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Notícies :: corrupció i poder
Poblenou rima con especular
21 gen 2005
Critica de un artículo de Huertas Claveria, publicado en LA VANGUARDIA
POBLENOU RIMA CON ESPECULAR.


El pasado martes 4 de enero de 2005, el destacado periodista y cronista de la ciudad de Barcelona, Josep Maria Huertas Clavería publicó en "La Vanguardia" un artículo en su habitual sección sobre crónicas de la ciudad que titulaba significativamente: "Poblenou rima con especular".

Esta es la palabra clave que hemos de destacar en la política urbana que afecta muy directamente a la vida cotidiana y al futuro de los VIEJOS VECINOS de Poblenou.

Las transformaciones urbanas necesarias para pasar del modelo fordista de la Barcelona del siglo XX al actual modelo de ciudad postfordista, responden sólo a dos criterios: el primero, público, consiste en situar Barcelona entre las ciudades motores de Europa por su oferta en servicios, turismo, industria informática e investigación científica (en biomédica y aeronáutica); y el segundo, oculto e inconfesable, obtener unos beneficios rápidos e inmediatos mediante la especulación inmobiliaria y el "pelotazo" continuo. Curiosa y significativamente ambos criterios se funden en la realización de megaproyectos urbanísticos, amparados en grandes acontecimientos internacionales de carácter lúdico, deportivo y cultural, como las Olimpiadas de 1992 y el Forum del 2004. Megaproyectos gestionados por un poderoso conglomerado industrial-municipal que une a las grandes multinacionales catalanas, desde Aguas de Barcelona, Catalana de Gas y Endesa, entre otras, hasta Inmobiliaria Colonial, La Caixa, el propio Ayuntamiento y la Generalidad. La razón de ser de ese conglomerado municipal-empresarial es la de potenciar y asegurar las enormes inversiones de capital necesarias para la conversión del suelo y el dinero PÚBLICOS en suelo, edificios, hoteles, Palacios de congresos y rascacielos de lujo, de uso y beneficio empresarial PRIVADOS.

Los objetivos que se vendieron a los vecinos de Poblenou en el plan del 22@ han ido perdiéndose por el camino: la promesa de creación de nuevos puestos de trabajo se convierte en la desaparición de numerosos pequeños talleres (como los existentes en la fábrica Ricart); la conservación del patrimonio industrial del barrio se reduce a las migajas de cuatro edificios rehabilitados, que serán además invisibles tras la muralla de rascacielos proyectados, mientras la piqueta arrasa con el caso antiguo del barrio y ya ha destrozado el encanto de la inigualable Plaza de Prim.

Huertas Clavería afirma que falta voluntad política para una adecuada y no traumática transformación del viejo barrio industrial (predominantemente textil) en un barrio residencial, de "industria limpia" y de servicios que respete el pasado fabril y los viejos vecinos de siempre. Huertas Clavería aboga por la inmediata suspensión durante un año de todas las licencias de construcción, la aprobación de un plan de protección del casco antiguo y sobre todo, y la más importante, una DECIDIDA intervención municipal que evite la DESMEDIDA especulación que arrasa con la historia del barrio y sus viejos pobladores.

Pero ¿cómo se puede esperar que el ayuntamiento haga de árbitro, si forma parte del conglomerado municipal-empresarial que emprendió los megaproyectos de la Villa Olímpica y Diagonal Mar?

El movimiento "okupa" puede retardar aquí y allá el fenómeno especulativo, y arrancar tal o cual edificio histórico a la piqueta, pero no podrá impedir que la señora Especulación arrase con casi todo. La asociación de vecinos y la asociación de afectados del 22@ podrán obtener algún logro parcial (unos pisos menos en la altura de los rascacielos) y algunas compensaciones (mayores indemnizaciones, mejores servicios, alguna que otra guardería o geriátrico más), pero son muy poco influyentes y carecen de la fuerza necesaria como para detener la labor destructora de la especulación inmobiliaria (de los Vallehermoso, Núñez y Navarro, Bruno Figueras, Layetana, Retevisión, Grupo Godó, Servihabitat y compañía).

Por otra parte, la transición del modelo fordista de la Barcelona del siglo XX al modelo de la Barcelona postfordista (del I+ D+ I, esto es, investigación, más desarrollo más innovación), o ciudad del conocimiento, que ha proyectado el ayuntamiento junto con las principales multinacionales catalanas, y que tiene su proyecto más destacado (pero no único) en el barrio de Poblenou, es un modelo que al parecer de muchos YA HA FRACASADO, frente a la competencia de ciudades como Madrid, París o Milán. Pero siempre les quedará a algunos privilegiados (sobre todo constructores, políticos y altos ejecutivos) el libidinoso consuelo de las caricias de la señora Especulación.

Fracase o no el modelo de Barcelona "ciudad del conocimiento", la resistencia de los vecinos de Poblenou está destinada al fracaso. Poblenou, con los rascacielos, los numerosos hoteles, el puerto deportivo, el zoo marítimo, la zona universitaria, el palacio de convenciones, las viviendas de lujo, la industria del conocimiento del 22@, el Parque de Investigación Biomédica, el Centro Diagonal Mar, el edificio Fórum, la Villa Olímpica, etcétera..., se convertirá definitivamente en un barrio residencial de lujo, caracterizado por una población más o menos estable (universitarios, turistas, amarristas de yates, congresistas, profesionales altamente cualificados, domingueros del resto de la ciudad y Cataluña) sujeta a un perfil variable, de renta más elevada que la actual, filtrada a través de los precios de las viviendas, los servicios, la seguridad y la calidad de las nuevas e inasequibles (para los antiguos moradores) edificaciones. Los viejos vecinos morirán, y sus descendientes se verán obligados a marchar a otros sitios, o se convertirán en una minoría marginal y marginada en su propio barrio.

Huertas Clavería ruega humildemente al ayuntamiento de Barcelona, ¡invocando no sé qué apretada agenda!, que se ponga fin a la especulación. Me recuerda las romerías del pueblo de mi abuelo en las que se sacaba a San Pedro en procesión rogativa para que lloviera, hasta que un verano en que la sequía se alargó más de lo que permitía la paciencia del vecindario, los muy brutos (y no menos pragmáticos y realistas), arrojaron al santo por el barranco.

Cuando las cartas están marcadas quien, sabiéndolo, sigue jugando, no sólo pierde el dinero, sino también la honra y la hombría: ¡hay que romper la baraja!

¡Rogando, pero con el mazo dando, querido Huertas! Y no hablo ahora del mazo de cartas.

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Sindicat Terrassa