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Anàlisi :: pobles i cultures vs poder i estats |
Montepío de improbables
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per Gonzalo Sánchez-Terán |
20 des 2004
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Mi amigo Marc está desesperado. Lleva más de dos años dejándose la piel en esta parte de Guinea, trabajando junto con los campesinos para desarrollar la piscicultura en las aldeas. La gente de aquí, sobre todo los niños, apenas come proteínas: la caza, fuente tradicional de carne, ha desaparecido, y es esencial combatir de algún modo la malnutrición. Marc, con un proyecto en el que hermosamente se ayudan los conocimientos occidentales y las técnicas tradicionales africanas, lo estaba logrando. Pero su proyecto está financiado desde Europa: la mayor parte de las instituciones del norte, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Unión Europea, han decidido que Guinea es un país donde se violan los derechos humanos, corrupto y dictatorial, y por lo tanto no merece recibir ayuda al desarrollo. El proyecto de piscicultura de Marc se ha quedado sin financiación, y él aún no sabe cómo decírselo a los cientos de familias que han luchado tanto para sacarlo adelante. Es lo mismo de siempre: queriendo castigar al Gobierno, se castiga al pueblo que no lo eligió y lo padece.
No se castiga a todos por igual. En este hozadero de miseria y desigualdad que es Guinea, algunos salen bien parados: los militares, apuntaladores del anciano general golpista que desde hace veinte años asfixia esta tierra, siguen recibiendo material y formación de Estados Unidos y de Francia. Mientras las condiciones de vida son condiciones de muerte para la población, hasta Alemania regaló la semana pasada al Ejército guineano un vídeo, una cadena estéreo, dos magnetófonos, dos micrófonos, unos cascos y un microproyector electrónico, además de unos libros para aprender el alemán, todo ello por valor de 50.000 euros. Y en el hospital de N’Zérékoré seguimos sin aparato de rayos X. Parece que no le importa a nadie, mas en el último mes el Ejército ha aplastado a sangre y fuego manifestaciones populares pacíficas en Pita, Dalaba y Conakry: han matado y arrestado a docenas de personas que no defienden más ideología que la de poder comer, estudiar, existir. Entre tanto, en noviembre, el dictador despedía emocionado a los sesenta y dos soldados guineanos que ejercerán como cascos azules en Haití, Burundi y el Congo, donde ganarán sueldos astronómicos pagados por Naciones Unidas, esto es, por los ciudadanos del norte, por ti.
Si tanta indignidad no es motivo para encausar a los señores del mundo, en verdad no merecemos el apellido de nuestra especie.
Guinea Conakry, 16 de diciembre de 2004
Gonzalo Sánchez-Terán |
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