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Notícies :: globalització neoliberal : ecologia : educació i societat
Semillas de libertad: Bionatur, una empresa del MST
20 oct 2004
Esteban Magnani

Uno de los mayores desafíos que suele plantearse a los nuevos movimientos sociales una vez superada las instancias iniciales de lucha es lograr la sustentabilidad en un entorno en el que las tecnologías y el conocimiento tienden a privatizarse. Frente a esto, sin un desarrollo propio del conocimiento, el proyecto político puede quedar trunco o simplemente ser reabsorbido por la dinámica productiva del sistema contra el que luchaba.
El desafío también apura a la gente del Movimento dos trabalhadores rurais sem Terra (MST) de Brasil, formado en 1984 y que actualmente aglutina a cerca de 300 mil familias que ya lograron asentarse en unas 1600 colonias repartidas por todo el país vecino. Gracias a la lucha, estos campesinos lograron apropiarse de tierras improductivas tanto fiscales como propiedad de latifundistas. Una vez recuperada la tierra, descubrieron que sólo habían superado el primer escollo: después de años sin trabajarla por cuenta propia, los campesinos habían perdido el saber de sus ancestros a la hora de producir. Por eso la mayoría se sumó a la lógica agrícola imperante en la que la tierra es un actor pasivo de la agricultura al que se le debe meter un paquete tecnológico de semillas híbridas, fertilizantes y pesticidas varios para luego extraerle la cosecha.

Los problemas de esta agricultura industrial (que también se utiliza en la Argentina) son que la tierra queda degradada por la pérdida de los microorganismos que sostienen el ciclo biológico de los cultivos, se destruye la diversidad y buena parte de la ganancia queda en la empresa que desarrolla la tecnología, casi siempre una multinacional. Además se pierden los saberes rurales de los campesinos que maniobran una especie de “caja negra� agrícola cuyos insumos dependen de un tercero.

Ante este panorama, una lucha que no incluyera otras formas de producción quedaría trunca y correría el riesgo de repetir su triste historia. Como el hambre poco entiende de tecnología, el argumento del MST para romper el camino que devolvía al campesino a una situación de dependencia tuvo que ser más económico que ideológico: se hizo necesario demostrar a los campesinos que si se independizaban podían ganar más. Para lograr esa independencia era necesario recuperar la posibilidad de producir uno de los recursos biotecnológicos más antiguos y que actualmente patentan los grandes laboratorios: las semillas.

Independencia biologica
El fortalecimiento del MST requirió un plan global de una nueva sociedad que se apoyara en muchas patas: los asentamientos tienen una nueva distribución que impide que los campesinos queden aislados, se sacó un periódico propio, se abrieron treinta radios, los chicos van a la escuela bajo una lógica de educación popular distinta de la enseñanza tradicional, etc. También en estos últimos años ha comenzado a sumarse al movimiento la primera generación de universitarios hijos de campesinos, un inusual éxito de movilidad social para uno de los países con mayor desigualdad.

Entre todas estas patas se descubrió que faltaba una para asegurar la independencia económica de los campesinos, en buena parte analfabetos y sin asesoramiento legal, quienes firmaban contratos con multinacionales que les suministraban semillas, fertilizantes, pesticidas y su receta de producción industrial para que produjeran semillas que luego la empresa, si consideraba que el resultado era bueno, volvía a comprar. Un grupo de estudiantes de agronomía vinculados al MST vio el problema y descubrió que en muchos casos los análisis de calidad de las empresas eran distorsionados para bajar los precios y que, en definitiva, todo eltrabajo para recuperar la tierra simplemente terminaba reproduciendo la misma lógica de explotación que había motivado el comienzo de la lucha.
Ante esta evidencia, en 1996 varios miembros del MST formaron la empresa Bionatur en Rio Grande do Sul, una región con el clima frío y seco ideal para cultivar semillas. Bionatur se dedica a recuperar variedades de especies que cayeron en desuso y a distribuirlas entre los campesinos del movimiento, junto con información acerca de tecnologías de producción más amigables/sustentables con el ecosistema, como fertilizantes naturales basados en leches, fosfatos, miel, calcio y demás productos fáciles de conseguir a bajo costo. Gracias a este emprendimiento, muchos asentamientos ya están produciendo y comercializan arroz orgánico, soja, maní, mandioca o yuca, maíz, nuez de cajú, café, plátanos, duraznos e incluso pollos y cerdos alimentados naturalmente.

En 2002 la empresa produjo y comercializó 7 toneladas de 32 variedades de semillas, cifra que esperan que en el 2008 alcance las 15 toneladas y 56 variedades. Bionatur es la única empresa que completa el ciclo de producción, industrialización y distribución de semillas orgánicas del Brasil, sin modificaciones genéticas ni fertilizantes industriales.

Un proyecto general
El proyecto ecológico y productivo del MST no se agota en Bionatur. El objetivo es generar una explotación de la tierra más sustentable en el largo plazo por medio de otros proyectos como el “Abraço Verde� (El Abrazo Verde) en Ribeirao Bonito, que propone crear un cinturón de árboles nativos para proteger los cultivos de la erosión, mientras otros arrasan con la selva amazónica para producir madera y más soja.

El debate que se llevó adelante en el MST está incluido en otro que falta dar: los límites de la biotecnología aplicada al agro. ¿Cuándo sí y cuándo no? o ¿siempre no? ¿Qué pasa cuando el desarrollo de una planta modificada genéticamente permite que se cultive en zonas que no eran productivas? El problema de la biotecnología es que se ha desarrollado por y para el beneficio de un puñado de empresas que sólo persiguen el beneficio propio, mientras argumentan que gracias al desarrollo de la biotecnología el mundo va a poder alimentarse sin problemas. Que en la Argentina haya desnutrición mientras se produce soja para alimentar ganado europeo parece desmentir que esta posibilidad, al menos por ahora, sea factible.
Mira també:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=6302

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Monsanto y las regalías semilleras en Argentina
20 oct 2004
Monsanto y las regalías semilleras en Argentina

ATTAC n°261

Acto uno: tiempo de contaminar

1996- Argentina aprueba el cultivo comercial de la soja RR y, a partir de allí, la multiplicación de la semilla por parte de los agricultores crece al mismo ritmo geométrico que crece el cultivo de la soja RR. La expansión del cultivo de soja RR de una superficie de menos de 1.000.000 Ha en el año 1996 a más de 9.000.000 Ha en el 2001 tiene mucho que ver con la multiplicación y venta 'ilegal' de la semilla a través de la llamada 'Bolsa Blanca'. Por esta misma vía se expande el cultivo de la soja RR a Brasil, Paraguay y Bolivia donde los transgénicos están prohibidos.

La ley de semillas de la Argentina (1) sólo permite que los agricultores guarden semillas para uso propio y no autoriza su comercialización (que es lo que se hace con la 'bolsa blanca'). Sin embargo, Monsanto permanece en silencio frente a todo este proceso observando cómo su tecnología (soja resistente al glifosato y el mismo glifosato) se expande por todo el Cono Sur de la mano de las ventajas que el modelo de agricultura industrializada de la siembra directa les ofrece a los grandes terratenientes de la región pampeana y sus zonas limítrofes.

Ningún reclamo se escuchó en esos años de parte de la empresa confirmando lo que muchos sospechábamos: la expansión de los cultivos transgénicos a través de la contaminación y la violación de las leyes de cada país fue una estrategia conciente e intencional de las grandes corporaciones y se repitió con diversas variantes en diferentes regiones del mundo.

Acto dos: tiempo de amenazar

2001- Con el cultivo de soja transgénica impuesto en Argentina y en plena expansión en toda la región, Monsanto comienza a amenazar a los productores agrícolas sobre el uso 'ilegal' de su semilla y a exigirle al gobierno argentino que haga cumplir la ley. En ese momento se realizaron varios operativos policiales pero la práctica de comercializar la semilla de producción propia continuó. Y, de la misma manera, continuó la expansión del cultivo de soja en la región avanzando la frontera agrícola sobre los últimos bosques existentes en la región chaqueña y otros ecosistemas frágiles de Argentina, Paraguay y Brasil. Ya para ese entonces la soja 'Maradona' (nombre que se le daba a la semilla traficada ilegalmente desde Argentina) era famosa en Brasil.

Al mismo tiempo Monsanto ya aplica a través de los licenciatarios de sus semillas (Nidera por ejemplo) desde 1999 el cobro de 'regalías extendidas': cobra a los agricultores un monto de U$S 2 más IVA e impuestos por cada bolsa de 50 kilos de semillas que se guarden para uso propio (2). Esta cláusula de los contratos de venta de la semilla va contra la misma ley de semillas que, como antes decíamos, permite el uso propio sin condicionamientos de ningún tipo. Ninguna voz se escuchó desde el gobierno argentino sobre la ilegalidad de este tipo de exigencias.

La 'regalía extendida' tiene como objetivo, según la empresa, 'el recupero de la inversión realizada en investigación y desarrollo genético, con un menor valor y una base más amplia y justa de cobro, que se suma a la regalía pagada en la semilla certificada'. Pero Monsanto iba por más.

Acto tres: tiempo de cobrar

2004- Monsanto comienza el año con un despliegue espectacular e informa en febrero de 2004 que 'nos salimos del mercado de soja en la Argentina porque para nosotros no es rentable' y señala que la principal razón de la retirada es la alta difusión entre los agricultores de las semillas 'ilegales', conocidas como 'bolsa blanca' (3). En ese momento, promete dedicarse al negocio del maíz y el sorgo y niega rotundamente que se trate de 'presiones al gobierno'.

Pocos días después, el Secretario de Agricultura de la Nación, Miguel Campos 'casualmente' da a conocer que el gobierno está estudiando la creación de una Ley de 'regalías globales' por el que se crearía un Fondo de Compensación Tecnológica. Este fondo sería manejado por la misma Secretaría y consistiría en una alícuota que los agricultores pagarían con la venta (a acopiadores y exportadores) de soja (entre el 0,35 a 0,95 por ciento del precio de venta) que se destinaría a las empresas semilleras (4). De esta manera, se comienza a instrumentar el cobro de un impuesto desde el gobierno destinado a financiar a Monsanto. Casi como los 'derechos de los agricultores', pero aplicados a la inversa. El Proyecto obtuvo un rechazo bastante masivo por parte de las organizaciones de agricultores y no avanzó durante los últimos meses en su tránsito por el Parlamento. De hecho, nunca fue ingresado formalmente al Congreso sino que fue apenas presentado por las autoridades a las Comisiones.

Esta situación es la que ha llevado al nuevo 'acto' de Monsanto durante la última semana cuando declara que para cobrar las regalías por el gen RR introducido en la soja (y para el cual no tiene patente en Argentina) procederá a cobrar las mismas en los puertos de destino de la soja argentina donde la patente está vigente (5). La ofensiva incluyó una solicitada en los principales diarios el día 19 de agosto declarando 'que sólo el 18 por ciento de los 14 millones de hectáreas que se cultivaron con soja en Argentina durante el ciclo 2003/04 fue sembrado con semillas certificadas y vendidas en el mercado legal'.

Esta vez el show incluyó fuertes declaraciones del Secretario de Agricultura diciendo que el mecanismo exigido por la firma para cobrar regalías por la soja transgénica es 'extorsivo e inaceptable' porque 'en un país serio el pago de los derechos debe encauzarse por las vías institucionales' (6).

El día 22 de agosto se realiza una reunión entre las autoridades, Monsanto y las organizaciones semilleras en las que se dejó de lado todo el histrionismo puesto en escena días atrás para llegar a un acuerdo: la creación de un 'Fondo de Compensación Tecnológica' en el curso de los próximos 45 días, el cual se estaría instrumentando antes de fin de año a través de una Ley o una resolución del Ministerio (7). Una vez más, Monsanto se sale con la suya.

El final de este drama tiene final abierto; pero seguramente no serán los pequeños agricultores quienes salgan ganando y será la sociedad argentina la que terminará pagando estas regalías.

Referencias:
1- Ley de Semillas 20247
2- Nidera
3- La Opinión de Rafaela
4- Bolsa de cereales
5- AGM News
6- Infobae
7- La Nación
redaccion ARROBA argenpress.info info ARROBA argenpress.info

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=6161
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