Más allá de la corrección de mensajes más o menos explÃcitos, el
graffiti puede apuntar también a la ocupación simbólica de espacios que
normalmente parecen tener más bien un carácter funcional: muros,
edificios, letreros de poblaciones y de tráfico, trenes, señales, etc.
Los grafiteros saben, sin embargo, que no existe ningún lugar
“no-significante�. Bien al contrario, un muro liso de hormigón o un
tren de metro recién pintado están especialmente cargados de
significados. La “okupación� se hace mediante graffitis, plantillas de
texto o dibujos, pegatinas, carteles, pancartas o banderas. Graffitis en el Wiki de Indymedia
Cada intervención con graffitis en el espacio público se realiza
consciente o inconscientemente teniendo presente que dicho espacio ha
sido estructurado a través de la arquitectura y otros elementos de
manera que exprese de forma fÃsicamente palpable las relaciones de
dominio y poder ( lugares y espacios.) Los propietarios y usuarios de
las edificaciones determinan conjuntamente con las instituciones
burocráticas, planificadores y administradores al aspecto del espacio
público. Los propietarios tiene el privilegio de poder configurar
individualmente la apariencia de su ambiente, por lo menos en el marco
del aburrimiento normal. Los burócratas estatales vigilan las leyes de
construcción, decretan normas de construcción, elaboran planos de
pueblos, ciudades, caminos. Como representantes de los “intereses
publicos� no son sino los administradores burocráticos del aburrimiento
ostentativo de las metrópolis.
Los graffitis socavan la idea de lo público que somete la
configuración del espacio público a la propiedad privada y a la
legitimación burócrata. Los graffitis convierten las superficies de la
ciudad en espacios abiertos sin ningun discurso privilegiado. La
“escritura salvajeâ€? rompe mediante sabotaje estético la hegemonÃa de
los urbanistas estatales del gobierno y de las constructoras privadas
con respecto a la escenificación del espacio urbano. Visto asÃ, la
utilización autónoma del espacio público constituye ya en sà una
expresión de sentido. Los graffitis son una crÃtica de la función
representativa de la arquitectura y cuestiona el derecho a una fachada
alterada. Al mismo tiempo apuesta por la ocupación simbólica de lugares
seleccionados, incluso por la demarcación de territirios.
Los grafiteros a menudo se interesan poco por la importancia
social de las superficies que trabajan, es decir, les da lo mismo si se
trata de un edificio de oficinas, ayutamientos, vagones de metro, muros
de fábricas o puentes. Los tres puntos que más importan son:
1.¿Qué riesgo conlleva pintar con spray una determinada superficie (exigencias acrobáticas y riesgos de ser atrapados)?.
2.¿Obedece el lugar escogido a la necesidades de formales( tamaño, estructura de la superficie)?.
3.¿Cuánta gente podrá ver el resultado?
Muchas veces lo graffitis no tienen un mensaje claro, o sea que
sólo son imagenes o “marcaciones� personales, es decir, “tags� que a
veces no significan nada más que “ya he estado aquÃâ€?. El sentido de los
graffitis a menudo no se encuentra en primer lugar en un mensaje claro
y conciso, sino en la apropiación del espacio público, sea con la
intención que sea. Y curiosamente pasa que los graffitis que no
trasmiten ningún significado expreso, rechazando de este modo la
obligación de dar explicaciones y “crear sentido�, pueden resultar más
provocativos.
Las condiciones especÃficas de la realización de graffitis
conducen a veces a soluciones formales muy convincentes: “La presión
del tiempo, el carácter secreto de la acción nocturna, la limitación de
los medios, las particularidades del lugar, todo eso constituye una
fuente de recursos para la creatividad. La prisa obliga a no fijarse en
reglas estéticas y a ir directamente al grano�. Es presisamente la
ilegalidad la que convierte los graffitis en muy atractivos para la
jente más joven.
Ahora queda también bastante claro por qué tienen que fracasar
los intentos de interpretar los graffitis como arte. La tendencia a
integrar a los que hacen pintadas con spray como artistas y a poner
superficies a disposición de los graffiteros es un claro ejemplo de la
polÃtica de represión a los graffiteros ilegales. La realización
públicamnete legalizada y promovida de graffitis en vallas, como
configuración pagada de fachadas o incluso en galerÃas de arte les
quita su efecto subersivo y funciona mejor que cualquier represión
abierta. Los graffitis son quizas la primera forma de “arte militante�
y todos los graffitis vivien de su autonomÃa. |