Los bosques, patrimonio de la humanidad

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Los bosques, patrimonio de la humanidad
per Ibérica 2000	30 oct 2004

Los bosques, patrimonio de la humanidad LA EXPLOSIÃ�N DEMOGRÃ?FICA, EL AGOTAMIENTO DEL AGUA Y LA CONTAMINACIÃ�N SON LOS GRANDES PROBLEMAS DE LA HUMANIDAD Sin bosques, sin agua y sin reflexiÃ³n activa y compromiso real y permanente, nunca podemos detener el actual expolio y lacerante degradaciÃ³n que padece nuestro entorno... http://www.iberica2000.org/Es/Articulo.asp?Id=1898 Los bosques, los rÃos, las montaÃ±as son las reservas esenciales de Vida que debemos conservar, mantener y proteger eficaz e integramente si realmente queremos seguir viviendo, existiendo con un mÃnimo de dignidad y calidad en los venideros y turbadores aÃ±os... La explosiÃ³n demogrÃ¡fica, el agotamiento del agua y la contaminaciÃ³n son tres de los mayores problemas que enfrenta la humanidad sobre el planeta. En un mundo globalizado, todo guarda relaciÃ³n. Lo que un paÃs contamina no se detiene en sus fronteras sino que viaja a otras latitudes y entre todos estamos perdiendo la capa de ozono, la biodiversidad. Las incesantes agresiones al medioambiente lesionan el verde patrimonio de la humanidad. La escasez de agua estÃ¡ necesariamente vinculada a los ciclos vitales y a la pÃ©rdida de especies vegetales, pero hay una forma de atacar a los bosques que es ilegal y se debe a intereses econÃ³micos de empresas que comercian con maderas nobles, de Ã¡rboles y especies protegidas. Esta semana, mÃ¡s de 33 toneladas de madera de la especie Dalbergia nigra, mÃ¡s conocida como palisandro de RÃo, han sido decomisadas en Madrid. El convenio sobre el comercio internacional de especies amenazadas de flora y fauna silvestres (CITES) prohÃbe desde 1992 la venta y distribuciÃ³n de este tipo de madera preciosa del que sÃ³lo queda un 7% de su superficie original. El Servicio de ProtecciÃ³n de la Naturaleza (Seprona) comenzÃ³ hace dos aÃ±os una investigaciÃ³n al detectar una notable diferencia entre la cantidad de madera de palisandro que afirmaban tener las empresas y la que habÃa realmente en sus almacenes. Fueron registradas mÃ¡s de 20 empresas. AdemÃ¡s de las 33 toneladas de madera, se encontraron miles de piezas para instrumentos musicales. Se calcula que para extraer semejante cantidad de madera ha sido necesario talar mÃ¡s de 1.000 Ã¡rboles. Las empresas recibÃan el palisandro en barco desde Brasil. Para pasar los controles de aduanas, la camuflaban bajo la denominaciÃ³n de madera de cocobolo y caviuna, cuyo color y dureza es prÃ¡cticamente igual. Desde Madrid y Valencia se comercializaba a otras ciudades y a paÃses como Estados Unidos, Alemania, JapÃ³n o CanadÃ¡. Los presuntos culpables estÃ¡n acusados de un delito de contrabando y podrÃan ser condenados hasta con siete aÃ±os de cÃ¡rcel. La madera decomisada, de ser vendida en pÃºblica subasta, alcanzarÃa un valor superior a los 3 millones de euros en el mercado. Para Greenpeace ese valor econÃ³mico deberÃa ser utilizado para la conservaciÃ³n del bosque atlÃ¡ntico de Brasil, tal como se hizo en el aÃ±o 2003, cuando se incautÃ³ en Brasil y EE.UU madera de caoba brasileÃ±a de procedencia ilegal. En EspaÃ±a, durante 2001, se importaron mÃ¡s de 860.000 metros cÃºbicos de madera procedente de talas ilegales. â��El valor de dichas importaciones ascendÃa a 263 millones de euros, cantidad que puede considerarse robada a las arcas de los paÃses productoresâ�?, segÃºn Greenpeace. El pasado 20 de julio la ComisiÃ³n Europea anunciÃ³ un paquete de medidas para combatir el comercio ilegal de productos forestales, negocio que mueve 15 mil millones de dÃ³lares anuales. Si el desarrollo sostenible se puede definir como "un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades", estamos malgastando el patrimonio de todos. Al ritmo de deterioro ambiental que llevamos, la capa de ozono no resistirÃ¡ la presiÃ³n de la contaminaciÃ³n. Como le sucede a los mares, a las limitadas reservas de agua potable y a los bosques que desaparecen cada dÃa ante la devastaciÃ³n de empresarios sin escrÃºpulos. Cada dos segundos desaparece una superficie de bosque primario equivalente a un campo de fÃºtbol. El 80% de estos bosques ya han sido destruidos o alterados de manera grave y el 20% restante se encuentra amenazado. Cuando se circula por las carreteras de LatinoamÃ©rica y Ã?frica es frecuente encontrar camiones que transportan enormes troncos de Ã¡rboles de maderas nobles. La UniÃ³n Europea trata de detener esta sangrÃa exigiendo a otros pueblos que controlen las reservas del planeta mientras en los paÃses del Norte se contamina con los vehÃculos e industrias mil veces mÃ¡s que en los pueblos empobrecidos. En el Sur venden sus bosques porque hay quien los compra. Las maderas se convierten en muebles y objetos suntuosos para los ricos del Norte. Una guitarra clÃ¡sica realizada con madera de palisandro, alcanza un precio de hasta 7.000 dÃ³lares. Pero Â¿cÃ³mo se podrÃan compensar los muchos aÃ±os que necesita el Ã¡rbol para crecer, o el efecto devastador de las talas asesinas en su ecosistema? MarÃa JosÃ© AtiÃ©nzar http://www.ucm.es/info/solidarios/ccs/inicio.htm BOSQUES EN PELIGRO: HOMBRES EN PELIGRO A travÃ©s de los siglos se han acumulado pruebas de que la intervenciÃ³n humana puede producir innumerables daÃ±os en la tierra, el agua y el aire. Una de las formas que asume esa intervenciÃ³n, la deforestaciÃ³n, ha afectado seriamente a los bosques del planeta. Hace unos 10.000 aÃ±os -es decir, antes del comienzo de la agricultura- ese tipo de bioma se extendÃa sobre unos 4.200 millones de hectÃ¡reas, las dos terceras partes de la superficie terrestre. Hoy, en extensas regiones de Asia, Europa y AmÃ©rica del Norte los bosques naturales han desaparecido, y la deforestaciÃ³n amenaza al mÃ¡s extenso de los que quedan, la selva amazÃ³nica. La deforestaciÃ³n, que consiste en la destrucciÃ³n de bosques por tala o quemado, va acompaÃ±ada por el progreso tecnolÃ³gico, que a su vez plantea nuevos y mÃ¡s graves problemas. El fuego y la necesidad de habilitar tierras para la agricultura y el pastoreo arrasan con grandes espacios forestales, pero en el largo plazo los suelos resultan erosionados y empobrecidos por la ausencia de vegetaciÃ³n natural protectora del medio. En AmÃ©rica habÃa grandes extensiones boscosas a la llegada de los espaÃ±oles. La acciÃ³n de tecnologÃas cada vez mÃ¡s destructivas, hizo que en la actualidad sÃ³lo una pequeÃ±a parte del territorio estÃ© cubierta por bosques. El resto fue talado para obtener leÃ±a y maderas de construcciÃ³n y para la fabricaciÃ³n de muebles, o lisa y llanamente quemado para desmontar tierras que pudieran ser empleadas en la producciÃ³n agrÃcola. De ese modo, poblaciones completas de ciertas especies se redujeron considerablemente. Los bosques desempeÃ±an un rol fundamental en la protecciÃ³n y evoluciÃ³n de los suelos. AdemÃ¡s constituyen un importante factor de control climÃ¡tico Otros Ã¡rboles sirvieron como combustible en hornos de fundiciÃ³n de minerales. Los quebrachales del chaco fueron destruidos para aprovechar el tanino, sustancia empleada en el curtido de cueros. A comienzos del siglo XX la zona sur de esta regiÃ³n comenzÃ³ a cambiar su fisonomÃa boscosa, para convertirse en una tierra yerma y despoblada. En estos tiempos, el peligro mÃ¡s serio es el que amenaza a la Amazonia. Esta regiÃ³n selvÃ¡tica, baÃ±ada por el rÃo Amazonas y sus afluentes, cuenta con una cuenca de mÃ¡s de siete millones de km2, en territorios de Brasil, PerÃº, Bolivia, Colombia, Ecuador y las Guayanas. Desde la irrupciÃ³n de los colonizadores europeos hasta 1970 habÃa sido deforestado el 0,5% de la selva amazÃ³nica; desde ese aÃ±o hasta 1991 se llegÃ³ al 10% (unos 700.000 km2). Las tierras se destinan, en general, a la explotaciÃ³n agropecuaria o la bÃºsqueda de petrÃ³leo y la extracciÃ³n de minerales, y la futura construcciÃ³n de la gran carretera transamazÃ³nica, de 3.000 km. de longitud. EstÃ¡ previsto que para el aÃ±o 2020 habrÃ¡n sido levantadas 78 represas, que inundarÃ¡n 100.000 km2 de territorio. En este verdadero pulmÃ³n del planeta conviven 80.000 especies vegetales; 30.000 animales: el 50% de la biodiversidad (nÃºmero de especies que habitan en una determinada regiÃ³n) de que dispone la Tierra. Muchas de esas formas de vida corren ahora serios peligros, por la creciente destrucciÃ³n de sus hÃ¡bitats. LA DEFORESTACIÃ�N CREA NUEVOS DESIERTOS La presencia del bosque determina un intercambio constante de diÃ³xido de carbono y oxÃgeno entre los organismos vivos y la atmÃ³sfera. Las plantas consumen el diÃ³xido de carbono y liberan oxÃgeno; cuando mueren, ocurre lo contrario. La desapariciÃ³n de bosques, por otra parte, afecta el ciclo del agua, necesario factor de equilibrio del clima y los cambios atmosfÃ©ricos. La deforestaciÃ³n modifica los procesos de evaporaciÃ³n y el rÃ©gimen de lluvias, con cambios climÃ¡ticos inmediatos que repercuten sobre las posibilidades de supervivencia de gran cantidad de especies, en apariencia no afectadas en forma directa. La quema anual de 13.500 km2 de bosque tropical, para transformar el terreno en Ã¡reas de cultivo o pastoreo, lleva a la desertizaciÃ³n. Se llama asÃ al proceso por el cual un territorio que no tenÃa las caracterÃsticas climÃ¡ticas de los desiertos naturales termina por adquirirlas, a causa de la destrucciÃ³n de su cubierta vegetal y de la erosiÃ³n. Como consecuencia de ello los suelos se empobrecen y las partÃculas mÃ¡s pequeÃ±as se vuelan por el viento, o bien escurren con las lluvias. El suelo fÃ©rtil y productivo, que necesita cientos de aÃ±os para formarse, es tambiÃ©n inestable. Para mantener la cohesiÃ³n y firmeza de sus partÃculas, requiere de las plantas y especialmente de sus raÃces. Y si las plantas son taladas, la erosiÃ³n debida al agua y al viento deja pronto al descubierto la roca viva que, sÃ³lo tras el paso de muchÃsimos aÃ±os, podrÃ¡ volver a ser aprovechada por los vegetales. En suma, tanto la agricultura como los caminos, las represas y los asentamientos humanos son necesarios; y en territorios nuevos, no pueden hacerse sin deforestar. Pero la eliminaciÃ³n de especies arbÃ³reas no debe exceder ciertos lÃmites; si no existen planes de reforestaciÃ³n racionales, esa intervenciÃ³n sobre el ecosistema tendrÃ¡ consecuencias gravÃsimas para la cadena alimentarÃa y para la vida misma. Los destinos que se le da a la madera extraida de un bosque son innumerables: desde su uso como leÃ±a hasta barcazas, pipas o instrumentos musicales que, para su fabricaciÃ³n, requieren especies determinadas. Los viveros especializados proveen de pequeÃ±os Ã¡rboles tanto a a la actividad forestal como a las Ã¡reas de forestaciÃ³n que los gobiernos establecen para evitar la desapariciÃ³n de los bosques. http://www.barrameda.com.ar/ecologia/bosquesp.htm SALVEN LOS BOSQUES Abrumado por el cambio climÃ¡tico y el recalentamiento global, con sus chimeneas que se empecinan en seguir humeando, el mundo aprendiÃ³ a valorar la importancia de los bosques en el delicado equilibrio ambiental. Ya no son considerados sÃ³lo hermosos paisajes, refugios de biodiversidad o fuentes de madera. Sus procesos de fotosÃntesis los convierten en poderosas mÃ¡quinas de absorciÃ³n y fijaciÃ³n de las emanaciones de diÃ³xido de carbono industriales responsables, al menos en parte, de las alteraciones del clima. Y su valor crece en funciÃ³n de esta capacidad de limpieza atmosfÃ©rica. A pesar de la gran superficie perdida en su cubierta boscosa, la Argentina estÃ¡ a tiempo de salvar lo que le queda. Y tambiÃ©n de fomentar la industria maderera a travÃ©s del incentivo a la plantaciÃ³n de Ã¡rboles. Hay dos herramientas: el Inventario Forestal Argentino -casi concluido- y la Ley Forestal, que entrÃ³ a funcionar el aÃ±o pasado. Ã?RBOLES EN PELIGRO A principios de siglo los bosques naturales cubrÃan un tercio del territorio argentino. Eran mÃ¡s de cien millones de hectÃ¡reas (la suma de las superficies de Francia y EspaÃ±a) bajo la sombra protectora de los Ã¡rboles, compuestas por distintos ecosistemas, desde la exuberancia tropical de las yungas a la seca austeridad del cardenal. Hoy sÃ³lo queda la tercera parte, cerca de treinta y cinco millones de hectÃ¡reas: durante los Ãºltimos dos siglos muchos de aquellos Ã¡rboles cayeron bajo el hacha y la motosierra, barridos por los incendios y la necesidad de tierras para actividades agropecuarias. A este ritmo de destrucciÃ³n, nos quedarÃamos prÃ¡cticamente sin bosques dentro de un siglo. Por eso resulta obvia la necesidad de proteger los que permanecen en pie. Para hacerlo bien y, de paso, aprovechar sus recursos de una manera sustentable y responsable, hace falta saber quÃ© tenemos. Tal es la idea del Primer Inventario Nacional de Bosques Nativos que realiza la SecretarÃa de Desarrollo Sustentable y PolÃtica Ambiental, un catÃ¡logo de nuestra riqueza forestal nativa, con mapas, que incluye listado de especies, densidad de la cubierta y tamaÃ±o de los ejemplares. "Si bien la compilaciÃ³n de datos provenientes de la cartografÃa, imÃ¡genes satelitales y estudios de campo estarÃa terminada para fin de aÃ±o, ya podemos decir que casi todos nuestros bosques estÃ¡n explotados o sobreexplotados -comenta el ingeniero Jorge MenÃ©ndez, director de Recursos Forestales Nativos de esa SecretarÃa-. En algunos casos hay que hablar de bosques secundarios, los que quedaron despuÃ©s de una explotaciÃ³n intensiva y selectiva, que extrajo los mejores ejemplares." Terminado el inventario, servirÃ¡ para establecer polÃticas forestales y estrategias de conservaciÃ³n, determinar quÃ© zonas proteger, cÃ³mo utilizar mejor el presupuesto, en quÃ© puntos se puede plantear un uso sustentable. "Nuestra base de datos intercambiarÃ¡ informaciÃ³n con los nodos correspondientes a cada una de las seis regiones forestales argentinas: selva misionera, yungas o selva tucumano-boliviana, monte, espinal, parque chaqueÃ±o y bosque andino-patagÃ³nico", apunta el ingeniero MenÃ©ndez. MÃ?S QUE EL AMAZONAS Los datos preliminares sirvieron para establecer un punto de extinciÃ³n de cada regiÃ³n, lo que da una idea de cuÃ¡ntos aÃ±os faltan para que se borren del mapa si sigue el ritmo de destrucciÃ³n del siglo XX. AsÃ, la selva misionera podrÃa desaparecer dentro de 20 aÃ±os y las yungas, dentro de 70. La prioridad para la conservaciÃ³n es encabezada, con alarma roja, por el parque chaqueÃ±o, las yungas y la selva misionera. Â¿Por quÃ© priorizar el parque chaqueÃ±o, algo asÃ como la cenicienta de los sistemas forestales? Contesta MenÃ©ndez: "La regiÃ³n estÃ¡ en emergencia social, ambiental y econÃ³mica, y es la principal expulsadora de poblaciÃ³n hacÃa los centros urbanos. EstÃ¡ formada por varias provincias, pero aporta poco mÃ¡s de 3% del PBI nacional: los proyectos de conservaciÃ³n y desarrollo sustentable podrÃan cambiar esta situaciÃ³n." El parque chaqueÃ±o, destruido en la Argentina por la tala, la ganaderÃa extensiva y el corrimiento de la frontera agropecuaria, es un enorme ecosistema que ocupa tres paÃses (el nuestro, Bolivia y Paraguay).Y los estudios demuestran que su participaciÃ³n en la absorciÃ³n de diÃ³xido de carbono es mayor que la de la Amazonia, por los gigantescos incendios forestales que ocurren allÃ y que devuelven los gases a la atmÃ³sfera. "Por eso la SecretarÃa desarrolla el proyecto del Gran Chaco Americano, junto con los gobiernos paraguayo y boliviano, para revalorizar la regiÃ³n, de gran importancia ecolÃ³gica", dice MenÃ©ndez. AdemÃ¡s, los bosques nativos son recursos del ecoturismo y, en menor medida, de la industria maderera. Esto Ãºltimo espanta a numerosos grupos ambientalistas. Es un tema de eterna discusiÃ³n. Mientras para algunos expertos se puede extraer un cierto nÃºmero de ejemplares sin daÃ±ar el bosque, otros sostienen que no deben ser tocados. "SerÃa muy bueno conservar los bosques intactos, pero yo me pregunto quiÃ©n se va a hacer cargo de la gente que vive allÃ, que depende de ellos para cubrir sus necesidades bÃ¡sicas", comenta MenÃ©ndez. Lucas Chiappe, del Proyecto LemÃº, organizaciÃ³n que integra el proyecto internacional Gondwana, que impulsa la creaciÃ³n de un santuario para los bosques australes del planeta, apunta: "Con cien aÃ±os de explotaciÃ³n en los bosques andino-patagÃ³nicos el resultado es que los pobladores estÃ¡n mÃ¡s pobres, con menor calidad de vida, y el ecosistema perdiÃ³ una enorme riqueza biolÃ³gica. No conozco ningÃºn ejemplo de un bosque ''''''''''''''''manejado sustentablemente'''''''''''''''' en la Argentina, que se encuentre en mejor estado que antes. No digo que teÃ³ricamente no se pueda manejar con sentido comÃºn un bosque, pero los resultados histÃ³ricos son un verdadero desastre forestal, social, econÃ³mico y ecolÃ³gico, tanto nacional como internacional". En las Ãºltimas dÃ©cadas hay varios ejemplos de bosques arrasados para ser convertidos en leÃ±a. En la actualidad, una de las principales preocupaciones de los grupos ambientalistas se centra en la explotaciÃ³n del bosque de lenga fueguino que realizarÃa la empresa Trillium. Las actividades estÃ¡n casi suspendidas. SegÃºn las autoridades, la explotaciÃ³n no serÃa daÃ±ina. "El problema es la falta de control provincial -seÃ±ala el ingeniero MenÃ©ndez-. Resulta fundamental el seguimiento de la gestiÃ³n para asegurar que la explotaciÃ³n se hace segÃºn lo acordado." PARA CRECER El mundo necesita madera, ya sea para construcciones, muebles o para saciar su increÃble hambre de papel. Â¿De dÃ³nde extraer tanta materia prima sin talar los bosques? BÃ¡sicamente, plantando Ã¡rboles en lugares donde no los habÃa: se habla de bosques de implantaciÃ³n o de forestaciÃ³n. "Nuestro paÃs importa mÃ¡s de 1.500 millones de dÃ³lares anuales de productos forestoindustriales, equivalente a cuatro veces la exportaciÃ³n de carnes, y sÃ³lo exporta 500 millones -explica el ingeniero JosÃ© Crotto, asesor de polÃtica forestal de la SecretarÃa de Agricultura, GanaderÃa, Pesca y AlimentaciÃ³n-. A pesar de tener condiciones maravillosas hemos regalado mercados y perdido pie en el desarrollo forestal: 90% de esos 1.500 millones podrÃan producirse con trabajo argentino, generando riqueza en el paÃs, no sÃ³lo por la producciÃ³n de materia prima sino por el valor agregado." La Argentina cuenta con mÃ¡s de un millÃ³n de hectÃ¡reas de forestaciÃ³n (la mitad de la superficie de TucumÃ¡n), que representa un Ã¡rea mÃ¡s de treinta veces menor que la ocupada por los bosques nativos. Esta superficie podrÃ¡ aumentar gracias a los diez aÃ±os (de 2000 a 2009) de beneficios para la actividad que propone la Ley Forestal 25.080. El principal consiste en un aporte econÃ³mico para las plantaciones de Ã¡rboles de hasta 700 hectÃ¡reas. Ya se ha logrado llevar la implantaciÃ³n de 26.000 hectÃ¡reas en 1996 a 100.000 en 2000. La actividad es de largo plazo: se plantan Ã¡rboles para cosechar madera dentro de 10, 15 o 20 aÃ±os. Se proyecta que el desarrollo de las plantaciones implique un gran impacto (se espera duplicar para 2010 la actual participaciÃ³n de 2% en el PBI) y que resulte una fuente de empleo y afincamiento en diferentes lugares. AdemÃ¡s los Ã¡rboles plantados tambiÃ©n funcionan como fijadores del diÃ³xido de carbono emitido por las industrias, lo que puede implicar rÃ©dito econÃ³mico (ver recuadro). SegÃºn Crotto, casi todo el paÃs tiene condiciones para la actividad forestal. La Patagonia andina y la Mesopotamia son las Ã¡reas mÃ¡s desarrolladas. "Un grupo espaÃ±ol tiene un proyecto para plantar en CÃ³rdoba especies de calidad, como robles, nogal negro y cerezos, y tambiÃ©n se planean desarrollos en la provincia de Buenos Aires -apunta Crotto-. Se pueden realizar plantaciones del valiosÃsimo cedro australiano, que crece en un clima muy cÃ¡lido. Y ni que hablar de la zona de riego de Mendoza, San Juan y el valle del RÃo Negro." En la Argentina se plantan bÃ¡sicamente cuatro especies: pino, Ã¡lamo, eucalipto y sauce. Pero se pretende estimular la producciÃ³n de maderas de mejor calidad y precio internacional. "Cualquiera vende madera para cajones. Lo difÃcil es producir esos Ã¡rboles enormes que se sacaban de los bosques nativos, que hoy no se pueden tocar: Ã©sa es la madera que falta en el mundo, la que mÃ¡s se cotiza -seÃ±ala Crotto-. Podemos producir ejemplares de 60 centÃmetros de diÃ¡metro y buen porte, en sÃ³lo 20 aÃ±os, mientras que en otros paÃses, como Chile y Nueva Zelanda, tardarÃan 30 o 40 aÃ±os." Otro tema importante en los mercados internacionales es la certificaciÃ³n de maderas por parte de consultoras que garanticen que fueron obtenidas de manera sustentable, sin daÃ±ar al bosque ni al ambiente. Â¿NATIVOS VERSUS IMPLANTADOS? La mayor preocupaciÃ³n entre los ambientalistas es que los incentivos impulsen un reemplazo del bosque nativo por forestaciones artificiales. "La ley forestal no es para eso, sino para plantar en tierras no recuperables, con la autorizaciÃ³n provincial correspondiente y la aprobaciÃ³n de los expertos luego de un estudio de impacto ambiental -seÃ±ala Crotto-. Mientras mÃ¡s Ã¡rboles plantemos, menor serÃ¡ la presiÃ³n para explotar el bosque nativo." MenÃ©ndez coincide: "La estrategia debe ser integradora". Durante los Ãºltimos tiempos, los expertos de todo el mundo discuten sobre la mejor manera de fijar el diÃ³xido de carbono: algunos sostienen que los bosques maduros son los mejores, otros estiman que las plantaciones absorben el carbono con gran velocidad debido a su rÃ¡pido crecimiento. Lo cierto es que el mundo necesita de los dos sistemas para controlar las crecientes emisiones. Los bosques nativos representan una estrategia en el largo plazo, ya que esas maderas permanecerÃ¡n sobre la tierra mÃ¡s tiempo que las de las plantaciones, destinadas a la tala. "Un algarrobo es un verdadero barril de carbono", comenta MenÃ©ndez. El final de esta historia es moderadamente optimista. Cualquiera sea el negocio relacionado con los bosques -industria maderera, mercado de emisiones o ecoturismo-, estÃ¡ claro que la presiÃ³n internacional empuja hacia la protecciÃ³n de esos ecosistemas. Y la conciencia de protecciÃ³n ambiental estÃ¡ creciendo en todo el mundo. Sin embargo hay seÃ±ales de alarma. Desde que surgiÃ³ la agricultura, la humanidad ha borrado 60% del bosque original y hoy desaparecen 14 millones de hectÃ¡reas de cubierta boscosa nativa al aÃ±o (otros suben la cifra a 25 millones). La experiencia aconseja mantener la vigilancia: el bosque, y su infinita generosidad, se lo merecen. EL NEGOCIO DE REFORESTAR En NeuquÃ©n, alrededor de dos mil hectÃ¡reas de Ã¡rboles estÃ¡n absorbiendo diÃ³xido de carbono. Plantadas por CORFONE (CorporaciÃ³n Forestal Neuquina S.A., empresa de capitales principalmente estatales), son el resultado de un convenio con empresas alemanas, que pagan unos 200 dÃ³lares por hectÃ¡rea para que se mantenga este bosque artificial durante cuarenta aÃ±os. Es uno de los tantos convenios en el mundo dentro del marco del comercio internacional de emisiones, para aplacar el efecto invernadero. La temperatura del planeta viene subiendo durante las Ãºltimas dÃ©cadas debido a la acumulaciÃ³n atmosfÃ©rica de diÃ³xido de carbÃ³n (entre otros gases), que atrapa el calor que libera el planeta y genera el denominado "efecto invernadero". Los resultados serÃan catastrÃ³ficos: hielos que se derriten, inundaciones-sequÃas, alteraciÃ³n de las costas. La soluciÃ³n mÃ¡s lÃ³gica consiste en reducir la emisiones de diÃ³xido de carbono, proveniente de la quema de combustibles. De eso se trata el protocolo de Kyoto (1997). Estados Unidos, el mayor involucrado, fue el Ãºnico que se negÃ³ a firmar: asegura que no pueden cumplir con la metas de reducciÃ³n prometidas. El otro camino para hacer desaparecer e diÃ³xido de carbono es absorberlo. Todos lo vegetales lo absorben y, fotosÃntesis mediante, lo convierten en materia viva. Por eso los bosques son gigantescas "esponjas" que secuestran el exceso de carbono y lo fijan en la tierra. Eso ha generado un sistema internacional de comercio de secuestro de carbono: las empresas que producen diÃ³xido en un paÃs cuya legislaciÃ³n les impone un lÃmite compran "bonos de captura o secuestro de carbono" para mantener un bosque en otro punto del globo (que teÃ³ricamente estarÃa absorbiÃ©ndolo), para compensar su exceso de emisiÃ³n. AsÃ, la cubierta boscosa de una naciÃ³n resulta un recurso econÃ³mico nada despreciable. "AdemÃ¡s de la venta de estos bonos, tenemos 15.000 hectÃ¡reas forestadas y firmamos convenios con YPF-Repsol y San Jorge-Chevron para forestar 1.000 hectÃ¡reas anuales durante 5 aÃ±os -seÃ±ala el ingeniero Gustavo Schiosman, vicepresidente de CORFONE S.A.-. las petroleras lo realizan como una contribuciÃ³n al secuestro de carbono. Nuestra intenciÃ³n es que consideren la forestaciÃ³n como un negocio mÃ¡s." "La Argentina podrÃa duplicar su superficie forestada a travÃ©s de la venta de bonos de secuestro de carbono; estamos en conversaciones con el Banco Mundial sobre este tema", seÃ±ala el ingeniero JosÃ© Crotto. "Estamos en condiciones de aprovechar esa situaciÃ³n, tanto con los bosques nativos como con los implantados", concluye el ingeniero Jorge MenÃ©ndez, director de Recursos Forestales Nativos. EL ARTE DE COOPERAR: La Ley Forestal permite que pequeÃ±os productores se asocien en cooperativas para trabajar y vender mejor su producciÃ³n. Se hizo con Ã©xito en Misiones y NeuquÃ©n. Estos emprendimientos evitan que la producciÃ³n quede en manos de unas pocas empresas -seÃ±ala JosÃ© Crotto, asesor de la SecretarÃa de Agricultura, GanaderÃa, Pesca y AlimentaciÃ³n-. los municipios pueden participar en este sistema. En paÃses como Francia, las intendencias manejan los recursos forestales del paÃs. TambiÃ©n se podrÃa hacer en la Argentina y con los planes Trabajar. http://www.barrameda.com.ar/articulo/bosque01.htm DESASTRES AMBIENTALES: BOSQUES EN PELIGRO Los bosques son ecosistemas imprescindibles para la vida. Son el hÃ¡bitat de Multitud de seres vivos, regulan el agua, conservan el suelo y la atmÃ³sfera y suministran una gran cantidad de productos Ãºtiles. La vida humana ha mantenido una estrecho relaciÃ³n con el bosque. Muchas culturas se han apoyado en productos que obtenÃan del bosque como por ejemplo madera para usarla como combustible o en la construcciÃ³n, papel, frutos, medicinas, etc. Pero, a la vez, con el crecimiento de la poblaciÃ³n se talaron bosques para convertirlos en tierras de cultivo para producir mÃ¡s alimentos; tambiÃ©n, en muchas Ã©pocas, se consideraba que los bosques eran fuente de enfermedades, refugio de bandoleros y que dificultaban la defensa, por lo que se talaron grandes extensiones alrededor de las ciudades; entre otras cosas que, tambiÃ©n, provocaron la desapariciÃ³n de muchos bosques. Se estima que hace unos 10.000 aÃ±os, cuando terminÃ³ el Ãºltimo periodo frÃo, los bosques ocupaban entre el 80 y el 90% de la superficie terrestre, pero a partir de entonces la deforestaciÃ³n ha sido creciente y en la actualidad los bosques cubren entre un 25% y un 35% de la superficie terrestre, segÃºn cual sea el criterio con el que se determine quÃ© es bosque y quÃ© no lo es. Se puede definir como "bosque es toda aquella superficie de tierra en donde se hallan creciendo asociaciones vegetales, predominando Ã¡rboles de diferentes tamaÃ±os que han sido explotados o no, capaces de producir madera u otros productos; influyen en el clima y en el rÃ©gimen hidrolÃ³gico y ademÃ¡s brindan protecciÃ³n a la vida silvestre." Los bosques cumplen importantes funciones ecolÃ³gicas, entre las que estÃ¡n: RegulaciÃ³n del agua.- Las masas forestales retienen el agua de lluvia. AsÃ facilitan que se infiltre al subsuelo y se recarguen los acuÃferos. Asimismo disminuyen la erosiÃ³n al reducir la velocidad del agua y sujetar la tierra, y rebajan el riesgo de inundaciones, tanto por la retenciÃ³n de agua que hacen como al impedir el arrastre de sedimentos que aumentan el volumen de las avenidas de agua y las hacen mÃ¡s peligrosas. Influencia en el clima.- En las zonas continentales mÃ¡s del 50% de la humedad del aire estÃ¡ ocasionada por el agua bombeada por las raÃces y transpirada por las hojas de la vegetaciÃ³n. Cuando se talan los bosques o selvas de Ã¡reas extensas el clima se hace mÃ¡s seco. Absorben diÃ³xido de carbono (CO2) de la atmÃ³sfera.- En el proceso de fotosÃntesis los Ã¡rboles, como todas las plantas, toman CO2 de la atmÃ³sfera y devuelven O2. En el momento actual esta funciÃ³n tiene especial interÃ©s porque colabora a frenar los efectos negativos del exceso de emisiones de CO2 de origen humano que estÃ¡n provocando el efecto invernadero. Se suele decir que los bosques son sumideros de diÃ³xido de carbono o, tambiÃ©n, los "pulmones" de la Tierra, por este papel que cumplen en el ciclo del carbono. Reservas de gran nÃºmero de especies.- Los bosques naturales ofrecen multitud de hÃ¡bitats distintos por lo que en ellos se puede encontrar una gran variedad de especies de todo tipo de seres vivos. Por eso se dice que son las principales reservas de biodiversidad, especialmente la selva tropical y, como veremos, tiene mucho interÃ©s, desde muy diversos puntos de vista, conservar la mÃ¡xima biodiversidad en nuestro planeta. AcciÃ³n depuradora.- Distintos contaminantes de la atmÃ³sfera y las aguas son retenidos y filtrados por los seres vivos del bosque. Y considerando tambiÃ©n como contaminaciÃ³n los ruidos y la agitaciÃ³n que generamos en nuestra civilizaciÃ³n, son tambiÃ©n fuente de paz para el espÃritu humano y lugar de reposo para muchas personas. En todo el mundo, la cobertura boscosa ha sido talada, fragmentada, degradada o reemplazada, y obviamente esto influye en todas las funciones nombradas anteriormente. AllÃ, muchas poblaciones de plantas y animales estÃ¡n perdiendo su viabilidad a largo plazo por fragmentaciÃ³n y erosiÃ³n genÃ©tica. Hasta en los paÃses donde la cobertura boscosa es estable o se estÃ¡ incrementando, ecosistemas Ãºnicos de bosques maduros estÃ¡n siendo reemplazados por bosques secundarios y plantaciones. Los bosques fragmentados se han vuelto mÃ¡s susceptibles al fuego de lo que jamÃ¡s se hubiera pensado: decenas de millones de hectÃ¡reas que normalmente eran resistentess al fuego han sido destruidas por infiernos catastrÃ³ficos en el Amazonas, AmÃ©rica Central, Indonesia, Africa Occidental y Madagascar. Algunos de los ecosistemas mas preciosos de la Tierra estÃ¡n sufriendo daÃ±os que amenazan de forma importante su integridad. La selva tropical disminuye constantemente su extensiÃ³n al ser talada y quemada. Los bosques templados se encuentran enfermos en grandes Ã¡reas de todo el mundo. Muchos suelos estÃ¡n en peligro de desertizaciÃ³n por la excesiva erosiÃ³n y su mal uso. Estas y otras realidades de nuestro planeta son fenÃ³menos lo suficientemente serios y graves como para alertar a la sociedad humana a que ponga los medios necesarios para frenar el deterioro. CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA DESTRUCCIÃ�N Hasta mediados del siglo XX la destrucciÃ³n de bosques en el mundo se producÃa casi exclusivamente en las zonas templadas. Pero en las Ãºltimas dÃ©cadas los bosques tropicales han sufrido una tala masiva y una fuerte degradaciÃ³n. Alrededor de 20 millones de hectÃ¡reas de estos bosques son talados o daÃ±ados cada aÃ±o. La destrucciÃ³n de los bosques se estÃ¡ produciendo por varios motivos. En LatinoamÃ©rica se cortan para hacer pequeÃ±as granjas y ranchos de ganado. En Asia la preparaciÃ³n de nuevos terrenos para la agricultura es la principal causa de desapariciÃ³n de la selva, y en Africa la obtenciÃ³n de combustible y la preparaciÃ³n de pequeÃ±as granjas son los principales motivos. TambiÃ©n en muchas ocasiones desempeÃ±a un papel muy importante el comercio de maderas entre los paÃses en vÃas de desarrollo y los desarrollados. Pero principalmente, se debe destacar el papel negativo que estÃ¡n cumpliendo las grandes plantaciones forestales como causa directa de deforestaciÃ³n. Estas plantaciones, promocionadas como "bosques plantados", en realidad no sÃ³lo no son bosques, sino que se trata de cultivos cuya implantaciÃ³n es generalmente precedida por la corta del ecosistema forestal nativo y su sustituciÃ³n por agrosistemas, como son los monocultivos a gran escala de especies exÃ³ticas. Por ejemplo, en Chile, las polÃticas del gobierno estimulan la tala de bosques milenarios originales del paÃs para abrir paso a plantaciones de especies exÃ³ticas. Como resultado, los bosques de araucaria prehistÃ³ricos y los Ã¡rboles vivos que ocupan el segundo lugar en antigÃ¼edad en el mundo, los alerces, estÃ¡n en peligro. En los paÃses desarrollados son otras las principales amenazas de los bosques , en este caso, los incendios, las plagas y enfermedades y la contaminaciÃ³n atmosfÃ©rica. Por ejemplo, en Alemania se comenzÃ³ a observar, en los primeros aÃ±os de la dÃ©cada de 1970, que muchos Ã¡rboles perdÃan vigor, las hojas se decoloraban y caÃan prematuramente y la debilidad de la planta facilitaba el que las heladas, el viento o los insectos u otras plagas terminaran matando al Ã¡rbol. El fenomeno ataca a algunas especies con mÃ¡s fuerza que a otras. Las conÃferas, como pinos, abetos, Piceas, etc. son las mÃ¡s afectadas, debido a su larga vida y a que al tener hojas perennes acumulan contaminantes a lo largo de todo el aÃ±o, aunque tambiÃ©n algunos bosques de hayas han sido daÃ±ados. Los bosques situados en zonas altas tambiÃ©n son mÃ¡s daÃ±ados, probablemente porque estÃ¡n mucho tiempo dentro de nieblas y nubes que agravan la acciÃ³n de la contaminaciÃ³n sobre la planta. Las observaciones en Alemania continuaron y se comprobÃ³ que para 1982 un 8% de sus bosques estaba daÃ±ado y en un estudio hecho en 1985 se seÃ±alaba que alrededor de la mitad de sus Ã¡rboles mostraban sÃntomas de decadencia, mÃ¡s o menos grave. Los Ã¡rboles tambiÃ©n son amenazados por causas mÃ¡s "naturales", como plagas y enfermedades. Sin embargo, las plagas y enfermedades han existido desde que han habido bosques, y estos no han empezado a deteriorarse hasta que fueron amenazados por los humanos. Cuando se presentan en grandes cantidades, los insectos pueden matar a los Ã¡rboles, muchas veces debido a que se comen las hojas. Las enfermedades pueden eliminar poblaciones completas de una especie arbÃ³rea. Por ejemplo, en los bosques del Este de Estados Unidos, todos los grandes Ã¡rboles del castaÃ±o americano fueron muertos hasta sus raÃces. Sin embargo, la marchitez que los matÃ³ no existe naturalmente en AmÃ©rica del Norte; fue traida accidentalmente por humanos. Algunas especies, cuando son sacadas de su hÃ¡bitat natural e "introducidas" en un Ã¡rea nueva por humanos, pueden ser sorprendentemente destructivas. Cuando los insectos son introducidas, a veces, accidentalmente; sin enemigos naturales, se reproducen rÃ¡pidamente hasta llegar a ser poblaciones casi epidÃ©micas, comiendo grandes cantidades de hojas de los Ã¡rboles y otras plantas. Algo parecido ocurre en el Parque Nacional "El Palmar" en Entre RÃos, Argentina, donde el ParaÃso, una especie arborea Procedente del Sur y Este de Asia introducida por los humanos, compite con las Palmeras Yatay nativas del lugar. Las causas de la destrucciÃ³n de bosques son variables, pero detrÃ¡s de las actividades mÃ¡s obvias que ponen en peligro las fronteras forestales del mundo existen las causas indirectas: EconomÃas y consumo en crecimiento, crecimiento de la poblaciÃ³n y de la demanda de tierras, mala polÃtica econÃ³mica, decisiones polÃticas erradas, corrupciÃ³n y comercio ilegal; y pobreza y carencia de tierras. Para los pueblos que habitan los bosques o que dependen de los mismos, la destrucciÃ³n de los bosques implica la pÃ©rdida de sus posibilidades de sobrevivencia como culturas autÃ³nomas. Para ellos, el bosque constituye su hogar y les provee de alimentos y todos los elementos materiales y espirituales que aseguran el mantenimiento de la vida de la comunidad a largo plazo. La desapariciÃ³n del bosque trae aparejada la pÃ©rdida de todos esos elementos y por ende la desnutriciÃ³n, el aumento de las enfermedades, la dependencia, la aculturaciÃ³n y en muchos casos la emigraciÃ³n y la desapariciÃ³n de la propia comunidad. Dado que los bosques aseguran la conservaciÃ³n del agua, de los suelos, de la flora y de la fauna, su eliminaciÃ³n tambiÃ©n acarrea, entre otros, graves impactos tales como la ocurrencia de grandes inundaciones, el agravamiento de las sequÃas, la erosiÃ³n de suelos, la consiguiente contaminaciÃ³n de los cursos de agua, entre otras cosas. Tales impactos perjudican la vida y salud de las poblaciones de la regiÃ³n, asÃ como sus actividades productivas como la agricultura, la crÃa de ganado, la pesca, etc. Pero a escala global, una de las consecuencias mas graves, los bosques cumplen importantÃsimas funciones en materia climÃ¡tica y su desapariciÃ³n afecta a la humanidad en su conjunto. Por un lado, la enorme masa vegetal de los bosques ayuda a regular el clima global, tanto en materia de precipitaciones como de temperatura y rÃ©gimen de vientos. Por otro lado, constituyen un enorme reservorio de carbono y su eliminaciÃ³n contribuye al agravamiento del efecto invernadero (generado fundamentalmente por la utilizaciÃ³n de combustibles fÃ³siles). Al ser incendiados o cortados, el carbono almacenado durante siglos en los bosques se incorpora a la atmÃ³sfera, aumentando asÃ la concentraciÃ³n de carbono en la misma y agravando por ende el efecto invernadero. AdemÃ¡s, los bosques tropicales albergan gran parte de la biodiversidad del planeta. Tanto las especies animales como vegetales tienden a desaparecer junto con los bosques y el ritmo de extinciÃ³n de especies va en acelerado aumento. La humanidad en su conjunto se ve entonces afectada, ya que la pÃ©rdida parcial o total de los bosques trae aparejada la pÃ©rdida definitiva de especies y capital a corto y largo plazo, lo que implica que la humanidad debe tomar resposabilidades Ã©ticas y ecolÃ³gicas para poder salvar no solo a los bosques sino tambiÃ©n a la si misma. Fuente: Eco2site.com Marzo 10, 2003 http://www.eco2site.com/informes/desastres2.asp UNA SOLUCIÃ�N PARA NUESTROS BOSQUES EN PELIGRO http://www.greenpeace.org.ar/propuestas/fsc_unasolucion.htm Nuestro planeta enfrenta la acelerada desapariciÃ³n de sus bosques con la irreversible pÃ©rdida de su valiosa biodiversidad. Al iniciarse el siglo XX el Ã¡rea boscosa mundial se estimaba en 5.000 millones de hectÃ¡reas, desde entonces, el Ã¡rea total se ha reducido a 2.900 millones de hectÃ¡reas. La Argentina no se encuentra exenta de este proceso, nuestros dos ecosistemas de mayor biodiversidad: la selva misionera y la selva de Yungas se encuentran en grave peligro. Los nÃºmeros son impactantes. En la zona de la Reserva de Biosfera de las Yungas, se perdieron durante los Ãºltimos 15 aÃ±os 1.000 hectÃ¡reas promedio por aÃ±o por cultivos de soja. En tanto 1,5 millones de hectÃ¡reas de todo el noroeste ya fueron transformadas en plantaciones agrÃcolas (caÃ±a de azÃºcar principalmente), esto representa el 75% de la selva original. El reemplazo de bosque nativo por grandes monocultivos agrÃcolas no ha demostrado ser una prÃ¡ctica que ayude a mejorar la calidad de vida de sus. Por el contrario, es demostrable el aumento en la incidencia de enfermedades tropicales como la leishmaniasis a partir de este tipo de prÃ¡cticas irracionales de transformaciÃ³n del bosque. El sello FSC Actualmente hay en nuestro paÃs 49.661 hectÃ¡reas de plantaciones certificadas bajo el sello FSC. A diferencia de muchos de nuestros paÃses vecinos hasta el momento no hay operaciones nacionales certificadas con bosques nativos. Bolivia ya ha alcanzado el 1.000.000 de hectÃ¡reas de bosques nativos certificados y Brasil casi el medio millÃ³n de hectÃ¡reas, sobre un total de 1,376,943 ha de bosques nativos y plantaciones certificadas. La tala indiscriminada y el desmonte implican una erosiÃ³n genÃ©tica sobre especies forestales de valor. El resultado de esto impacta negativamente sobre la actividad maderera, importante generadora de empleos en algunas zonas de nuestro paÃs. Greenpeace impulsa y brinda apoyo concreto a iniciativas de certificaciÃ³n forestal FSC, las Yungas y la Selva Misionera aÃºn conservan superficies de bosques importantes donde es posible emplear este tipo de prÃ¡cticas sustentables de manejo del bosque. Empresas y consumidores deben optar por productos madereros certificados FSC, para salvar nuestras selvas y generar empleos sustentables.
Mira també: http://www.iberica2000.org/Es/Articulo.asp?Id=1898 http://www.nuncamas.net
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