que, por cierto, desagradaba mucho a Bertolt Brecht). Pero aún podría ser algo, mejorando lo presente, en el sentido que daba a la palabra el viejo campesino mongol, aquel que en 1918 escuchaba, con tanta atención como distancia, al funcionario que llegó de Moscú. O también en el sentido del valeroso soldado Schwej, el personaje de Hasek-Brecht, que no era precisamente un héroe, pero que, al hacer casi siempre lo contrario de lo que le mandaban sus mandos, creaba en éstos la duda de si era realmente un idiota o un insumiso.

Es posible que ahora, tal como están las cosas, aquella vieja lucha comunista se tenga que renovar por la vía negativa. O sea: no diciendo "el comunismo será así y así", sino diciendo más bien: "el comunismo no podrá ser así y así", porque quererlo así (por ejemplo, en el sentido de "a todos según sus necesidades") sería tanto como: a) rebasar las capacidades humanas, o b) entrar en contradicción con los principios jurídico-morales que nos proponemos plasmar, o c) entrar en contradicción con las leyes elementales de la naturaleza, con la base material de mantenimiento de la vida sobre el planeta.

Siguiendo esta vía negativa el comunista de ahora acabará encontrándose con el viejo Nicolás Maquiavelo de los orígenes de la modernidad: "Conocer los caminos que conducen al infierno para evitarlos". No hay lucha comunista sin conocimiento, sin teoría, sin ciencia social. Ya los clásicos del comunismo moderno fueron algo más allá del enunciado de los principios jurídico-morales. Y precisaron. Y al precisar sugirieron las formas de poner un buen bozal al poder (del estado y del mercado). Los clásicos del comunismo llaman a eso transición. Si se quiere seguir hablando de comunismo en serio, sin perder el espíritu positivo de la vieja utopía, habrá que seguir precisando en esa línea. Precisando sobre lo que, racional y plausiblemente, no puede ser. Esa es, en mi opinión, la única vía que permite juntar utopía y ciencia sin que las dos palabras se peguen entre ellas ni caer en un cientificismo en el que no puede creer hoy en día ningún aspirante a comunista con formación científico-social que se precie.

Tal vez por eso, porque siguiendo la vía negativa el comunista de hoy acaba encontrándose con Nicolás Maquiavelo en los orígenes de la modernidad, una de las cosas más llamativas del librito de Paco Frutos es que el secretario general del partido comunista apenas hable en él de comunismo (ni siquiera de sociedad socialista) cuando se refiere al futuro. Dice que el mundo necesita una pasada por la izquierda. Habla de democracia radical y participativa, de otra globalización, de nuevo humanismo. Y sobre todo de derechos, de derechos que, por así decirlo, habría que reconquistar: derecho a un trabajo digno, derecho a la vivienda, derecho al agua, derecho a la educación, a la salud y a la cultura.

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Comentaris

Fora FEIXISTES del foro de Babel!!!
28 mar 2005
Voldria demanar a la gent d'Indymedia, que vigili quines noticies deixa posar i de quines persones són.
Recordo que el ""senyor"" Francisco Fernández Buey és membre del Foro Babel.
No volem feixistes del Foro de Babel als Països Catalans.

FORA FEIXISTES dels PAÃ?SOS CATALANS!!!
Re: Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
28 mar 2005
Encara que jo no entenc gaire que fa al foto Babel, l'article crec que es interessant i no fa apologia de l'espanyolisme ni res d'això.
Re: Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
28 mar 2005
i tinc entés que Buey defensiva que hi hagués referendum a euskadi i catalunya sobre autodeterminació, cosa que no va tenir recolzament al forum babel, i es va allunyar amb algú més d'aquesta gent per la presència de gent de la Convivència cívica catalana del Vidal Quadras
Re: Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
28 mar 2005
No fem demagògia. Francisco Fernández Buey és un pensador extraordinàri. Què no és independentista...segurament no, per això és comunista, diuen que el nacionalisme i l'esquerra són com l'aigua i l'oli, no es barrejen. Deixem ja de ser tant ortodoxos amb les banderetes que ja fa pudor el tema. Evidentment que els Països Catalans, Euskal Herria i Galiza desitjen i mereixen la independència de l'Estat Español, però això no significa excloure i despreciar a grans pensadors que potser anteposen la justicia social a nivell mundial als temes nacionals en la seva escala de prioritats, però això ni és bo ni és dolent, això només demostra que hi ha una enriquidora diversitat d'opinions.
Re: Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
28 mar 2005
molt d´acord , comunista. !!*!!
Re: Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
28 mar 2005
El camí análitic de Fdez Buey es al meu parer molt positiu i l'unic posible per fer creíxer novament el comunisme polític dins l'actual desert ideológic. Que l'apisonadora petitburgessa tambè contamina les opcions independentistes de nacions dins l'Estat Espanyol es veu amb molta claredat veient quant de conservadors i dretans son els grups polítics que la defensan, com el BNG, el PNV o ERC.
Re: Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
28 mar 2005
en otra parte de indy: "La característica del intelectual es su inquietud por la actualidad; somos más periodistas que profetas", dijo Foucault. La frase parece bastante acertada para encarar el texto aleccionador e ilusionista de F.F.B. al menos creo que como pensador se le puede exigir cierta radicalidad en su trabajo.
Re: Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
28 mar 2005
Hola,

Em sembla molt cínic que ara en Fernández Buey i en Paco Frutos ens vulguin donar-nos lliçons de què és o deixa de ser el comunisme.

En Paco Frutos, juntament amb en Gregorio López Raimundo, és un dels responsables de les pràctiques estalinianes del PSUC de la transició. I si el sector del comunisme que ell representa no aixeca cap des de fa anys és, en bona part, pel projecte polític entreguista i mesquí que va imposar al seu partit.

En Fernández Buey va aplaudir eufòric la creació al principar d'Esquerra Unida i Alternativa. EUiA (originàriament Unitat d'Esquerres) no havia de ser el xiringuito que és ara. Aquests senyors van fer una crida a tota la gent d'esquerres del país per a construir una cosa nova, i ens van enganyar des del començament perquè ja ho tenien tot cuinat amb Izquierda Unida. L'únic que necessitàven de la resta de gent era una mica de legitimació i figurants per a un congrés fundacional vergonyós. Allà vam poder presenciar com l'estalinisme, en tant que metodologia i pràctica d'exercici del poder i de la submissió als cabdills, continuava ben viu en la concepció de la política d'aquesta pandilla.

A la gent que ens vam oposar als seus manejes (pre- i extra- congressuals), ens van llençar al dòberman Fernández Buey que, amb una particular arrogància, ens va titllar de "perros del hortelano, que ni comen ni dejan comer". Vaja, que volia que el deixessim menjar tranquilament al seu xiringuito sense haver de discutir coses de principi que tenien molt clares. Està molt bé tenir principis clars, però llavors no facis crides hipòcrites a "tota la gent d'esquerres", perquè tú tens clar lo teu i no et baixaràs del burro.

Només va servir per a presenciar les ganivetades que es fotien els del PSUCviu i els PCC per veure qui li portava més ràpid les espardenyes i el diari a IU. La resta erem éssers prescindibles, convidats de pedra del seu duel d'"a veure qui la té més llarga". Però de discussió política, res!

Que els hi preguntin també als estudiants de la Pompeu Fabra de l'època. En mig d'unes movilitzacions que per primer cop tenien una mica d'entitat, i en les quals els estudiants afiliats a EUiA tenien un paper molt actiu, en Fernández Buey s'ofereix al rector Argullol com a mediador. A la primera reunió els desacredita i els insulta davant del rector. Poc teps després ell tenia la seva càtedra Unesco, nova de trinca, a la Pompeu. Potser va ser coincidència, però vaja, el mínim que es pot dir és allò de la dona del Cèsar: que també ha de semblar-ho.

Llibertat? Igualtat? Fraternitat? No vaig veure mai res d'això en el temps polític que vaig compartir amb aquesta penya. I no estic parlant dels tancs entrant a Hungria el 56, ni de Txecoslovàquia el 68, ni de la seva asquerosa defensa de Milosevic o del règim xinès amb lo de Tiananmen. Estic parlant de fa molt pocs anys, 6 o 7, quan ja feia anys que havia caigut el mur, i a en Fernández Buey (intel·lectual com és) ja li havia donat temps de reflexionar les coses. Ah! Però no es deixa una pràctica política tant fàcilment, el que costa molt poc es aparentar-ho.

Ric per no plorar sentint a aquest tipus omplir-se la boca de democràcia radical. Sincerament, només que tingués assumida la democràcia burgesa ja seria tot un pas...
Re: Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
29 mar 2005
aqui etsà una diferencia entre l´herencia estalisnista del PSUC i els despres eurocomunistes de IC, i altres opcions politiques catalanes, d´esquerres i independentistes, que no tenen aquesta herència. tenen altres herencies, és clar.
Re: Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
29 mar 2005
Amic indignat, les teves reflexions em semblen molt serioses i a tener en compte; però efectivament l'anàl.lisi que planteja aquest article es positiu, independentment de que el seu autor i el seu "patrocinador" hagi sigut o no coherent amb la seva actuació política. Es tracta de intentar la coherència, savent que la pràctica política efectivament la fa molt difícil...
Re: Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
29 mar 2005
Alguns vam apostar fort perque l'Unitat d'Esquerres fos realment això, d'altres mentrestant esperaven l'arribada del Luchetti...
Re: Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
29 mar 2005
Estic d'acord: l'article té qualitat. Perquè en Fernández Buey és un tipus intel·ligent, lúcid i bon escriptor i orador.

Però precisament per això m'emprenyo, pel paper que va jugar una persona com ell. En fi... batalletes.

El cas és que això no treu que em produeixi el mateix efecte que sentir a la Mayol donar lliçons de sostenibilitat.
Re: Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
30 mar 2005
Seria interessant que el Fernádez Buey analitzés la lluita de classes entre la petita i mitjana burgesia i la classe treballadora en els partits d'esquerres, si n'hi ha de classe treballadora en els partits polítics (com per exemple el PSUC en el seu moment, un dos tres, responda otra vez...)
Re: Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
06 abr 2005
son galego,nacionalista e comunista, lin o artigo de fernadez buey, non teño nen ideia da sasua prática nen onde milita; pero síntome identificado co que escreve, pareceme un bon artigo ainda que non sexa dun nacionalista, ainda que lle falte falar da cuestión colonial etc etc, creo que para un comunista este artigo dille cousas
Re: Ser comunista, ahora. Por Francisco Fernández Buey
22 abr 2005
F. Fernandez se pierde entre palabras.
soy obrero, y no un renegado de clase. Pero pensando con claridad hemos de reconocer que el comunismo, y por este entiendo el marxismo- leninismo es un remedio que ha resultado peor que la enfermedad. Esto es así... lo demas son vizantinismos de intelectuales, con los que se ganan el pan.
"Libertad, para que" para poblar Siberia de presos para exterminar millones de campesinos Etc. Etc. Etc.
Los aferrados a la idea del comunismo me recuerdan aquellos catolicos que dicen que su religión no tiene nada que ver con la realidad de la Iglesia.
La teoria marxista al ponerse en practica, ha dado lo que ha dado. Habrá quien quiera repetir el experimento...
Yo soy un obrero que hoy no quiere vivir sin libertad.Os pregunto a los comunistas puros que quedais ¿estoy aburguesado?. Os contesto, si, porque prefiero la democracia burguesa, no es lo mejor, pero es lo menos malo.
Si enterramos el marxismo-leninismo ¿que tenemos?.
No lo se, hai por hay una peregrina teoria de -anarcocapitalismo-. Lo que se es que tenemos que repensar la izquierda desde su raiz.
El marxismo negó la dimensión del espiritu en el hombre, y creo un muro de piedra entre este marxismo y los creyentes. No soy creyente y aborrezco la religión cristiana, pero creo en la dimensión espiritual del hombre.
Por hay por mas que os choque tendremos que empezar, por cultivar el interior del humano, de manera que la revolución no salga de la mente exclusivamente sino de todo el ser.
La gran tragedia del comunismo ha sido intentar racionalistamente, constructivistamente, plasmar en la realidad un sueño de la mente, que ha chocado con la realidad interior del hombre.
Ha pretendido hacerlo todo desde el exterior, vamos, una chapuza, porque la realidad es mas vasta que cualquier teoria, por aproximada que pueda ser dicha teoria, y repito, descuidando el interior del humano.
Los que aun os agarrais al "credo" os aconsejo que leais al "profeta del desastre" al premio Novel en economia en 1974 F.A.Hayek, se pasó del socialismo, al campo liberal, averiguad por que...
Co lo que tendremos que lidiar tanto como lidiamos aller, es con el individualismo insolidario burgues.
El burgues esgrime que tiene derecho a ser emprendedor y a disfrutar su ganancia. Pues bien que monte su empresa en la isla de Robinson.
Sindicato Sindicat