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Notícies :: amèrica llatina
Zapatistas desalojados de Montes Azules se reconcentran en el sur de la reserva
per c'ajc	18 mar 2005
Acelerado deterioro de "aldeas" gubernamentales en las que se reubicó a indígenas
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO Agua María, Chis., 17 de marzo. La anciana del ranchito al que entramos por descuido señala el camino correcto para Agua María. "Enterrando el sol van a llegar", pronostica señalando al poniente. Atardece. Sin respetar el calendario ya llegó la primavera, y con ella el calor. De aquí ya no se distingue el asta bandera de la base militar de San Quintín, en la otra banda de la ribera grande del río Jataté, pero kilómetros atrás, sí todavía. El camino es plano y logramos llegar al poblado antes que entierre el sol. Mucho potrero. En los alrededores se distinguen los predios circundantes en proceso de roza. Es inminente la siembra del año en las milpas de la selva. En el pequeño poblado de Agua María las familias reunidas en sus solares se disponen a dar por concluido el día, que fue arduo en los campos. Aquí se reagruparon el 21 de enero las familias zapatistas que vivían en Primero de Enero, Santa Cruz y Ocho de Octubre, dentro de Montes Azules. Vinieron a unirse a otras seis familias, establecidas aquí desde hace seis años como nuevo poblado autónomo, perteneciente al municipio rebelde Libertad de los Pueblos Mayas. La escuela Francisco Villa sirve hoy de albergue para la mayoría de las familias que salieron de Montes Azules. Sólo una de ellas concluyó la edificación de su casa con tablas y techos de lámina. Las demás tienen la lámina, pero les falta la madera. Y les ha faltado tiempo. Se les van los días en preparar la milpa. La alimentación es prioridad. Y más que ya no llueve (no mucho). Las reservas de maíz y frijol que trajeron consigo se están acabando. Los techos definitivos pueden esperar hasta finales de abril. "El trabajo lo hacemos colectivo. Las tierras son de todos", dice un hombre, poblador original de Agua María y padre de un chavito abusado que practica en cualquier momento con sus chacos de factura rústica. Los acompañan unos 15 niños de distintas edades. Se reúnen los hombres. Las mujeres, asomadas en sus casas y desde el edificio escolar, no se aproximan ni pierden detalle. Desde cada casa se pueden ver todas las demás. En un promontorio pelón ponen una banca de madera para que los visitantes nos sentemos, pero como que no viene al caso, así que la banca queda allí, solita. "Las casas de los compañeros las vamos a levantar a fines de abril. No hemos juntado el dinero para pagar las motosierras que nos corten las tablas. Falta la madera del artesonado. Son mil 500 pesos por casa", agrega el hombre. Agua María es un pueblo muy plural. Las familias son tojolabales, tzeltales y tzotziles, y por lo pronto ya todas las mujeres organizaron un "colectivo de pollo" que permite comer huevo a las familias. De vez en cuando. Los hombres y muchachos preparan juntos la siembra, pues esas 160 hectáreas son todo lo que tienen para el centenar de pobladores. Un pueblo joven, más que el resto de los que desde la década pasada cimentan distintos municipios autónomos en las cañadas de Ocosingo, Altamirano y Las Margaritas. "Nos costó esfuerzo y corazón salir de Ocho de Octubre", dice otro hombre, uno de los recién llegados. "Pero ya estamos tranquilos. Aquí con los demás compañeros nos cuidamos del gobierno y repartimos los trabajos". A escasos metros del poblado corre un río pequeño pero generoso aun ahora en secas. No lejos se encuentra su manantial. O sea, tienen agua. También escuela, aunque ahora no. Por dos razones: los nuevos pobladores viven en la escuela y es tiempo de ir todos a la labranza, incluidos los dos promotores de educación y algunos de los alumnos. Clínica no tienen ni planean una pronto. Van a terminar sus casas y luego a arreglar la escuela. Podrían estar al borde del hambre, pero no me parece que se estén quejando. Muestran sonrisas y buen humor, sobre todo los niños. No será hasta agosto cuando puedan cosechar maíz y frijol. Los esperan cuatro meses críticos. Unas 20 vacas pastan en estas tierras, que pertenecieron al rancho ganadero La Taberna y fueron "recuperadas" por los indígenas después de 1994. En tanto, Nuevo Limar, la otra comunidad donde se reagruparon las bases del EZLN en Montes Azules culminó también su proceso de conformación. Este febrero se concentraron allí las 22 familias de Doce de Diciembre, junto con las que ya vivían allí. Actualmente, según informa la junta de buen gobierno "Hacia la esperanza", los choles de Nuevo Limar edifican el poblado y también preparan la siembra, pero al menos tendrán el fruto de una "tornamilpa" antes de la cosecha de agosto. Sumando a Nuevo San Isidro, establecido en la zona de Nueva Virginia, las bases de apoyo del EZLN culminaron el proceso de reconcentración en el sur de Montes Azules, correspondiente al municipio Libertad de los Pueblos Mayas, según anunciara la comandancia general zapatista en 2004. A la vez, de las aldeas prefabricadas de Santa Martha y Nuevo Montes Azules, donde el gobierno reubicó a los indígenas de otros poblados de Montes Azules, salen algunas señales de alarma. Las casas prefabricadas en Teopisca no resultan adecuadas para el clima, y en Santa Martha al menos su deterioro es acelerado. Tras los presidenciales bombos y platillos (del Camino Real), Nuevo Montes Azules permanece como una especie de campo de reclusión para más de cien familias. Las calles, trazadas al modo urbano, llevan nombres como Río Lacantún o Río Lacanjá; ya ni la burla perdonan, sobre todo porque las tierras que les prometieron todavía no se las entregan. Cuestión de "trámites". Y mientras, la estación de roza y siembra se les escapa, lo que tiene a los campesinos entre la espada y la pared. Algunas familias han retornado a Montes Azules y otras amagan con hacerlo.
Mira també: http://www.jornada.unam.mx/2005/mar05/050318/021n1pol.php
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