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lucha de vanguardia y vanguardismo
05 feb 2005
Primera sesión de lectura de El siglo del comunismo
LUCHA DE VANGUARDIA Y VANGUARDISMO

Con la asistencia de un reducido, pero atento y participativo, grupo de compañeros, tuvo lugar, el pasado día 9 de enero, en Barcelona, la primera sesión de lectura del librito El siglo del comunismo, recientemente publicado por Ediciones Curso dentro de su nueva colección Marxismo contemporáneo < www.edicionescurso.com >.
La reunión fue introducida por el autor de la obra, Ignacio Rodas. Rodas inició su breve presentación explicando que, contrariamente a lo que tan usualmente se cree, el Partido Comunista de Marx, Engels y Lenin no ha sido, ni es, ante todo, ni una estructura, ni un aparato, ni una burocracia, sino que se ha distinguido y se distingue por:
1)     detentar una comprensión científica y global del mundo que hunde sus raíces en el combate histórico del proletariado por su revolución;
2)     ser capaz, en conformidad con dicha comprensión, de explicar y anticipar los hechos más importantes que se suceden ante nuestros ojos, así como el curso social de los acontecimientos, y
3)     actuar, en la práctica, por la transformación revolucionaria de la sociedad, en consecuencia con la citada comprensión histórica y su desarrollo contemporáneo, mas, asimismo, en la medida deparada, en un momento histórico dado, por las condiciones objetivas imperantes en aquélla.

Sobre estas bases, Rodas afirmó que los compañeros que han hecho posible la edición de El siglo del comunismo, aunque no se hallan vinculados por organización formal alguna, forman parte, en realidad, de ese Partido, fundado por Marx y Engels, en 1848. Esto es así, según el autor del libro, porque El siglo del comunismo, bien que sintéticamente, en sus reducidas 120 páginas:

a)     establece el fundamento —léase, la lucha contra toda ideología, contra no importa qué filosofía— que distingue, a lo largo de toda la historia y hoy mismo, el combate real por la sociedad comunista, por la sociedad sin clases —es decir, el verdadero movimiento comunista— no sólo de todo otro tipo de supuesto comunismo, sino, más en general, de cualquier otra pseudoaproximación, como es el caso del anarquismo, a esa sociedad sin explotación del hombre por el hombre, a la comunidad humana mundial;
b)     expone, en sus líneas maestras, sin la menor concesión a las subjetividades de los propios revolucionarios, el análisis científico-revolucionario de la actual situación, reconociendo, en ella, el camino que conduce, de manera ineluctable, a la nueva guerra imperialista mundial y únicamente de la mano de ésta, a partir de la lucha irrenunciable del proletariado de los países avanzados contra el desarrollo de esa nueva gran masacre, a la revolución comunista triunfante, encargada de dejar expedito el tránsito hacia el mundo comunista de mañana, y
c)     define, de acuerdo con lo anterior, la tarea que corresponde, en nuestros días, a la vanguardia histórica de la clase explotada, a saber la formación y reunión de sus efectivos en el cuadro de la preparación programática, política y organizativa del Partido Comunista de la próxima revolución.

«¡Claro, el nuestro es un trabajo de vanguardia!» —exclamó Rodas en un momento de su introducción. Se refería a que una labor de este tipo, de vanguardia, es rechazada, por principio, sistemáticamente por todos aquellos intelectuales que, pese a que se reúnen, con carácter permanente, en organizaciones específicas cuyas fronteras se encuentran cerradas, a todos los efectos, a la masa del proletariado y actúan, de forma concertada, por la «concienciación» de éste, gustan de declararse, a los cuatro vientos, en contra de todo tipo de vanguardia. Para Rodas, esta fraseología antivanguardia, de filiación anarquista, no supone otra cosa que la dimisión de las responsabilidades revolucionarias de clarificación y dirección que todo elemento avanzado que milita en el partido proletario tiene contraídas con el conjunto de su clase. El autor de El siglo del comunismo mencionó, a este propósito, como resultados evidentes de esa política antivanguardia; en el plano histórico, el sometimiento servil a la República capitalista y la participación destacada del anarquismo en el Estado burgués, de la mano del antifascismo, en la España de 1936-39 y, ya en un plano más inmediato, la liquidación a la que ha sido conducido el reciente movimiento anticapitalista bajo la influencia del apolicitismo y el indiferentismo ácratas. El mundo sin capitalismo de mañana no vendrá, desde luego —aseguró, en nombre del «marxismo de Marx», Rodas— de la mano de esas viejas utopías anarquistas, pseudocomunistas, que pregonan que luchar contra el sistema es despreciar el conocimiento histórico de lo sucedido en el pasado y la aprehensión de la ciencia social, fundamentos insustituibles de toda política revolucionaria. Tampoco se combate el capitalismo, en realidad, preocupándose cada uno de actuar por su propia cuenta, de acuerdo con la perspectiva exclusiva de las, siempre limitadas, experiencias locales; sin organizarse, en común, junto con el resto de los anticapitalistas y sólo coincidiendo puntualmente con una parte de ellos en acciones «difusas» cuyo contenido no es ni puede ser otro que eludir el choque contra el Estado capitalista y mantener dispersas las fuerzas de la clase explotada y, en particular, de su sector más combativo, su juventud.
Acabó Rodas recordando que toda lucha de clases es una lucha de partidos (del partido proletario contra el burgués, para el caso) y que, para conquistar su futuro, al partido de los explotados no le basta, ni le bastará, con disponer de «conciencia y voluntad», sino que deberá ser capaz de aplicar éstas adecuadamente a las coordenadas económicas, políticas y de combate que determinan, en cada instante histórico, la situación objetiva de la sociedad.
En este sentido, es cierto, El siglo del comunismo constituye, como su autor aseguró, «todo un manual» —reducido, pero completo en cuanto a su índice— acerca de lo que es y de lo que no es el comunismo, y de cómo es posible incorporarse hoy, con toda consecuencia, a la lucha por el mundo sin explotación del futuro.
Tras la presentación del autor, tuvo lugar, antes de iniciarse la lectura del libro, un interesante intercambio de impresiones preliminar que constató unánimemente la existencia innegable —llámese como se quiera llamar (el marxismo le llama «vanguardia»)— de una minoría de la clase explotada que se instruye, se reúne y se organiza, sobre la base de pautas históricas y políticas, para defender los intereses del conjunto de ésta. Quien se empeña, al precio que sea, en negar esta evidencia, por supuesto que no es vanguardia —o lo que es lo mismo, en absoluto se halla, por muy «concienciado» que se considere, a la cabeza de la lucha del proletariado por su emancipación—, sino vanguardista, esto es, alguien que, actuando, en realidad, a uno u otro nivel, bajo la dirección de un partido, incluido el partido “antipartido� anarquista, trata tramposamente, en oposición a los intereses generales del movimiento, de presentarse, ante él, como un elemento “independiente�…
Acto seguido, al hilo de la lectura del prólogo y el primer capítulo («Del comunismo utópico al científico») de El siglo del comunismo, fueron sucediéndose diversos comentarios, coincidentes en destacar la identidad ideológica substancial entre los añejos valores —«la justicia», «la libertad», «la igualdad»…—, finalmente de reforma del capitalismo, que presidieron, en su época, las prédicas de los primeros socialistas y comunistas utópicos, y los que, en la actualidad, enarbola, a modo de último grito, el reformismo antiglobalizador. Con todo, también se puso énfasis en subrayar el contenido, diametralmente opuesto, en la realidad concreta de la lucha de clases, de un lado, de aquellas doctrinas y acciones de los grandes utópicos del pasado —útiles, por entonces, pese a sus quimeras, para denunciar la explotación a la que era sometido el proletariado— y, de otra parte, de la praxis reaccionaria en que se resume, en nuestros días, en el plano objetivo de los hechos, no importa qué utopismo.
Al cabo, los compañeros presentes salimos satisfechos de esta primera lectura, puesto que nos había aportado, en un fraternal cuadro de democracia proletaria, nuevos y fundamentados conocimientos de la lucha pretérita de la clase explotada, que nos arman para el vigente combate revolucionario. «Hacer nuestro el ayer, para obrar hoy, con método, por la victoria de la revolución de mañana», tal fue el afán que guió el encuentro.
Las sesiones de lectura de El siglo del comunismo proseguirán, con periodicidad quincenal, y están abiertas a la participación en ellas de todo compañero verdaderamente determinado a hacer suyas la teoría y la práctica revolucionarias consecuentes (para toda comunicación, < marxismo ARROBA marxismocontemporaneo.org >; para más información, < www.marxismocontemporaneo.org >).

Ros
11 de enero de 2005

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Comentaris

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05 feb 2005
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Re: lucha de vanguardia y vanguardismo
05 feb 2005
segons Marx: "anclus weist vorgen wateren yesterdaymer comilonen malen von der estomaguen"
Engels: "bicarbonatus wellen pujen bajen"

[Traduccio veridica: "haig d'anar de ventre que em va fer mal el sopar d'ahir" Engels: "pren-te alguna cosa noi i afaita't que nomes cries polls"]
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