Construyendo realidades de la mano de la Educación Popular

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Construyendo realidades de la mano de la Educación Popular
per Pacificar.com	25 feb 2005
¡Qué desafío llegar a conceptualizar qué entiende la Agrupación La Dignidad Rebelde con respecto a la Educación Popular! No es poca cosa reflexionar en torno a un concepto que ha tenido tanta repercusión en el mundo, y, particularmente, en el Tercer Mundo.
INTRODUCCION Desde hace 4 aÃ±os compaÃ±eras y compaÃ±eros de la AgrupaciÃ³n La Dignidad Rebelde hemos venido realizando un trabajo de base en la villa 31 (bis) de Retiro, Ciudad de Buenos Aires. Inspirados en la pedagogÃa de la liberaciÃ³n buscamos que las vecinas y los vecinos del barrio se constituyan en mujeres nuevas y hombres nuevos, constructores de una nueva sociedad. Sin personas nuevas no habrÃ¡ una nueva sociedad. La tarea polÃtico-educativa apunta a que ambos nos desarrollemos como sujetos activos, posibilitando una lectura crÃtica de la estructura social y, con ello, la conscientizaciÃ³n de ser sujetos histÃ³ricos, con la capacidad de poder actuar sobre este mundo para transformarlo. TransformaciÃ³n que no implique el cambio de manos del poder de dominaciÃ³n, sino en el rompimiento de la lÃ³gica autoritaria y verticalista. En el caminar junto al pueblo hemos dado un lugar muy importante a la formaciÃ³n polÃtica y de alguna manera este texto representa una sÃntesis de muchos talleres, encuentros y experiencias vividas en estos aÃ±os. Son puntos de llegada que hemos tenido, pero tambiÃ©n son nuevos puertos para partir a nuevos rÃos, mares y ocÃ©anos llenos de sueÃ±os, esperanzas y rabias. ConceptualizaciÃ³n de la EducaciÃ³n Popular. Â¡QuÃ© desafÃo llegar a conceptualizar quÃ© entiende la AgrupaciÃ³n La Dignidad Rebelde con respecto a la EducaciÃ³n Popular! No es poca cosa reflexionar en torno a un concepto que ha tenido tanta repercusiÃ³n en el mundo, y, particularmente, en el Tercer Mundo. Educadores, organizaciones populares, movimientos sociales, acadÃ©micos, han pasado sus vidas analizando, reflexionando y actuando en relaciÃ³n a la EducaciÃ³n Popular. Â¿Por dÃ³nde iniciar el camino que ayude a explicar la nociÃ³n que la AgrupaciÃ³n La Dignidad Rebelde tiene sobre la EducaciÃ³n Popular? QuizÃ¡s para empezar podemos seÃ±alar algo que salta a primera vista. Se trata de una prÃ¡ctica educativa relacionada con lo popular. No es posible separar en esta denominaciÃ³n los tÃ©rminos educaciÃ³n y popular. Creemos interesante examinar estos dos aspectos sin dividirlos. Para lo cual, vamos a intentar tener una aproximaciÃ³n a la pregunta: 'Â¿quÃ© entendemos por educaciÃ³n?', para luego acercarnos al concepto de popular. Tarea no del todo sencilla, pero que implica un gran desafÃo que queremos asumir. La tarea de querer delimitar el concepto de educaciÃ³n, va a tropezar con el hecho de que existen diferentes usos sociales sobre Ã©sta. Los usos sociales de la educaciÃ³n van a estar Ãntimamente ligados a la concepciÃ³n del mundo que tengamos. 'Una concepciÃ³n del mundo implica un conjunto articulado, sistemÃ¡tico y coherente de ideas, conceptos, valores y normas de conducta prÃ¡ctica que guÃan nuestra vida cotidiana.'[2] Esta concepciÃ³n, al moldear nuestra visiÃ³n de cÃ³mo debe ser la sociedad y de quÃ© lugar juega en ella el ser humano, va a influir en la nociÃ³n que tengamos sobre la educaciÃ³n. Las sociedades establecen los preceptos doctrinales que han de guiar a las prÃ¡cticas educativas. Estas ideas no son hechas por la sociedad como un todo, sino que responden a perspectivas e intereses de las clases dominantes para conservar los elementos bÃ¡sicos de la estructura social. Aun asÃ las prÃ¡cticas educativas se dan en espacios diversos y hasta antagÃ³nicos que confrontan por constituirse en discursos pedagÃ³gicos hegemÃ³nicos. Es decir, en los espacios educativos coexisten componentes que tienden a la conservaciÃ³n de las estructuras y las relaciones sociales, y otros, que tienden a la transformaciÃ³n de la sociedad. AsÃ existen fundamentalmente dos usos sociales para la educaciÃ³n: que sea la vÃa para corregir las disfunciones del sistema socioeconÃ³mico imperante, sin intentar modificaciÃ³n alguna, sÃ³lo adaptaciones; o que sea un instrumento importante en la transformaciÃ³n y cambio de las estructuras sociales de opresiÃ³n. Otro punto muy importante para aproximarnos a la nociÃ³n de educaciÃ³n que sustentamos es que Ã©sta es siempre un acto de conocimiento. No hay posibilidad de entender la educaciÃ³n sin percibir que toda prÃ¡ctica educativa es siempre una situaciÃ³n en la cual hay un cierto objeto a ser conocido por sujetos cognoscibles. La educaciÃ³n es siempre una teorÃa del conocimiento puesta en prÃ¡ctica. Consideramos entonces que una prÃ¡ctica educativa responde a las siguientes preguntas: Primero, cÃ³mo conocer. Segundo, cuÃ¡l es la compresiÃ³n sobre el acto de conocer. Tercero, conocer para quÃ©. Cuarto, conocer con quiÃ©nes. Quinto, conocer en favor de quÃ©. Sexto, conocer contra quÃ©. SÃ©ptimo, conocer a favor de quienes. Octavo, conocer contra quiÃ©nes. La pedagogÃa de la liberaciÃ³n se fundamenta en una concepciÃ³n dialÃ©ctica del conocimiento, contraria a la tradicional epistemologÃa idealista y positivista. Uno de los exponentes mÃ¡ximos de la pedagogÃa liberadora, Paulo Freire, 'peregrino de lo obvio', plantea que 'la educaciÃ³n es un acto de conocimiento que implica praxis, reflexiÃ³n y acciÃ³n de los seres humanos sobre el mundo para transformarlo.'[3] La pedagogÃa freireana concibe el conocimiento como una construcciÃ³n social, es un proceso y no meramente un producto. 'El conocimiento no se transmite; el conocimiento se hace, se rehace a travÃ©s de la acciÃ³n transformadora de lo real y a travÃ©s de la comprensiÃ³n crÃtica de la transformaciÃ³n que se ha dado antes o que se puede dar maÃ±ana.'[4] SegÃºn la perspectiva tradicional, la prÃ¡ctica educativa consiste en la transmisiÃ³n de diferentes saberes y valores de generaciÃ³n en generaciÃ³n, en la cual el educador es el transmisor de los conocimientos y el educando es el receptor pasivo.[5] Para este enfoque, el objetivo de la educaciÃ³n es adaptar y acostumbrar al individuo a la sociedad en que vive, formÃ¡ndolo para que se incorpore al 'mercado' laboral a fin de asegurar y dar continuidad del modo de producciÃ³n vigente. Hasta aquÃ hemos analizado el tÃ©rmino de educaciÃ³n, queriendo destacar la intencionalidad pedagÃ³gica de la educaciÃ³n popular. Ahora queremos analizar el otro tÃ©rmino en cuestiÃ³n: popular. Considerando que Ã©ste es el elemento especÃfico de la educaciÃ³n popular. Cuando hablamos de popular hacemos referencia a un sujeto colectivo: los oprimidos. La opresiÃ³n aparece en la sociedad a travÃ©s de diferentes relaciones de dominaciÃ³n: opresiÃ³n de la mujer por el hombre; del niÃ±o o la niÃ±a por el adulto; de los trabajadores por los patrones, etc. La opresiÃ³n la ejercen las clases opresoras que someten a las clases oprimidas, al despojo del tener: alimentaciÃ³n, trabajo, techo, tierra, salud.. Se trata en definitiva de una negaciÃ³n del derecho a la vida. Negando el derecho a vivir, todos los demÃ¡s derechos caen. 'Â¿De quÃ© libertad nos hablan, cuando la experiencia concreta de cada dÃa niega en los barrios un plato de comida para los niÃ±os y las niÃ±as, una cama para dormir, ropa para vestirnos, un salario digno para los papÃ¡s de los chicos y las chicas? Â¿Acaso de esa libertad que nos atribuyen idealmente a cada uno de nosotros y nosotras?' Junto con los elementos bÃ¡sicos para la vida, tambiÃ©n a las clases oprimidas se les niega el saber que pasa por la 'prohibiciÃ³nâ�? del acceso a la escuela, en la â��expulsiÃ³nâ�? del sistema educativo, pero fundamentalmente por el desprecio de las clases opresoras a los valores, a las culturas, al â��saber hecho de experienciaâ�? del pueblo. NegaciÃ³n que tiene que ver con una de las caracterÃsticas de la acciÃ³n conquistadora de los opresores: la invasiÃ³n cultural. Esta consiste en la 'penetraciÃ³n que hacen los invasores en el contexto social de los invadidos, imponiendo a Ã©stos su visiÃ³n del mundo, en la medida misma en que frenan su creatividad, inhibiendo su expansiÃ³n.'[6] La funciÃ³n principal de la invasiÃ³n cultural radica en imponer la lÃ³gica del pensar de los opresores a los oprimidos, en lugar de la suya propia. La ideologÃa dominante, perteneciente a las clases dominantes, se construye y recrea en la vida cotidiana. A travÃ©s de ella se interiorizan los valores culturales propios de los opresores y se domestica a los oprimidos. Pero la clase opresora no sÃ³lo realiza una invasiÃ³n cultural, sino que tambiÃ©n saquea al oprimido de su cultura, su memoria, destruyÃ©ndola, fragmentÃ¡ndola y/o incorporando elementos propios del pueblo a la cultura opresora. AdemÃ¡s de negar el tener y el saber a las clases populares se les impide desarrollarar su hacer, es decir sus propias praxis sociales. Esto se ve plasmado a travÃ©s del monopolio de la violencia ejercida por los opresores que matan, reprimen, persiguen y encarcelan a los luchadores sociales. Pero 'las clases opresoras no sÃ³lo impiden la organizaciÃ³n del pueblo como clase capaz de iniciar un amplio proceso de transformaciones sociales sino que intervienen directamente en los modos de organizaciÃ³n del pueblo, tratando que toda organizaciÃ³n popular no sea una organizaciÃ³n de clase, o por lo menos no pase de una organizaciÃ³n vacÃa y â��bajo controlâ�? (los sindicatos reinvicadores de privilegios â��neo-capitalistas' son un ejemplo de eso).'[7] Las distintas formas de opresiÃ³n del â��tenerâ�?, â��saberâ�?, â��hacerâ�? tienen como corolario la expulsiÃ³n de las clases oprimidas de las instancias de â��poderâ�?. El pueblo no delibera ni gobierna sino es a travÃ©s de sus representantes dice la ConstituciÃ³n de la RepÃºblica Argentina. El poder estÃ¡ en manos y al servicio de los opresores quienes niegan todo espacio de participaciÃ³n popular que implique una disputa de su situaciÃ³n de dominaciÃ³n. En definitiva la opresiÃ³n consiste en la negaciÃ³n de lo popular, de todo aquello que pertenece al pueblo, a las clases populares. Entendiendo por pueblo a todas las personas que se reconocen como parte de aquellos que luchan y trabajan en funciÃ³n de un proyecto de sociedad sin clases que satisfaga los intereses y las necesidades de todas y todos: las niÃ±as y los niÃ±os, las y los jÃ³venes, las adultas y los adultos, las ancianas y los ancianos. En relaciÃ³n al tÃ©rmino popular queremos destacar que 'la educaciÃ³n es popular cuando en su realizaciÃ³n - en su inserciÃ³n, sus contenidos y sus mÃ©todos -contribuye a que el pueblo, las clases populares, vayan constituyÃ©ndose, encontrando su propia esencia, profundizando la comprensiÃ³n de su propio ser.'[8] Por tal motivo, es que los cumpas de la AgrupaciÃ³n La Dignidad Rebelde entienden que 'la EducaciÃ³n Popular es un instrumento de las organizaciones populares para la construcciÃ³n de Poder Popular, en el proceso de las luchas sociales.'[9] No podemos hablar de una prÃ¡ctica de EducaciÃ³n Popular que no estÃ© enmarcada dentro de una prÃ¡ctica polÃtica liberadora y aportando a este accionar. ConcepciÃ³n del ser humano y del mundo desde la EducaciÃ³n Popular. Toda prÃ¡ctica educativa liberadora, nos dice Paulo Freire, debe ir precedida de una concepciÃ³n del ser humano, a partir de una situaciÃ³n existencial concreta, un aquÃ (lugar) y un ahora (tiempo) de la persona. No podemos pensar en una educaciÃ³n que conciba al ser humano en forma abstracta, ahistorica, desligada del mundo, asÃ como tampoco que niegue al mundo como una realidad ausente de los seres humanos. El ser humano no es sÃ³lo un â��ser en el mundoâ�?; es sobre todo, un â��ser con el mundoâ�?. No podrÃamos concebir un mundo sin personas, ni personas sin mundo. Sin seres humanos el mundo no tendrÃa sentido, ya que el mundo estÃ¡ constituido por un conjunto de relaciones, y sÃ³lo las personas son capaces de captar esas relaciones como seres inteligentes; sÃ³lo el ser humano puede establecer nuevas relaciones en el mundo y con Ã©l; sÃ³lo por la acciÃ³n de las personas el mundo se transforma, se dinamiza y se crea. Existe una comuniÃ³n entre el ser humano y el mundo. Como seres inconclusos, las personas no son, sino que se van haciendo en su accionar-reflexivo. La capacidad de acciÃ³n y reflexiÃ³n, propias del ser humano, estÃ¡n condicionadas por el mundo, por la realidad, que tambiÃ©n es inacabada. AsÃ como no hay seres humanos sin mundo, ni mundo sin seres humanos, no puede haber acciÃ³n y reflexiÃ³n fuera de la relaciÃ³n hombre/mujer-realidad. Es en la relaciÃ³n del ser humano con el mundo, que desarrollamos nuestro accionar-reflexivo. Transformamos al mundo, y al hacerlo condicionamos nuestra acciÃ³n y reflexiÃ³n. De acuerdo a como se establezcan estas relaciones es que las personas pueden tener o no condiciones objetivas para el ejercicio de una vida mÃ¡s humana. La existencia humana radica en la bÃºsqueda de su realizaciÃ³n en la humanidad. La vocaciÃ³n de las personas de realizar una tarea de humanizaciÃ³n, se contrapone a la deshumanizaciÃ³n. 'Esta Ãºltima constituye una distorsiÃ³n posible en la historia pero no es su vocaciÃ³n histÃ³rica. Si admitiÃ©ramos que la deshumanizaciÃ³n es vocaciÃ³n histÃ³rica de los seres humanos, nada nos quedarÃa por hacer sino adoptar una actitud cÃnica o de total desespero.'[10] La humanizaciÃ³n es consecuencia de una prÃ¡xis liberadora que va en bÃºsqueda de una sociedad donde los pueblos son sujetos creadores de su destino histÃ³rico. La vocaciÃ³n de los pueblos es la de â��ser mÃ¡sâ�? libres. 'Libertad que no es sÃ³lo una capacidad (aspecto ontolÃ³gico) y un derecho radical (aspecto jurÃdico), sino que es ademÃ¡s una situaciÃ³n personal y social de madurez que hace concretamente posible el ejercicio de esa capacidad y de ese derecho.'[11] 'La vocaciÃ³n del ser humano de ser sujeto y no objeto, sÃ³lo podrÃ¡ desarrollarla en la medida en que, reflexionando sobre sus condiciones tempo-espaciales, se inserte en ellas, crÃticamente.'[12] En la bÃºsqueda de su perfecciÃ³n el ser humano se educa. El hombre y la mujer deben ser sujetos de su educaciÃ³n. No pueden ser objeto de Ã©sta. DimensiÃ³n polÃtica de la EducaciÃ³n Popular Las prÃ¡cticas de educaciÃ³n popular estÃ¡n fundamentadas en una lectura del mundo a travÃ©s de la cual se constata e interpreta la realidad social. La naturaleza polÃtica de la educaciÃ³n popular radica en una toma de posiciÃ³n con respecto al contexto en que vivimos. Este posicionamiento supone reconocer e interpretar que 'la estructura sobre la que se organiza y funciona la sociedad se basa en el egoÃsmo, la acumulaciÃ³n material, la opresiÃ³n y la explotaciÃ³n del ser humano por el ser humano; nos mantiene esclavos de un sistema econÃ³mico capitalista donde la propiedad privada vale mÃ¡s que la vida, el dinero transforma al amor en una mercancÃa y la dignidad es comprada con unas migajas por el SeÃ±or Poder.'[13] A partir de reconocer una situaciÃ³n estructural de opresiÃ³n, Paulo Freire elaborÃ³ 'una pedagogÃa que haga de la opresiÃ³n y sus causas el objeto de reflexiÃ³n de los oprimidos, de lo que resultarÃ¡ el compromiso necesario para su lucha por la liberaciÃ³n, en la cual esta pedagogÃa se harÃ¡ y reharÃ¡.'[14] Aunque reflexionando entorno a la pedagogÃa del oprimido hace un llamado de atenciÃ³n con respecto a cierta posiciÃ³n ingenua que concibe a la educaciÃ³n como una palanca de transformaciÃ³n de la sociedad. Es decir, la educaciÃ³n no cambia al mundo; la educaciÃ³n cambia a las personas; por lo tanto, las personas a travÃ©s de una prÃ¡ctica polÃtica organizada cambian al mundo. Siendo la EducaciÃ³n Popular una herramienta de las organizaciones populares para cambiar radicalmente las situaciones de desigualdad, dominaciÃ³n e injusticia, Ã©sta refleja los niveles de lucha de clases en la sociedad. 'Una educaciÃ³n popular que no sea instrumento para que el pueblo se organice y movilice para establecer un nuevo sistema de relaciones sociales, sirve sÃ³lo para que los sistemas opresores permanezcan en nuestras sociedades.'[15] La politicidad de la educaciÃ³n no nos permite concebirla como neutra. Cuando se pretende presentar a la educaciÃ³n como apolÃtica, justificando que Ã©sta ha de ser Ãºnicamente tÃ©cnica o cientÃfica, se prÃ¡ctica de hecho una opciÃ³n: la indiferencia y por ende el sometimiento a una realidad deshumanizada. La dimensiÃ³n polÃtica de la EducaciÃ³n Popular se expresa tambiÃ©n en el tipo de vÃnculo que se da entre el educador y el educando, y entre ellos y el objeto de conocimiento. Esto tiene que ver con las relaciones de poder que se dan en el vÃnculo pedagÃ³gico entre el educador y el educando. En la visiÃ³n â��bancariaâ�? de la educaciÃ³n, el educador asume el rol de quien sabe, y debe, por lo tanto, enseÃ±ar al educando que no sabe. 'Si el educador es quien sabe, y si los educandos son los ignorantes, le cabe, entonces, al primero, dar, entregar, llevar, transmitir su saber a los segundos.'[16] AsÃ, la educaciÃ³n se convierte en un â��acto de depositarâ�?, donde el educador es quien â��depositaâ�? conocimientos y los educandos son los â��depositariosâ�?. La educaciÃ³n se concibe como una prÃ¡ctica acumulativa de saber. En la educaciÃ³n bancaria no sÃ³lo se donan los conocimientos que el educador posee, sino que Ã©ste define el contenido programÃ¡tico de la educaciÃ³n. Al negar a los educandos la capacidad de crear, actuar, pensar, obstruye el quehacer de los seres humanos como sujetos activos, crÃticos, soÃ±adores y rebeldes. La educaciÃ³n bancaria proyecta una ignorancia absoluta sobre los otros. En esta relaciÃ³n pedagÃ³gica, se mantiene la contradicciÃ³n entre el educador del educando y el educando del educador. Existe una negaciÃ³n de la educaciÃ³n y del conocimiento como proceso de bÃºsqueda. No hay objeto de conocimiento a ser conocido, sino que hay una memorizaciÃ³n de lo narrado por el educador. A travÃ©s de la educaciÃ³n bancaria se construyen y rehacen relaciones sociales de dominaciÃ³n que se reproducen en los diferentes Ã¡mbitos de la vida cotidiana. Desde una concepciÃ³n educativa liberadora, el educador asume su rol en concordancia con su comprensiÃ³n polÃtico-ideolÃ³gica del acto de conocer. Un educador popular abraza lo que Freire denominÃ³ â��radicalidad democrÃ¡tica-revolucionariaâ�?. 'Esto significa que desde el punto de vista de la educaciÃ³n como acto de conocimiento, los educadores populares debemos siempre partir de los niveles de comprensiÃ³n de los educandos, de la comprensiÃ³n de su medio, de la observaciÃ³n de su realidad, de la expresiÃ³n que las propias masas populares tienen de su realidad, para luego, con ellos, ir avanzando y transformando en rigurosidad cientÃfica lo que era, en el punto de partida, sentido comÃºn.'[17] El educador mediatizado por el objeto de conocimiento, problematiza sobre Ã©l mismo, estableciendo un diÃ¡logo con los educandos. El diÃ¡logo no es mero intercambio de ideas y mucho menos la polÃ©mica por imponer la â��verdadâ�?, puesto que no se trata de conquistarse unos a otros, sino de vencer juntos a la estructura social que nos mantiene en una situaciÃ³n de opresiÃ³n. La educaciÃ³n liberadora supera la contradicciÃ³n del educador y el educando. 'El educador, al problematizar, â��re-admiraâ�? el objeto conocido a travÃ©s de la â��ad-miraciÃ³nâ�? de los educandos. Ambos se transforman en sujetos del proceso de conocimiento (enseÃ±aza-aprendizaje). Ahora, ya nadie educa a nadie, asÃ como tampoco nadie se educa a sÃ mismo, los seres humanos se educan en comuniÃ³n, y el mundo es el mediador.'[18] Al problematizar con la realidad, el educador induce a los educandos a que se piensen a sÃ mismos en ese contexto y puedan reflexionar en torno a su prÃ¡ctica social para actuar en su vida cotidiana buscando 'ser mÃ¡s', dirigiendo su vida a la humanizaciÃ³n de los seres humanos. Las distintos tipos de vÃnculos pedagÃ³gicos que se dan tanto en la educaciÃ³n â��bancariaâ�? como en la educaciÃ³n liberadora muestran como funciona el poder en torno al acto educativo. La educaciÃ³n bancaria es un instrumento de la clase opresora para el mantenimiento del reino del dinero, la competencia, el egoÃsmo, la desesperanza, la desmemoria. En forma contraria, la educaciÃ³n problematizadora, responde a la vocaciÃ³n del hombre y la mujer de ser mÃ¡s, de insertarse crÃticamente en esta sociedad clasista e injusta y transformarla en funciÃ³n de proyecto sin opresores ni oprimidos. No hay duda entonces para nosotros y nosotras que el educador popular es un militante polÃtico en tanto educador, y que como militante polÃtico es educador por el propio hecho de ser polÃtico. Nuestras prÃ¡cticas educativas representan una opciÃ³n polÃtica. Por Ãºltimo, no podemos reducir todo lo polÃtico a lo educativo, asÃ como tampoco todo lo educativo a lo polÃtico. Cada uno tiene su especificidad, aunque existe una relaciÃ³n dialÃ©ctica entre ambos. Pues cuando hablamos de la especificidad de lo polÃtico no podemos prohibirle la entrada a la presencia educativa que hay en ella. De la misma manera descubrimos que en la especificidad de lo educativo, no podemos dejar a un costado su dimensiÃ³n polÃtica. Paulo Freire seÃ±ala que 'lo educativo se centra en el convencimiento y abre la puerta para lo polÃtico; la especificidad de lo polÃtico se encuentra en la bÃºsqueda del poder, en la bÃºsqueda del vencer para obtener el poder, en la victoria.'[19] EducaciÃ³n Popular y ConcientizaciÃ³n La EducaciÃ³n Popular se entiende a partir de un contexto de dependencia y dominaciÃ³n. Una de las manifestaciones de esta situaciÃ³n es lo que algunos han dado en llamar â��cultura del silencioâ�?. La cultura hegemÃ³nica de las clases opresoras ha prohibido la palabra al pueblo y ha justificado sus relaciones de dominaciÃ³n por razones de Ãndole natural: 'siempre hubo ricos y pobres'. Y, lo peor de todo es que ha hecho que las clases oprimidas tomen como verdad esta mentira. A partir de ello es que podemos distinguir que la conciencia del pueblo es alienada en la medida en que representa y significa la dimensiÃ³n del ser humano y del mundo de la clase opresora. Es una conciencia imperfecta e incompleta, pues se le escapan muchos fenÃ³menos de la realidad, y la interconexiÃ³n profunda entre ellos; no tiene una visiÃ³n de la totalidad de la realidad. TambiÃ©n la conciencia del pueblo es oprimida porque refleja el mundo del dominador y resulta de vivir en una situaciÃ³n de opresiÃ³n. Finalmente, podemos decir que la conciencia del pueblo es visceral, ya que implica un bloqueo bio-psÃquico del ser humano, de los contenidos de crÃtica y de oposiciÃ³n a las estructuras y relaciones de opresiÃ³n. En estas circunstancias, la educaciÃ³n popular ha ido desarrollÃ¡ndose en el seno de las organizaciones populares con el objeto de desmitificar la cultura dominante en que nos hallamos sumergidos. La educaciÃ³n popular nos permite afrontar la realidad con una mirada crÃtica, y ser capaces de abordarla para emprender la tarea de la humanizaciÃ³n. Es aquÃ donde cobra fuerza un concepto que Paulo Freire desarrollÃ³: la concientizaciÃ³n. La concientizaciÃ³n no es la simple toma de conciencia. Ã�sta exige una mayor profundizaciÃ³n. Cuando normalmente los seres humanos nos acercamos a la realidad, lo hacemos desde nuestra cotidianidad y habitualidad, y acaba por ser ingenua o mÃ¡gica. Se trata de una simple opiniÃ³n que formamos, condicionados por la realidad social que nos impide ver la realidad de las cosas, su razÃ³n de ser. Por lo tanto, es preciso tomar una cierta distancia de esa cotidianidad, para poder tener una mirada crÃtica y global. Debemos superar el conocimiento mÃstico o mÃ¡gico de forma tal que podamos alcanzar un conocimiento que nos permita â��des-velar' la realidad e ir a la esencia de las cosas, llegar a descubrir la causalidad de los fenÃ³menos que ocurren en el mundo y no solamente sus emergentes. Esto exige una bÃºsqueda, y no la mera transmisiÃ³n de conocimientos. Tampoco es cuestiÃ³n de introducir opresivamente en los educandos la idea de que estÃ¡n en una situaciÃ³n existencial de dominaciÃ³n y que deben rebelarse ante ello. Cuando se intenta convencer a los educandos no se trata de decirles 'yo tengo razÃ³n' o que 'Marx estaba en lo cierto sobre tal tema', para que aquellos asuman la posiciÃ³n del otro. El convencimiento pasa por conocer juntos, por vencer con el otro las estructuras y relaciones sociales de dominaciÃ³n. La concientizaciÃ³n no es una obra que acaba en la conciencia, ni tampoco algo previo que implique la motivaciÃ³n y la criticidad que llevarÃa a un impulso de una acciÃ³n liberadora. La transformaciÃ³n de la estructura injusta y clasista de la realidad se hace en la historia y no en la conciencia; no se puede reducir la concientizaciÃ³n a una visiÃ³n lÃºcida de la realidad. La concientizaciÃ³n se da en la misma dinÃ¡mica de la lucha de clases, en el propio dinamismo de la acciÃ³n polÃtica de las organizaciones populares. No puede haber concientizaciÃ³n sino como una expresiÃ³n organizada; no existe conciencia de clase sin prÃ¡ctica de clase; es imposible llevar a cabo un proceso de fortalecimiento de la conciencia de clase, al margen de las luchas sociales que llevan adelante el pueblo. EducaciÃ³n Popular y UtopÃa Paulo Freire decÃa que 'la concientizaciÃ³n nos invita a asumir una posiciÃ³n utÃ³pica frente al mundo, posiciÃ³n que convierte al concientizado en factor utÃ³pico.'[20] La utopÃa no es lo irrealizable, sino lo que aÃºn no se ha hecho. Las utopÃas de hoy son las realidades de maÃ±ana. La utopÃa implica los actos de denunciar y anunciar, es decir el acto de denunciar las estructuras y relaciones sociales de opresiÃ³n que nos deshumanizan y el acto de anunciar un mundo nuevo sin opresores ni oprimidos, sin ricos ni pobres. Denuncia la situaciÃ³n de hambre, egoÃsmo, analfabetismo, codicia, desocupaciÃ³n, guerra, etc. y anuncia un maÃ±ana nuevo, un mundo bueno, feliz, humanizado, lindo. Esta dialectizaciÃ³n entre el anuncio de un pre-proyecto futuro mejor y la denuncia de lo que le contradice no puede plasmarse en meras palabras. Vivir la utopÃa implica compromiso histÃ³rico con la humanidad. Una praxis histÃ³rica transformadora donde el pre-proyecto se va haciendo proyecto. Es a travÃ©s del quehacer de las organizaciones populares que se puede transformar el pre-proyecto en proyecto. La utopÃa necesita de un conocimiento crÃtico. Es propiamente un acto de conocimiento. Uno no puede denunciar la deshumanizaciÃ³n sin conocer las estructuras y relaciones sociales que la generaron. Cuanto mÃ¡s concientizados estamos, mÃ¡s capacitados estamos para ser anunciadores y denunciadores del mundo. Los utÃ³picos sÃ³lo pueden ser los oprimidos, sÃ³lo en ellos radica la fuerza de cambio, sÃ³lo ellos pueden ser profÃ©ticos y portadores de esperanza. Porque el opresor es opresor en la medida en que provoca y se beneficia de una situaciÃ³n dominante, por lo que tiende a mantenerla. No espera un futuro distinto, sino que quiere perpetuar el presente. Nuestra utopÃas no caen del cielo es responsabilidad nuestra construirlas en la tierra. BibliografÃa AgrupaciÃ³n La Dignidad Rebelde. Documento PolÃtico (2002). Barreiro, Julio. EducaciÃ³n Popular y proceso de concientizaciÃ³n. Siglo XXI Editores, MÃ©xico (1986). EcheverrÃa, J. Javier. Escuela y ConcientizaciÃ³n. Espacio Editorial, Buenos Aires (1993). Freire, Paulo y otros autores. PedagogÃa, Dialogo y Conflicto. Ediciones Cinco, Buenos Aires (1987). Freire, Paulo. ConcientizaciÃ³n. Ediciones BÃºsqueda, Buenos Aires (1974). Freire, Paulo. EducaciÃ³n y Cambio. Editorial Galerna, Buenos Aires (1985). Freire, Paulo. La EducaciÃ³n como prÃ¡ctica de la libertad. Editorial Siglo XXI, Argentina (1974). Freire, Paulo. PedagogÃa del oprimido. Editorial Siglo XXI, MÃ©xico (2000). HernÃ¡ndez, Isabel y otros. Saber Popular y EducaciÃ³n en AmÃ©rica Latina. Ediciones BÃºsqueda, Buenos Aires (1985). Kohan, NÃ©stor y Korol, Claudia. IntroducciÃ³n al pensamiento marxista. Ediciones Madres de Plaza de Mayo, Editorial Madres de Plaza de Mayo, Buenos Aires (2003). Moro, Wenceslao. EducaciÃ³n Popular: un acercamiento a una prÃ¡ctica libertaria en La Propuesta de la EducaciÃ³n Popular. Editorial AtrapasueÃ±os, Madrid (2003). Torres, Carlos. Estudios Freireanos. Coqueta Grupo Editor S.R.L., Libros del Quirquincho, Buenos Aires (1995). Torres, Rosa MarÃa Torres. EducaciÃ³n Popular. Un encuentro con Paulo Freire. Centro Editor de AmÃ©rica Latina, Buenos Aires (1994). Varios Autores. EducaciÃ³n Popular. Experiencias y DesafÃos. Ediciones Barbarroja, Buenos Aires (2001). Vigil, Carlos JosÃ©. EducaciÃ³n Popular y Protagonismo HistÃ³rico. Una opciÃ³n para AmÃ©rica latina. Editorial Hvmanitas, Buenos Aires (1989). ----------------------------- [*] Wenceslao Moro, o Mono como lo conocen sus cumpas, es militante de la AgrupaciÃ³n La Dignidad Rebelde. Si quieren contactarse nomÃ¡s manden un e-mail a ladignidadrebelde ARROBA hotmail.com . [2] Kohan, NÃ©stor y Korol, Claudia. IntroducciÃ³n al pensamiento marxista. Ediciones Madres de Plaza de Mayo, Editorial Madres de Plaza de Mayo, Buenos Aires (2003). [3] Freire, Paulo. La EducaciÃ³n como prÃ¡ctica de la libertad. Editorial Siglo XXI, Argentina (1974). [4] Torres, Rosa MarÃa Torres. EducaciÃ³n Popular. Un encuentro con Paulo Freire. Centro Editor de AmÃ©rica Latina, Buenos Aires (1994). [5] Paulo Freire hace una crÃtica a la escuela tradicional denominando a la educaciÃ³n dada en aquella como bancaria. Dice al respecto: El educador es siempre quien educa; el educando, el que es educado. El educador es quien sabe; los educandos quienes no saben. El educador es quien piensa; el sujeto del proceso, los educandos son los objetivos pensados. El educador es quien habla; los educandos quienes escuchan dÃ³cilmente. El educador es quien disciplina; los educandos los disciplinados. El educando es quien opta y prescribe su opiniÃ³n; los educandos quienes siguen la prescripciÃ³n. El educador es quien actÃºa; los educandos son aquellos que tienen la ilusiÃ³n de que actÃºan, en la actuaciÃ³n del educador. El educador es quien escoge el contenido programÃ¡tico, los educandos a quienes jamÃ¡s escucha, se acomodan a Ã©l. El educador identifica la autoridad del saber con su autoridad funcional, la que opone antagÃ³nicamente a la libertad de los educandos. Son Ã©stos quienes deben adaptarse a las determinaciones de aquÃ©l. Finalmente, el educador es el sujeto del proceso, los educandos meros objetos. Freire, Paulo. PedagogÃa del oprimido. Editorial Siglo XXI, MÃ©xico (2000). [6] Op. cit. (Paulo Freire, 2000). [7] Barreiro, Julio. EducaciÃ³n Popular y proceso de concientizaciÃ³n. Siglo XXI Editores, MÃ©xico (1986). [8] Vigil, Carlos JosÃ©. EducaciÃ³n Popular y Protagonismo HistÃ³rico. Una opciÃ³n para AmÃ©rica latina.Editorial Hvmanitas, Buenos Aires (1989). [9] Documento PolÃtico de la AgrupaciÃ³n La Dignidad Rebelde (2002). [10] Op. cit. (Paulo Freire, 2000). [11] EcheverrÃa, J. Javier. Escuela y ConcientizaciÃ³n. Espacio Editorial, Buenos Aires (1993). [12] Paulo Freire. EducaciÃ³n y Cambio. Editorial Galerna, Buenos Aires (1985). [13] Op. Cit. (A.L.D.R., 2000). [14] Op. cit. (Freire, Paulo, 2000). [15] Op. Cit. (Barreiro, Julio, 1986). [16] Op. cit. (Freire, Paulo, 2000). [17] Op. cit. (Torres, Rosa MarÃa Torres, 1994). [18] Op. cit. (Freire, Paulo, 2000). [19] Freire, Paulo y otros autores. PedagogÃa, Dialogo y Conflicto. Ediciones Cinco, Buenos Aires (1987). [20] Freire, Paulo. ConcientizaciÃ³n. Ediciones BÃºsqueda, Buenos Aires (1974).
Mira també: http://www.pacificar.com/vernota.hlvs?id=4118
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Comentaris

Re: Construyendo realidades de la mano de la Educación Popular
per *	27 feb 2005
Eren 20 els membres de l'associació WICCAC (Webmestres Independents en Català de Cultura i d'Ambit Civic) http://wiccac.org/ Han fet la seua reunió a Bao i visitat monuments destacats. Certs venien d'a prop, altres de Barcelona i altres d'encara més lluny (La Ribera d'Ebre al sud de Tarragona).