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Notícies :: amèrica llatina |
Conversaciones con Julio Carreras (h)
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per Wiebke Correu-e: wiebke ARROBA linuxmail.org (no verificat!) |
04 mar 2005
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Algunas entrevistas con uno de los más interesantes militantes revolucionarios y escritor de América Latina. |
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Julio fue músico de rock en su adolescencia. Desde niño había estudiado piano y dibujo, lo cual sin duda desarrolló en él una intensa sensibilidad.
A los 14 años comenzó a tocar la guitarra eléctrica en "Los Juveniles". A los 21 formó el movimiento cultural SER. Con ellos hicieron el primer recital de Rock Nacional Argentino en Santiago del Estero.
A los 23 años, luego de la muerte de su novia Clara, se fue a Córdoba para trabajar en revistas de izquierda, la corresponsalía de un diario nacional y militar en el Partido Revolucionario de los Trabajadores, dirección política del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). En 1973 fue secuestrado y luego arrojado en un campo de concentración de la dictadura militar argentina.
Estuvo siete años preso en condiciones infrahumanas.
Al salir, con esposa y una hija de antes del proceso, en la indigencia absoluta, consiguió ganar el concurso para pintar 31 murales en el Santuario de Mailín, donde concurren multitudes de 100.000 fieles en cada celebración (2 por año). Con el dinero obtenido compró su primera casita.
Luego tuvo 3 hijas más, las menor de las cuales hoy tiene 18 años.
Trabajó como periodista desde entonces, y en 200 fundó la Asociación de Periodistas de Internet (API). |
This work is in the public domain |
Comentaris
Re: Conversaciones con Julio Carreras (h)
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per Wiebke wiebke ARROBA linuxmail.org |
04 mar 2005
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Disculpe, olvidaba poner dónde encontrar las entrevistas:
http://juliocarreras.blogspot.com |
AFRICA - Limpopo
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per Juan Manuel Aragón (h) |
04 mar 2005
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Fue antes de que Julio viajara a Italia, con la mujer, con la guita de la indemnización que le habían dado por los años que se comió en cana, a disposición del poder ejecutivo, es decir, sin juicio y sin condena, sólo porque a los milicos se les daba la gana de que siguiera preso.
Cuando lo largaron, en el 83, decidió que sería escritor. Firmaba Julio Carreras (h). Pero el padre se llama Julio César y él es Julio Alberto.
Un día se lo pregunté.
-Si firmo Julio Alberto Carreras, no va a faltar el pícaro que se le ocurra decirme Julio A. Carreras. Acarreras.
Claro, se entiende. Aca es mierda, en quichua. Comé aca es una de las expresiones híbridas quichua-castellanas, más comunes en el habla de los santiagueños. Acata micu, es en quichua comé aca. Si a micu se le agrega una y griega al final entonces -mícuy- tenemos el infinitivo. Que sería comer mierda.
Después se fue a Italia con la mujer, la Gloria, que también estuvo presa por actividades subversivas. Cayó junto con él, unos días antes del golpe, y por eso se salvó de que lo hicieran desaparecer. Lo juzgaron y lo condenaron. Por supuesto que no se salvó de que lo bolsearan y lo denigraran de lo lindo, esos milicos.
Contaba después Julio, que los tanos le preguntaron a qué se debía esa hache que ponía al final de sus escritos. Y que él explicó que era necesaria para que no lo confundieran con el padre que se llamaba igual. La risa es porque la hache, según Julio, yo no sé porque nunca he estado en Italia, suena, justamente, como aca. Para los italianos, él era Julio Carreras (Aca).
Lo que son las cosas de la vida.
Ya antes de Italia se había hecho inista Julio. El grupo "Ini", al que nunca me quiso afiliar tenía como mentores a unos italianos que enseñaban idiomas en una universidad de allá, no sé cuál sería, pero era bastante importante. "Ini" quería decir "infinitesimale novatrice internazionale" y era un movimiento que se basaba en la palabra escrita. Ellos se fijaban en las letras, las formas de las letras más que en lo que decían. Julio llegó a escribir un manifiesto para los inistas argentinos, que allá por el 85 o un poco después, eran muchos, según decía.
Cosas así tenía Julio.
A su primera novela, "Abelardo", se llamaba, la fechó "a orillas del río Limpopo", y aclaraba, "Zimbawe", como si todos no supiéramos que aparte de esa vez que había ido a Italia, nunca salió de la Argentina. Lo mismo los cuentos. Pero, después de "Quipu", le perdí el rastro. A "Quipu" la hacíamos a pulmón, antes de que él entrara a trabajar al Liberal y yo al Nuevo Diario, la competencia. Quipu, otra palabra quichua, quiere decir nudo. Era la manera que tenían los incas de comunicarse, mandaban una ristra de piolines con nudos que significarían que las cosechas estaban bien, que había peste en los animales, vaya uno a saber. Y quipu le decían las viejas, nuestras abuelas, a un pañuelo al que le ponían la plata adentro y le ataban las cuatro puntas. Cuando iban a comprar algo, desataban el quipu y pagaban. Era como un tesoro el quipu, ya en Santiago. Siete u ocho números hicimos, hasta que, como dije, nos tomaron a cada uno en un diario.
Después él puso una imprentita. Y una vez que yo estaba haciendo una revista para el gremio de los municipales de La Banda, lo fui a ver. Me la tenía que entregar un viernes a la mañana, los muchachos del gremio esperaban con la guita. Yo tenía que salir de vacaciones así que esa platita extra mal no me venía. Pero demoraba por no sé qué. Y nos pusimos a conversar.
Entonces le pregunté por qué fechaba sus cuentos en el río Limpopo, que después me enteré que nace en Sudáfrica y desemboca en el Indico, después de recorrer 1.600 kilómetros en el Africa.
-Vos nunca has estado preso -me dijo Julio.
-Eso qué tiene que ver.
-Lo único que quieres, cuando estás preso, es verte afuera, estar libre, no aguantar la cara de los carceleros, los gritos, las interrupciones del sueño a la medianoche, los interrogatorios, el hablar bajito. Yo le escribía poemas de amor a mi mujer en papel de fumar. Y no me preguntes cómo, pero le llegaban. Y una vez uno de los muchachos trajo un mapa. Era un mapa del Africa. Lo único que teníamos para leer. Cada uno de los changos eligió un lugar para vivir hasta que lo dejaran libre. A mí me gustó el nombre del río: Limpopo. Y lo usé como si fuera mi casa. Todos los días, al levantarme, me veía en medio del río, en una canoa, mientras los elefantes bajaban a tomar agua, los cocodrilos me pasaban rozando y enormes víboras se deslizaban por entre los árboles. Y aunque no creas, Juan, cualquier cosa era mejor que estar preso. Mi lugar, durante muchos años, fue el río Limpopo. Eso sí, en Zimbawe, porque en ese tiempo en Sudáfrica los cagaban a palos a los negros y no me simpatizaban los sudafricanos. |
Re: Conversaciones con Julio Carreras (h)
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per ya vale d spam |
04 mar 2005
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cada x tiempo no viene la propaganda d este personaje. si a alguien le interesa ya puede haber tenido info. yo ya le estoy cogiendo mania. |
Re: Conversaciones con Julio Carreras (h)
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per Wiebke |
19 mar 2005
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pues bien, ya te mandaré propaganda de Vargas Llosa, ¿eso te gusta? Si no se difunde aquí a los escritores alternativos, dime, ¿dónde? |
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