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Notícies :: immigració |
Invasión inmigrante (con gastos pagados)
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per Juan Carlos de la Cal |
30 gen 2005
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AVIONES DE REPARTO INMIGRANTE
"Tu te bajas en Murcia"
El resto irá a Valencia, los últimos aterrizarán en Madrid - Sin dinero, desorientados, los pasajeros vagan libremente por las carreteras - Es la «ruta de reparto» que, desde Canarias, deposita cientos de inmigrantes cada semana en la Península. |
AVIONES DE REPARTO INMIGRANTE
"Tu te bajas en Murcia"
El resto irá a Valencia, los últimos aterrizarán en Madrid - Sin dinero, desorientados, los pasajeros vagan libremente por las carreteras - Es la «ruta de reparto» que, desde Canarias, deposita cientos de inmigrantes cada semana en la Península.
Por Juan Carlos de la Cal
El Mundo
30/01/05,
«El Angel solicita permiso para despegar». Fiel a su cita, la voz del piloto se asomó puntual en la radio de la torre de control del aeropuerto de Gando, en Las Palmas de Gran Canaria.
Ocurrió el pasado 19 de enero, día de San Sebastián. El controlador aéreo de turno autorizó la salida del avión, un bimotor ATR-42 de la empresa Swift Air, fletado por el Ministerio del Interior para trasladar a la Península un nuevo contingente de inmigrantes, y bautizado así en honor al patrón de la Policía Nacional: los ángeles custodios.
Lo hizo como un autómata. Es el mismo ritual desde hace cinco años -los dos últimos a una media de cinco vuelos semanales- en el que lo único que cambia es la compañía aérea. La hoja de vuelo también era similar a las anteriores: primera parada en Fuerteventura para recoger a 40 inmigrantes. Después Murcia, donde dejarían a la mitad para seguir rumbo a Valencia, donde se bajaría el resto.
Les acompaña media docena de policías nacionales adscritos a la Unidad de Intervención destinada en Gran Canaria. Son voluntarios.Por cada servicio -ir y volver a la Península vigilando a los inmigrantes- cobran una media de 75 euros extras. La lista de espera para participar en estos operativos es extensa. Para unos funcionarios con un sueldo exiguo que apenas sobrepasa los 1.300 euros mensuales, una ayuda así les viene muy bien.
Cada uno de estos vuelos cuesta (sólo en combustible) unos 10.000 euros al Gobierno español. Y es barato porque hasta hace unos meses se pagaban 15.000 por el mismo servicio, cuando la línea aérea subcontratada era la canaria Naysa. Teniendo en cuenta que el pasado año se realizaron 227 vuelos de este tipo entre Canarias y la Península -que permitió trasladar 7.210 inmigrantes en total, 5.644 de ellos ya con el PSOE en el poder, según datos oficiales que el Ministerio del Interior suelta a duras penas-, el costo de esta partida fue de cerca de 2,5 millones de euros, sin contar los extras pagados a los funcionarios que les custodiaron.
Un suculento negocio para las compañías aéreas -Swift Air, Naysa, Futura- con el fin de liberar al archipiélago de un peso que no puede asumir: la entrada anual de 10.000 africanos por vía marítima. O sea, vía patera. Es curioso que el aeropuerto de Fuerteventura se haya convertido en el punto de salida del mayor número de inmigrantes irregulares hacia Europa. Y que su principal vía de entrada sea aérea -por encima de las propias pateras- patrocinada por el propio Gobierno español.
«Si yo fuera subsahariano, iría a Canarias en vez de cruzar el Estrecho. Sabes que en mes y medio te llevan a la Península y a los tres años te dan el permiso de residencia porque España es el único país de la Unión Europea que reconoce el derecho de arraigo. Es parte del gran teatro en el que se ha convertido la política de inmigranción desde hace años, mientras Marruecos sigue de brazos cruzados sin hacer nada por evitar esta sangría», asegura Rodrigo Gavilán, portavoz de la Confederación Española de Policías (CEP), uno de los sindicatos más combativos de este cuerpo.
¿TEATRO?
Cuando un inmigrante llega a las costas canarias es retenido en el Centro de Internamiento para inmigrantes de El Matorral, en Fuerteventura, el más grande de España, con capacidad para más de un millar de personas. La ley no permite tenerles más de 40 días. No son delincuentes. El 90% arriesgó su vida en el mar buscando una oportunidad para mejorar sus vidas.
En la época de mayor flujo de pateras, en verano, el centro se desborda. Hay que liberar a los más antiguos para dejar sitio.Y las autoridades de la isla no pueden soportar tantas caras nuevas en tan poco espacio físico. Los centros de la Península también están saturados. Las autoridades lo saben. Y entre que a unos inmigrantes no les pueden volver a internar sin violar la ley, y que no caben en ningún sitio, no queda otro remedio que abandonarlos a su suerte en alguna de las ciudades donde hace escala el avión: Murcia, Valencia, Madrid o Málaga. Entonces, ¿por qué tanta parafernalia?
Aquel día, el ATR-42 procedente de Las Palmas llegó a Fuerteventura en apenas 40 minutos. Un salto rápido. Desde la cabina, durante la maniobra de aterrizaje, ya se distinguían los tres furgones celulares esperando a pie de pista. En su interior estaban los 40 subsaharianos agraciados con el premio de quedar por fin libres en la Península tras pasar 40 días encerrados .
Ahí estaba el malinés Mohamed Diou: tres meses andando por Africa para llegar a El Matorral. Allí se ha recuperado físicamente tras su odisea. Por primera vez en su existencia, ha comido tres veces al día durante un mes seguido. Como la mayoría, vestía el mono azul de albañil que le regaló Cáritas a pie de playa cuando, medio helado, tuvo que quitarse la ropa mojada por la travesía nocturna en patera.
Adiós Africa. El perfil de la costa andaluza se divisa dos horas después. Diou, como casi todos sus compañeros, va con un punto de destino concreto: un invernadero en Almería, un pariente en Zaragoza, una campaña de fruta en Huelva...
«El Angel pide permiso para aterrizar». La primera parada del avión fue en Murcia. Era mediodía. «Ya estamos en España, Europa, no tenéis nada que temer», les anunció uno de los policías en inglés confiando en que los que supieran español tradujese la triunfal frase al resto. Con el aparato parado, el funcionario sacó un papel y leyó en voz alta la lista con los nombres, falsos en su mayoría, de los 20 que se quedan.
«Ahí es el no se sabe. Para no ser devueltos a su país de origen, se han cambiado la identidad y su nacionalidad. Los hay, incluso, que te dicen si les podemos dejar cerca tal o cual provincia, que es donde quieren llegar, ¡como si esto fuese un taxi! Los pobres no tienen muy clara nuestra geografía», asegura uno de los policías habituales de estos viajes.
ABANDONADOS
Aquel día, los furgones policiales no esperaban a los inmigrantes, como es preceptivo, a pie de pista. Los trámites se hicieron en las dependencias del mismo aeropuerto. Tras tomarles las huellas dactilares y su supuesta filiación, les dejaron libres. Media hora después de aterrizar, Diou y el resto de los inmigrantes salieron de las instalaciones por la puerta principal, a lo grande, con el papel que certificaba su libertad bien guardado, a modo de tesoro, en su bolsillo. Realmente, el policía del avión no mintió cuando les dijo que no tenían nada que temer.
Dos agentes guiaron al grupo unos cuantos metros y les indicaron que si giraban hacia la derecha al final de la carretera «encontrarían el pueblo». Ahí la veintena de hombres negros se quedaron definitivamente solos. En fila india recorrieron los dos kilómetros que separan la terminal de la población. Al llegar preguntaron al primer paisano con el que se toparon dónde estaba el puesto de la Cruz Roja. «Cinco kilómetros más adelante» les contestó el hombre señalando la dirección con el dedo.
Una hora después aparecieron delante del puesto con ese distintivo rojo sobre fondo blanco que tan bién conocen. ¡Pero estaba cerrado! A la media hora llegó una patrulla de Protección Civil y comenzó el atendimiento: galletas, natillas y agua. Los asistentes estaban sorprendidos: ¡nadie les había avisado de la llegada de este contingente de inmigrantes!
DE PUERTA A PUERTA
Inmediatamente dieron parte al Ayuntamiento local, San Pedro del Pinatar, cuyo alcalde, harto de ver en su municipio extranjeros vagando sin rumbo fijo-un centenar a la semana- traídos clandestinamente por el Gobierno central decidió mandar a un autobús para recogerlos y dejárselos en su puerta al delegado del Gobierno en Murcia, Angel González. Éste tampoco estaba avisado de su llegada y dio orden de que el grupo fuese desviado al cercano albergue municipal de Jesús Abandonado.
Al enterarse, el alcalde de la ciudad de Murcia, Miguel Angel Cámara (PP), anunció horas más tarde que iba a dar órdenes a la Policía Local para que detuviese a todos los inmigrantes irregulares que encontrara por la calle y los llevase de nuevo a la delegación del Gobierno. El delegado respondió a los policías que si cumplían esta orden «serían ellos los arrestados». La noticia saltó a los periódicos, llegó a Madrid, tuvo que intervenir el Gobierno central y el asunto anda todavía coleando. La mayoría de los inmigrantes, mientras tanto, sigue dando vueltas por Murcia en busca de trabajo.
«Es cierto que nunca se ha informado a los Gobiernos autonómicos sobre estos traslados, pero tampoco era obligatorio. Por eso queremos hacerlo ahora porque antes necesitábamos otro ejercicio presupuestario para disponer del dinero. Lo que pretendemos es reforzar la red asistencial y fomentar la coordinación entre las diferentes administraciones para que sucesos como los de Murcia no vuelvan a ocurrir», aseguró a CRONICA la secretaria de Estado de Inmigración, Consuelo Rumí.
En este sentido, el Consejo de Ministros aprobó el pasado viernes un Plan de Traslados destinado a mejorar la situación de estos inmigrantes desplazados de Canarias a la Península, que se llevará a cabo con la colaboración del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, en coordinación con las comunidades autónomas y ayuntamientos.La prioridad es aumentar las plazas de acogida y la comunicación entre las diferentes administraciónes.
«Este hecho demuestra como ninguna de las instituciones implicadas -Gobierno canario, los ayuntamientos murcianos y el Gobierno central- ha encontrado una alfombra adecuada donde esconder este problema. Muchas veces, las ONG nos enteramos de la llegada de estos inmigrantes porque aparecen de repente o por las noticias de la prensa. Y eso no es lo que dice la ley ni el Gobierno, sea del PP o el PSOE porque ha pasado en todas las legislaturas», asegura un portavoz de la red Acoge en Murcia.
En esta batalla política, el portavoz del Gobierno Valenciano, Esteban González Pons (PP), llegó a acusar al Gobierno actual de actuar en consonancia con los objetivos de las mafias que promueven el tráfico clandestino de inmigrantes «porque el Estado está actuando implícitamente como el final de la red de tráfico de seres humanos».
VUELOS «CLANDESTINOS»
Por otra parte, según ha podido saber CRONICA, también se han utilizado aviones militares (del tipo Hércules) para realizar estos traslados. Fuentes militares aseguraron a este suplemento que el uso de los aviones «era habitual hace tres años, siempre por petición de las autoridades civiles, sobre todo cuando los centros de internamiento estaban desbordados. Fue antes de establecer contratos fijos con las líneas aéreas. Después se dejó de utilizar y sólo al final del verano se recurrió puntualmente a estos vuelos».
Según estas mismas fuentes, el avión más empleado es el modelo más grande de los 17 aparatos con los que cuenta el Ejército del Aire, y que todos los lunes cubre el servicio de estafeta entre la Península y Gran Canaria. Parte de Zaragoza -donde tienen su base-, carga material en Torrejón de Ardoz y sigue directos a Gando, en la isla.
Si hay pasajeros, a la vuelta le incorporan a la bodega de carga un centenar de asientos «de lona rojos en cuatro filas» para dar cabida a los inmigrantes, que viajan custodiados por varios militares armados. Siempre utilizan aeropuertos de uso conjunto, militar y civil. Un portavoz del Ministerio de Defensa reconoció a CRONICA la existencia de alguno de estos vuelos «pero hace muchos años y sólo para trasladar inmigrantes con delitos en sus expedientes».
Otra de las formas de trasladarlos es en aviones de línea regular donde viajan en grupos de diez escoltados por una veintena de policías. En ocasiones especiales, se contrata un Boeing 727, de la compañía Futura, cuando el número de inmigrantes es muy grande. También, la compañía Swift Air dispone de otro ATR mayor, con 72 plazas, que suele utilizarse en vuelos con más de una escala.
Nadie puede lavarse las manos en este asunto. El gobierno del Partido Popular puso en marcha estos vuelos para esconder este problema en otra alfombra lejos del archipiélago canario «por motivos humanitarios», como en su día afirmó un ministro. En 2002, lo que era una práctica casi clandestina, fue oficializada y aprobada por el Parlamento de la nación. Y con la llegada del PSOE al poder, el pasado año el ritmo de los vuelos alcanzó una media de cinco por semana.
Por lo menos, Diou ya tiene un papel para poder circular aunque, como dice él, «no nos sirva para vivir como queremos...»
Con información de Teresa Cruz (Las Palmas) y Juan Redondo (Murcia). |
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