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Los indígenas asunto del pasado. Según Fox. Chiapas, México
per rsc	16 gen 2005
Los indígenas asunto del pasado
Armando Chavarría Barrera Las declaraciones del presidente Vicente Fox, en uno de los municipios que en 1994 fue protagonista de uno de los movimientos más originales de la segunda mitad del siglo XX, sobre que el EZLN es cosa del pasado, es una muestra más de la insensibilidad del primer mandatario y el desconocimiento de la historia de la nueva clase política, y amerita hacer una reflexión de lo ocurrido alrededor de este acontecimiento en la última década. La madrugada del 31 de enero de 1994, cuando todos mirábamos hacia el luminoso futuro que ofrecía el TLCAN, de las profundidades del olvido, de las entrañas del pasado, de las alejadas selvas y montañas chiapanecas, surge una voz de rebeldía que hace temblar a la nación y le recuerda la existencia de 12 millones de compatriotas, que durante 500 años han sido excluidos de la vida nacional: los indígenas. Las reacciones fueron diversas, unos se indignaron porque ese inoportuno movimiento de indios enmascarados, “encalcetinados�, venían a irrumpir en una fiesta que celebraba nuestro nuevo estatus de nación rica; otros voltearon hacia ellos con asombro, sorprendidos por el hecho de que una población a la que se habían hostigado y violentado tan brutalmente, no sólo hubiera sobrevivido, sino que tuviera capacidad para organizarse; algunos más los miraron con cierta simpatía, pues esa manifestación pintoresca les permitía recordar que en nuestra herencia existen raíces indígenas, y fueron escasos, al principio, los que se solidarizaron con las demandas legítimas de este movimiento. Poco a poco, las acciones y el discurso del EZLN empezaron a remover la indiferencia de amplias capas de la sociedad mexicana y fue creando una fuerte corriente de simpatía hacia aquel peculiar e inesperado movimiento, inesperado para quienes desdeñaban la capacidad de los indígenas para movilizarse y levantar un programa coherente de lucha. Los sectores más ilustrados del país se convirtieron en propagandistas del movimiento, lo que obligó al gobierno a tender puentes de negociación. Los acuerdos de San Andrés Larranzair, fue uno de los más grandes ejercicios de consenso que logró esa movilización. Los dirigentes e intelectuales más lúcidos, obligaron al gobierno, a reconocer la existencia de 12 millones de mexicanos, que hasta entonces, sólo tenían existencia en los libros de texto o en la retórica oficial. De ese encuentro entre el movimiento indígena y la sociedad surgió uno de los mejores documentos de reflexión, desde la Constitución de 1917. No era la panacea para resolver el problema de una parte importan de nuestra población, pero era, al menos, el reconocimiento de nuestros errores y una muestra de la fuerza del diálogo. Se abrió así una esperanza para resolver, no sólo el problema de Chiapas, sino el de todos los indígenas del país. El inicio de la alternancia en el año 2000 fortaleció esas esperanzas, pues se pensó que con un gobierno surgido de la voluntad ciudadana, el diálogo sustituiría al autoritarismo; abonaba esta esperanza el hecho de que el candidato triunfador había mostrado interés en resolver este problema al decir que le bastaban quince minutos para retirar al Ejército y llegar a acuerdos con el zapatismo, aunque nadie creyó en ese desmedido entusiasmo del candidato Fox, indicaba voluntad política. La esperanza se renovó, pues en los primeros meses del nuevo gobierno, el Ejecutivo envió el Congreso de la Unión la iniciativa de Ley de Cultura Indígena, que recogía íntegramente los acuerdos de San Andrés. El resto de la historia ya la conocemos. El partido del Presidente en alianza con el PRI, hicieron irreconocible la iniciativa de Los Pinos, convirtiéndola en una insustancial ley, que traicionó el espíritu de los acuerdos de San Andrés; el Presidente no movió un solo dedo. Resultado: rompimiento del diálogo entre el EZLN y el gobierno foxista. Abortada la reforma indígena, que hubiera sido el primer paso para resolver las demandas del EZLN, nada se ha avanzado en la solución de las demandas del movimiento indígena. Entonces: ¿A qué se refiere el presidente Vicente Fox, cuando dice que el problema zapatista es cosa del pasado? ¿A que lo considera resuelto? ¿A que ya no le importa a su gobierno? Todo parece indicar que se lo deja al que sigue y que él mejor se regresa al rancho. Creer que porque el EZLN tiene largos paréntesis de silencios, ya dejó de ser un problema político, es desconocer la naturaleza de la cultura indígena. La injusticia contra los pueblos indígenas es la misma en 1994, que ahora. Lo único que ha cambiado es que la sociedad está más consciente de su existencia. Las torpezas del Presidente lo único que han hecho es echar sal sobre las heridas. A nadie debe sorprender el resurgimiento del protagonismo del EZLN. achavarria.sprd ARROBA senado.gob.mx
Mira també: http://www.cronica.com.mx/nota.php?idc=162266
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