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Notícies :: corrupció i poder : criminalització i repressió
Andoni Cobos:«He aprendido que no hablar en una comisaría de policía es imposible»
23 nov 2004
Andoni Cobos cuenta que se quedó blanco cuando quienes llevaban horas interrogándole le aseguraron que «tienes un marrón de nueve muertos. Pensé entonces que me iba a comer 40 años de prisión sin haber hecho absolutamente nada, que no vería nunca más a mi madre...» Su relato es el de una batalla sicológica de 30 horas, «hasta que la puerta se abrió y los mismos que no paraban de gritarme que era de ETA me dijeron que quedaba libre. Me puse a llorar sin parar». Cobos, como Xabier Balerdi, están libres sin cargos aunque un día siguiente sus nombres seguían en las portadas.
ORDIZIA.- Andoni Cobos no paraba de recibir saludos anoche en Ordizia. Abrazos reconfortantes, pero que no le quitan la sensación de que «me pueden volver a parar por la calle y meterme en un coche». Ayer durmió poco, porque hay cosas que parecen pequeñas pero que no se le quitan de la cabeza. Sobre todo una: el sonido metálico de la puerta de los calabozos de la Policía española, allá en Madrid. «Era un ruido terrible, que me recordaba a las películas de los nazis. Te daban escalofríos cuando se abría», explicó a GARA.
Cuando le detuvieron a primera hora de la tarde del pasado jueves en Altsasu, donde trabaja, Cobos se sintió relativa- mente tranquilo, con la calma de quien tiene claro que allí hay un error. Cuando le hablaron de una pistola y de ETA, empezó a temer lo peor. Y treinta horas después, llegó a estar casi convencido de que iba a pasar 40 años en prisión, «y que a mi madre, que tiene 75 años, no la iba a volver a ver viva». Por eso, rompió en lágrimas cuando firmó la carta de libertad y siguió llorando hasta la estación de autobús a la que le llevaron dos policías. «Me decían ‘no llores, que te va a ver la gente’. ¡Ya mí qué cojones me importaba! Luego se despidieron: ‘La próxima vez que nos veas, a ver si nos saludas’. Y yo les pregunté ‘¿Tenéis madre? Pues cuidarla, que sólo hay una. Y yo nunca voy a perdonar lo que le habéis hecho a la mía».

A Cobos nadie le explicó qué había pasado. Tampoco le pidieron disculpas. Sólo le pagaron el billete del autobús. «Llegué a Ordizia a las 6.00 de la mañana del sábado, dí una vuelta por el pueblo, despacio, sin prisa, no había nadie por las calles. Luego fui al kiosko de prensa, pero aún no había abierto», recuerda. En ese caso, se habría llevado otro shock:verse señalado en las primeras páginas con esos nueve atentados mortales cargados sobre sus espaldas.

«Entrar en tu cerebro»
Cuando escuchó esa acusación, casi al final del cautiverio, Andoni sintió un asombro que apenas puede describir. «Sólo me salió decirles que si estaban locos. Afortunadamente, pude darle la vuelta al tema. Pensé ‘si les digo lo que quieren que les diga, esta pesadilla se acabará ya, pero yo me pegaré 40 años en la cárcel sin haber hecho absolutamente nada. Y decidí que no podía dejarles entrar en mi cerebro».
Cobos ha trabajado en el movimiento pro-amnistía y sabe qué es una detención incomunicada, pero nunca la había padecido. Su relato es el del superviviente de esa batalla sicológica en la que, según ha aprendido, tener la ra- zón no siempre sirve. «He visto que es imposible no hablar en una comisaría de policía. Todas esas miradas de odio, ese asomarse a la mirilla para observarte como si fueras un mono en una jaula, la puerta, el frío terrible, la soledad, el miedo... A mí no me llegaron a pegar ni un golpe, y sin embargo la sensación es tremenda, igual al día siguiente habría firmado algo que no he hecho. Eres una mierda, siempre están por encima, te chillan, te humillan», detalla. Recuerda, por ejemplo, la pre- sencia insistente de un policía a sus espaldas, sin moverse, amenazando siempre con un golpe inesperado.

Y destaca las presiones insistentes, desde el primer momento: «Ya en Donostia me dijeron ‘si cuentas la verdad, no vamos a tu casa y así no le damos el susto a tu madre’. Yluego te dicen ‘te damos un plazo, ya te avisaremos de hasta cuándo. Si no hablas antes, cambiaremos de actitud’».

Pero hablar, ¿de qué? Andoni todavía sigue atando cabos a día de hoy. Tras leer lo publicado en la prensa, ha entendido por qué un policía se le acercaba al oído y le susurraba:«Sólo te voy a decir una cosa:Urbasa». «Yo pensaba:¿Urbasa? ¡Si sólo estuve una vez, con los amigos, hace mucho tiempo!». Urbasa es el nombre del comando en el que la Policía le colocaba. En otro momento, Cobos pidió que le dijera por lo menos qué muertes le imputaban, pero no le respondieron. Probablemente para entonces ya tendrían claro que era inocente.

Y ahora, ¿qué? En las palabras de Andoni Cobos se intuye más estupor que rabia. Estupor que desgrana en pre- guntas sin respuesta por ahora:«¿Me van a devolver las fotos que se llevaron? ¿Y el ordenador? ¿Puedo poner una denuncia contra los medios? ¿Quién avisa a las televisiones para que vayan a sacar imágenes de mi detención? ¿Por qué actúan así? ¿Esto vende de verdad?». Y, sobre todo, un interrogante que resume toda su alucinante vivencia y que le sale de dentro: «¿Por qué he tenido que demostrar yo que soy inocente?».


Cómo meter la pata hasta el fondo y sacarla sólo a medias
IRUÑEA.- La «noticia» saltó a primera plana de casi todos los medios el viernes, y fue titular principal, por ejemplo, el sábado en el diario de información general más vendido del Estado español. ‘‘El País’’ se volcó al conocer que el Ministerio de Interior de Zapatero iba a resolver de un plumazo prácticamente todos los últimos atentados mortales de ETA. «Un presunto etarra confiesa que participó en nueve asesinatos», titulaba. Líneas más abajo, también en primera página, se destacaba que «del interrogatorio a Ibon Urrestarazu Esnaola, de 43 años, la Policía ha obtenido, según fuentes de la investigación, una cascada de información que podría llevar a esclarecer estos atentados. De momento, la Policía ha podido detener a Xabier Balerdi y Andoni Cobos».
Para cuando la primicia llegó a la imprenta, sin embargo, ambos estaban ya en la calle y sin ningún cargo en su contra. El «patinazo» de ‘‘El País’’ fue emulado por varios diarios vascos, como ‘‘El Diario Vasco’’, ‘‘Diario de Navarra’’ y ‘‘Diario de Noticias’’. Para estos tres, el sorprendente «descubrimiento» policial era la principal noticia del día. Al parecer, quien filtró la acusación olvidó luego avisar de que el propio Garzón la había echado por tierra dejando libres a Balerdi y Cobos.

Leyendo entre líneas, se podía adivinar ya que la filtración policial hacía aguas por varios sitios. Por ejemplo, como admitían varios de estos medios, no habían aparecido armas en los registros. Y eso que en los atentados imputados se utilizaron pistolas diferentes.

El sábado, por tanto, todos estos medios tenían un problema. Ytambién lo tenía el juez Garzón, que encontró una salida por elevación:imputar a Ibon Urrestarazu por un delito de «acusación falsa» contra Balerdi y Cobos. Con esto el juez contribuyó a que los medios que metieron la pata comenzaran a sacarla. En resumen, la culpa no era del filtrador que creyó haber encontrado pólvora en su declaración, ni de los medios que la rebotaron sin más; la culpa era de Urrestarazu.

Sobra decir que nadie se preguntó qué lleva a un detenido a hacer tales declaraciones, ni si eso pudo tener algo que ver, por ejemplo, con las amenazas policiales de provocarle un aborto a su compañera, Alaitz Iturrioz, también arrestada. Askatasuna difundió este hecho, y denunció además que Iturrioz fue obligada a permanecer de pie en posición de firmes durante mucho tiempo.

«Fuentes jurídicas» citadas por Efe también arrimaron el hombro para tratar de tapar una chapuza con otra similar:«Urrestarazu ha realizado tres declaraciones ante la Policía en las que ha ido cambiando sus testimonios iniciales, y en la última de ellas ha modificado su imputación de presunta participación de Balerdi y Cobos». Al filtrador ansioso de vender éxitos antes de tiempo, al parecer, también se le olvidó contarles esto el día anterior.

Ayer, sólo ‘‘Diario de Noticias’’ amagó algo parecido a una disculpa, en un editorial titulado «El honor injustamente manchado». El texto repartía culpas a unos y otros, pero sobre todo acusaba a la fuente de las mazmorras: «Resulta inexplicable que el encargado de filtrar la declaración no hiciese ningún tipo de comprobaciones», lamentaba. Yasí, cabe suponer, hasta la próxima.


Garzón encarcela a Ibon Pérez y Nagore Bilbao
GARA. MADRID.- Baltasar Garzón ordenó ayer el ingreso en prisión de Ibon Pérez y Nagore Bilbao, dos de los cinco ciudadanos vascos que se presentaron el jueves voluntariamente en la Audiencia Nacional a raíz de las últimas redadas. Por contra, el magistrado acordó dejar en libertad a Mikel Lizarribar ­bajo fianza de 9.000 euros­, Janire Couceiro ­con la obligación de comparecer semanalmente en el juzgado­ y Juan José Merino ­sin medida alguna­. Según el auto del juez, el encarcelamiento de Pérez y Bilbao, a quienes imputa un delito de «colaboración» con ETA, se debe al «riesgo de que se sustraigan a la acción de la Justicia, ya que, a pesar de haberse presentado voluntariamente, con ello sólo han evitado la detención».

Ibon Pérez es hijo de Tomás Pérez Revilla, Tomasón ­refugiado político fallecido en 1984 a causa de un atentado de los GAL­, y de Feli Ziluaga, quien en 1976 resultó herida grave tras ser tiroteada por el BVE.


Diari Gara, 23 de novembre de 2004
www.euskalherria.com

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