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Notícies :: amèrica llatina
Muerte de niños indígenas de Chiapas
20 des 2004
Los niños indígenas de Chiapas son los eternos olvidados de Dios y, del Gobierno. Basta con hacer una radiografìa social para ver a menores en San Cristóbal de las Casas, en poblados fronterizos y en las fincas del Soconusco para entender que viven miserables y pobres.
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Por: JOSÉ LUIS CASTILLEJOS A. (*)

Una radiografía social sobre los niños indígenas de Chiapas nos lleva a la triste conclusión de que son, hoy por hoy, los olvidados de Dios y de los programas gubernamentales.

Desde muy pequeños ayudan a sus padres en las labores del campo, cortando café, sembrando maíz y pastando ovejas. Pero miles de estos que viven en la Sierra, la Costa y la Selva de Chiapas no tienen los beneficios de la seguridad social, no asisten a las escuelas y subsisten bajo el estigma del hambre.

La conciencia nacional todavía no ha despertado al ciento por ciento pese al llamado de alerta que significó en enero de 1994 el alzamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Por más promesas oficiales de que cambiaría el futuro de esa región de México, el panorama es desolador para la niñez.

Los niños de Chiapas están allí olvidados, enfermos, muchos no van a las escuelas por falta de recursos y, otros más, están con la vida a la deriva, haciendo una serie de labores para subsistir.

La muerte siempre sobrecoge, genera tristezas. Pero cuando se trata de niños esta golpea doblemente en el corazón y en la conciencia social porque surge la pregunta: ¿Qué hicimos por ellos?

El reciente fallecimiento de dos niños indígenas mexicanos que cayeron en una cueva en un municipio del sureño estado mexicano de Chiapas dejó a todos con un nudo en la garganta.

Y es que esos niños, al igual que muchos otros, siguen desvalidos. Muchos de estos, pobres y misérrimos, se han convertido en los olvidados de Dios y de la querencia gubernamental. Cuántos infantes de las etnias tzetales, otomíes, oaxaqueños, mayas, están en un profundo hoyo del olvido, sin poder ser rescatados de la mendicidad, de la hambruna, de la falta de medicinas, escuelas y otros derechos?

Muchos niños quedan atrapados en la ignorancia, el analfabetismo, la violencia familiar, la explotación y sus cuerpos famélicos deambulan por las calles no sólo de la Ciudad de México, sino de otras urbes latinoamericanas, mendingando caridad, un pedazo de pan, una oportunidad para salir adelante.

Por eso es que la muerte de los dos niños chiapanecos duele doblemente. Ellos tenían apenas 5 y 6 años, no sabían de los riesgos de jugar en zonas peligrosas y cayeron a una hondonada.

Sus cuerpos quedarán en el fondo de la cueva, en cuya entrada los familiares improvisarán una tumba, ya que fue imposible realizar el rescate por las dificultades para acceder hasta el foso. Su muerte será por siempre un llamado a la conciencia nacional e internacional de que debemos proteger a nuestra niñez.

Dos duras semanas tuvieron que padecer, sufrir, antes de que el hálito de vida se les extinguiera, y con ello, la tristeza se apoderara de los familiares y de todo un pueblo que clamaba a Dios por una nueva oportunidad para estos menores inocentes.

Las autoridades decidieron suspender las labores de rescate "para no exponer la vida de los rescatistas, pues no existen posibilidades de encontrar", según un burocrático funcionario.

Y como si la vida de los menores no interesara, este funcionario especuló que era probable que los menores "hayan sido arrastrados a lo más profundo de la caverna, por las aguas que la inundaron en días pasados".

Los niños cayeron a unos 40 metros de profundidad en una estrecha cueva, cuando perseguían a un tepezcuintle, una especie de roedor que se alimenta de plantas, raíces y semillas.

Las intensas lluvias que azotan la zona no permitió avanzar hacia el rescate. Sepultó todas las esperanzas, los sueños de los familiares de volver a ver a sus menores hijos.

Ojalá y esta muerte no quede en el olvido, sino que remueva la conciencia mexicana para apoyar más a los infantes, a ese futuro patrio chiapaneco que se desgañita, clamando oportunidades, leche, comida, techo, ropa y oportunidades para sus padres.

Que la muerte de estos dos menores sea un golpe a la conciencia nacional y que permita a nuestros políticos despertarlos del letargo para que se concienticen de que hay que hacer más que ser simple espectadores

(*) Periodista mexicano.
Mira també:
http://chiapas.mediosindependientes.org/display.php3?article_id=110329

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