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Anàlisi :: corrupció i poder
Por si le sirve de algo al fiscal de la "Operación Ballena Blanca"
14 mar 2005
Se le sugiere un texto al Sr. Fiscal para que extienda la búsqueda por todo territorio nacional e incluso Mundial
“En el imperio, la corrupción está en todas partes. Es la piedra angular y la clave de la dominación. Reside, adoptando diferentes formas, en el gobierno supremo del imperio y sus administraciones vasallas, en las fuerzas policiales administrativas más refinadas y las más corruptas, en los lobbies de las clases dirigentes, en las mafias de grupos sociales emergentes, en las iglesias y en las sectas, en los perpetradores y perseguidores del escándalo, en los grandes conglomerados financieros y en las transacciones económicas de todos los días. A través de la corrupción, el poder imperial extiende una pantalla de humo a lo largo del mundo y ejerce su dominio sobre la multitud en medio de esta nube pútrida, en ausencia de la luz y la verdad...

...La corrupción es fácil de percibir porque aparece inmediatamente como una forma de violencia, como un insulto. Y, en realidad, es un insulto: la corrupción es en verdad el signo de la imposibilidad de vincular el poder al valor y su denuncia es, pues, una intuición directa de la falta de ser.� (p. 353)

“La corrupción adquiere formas tan numerosas que tratar de mencionarlas todas es como tratar de meter el mar en un vaso. Sin embargo, trataremos de dar algunos ejemplos, aun cuando de ningún modo puedan servirnos para representar la totalidad. En primer lugar, existe la corrupción como una decisión individual que se opone y viola la comunidad y solidaridad fundamentales definidas por la producción biopolítica. Esta pequeña violencia cotidiana del poder es una corrupción al estilo de la mafia. En segundo lugar, existe la corrupción del orden productivo o, más precisamente, la explotación. Ésta incluye la expropiación de los valores que derivan de la cooperación colectiva de los trabajadores y la privatización de lo que, en el plano biopolítico, ab origine era público. El capitalismo está completamente implicado en esta corrupción de privatización. Como dice San Agustín, los grandes reinos no son más que las proyecciones ampliadas de los pequeños ladronzuelos. Sin embargo, San Agustín de Hipona, tan realista en esta concepción pesimista del poder, quedaría completamente perplejo ante los ladronzuelos actuales del poder monetario y financiero. Realmente, cuando el capitalismo pierde su relación con el valor (como medida de la explotación individual y también como norma de progreso colectivo) se manifiesta inmediatamente como corrupción. La secuencia gradualmente más abstracta de su funcionamiento (de la acumulación del valor excedente a la especulación monetaria y financiera) ha demostrado ser una firme marcha hacia la corrupción generalizada. Si el capitalismo es por definición un sistema de corrupción, mantenido, sin embargo, como en la fábula de Mandeville, por su habilidad cooperativa y redimido, de acuerdo con todas sus ideologías de derecha e izquierda, por su función progresista, cuando desaparece la medida y el telos progresista se derrumba, no queda nada esencial del capitalismo, salvo la corrupción. En tercer lugar, la corrupción se presenta en el funcionamiento de la ideología o, dicho de otro modo, en la perversión de los sentidos de la comunicación lingüística. En este caso, la corrupción se introduce en la esfera biopolítica, ataca sus nodos productivos y obstruye sus procesos generadores. Este ataque se hace manifiesto, en cuarto lugar, cuando en las prácticas del gobierno imperial la amenaza del terror llega a ser un arma para resolver conflictos limitados o regionales y se convierte en un aparato al servicio del desarrollo imperial. En este caso, el mando imperial aparece disfrazado alternativamente como corrupción o como destrucción, casi como si quisiera revelar la profunda necesidad que tiene la primera de la segunda y viceversa. Las dos bailan juntas sobre el abismo, sobre la carencia imperial de ser...

...Estos ejemplos de corrupción podrían multiplicarse hasta el infinito, pero en la base de todas estas formas de corrupción hay una operación de anulación ontológica que se define y se ejerce como la destrucción de la esencia singular de la multitud. Éstas deben unificarse o segmentarse en diferentes unidades: así es como debe corromperse la multitud. Es por ello que los conceptos antiguo y moderno de corrupción no pueden traducirse directamente a la noción posmoderna de corrupción. Mientras en los tiempos antiguos y modernos la corrupción se definía sobre la base de los esquemas y/o las relaciones de valor y se demostraba como una falsificación de ellos, de modo tal que a veces podía desempeñar una función en el cambio entre las formas de gobierno y la restauración de los valores, hoy, en cambio, la corrupción no puede desempeñar ningún papel en ninguna transformación de las formas de gobierno porque la corrupción misma es la sustancia y la totalidad del imperio. La corrupción es el ejercicio puro de la autoridad, sin ninguna referencia proporcionada o adecuada al mundo de la vida. Es un mando que apunta a destruir la singularidad de la multitud mediante su unificación coercitiva y/o su cruel segmentación. Ésta es la razón por la cual el imperio necesariamente decae en el momento mismo de su ascenso...

...Esta figura negativa de dominio sobre el biopoder productivo es aún más paradójica cuando se la observa desde la perspectiva de la corporalidad. La generación biopolítica transforma directamente los cuerpos de las masas. Éstos son [...] cuerpos enriquecidos con la fuerza intelectual y cooperativa y cuerpos que ya son híbridos. De modo que lo que nos ofrece la generación en la posmodernidad son cuerpos que están “más allá de toda medida�. En este contexto, la corrupción aparece sencillamente como enfermedad, frustración y mutilación. Así obró siempre el poder contra los cuerpos enriquecidos. La corrupción también se presenta como psicosis, narcóticos, congoja y aburrimiento, pero también esto existió siempre a lo largo de la modernidad y en las sociedades disciplinarias. La especificidad de la corrupción actual es en cambio la ruptura de la comunidad de cuerpos singulares y el obstáculo a su acción: una ruptura de la comunidad biopolítica productiva y un impedimento a su vida. Aquí nos hallamos pues ante una paradoja. El imperio reconoce el hecho de que, en cooperación, los cuerpos producen más y de que en comunidad gozan más y además se beneficia con ello, pero tiene que obstruir y controlar esa autonomía cooperativa para evitar que ésta lo destruya. La corrupción opera con el objeto de impedir que los cuerpos se desplieguen “más allá de toda medida� a través de la comunidad, para impedir esta universalización singular del nuevo poder de los cuerpos que amenaza la existencia misma del imperio. La paradoja no puede resolverse: cuanto más rico se hace el mundo, tanto más debe el imperio negar las condiciones de la producción de riqueza a pesar de basarse precisamente en esa riqueza. Nuestra tarea es investigar cómo finalmente puede obligarse a la corrupción a ceder su control a la generación� (p. 354-355)

Fuente: Hardt, M. y Negri. A., Imperio, ed. Paidós, Barcelona, 2002 (Harvard University Press, 2000)

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