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Venden genes de indígenas por Internet
23 nov 2004
Células vivas de miembros de las comunidades karitiana y suruí de Brasil se ofertan en 85 dólares en la red.
Stephen Leahy y Mario Osava
Tierramérica

El gobierno de Brasil pidió a Interpol, la policíainternacional, que intervenga en lo que califica de venta ilegal de material genético de sus pueblos indígenas por parte de un centro de investigación estadounidense.

Células vivas de individuos de las etnias brasileñas karitiana y suruí, y de otros grupos indígenas de Sudamérica y América Central, pueden comprarse por 85 dólares, mediante un sitio de Internet (http://coriell.umdnj.edu/), al Depósito de Células Coriell, una división del Instituto Coriell de Investigación Médica.

Ese instituto de estudios biomédicos, independiente y sin fines de lucro,tiene sede en la nororiental ciudad estadounidense de Camden, y ofrece elmaterial con la intención declarada de que se use sólo para investigación.

Mercio Pereira, presidente de la brasileña Fundación Nacional del Indio(Funai), pidió el 1 de octubre a la policía federal de su país que investigara el caso, y la embajada brasileña en Estados Unidos trata de que la oferta sea retirada del sitio en Internet de Coriell, según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil.

A fines de los años 90, el mismo tipo de material genético fue puesto a la venta por Coriell. La Funai amenazó con suspender todas las autorizaciones de investigación médica con pueblos indígenas, y representantes de comunidades nativas presentaron una queja formal.

Pat Mooney, de la organización no gubernamental (ONG) Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración, explicó a Tierramérica que ese grupo se opone, como otros de la sociedad civil, a que las corporaciones patenten plantas y animales, en actos calificados de "biopiratería".

En este caso, "aunque el ADN (ácido desoxirribonucleico, soporte de la información genética) y los genes de pueblos indígenas no sean patentados,la información obtenida de su material genético se transforma en drogas patentables", adujo.

El Depósito Coriell posee la mayor colección mundial de cultivos de células humanas, en casi un millón de recipientes. Esas células, obtenidas de muestras de piel o de sangre, se conservan vivas por tiempo indefinido, en animación suspendida a temperaturas extremadamente bajas.

El ADN obtenido de esos cultivos es usado para investigaciones médicas que buscan nuevos tratamientos para cáncer, mal de Alzheimer, diabetes, síndrome de Down y enfermedades cardíacas, entre otras, según se indica en el sitio
de Coriell.

Desde 1964, 120 mil muestras celulares y cerca de 100 mil muestras de ADN han sido vendidas a científicos de 55 países, en transacciones autorizadas por la ley estadounidense.

La mayor parte del material del Depósito no fue recolectado directamente por investigadores de Coriell, sino por otros científicos e instituciones.

El centro de la cuestión es si las muestras de los karitiana y suruí fueron obtenidas con consentimiento pleno e informado de los interesados y del gobierno brasileño, y si hay garantías de distribución equitativa de conocimientos o dinero generados a partir de ellas.

Coriell no respondió a varios pedidos de entrevista por parte de
Tierramérica.

Hace más de una década que se divulgan informes sobre recolección de sangre de los karitiana y suruí que terminaron en manos de instituciones o empresas extranjeras, sin que la Funai haya autorizado la recolección de muestras, dijo a Tierramérica Raimundo José Lopes, jefe de gabinete de la presidencia
de ese organismo, quien preparó el pedido de investigación policial.

El médico brasileño Hilton Pereira da Silva fue acusado en 2002 ante la justicia federal de su país por haber recolectado sin autorización sangre de indígenas karitiana en 1996, en el marco de una filmación y con la excusa de que lo hacía para diagnosticar enfermedades, dijo a Tierramérica Maria Cecilia Filipini, abogada en el occidental estado brasileño de Rondonia del católico Consejo Indigenista Misionero.

El proceso contra ese médico, iniciado por el ministerio público, avanza lentamente por dificultades para interrogar a Pereira da Silva, que al
parecer reside actualmente en Estados Unidos. La fiscalía descubrió que tenía relaciones con la industria farmacéutica extranjera, y sospecha que vendió muestras de sangre en forma ilegal.

"Es raro" que un médico encabezara un equipo de cineastas y llevara equipo para recolectar sangre, observó Filipini.

No se sabe si esa sangre es vendida ahora por Coriell, pero la fiscalía sólo logró recuperar 53 muestras de un total que según piensa fue 160.

La Funai ha tratado de impedir la recolección indebida de material genético,mediante crecientes controles y restricciones de la investigación en territorios indígenas, de las que se quejan científicos brasileños.

Cualquier investigación en reservas indígenas requiere autorización de la Funai, del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (del Ministerio de Ciencia y Tecnología) y otras instituciones estatales.

La Funai debe consultar al grupo indígena para saber si acepta recibir a los investigadores, cuyas actividades supervisa, informó a Tierramérica el coordinador de estudios e investigaciones de ese organismo, Claudio Romero.

Pero la tecnología moderna permite que muestras de sangre de la etnia yanomami, obtenidas hace 40 años en Brasil y Venezuela, aún sean comercializadas, así como las de la etnia ticuna, del oeste de Brasil, recolectadas a mediados de los años 70, escribió Bruce Albert, director de investigaciones del Instituto de Investigación para el Desarrollo, con sedes en Sao Paulo y París.

Las células de los ticuna se han empleado en una investigación inmunológica en gran escala, y una de las mayores transnacionales farmacéuticas las usó para profundizar su comprensión del sistema inmunitario humano, indicó
Albert en un trabajo publicado por el periódico electrónico Antropología Pública: Ideas Atractivas 2001.

Los pueblos indígenas no deben ser usados como "minas de genes", sino "tratados como socios y plenamente respetados", alegaron.

Los autores son colaboradores de Tierramérica.
Mira també:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=7955

This work is in the public domain

Comentaris

Re: Venden genes de indígenas por Internet
23 nov 2004
A mi me parece muy bien que lo hagan, no los venden sino que los recopilan para poder conservar la riqueza del material genético del ser humano.

Muchas de esas tribus del amazonas en Brasil están a punto de desaparecer como etnia, lo que se busca es que no desaparezcan determinados cuadros genéticos para siempre.

Todos somos "minas de genes".

un saludo
Re: Venden genes de indígenas por Internet
23 nov 2004
Si claro!!! Hagamos un negocio más de los indígenas. Seguro que está el hijo del Dr Menguele detrás de todo
Réplica
06 jul 2005
Réplica del Dr. Hilton Pereira da Silva a las informaciones publicadas en medios de comunicación en las que se le acusaba de tráfico de material genético de pueblos indígenas.

En diversos reportajes recientes publicados en periódicos y sitios de internet de Brasil y el extranjero mi nombre aparece ligado a actos de biopiratería, sin que mi opinión haya sido interpelada por estos medios. Los reportajes se refieren a una CPI en la Cámara Federal y a una pregunta sobre la venta de células sanguíneas de los indígenas Karitiana y Suruí, de Rondonia, por el laboratorio noteramericano Coriel Cell Repositories.

En agosto de 1996, yo trabajé entre los Karitiana como antropólogo consultor en un documental para el Canal Discovery y, como también soy médico y salubrista, pude constatar su precaria situación de salud y la total ausencia de profesionales de la salud en el poblado. Tras la filmación del documental (que fue emitido en el Canal Discovery en 1997), fui invitado por el Chefe Garcia, en nombre de la Asociación Karitiana, para que permaneciera entre ellos y les ayudara con asistencia médica de emergencia. Despúes de recibir el consentimiento del representante de la FUNAI en el poblado, durante tres días realicé consultas, exámenes y prescripciones a las personas que accedieron al lugar y después, también a pedido de los Karitiana, durante algunas horas en la Casa do �ndio.

Para establecer el diagnóstico complementario de ciertas dolencias, fueron recogidas algunas muestras de sangre de las personas más enfermas, de las cuales no pude hacer un diagnóstico clínico adecuado, y llevadas para su análisis a la Universidad Federal de Pará, donde todo el material permaneció depositado hasta ser solicitado por la Justicia de Rondonia, a la que fueron entregadas las 54 muestras en 2004. Como yo apenas disponía de un kit de emergencias médicas, que me acompaña siempre que voy a la Amazonía, y no estaba preparado para atender a una tribu completa, dado que no era ese el propósito de mi visita al poblado, apenas fueron recolectadas unas pocas muestras correspondientes a las personas sobre las que no conseguí establecer con claridad un diagnóstico clínico. La sangre por mi recolectada no salió del Brasil y no tuvo, en ningún caso, destino comercial, dado que iría contra mi ética y los principios morales de los investigadores e instituciones con los cuales trabajo. Las fui recolectando solamente para ayudar al diagnóstico de enfermedades, procedimiento médico regular, de acuerdo al artículo 57 del Código de Ética Médica.

Yo, con el apoyo voluntario de Denise, mi acompañante en esa ocasión, que es brasileña y no profesional de la salud como acusan algunos reportajes y quien me ayudó en actividades lúdicas solamente, presté atención médica a los Karitiana con carácter voluntario, humanitario y de emergencia; no les prometí atención futura, y no hice nada que dañara sus intereses. La memoria de las actividades médicas de emergencia desarrolladas en el poblado fue enviado a la Asociación Karitiana, a la FUNAI de Rondonia y de Brasilia, al CIMI de Rondonia, a la Procuraduría General de Rondonia y a las dos CPIs de la Cámara Federal sobre biopiratería. Jamás estuve entre los Suruí, on en cualquier otro poblado indígena de Brasil. En 1997 y en 2005, ambas CPIs reconocieron que no existe relación entre mi trabajo médico de emergencia y el material indígena en venta en los EEUU.

Una simple búsqueda en Internet, muestra que el material en venta en el extranjero proviene de la colección Stanford/Yale, y que fué recolectado en la década de 1980 por investigadores norteamericanos, posiblemente con permiso de la FUNAI, y que ya estaba siendo vendido en Internet desde abril de 1996, por lo tanto, cinco meses antes de que yo atendiera el poblado Karitiano. A comienzos de 1997, yo y otros investigadores brasileños, establecimos contacto con el laboratorio para que se pronunciara sobre el asunto y conversamos con las autoridades brasileñas para solicitar providencias sobre el material en el extranjero. Nuestras solicitudes de contacto fueron ignoradas. Desde 1997 diversos artículos también han sido publicados en periódicos presentando de forma distorsionada los hechos, insinuando mi participación en actos de biopiratería, en vez de rescatar los realizados por mí y otros investigadores para tratar las enfermedades y proteger los derechos de los Karitiana. He respondido a todos los artículos de los cuales tengo conocimiento, pero los errores groseros sobre mi persona continúan siendo publicados.

Pese a que mi nombre y dirección eran fácilmente accesibles en diversos sitios de Internet, como en el banco de currículums Lattes do CNPq o en la web de la Universidade Federal do Rio de Janeiro, y en otras formas diversas que, ciertamente, serían de fácil acceso para cualquier órgano federal o ciudadano interesado, e inclusive, en la Acción Civil en marcha en Rondonia, que ya fue contestada íntegramente por mi abogado, no fuí requerido para prestar cualquier aclaración sobre el absurdo involucramiento de mi nombre en el caso arriba citado. Durante este tiempo, he tomado siembre la iniciativa de contactar con todos los órganos públicos interesados, enviar documentos y ponerme a disposición para ayudar a esclarecer los hechos.

La biopiratería es una cuestión a investigar seriamente por las autoridades brasileñas, por la comunidad científica y por la prensa. El uso comercial de productos biológicos sin que sus donantes sean beneficiarios es absolutamente inmoral, antiético y debe ser repudiado por toda la sociedad. Como ciudadano brasileño, como profesional de la salud y como investigador, es mi deber proteger a las personas con las cuales trabajo y resguardar sus intereses. Esta ha sido mi postura durante más de una década de trabajo entre los grupos rurales de la Amazonía. Estoy a la disposición de periodistas y de todas las autoridades para prestar cualquier aclaración sobre la lamentable inclusión de mi nombre en esta extravagante situación, en la cual soy acusado de barbaridades sólamente por atender el llamado de emergencia de una tribu necesitada y cumplir los preceptos del Código Brasileiro de Ética Médica (Artículos 57 y 58). Es una lástima que para algunos periodista el sensacionalismo continúe teniendo mayor valor que los hechos.
Sindicato Sindicat