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Anàlisi :: sense clasificar
Indagando el futuro
17 oct 2004
Si nuestro potencial investigador y creador se niega a participar en sus proyectos militaristas y destructores les diremos: ¡solo trabajamos a favor de la vida, sus proyectos; NO GRACIAS¡
INDAGANDO EL FUTURO

"Máquinas voladoras mas pesadas que el aire son imposibles" Lord Kelvin, matemático y físico británico, presidente de la British Royal Society (1895).

INTRODUCCION

La Historia es tremendamente tozuda. Nunca nada ni nadie, ha sido capaz de detener el cumplimiento de los procesos emprendidos por la sociedad y que éstos fueran realizados hasta sus últimas consecuencias. No hay vuelta atrás posible. Aunque las fuerzas opositoras estuvieran pertrechadas con enormes medios de represión y aunque sus actos de fuerza fueran llevadas a cabo sin el más mínimo escrúpulo y con enorme crueldad, los procesos históricos que la sociedad humana emprendió fueron siempre imparables. Los periodos de estancamiento y de freno a las ansias de progreso que podían ser realizadas, fueron tan solo un suspiro pasajero e inútil: mas pronto o mas tarde, rompimos los muros de contención que nos encadenaban al anquilosamiento. Las fuerzas opositoras que parecían invencibles, los poderes que se decían intocables, los imperios que se creían eternos por obra y gracia de los deseos divinos, los pensamientos y costumbres que en el paso de los tiempos se habían incorporado generación tras generación a la vida cotidiana de los pueblos y que parecían inmutables... se derrumbaron siempre como un castillo de naipes. Nada pudo contener los procesos sociales emprendidos cuando éstos fueron materialmente necesarios y realizables. La sociedad humana nunca eligió la parálisis, nunca optó por el retroceso, nunca temió emprender nuevos caminos y escudriñar nuevos senderos aunque éstos fueran, en principio, repletos de interrogantes y de dificultades. Nunca dejamos de soñar, de investigar, de trabajar con ahínco y perseverancia, de transformar cuanto nos rodeaba y de protagonizar grandes cambios en nuestras vidas. Obviar esta realidad es desconocer la más intrínseca esencia del ser humano.

El hombre supo entusiasmarse con el proyecto de tan inverosímiles empresas, y a ellas se puso a su servicio; se esforzó magníficamente en lograr lo increíble y, a la fin, lo consiguió. No hay duda que una de las fuerzas radicales del hombre es esta capacidad para encenderse en la lumbre de lo improbable, de lo difícil, de lo distante. Así lo hicieron hasta ahora grandes pensadores e investigadores que de manera en cierto modo aislada e individual, anticiparon durante el largo caminar de la Historia la gran potencialidad del ser humano para escudriñar en lo increíble, hasta convertirse en los principios del siglo XXI como la gran tarea colectiva de la Humanidad que muchos analistas ya han bautizado como la sociedad del conocimiento. Es el final del estadio que otros analistas han llamado depredador: el de la explotación del hombre por el hombre.

Los que dan por hecho que nada puede ser realizable fuera de la sociedad del dinero se equivocan tremendamente. Si indagamos un futuro beneficioso para nuestra sociedad solo podemos vislumbrarlo en oposición y al margen de la sociedad del dinero. Si no somos capaces de desembarazarnos de ella, solo la barbarie y la negación de la vida serán las que, triunfadoras, pondrán en peligro la supervivencia de nuestra especie. Este camino de ruptura con la sociedad depredadora que pretende continuar en su permanente derecho de apropiación sobre el trabajo humano ha empezado. La sociedad del dinero es el mayor impedimento para la progresión y la propia existencia de cualquier forma de organización humana.

Cualquier camino trasgresor debe tender inevitablemente hacia un proceso de marginación de las leyes y las instituciones del Capital.

EL MIEDO AL PROGRESO

La sociedad depredadora está asustada. Está asustada del camino de progreso, irreversible e imparable, que la sociedad humana ha emprendido en tan solo unas pocas décadas. No sabe como puede seguir manteniendo su poder basado en nuevas formas depredadoras (continuadoras de los anteriores sistemas ) de este nuevo proceso enormemente creador iniciado por la sociedad humana. Sus economistas se estrellan constantemente en el vano intento de intentar cuadrar el círculo. Muy pocos se atreven a desvelar con rotundidad su imposibilidad. Las moribundas fuerzas que aún osan llamarse progresistas y de izquierdas, ancladas en el pasado, solo les preocupa la manera de cómo gestionar una futura sociedad del dinero en permanente desorden y barbarie. Podríamos definitivamente llamarles ya como lo hace R.Kurz como gestionadoras de la crisis. Obvian la historia y se empecinan a proponer que los amos continúen manteniendo de una u otra manera a sus esclavos (la sociedad de la beneficencia) aún cuando éstos ya han decidido claramente por su eliminación. Olvidaron con pasmosa rapidez las fuentes teóricas sobre las cuales todas ellas edificaron sus propósitos liberadores en favor de la Humanidad. La revolución social es para estas fuerzas tan imposible como la máquina voladora más pesada que el aire lo fuera para Lord Kelvin. No existe, dicen, mas economía posible que la economía del mercado. No existe, dicen, otra sociedad posible fuera de la sociedad del dinero.

Parece que la rapidez y la progresión de este camino de continuos avances en el conocimiento humano y de nuestra capacidad de aplicarlos a favor de nuestra existencia , a roto definitivamente el larguísimo y lento caminar de nuestra especie en donde desde el dominio del fuego hasta la máquina de vapor transcurrieron más de 250.000 años. Nuestra nueva andadura, suma y resultado de los arduos esfuerzos de nuestros antepasados que hemos sido capaces de transmitir, acumular y aumentar, representa hoy un huracán de cambios sin precedentes ni límites para nuestra especie. Un huracán enormemente veloz que nos acerca a poder hacer realizables nuestros sueños o, por el contrario, nos puede precipitar en el abismo.

Aunque sólidas estructuras de poder se mantuvieron en pie durante muchos años a lo largo de la Historia, la sociedad constructora ha ido pulverizando los periodos de tiempo en los que el poder sometió a la sociedad bajo distintos sistemas sociales de propiedad. Los largos siglos de avasallamiento tribal y esclavista se tornaron solo en cientos de años de servilismo y apenas doscientos de sometimiento asalariado. De nuestra pertenencia a la tribu, al césar, al señor, al rey, o a la patria de la burguesía, nos acercamos con rapidez a formar parte de una ciudadanía mundial de una Patria sin fronteras, ni separaciones territoriales insalvables , ni impedimentos en las comunicaciones, ni trabas en la transmisión de conocimientos científicos. Los lazos que nos unen y que nos configuran como la especie dominadora del Planeta se estrechan sin cesar, al mismo tiempo que se derrumban los aspectos que hasta ahora nos han separado, disgregado y enfrentado. La unificación del mundo es un camino imparable. Husmear en las diferencias étnicas, religiosas, culturales o nacionales del pasado es solo un vano intento de entorpecer nuestro futuro. Ha llegado irremediablemente el momento de poner fin a los poderes caciquiles y sectoriales , asentados en territorios parcelados, basados en derechos tribales o nacionales, bajo coartadas étnicas, religiosas o culturales,... El propio mundo de la burguesía no ha sido capaz de derrumbarlos hasta sus últimas consecuencias porque su modelo de sociedad no es generalizable sino por el contrario necesariamente excluyente. En su proceso de concentración y de apropiación de las riquezas del mundo ha exacerbado aún más estas diferencias y estas separaciones, y bajo su liderazgo el camino hacia la unificación lo ha convertido en el camino hacia la destrucción y la barbarie para una gran parte de los pobladores de la Tierra. El Capital no puede de ninguna manera liderar la unificación del mundo; esta es una tarea solo realizable por el conjunto de la Humanidad.

El periodo de destrucción emprendido por el poder en su devenir imperialista es la expresión más fehaciente de su temor al proceso emprendido por la sociedad humana. Están tan asustados que solo con la tierra quemada, solo con el regreso a situaciones de penuria y de barbarie, solo con el pillaje de los recursos necesarios para el desarrollo, solo destruyendo... pueden detener las inmensas posibilidades de progreso de cualquier pueblo del mundo por atrasado que se encuentre. No tiene otro sentido el presupuesto del complejo financiero-militar estadounidense para el próximo año de alrededor de 580.000 millones de dólares. Es el coste de la guerra del Capital contra la Humanidad.

El progreso del mundo es incompatible con lo que hasta hoy se ha definido como el libre mercado. Las leyes que la misma burguesía construyó y que deberían extender el modo de producción capitalista por toda la faz de la Tierra han devenido impracticables. La sociedad de los propietarios solo sobrevive aumentando la sociedad de los desposeídos. A pesar de todos los llantos de las plañideras este enorme abismo entre poseedores y desposeídos no ha parado de aumentar.

A NUESTRO ALCANCE

Hoy ya no es un sueño inalcanzable para ningún pueblo de la Tierra el disponer de unas condiciones de vida y de desarrollo mínimas para que la existencia sea posible y ventajosa. La sociedad humana tiene en sus manos enormes medios para conseguirlo. Nuestros proyectos de ingeniería superan con facilidad cualquier barrera geográfica que parecía insuperable. Transitamos por mares y océanos. Construimos acueductos o gaseoductos que atraviesan continentes enteros. Nos comunicamos con inusitada rapidez. Somos capaces de producir alimentos, manufacturas y enseres de toda índole muy por encima de nuestra propia capacidad de consumirlos. Nunca nuestros almacenes estuvieron tan repletos de mercancías. Nos acercamos al espacio. Nuevos materiales y nuevas fuentes energéticas están en el cerco de nuestra búsqueda. Los caminos abiertos por los nuevos conocimientos en robótica, biotecnología, bioquímica, genética, ingeniería informática, nanometría,... parece que no tengan límites en lo que podemos llegar a descubrir en las esferas de lo que hasta no hace poco era improbable, dificultoso o distante. Cualquier innovación tecnológica ni tan solo resiste el mínimo periodo de su aplicación práctica para verse nuevamente superada en un corto espacio de tiempo. Ahora con la rapidez y facilidad que se transmiten los conocimientos es impensable que se desarrollen proyectos desfasados tecnológicamente como así ocurría en siglos pasados. ( En España, por ejemplo, una costosa red de telegrafía óptica fue construida casi una década después de que en los EEUU ya funcionase la telegrafía eléctrica). Los pueblos atrasados pueden fácilmente saltarse los largos periodos de aprendizaje que dio lugar al mundo industrializado para adentrase con rapidez en la sociedad de la tecnología mas avanzada. La receptividad y asimilación de cualquier joven de cualquier parte del mundo ante esta nueva revolución tecnológica es rapidísima. Basta la apertura de alguna Universidad aún en países sometidos a fuertes bloqueos, situaciones de guerra o penuria económica ( como Cuba, Palestina, Irak, etc.) para que en pocos años miles de técnicos estén desparramados por laboratorios y centros de investigación del mundo entero.

La incorporación de millones de hombres y mujeres a este nuevo mundo del conocimiento científico es tan fácil y tan inevitable como lo fue la incorporación de nuestros antepasados al cultivo de la tierra, a la navegación o a la forja de los metales. Nada tiene de extraordinario si 700 mil jóvenes hindúes altamente cualificados se añadirán este año a este proceso de trabajo creador. Ni que más de 5 millones de turcos sean usuarios de Internet. Ni que centenares de universidades, escuelas, centros de investigación, laboratorios... de todo el mundo estén repletos de jóvenes entusiasmados en el mundo de la Ciencia cercando desde mil caminos diferentes nuevos descubrimientos. Ni nada tiene de extraordinario que este devenir sea cada vez mas colectivo. El "General Intellect" como adquisición de nuestra sociedad es la única manera como el conocimiento puede ser creado, reproducido, aumentado, generalizado y transmitido. Este es el camino emprendido y esta es la auténtica batalla trasgresora con el viejo mundo del dinero que los seres humanos tenemos planteada. Mientras el dinero otea concienzudamente el mercado solvente antes de embarcar su fuerza financiera y productora en cualquier proyecto, los ciudadanos del mundo no podemos esperar por mas tiempo la solución de nuestros problemas de existencia. Mientras el dinero vigila la bolsa, la sociedad implicada en el progreso solo busca soluciones realizables a problemas reales y perentorios de los que depende la vida y que nada tienen a ver con las cotizaciones de Wall Street. Mientras el poder patenta, censura y privatiza, la sociedad constructora crea sin cesar, transmite y socializa. Mientras el dinero prepara Estados policiales y organiza su conspiración en secretismo, la sociedad clama libertad para elegir el modelo de progreso que necesita y soberanía para construirlo. Mientras el capital destruye sin el menor titubeo todo cuanto la naturaleza ha puesto a nuestro alcance para nuestra acción transformadora en único propósito de su beneficio privado, la sociedad solo desea su laboreo racional, su conservación y preservación para que la vida de las generaciones venideras pueda continuar.

Los vínculos a través de los cuales la sociedad puede avanzar en este camino de progreso son radicalmente opuestos a los vínculos a través de los cuales se ha edificado la sociedad del dinero. La auténtica revolución social solo puede engendrarse con la trasgresión de la sociedad del dinero. La Soberanía de lo común que une a nuestra especie nada tiene que ver con la Soberanía del dinero.

Los arduos y perseverantes esfuerzos de pequeñas comunidades insurgentes que intentan recomponer sus medios de supervivencia, construir escuelas y hospitales... y que claman por estrechar los lazos de colaboración sin otra paga (¡que gran recompensa¡) que el propio desarrollo comunitario, representan las primeras muestras de ruptura con el permanente derecho de apropiación del trabajo humano a cambio (por la fuerza) de dinero. Porque mientras la enajenación del trabajo humano a cambio de dinero que ha sido hasta ahora la cimentación de la sociedad de propietarios se pauperiza y nos conduce a la mas absoluta miseria, la suma e incorporación voluntaria y solidaria del trabajo humano (al margen de su sometimiento al dinero) a la comunidad conlleva grandes beneficios. Ningún proyecto constructor tiene la más mínima posibilidad de triunfo cuando entra en el circuito de la sociedad del dinero. Ni las comunidades mas pequeñas, ni las naciones ni los conjuntos de naciones tienen esperanza alguna si sus proyectos son encerrados bajo las leyes del mercado.

Esta gran parafernalia del dinero que ha llegado a encerrar el pensamiento y el comportamiento de los hombres en la irracionalidad, sin el cual nada puede existir, nada se puede crear, nada tiene sentido alguno sino está referido a él, ha alcanzado su máximo apogeo y a la vez su máxima aberración. ¿Cómo es posible llegar a pensar que los resultados de cualquier actividad humana —sean zapatos, tomates, patatas, tornillos, máquinas, etc.- son objetos de vertedero cuando no tienen valor de cambio realizable en el mercado? ¿Cómo es posible pensar que sin al sometimiento de un simple papel impreso no se puede alimentar, educar o sanar a nuestros hijos? ¿Cómo se puede seguir enajenando el trabajo de los hombres por un dólar al día para poder seguir alabando la libre competencia del mercado? ¿Cómo se puede retroceder a las jornadas laborales de 48 horas semanales cuando éstas fueron ya conquista social de los trabajadores franceses en 1936, mucho antes de las producciones tayloristas ? ¿Cómo se puede dar por finiquitadas las conquistas sociales conseguidas por sociedades tecnológicamente menos avanzadas que las actuales cuando ahora tenemos medios y conocimientos suficientes para deslibrarnos de las largas jornadas de trabajo y para hacer que nuestro trabajo sea inmensamente mas eficaz?

El fin del dinero es tan solo el fin del trabajo enajenado. Esta tan sencilla comprensión de que el trabajo humano puede verse libre de su encadenamiento asalariado (solo realizable para la acumulación del Capital) y convertirse en la única moneda de bienestar y progreso que lidere nuestra sociedad, parece no tener ningún aval en las fuerzas políticas, de derechas o de izquierdas, preocupadas solo en gestionar una sociedad en crisis permanente e irresoluble y en convertirse en los grandes estados mayores al servicio del capital financiero internacional (aún sobre el propio cadáver de sus antiguas burguesías nacionales). Sería hora de que los estudiosos y analistas empezaran a introducir nuevos términos para definir a esta nueva "financiocracia" (funcionarios políticos ligados estrechamente a los sectores del poder financiero-militar) que están dirigiendo el mundo hacia un nuevo proyecto fascista, intentando mantener su poder.

Mientras, el mundo ya no puede vivir bajo las leyes de la sociedad del dinero. Ni sociedad del bienestar, ni sociedad de suficiencia, ni sociedad de subsistencia. Ni sociedad de beneficiencia como la última forma de dominación y encadenamiento del trabajo humano (del no trabajo) tal como proponen los defensores de la "renta básica" o los "trabajos genuinos" o "los impuestos al Capital" o las "ayudas humanitarias".

Los procesos emprendidos por la sociedad son imparables. Nunca nada que haya podido ser realizable no ha terminado por hacerse realidad. Si podemos hacerlo, si tenemos los medios para hacerlo, terminaremos haciéndolo.

Si las bases con las se ha sustentado la sociedad nos lo impide, las cambiaremos.

Si el trabajo enajenado por dinero no sirve para alimentarnos, para curar nuestras enfermedades, para educar a nuestros hijos, para cubrir nuestras mínimas necesidades de suficiencia, para aventurar la continuidad de la vida en el Planeta... no quedará mas remedio que decirles a nuestros amos: ¡trabajo asalariado; NO GRACIAS!

Si solamente fuera de las leyes y de las instituciones de la sociedad del dinero podemos dejar de ser sus súbitos, clamaremos: ¡su democracia; NO GRACIAS¡

Si podemos sumar a millones de seres humanos a una inmensa labor constructora de beneficios incomparables bastará con responderles: ¡su beneficiencia; NO GRACIAS¡

Si nuestro potencial investigador y creador se niega a participar en sus proyectos militaristas y destructores les diremos: ¡solo trabajamos a favor de la vida, sus proyectos; NO GRACIAS¡

Si nuestra Soberanía en decidir y poner en marcha el modelo de progreso que deseamos depende de disponer de los medios y de los recursos como PATRIMONIO COMUN, no dejará otra opción que decirles: ¡su APROPIACIÓN PRIVADA SE TERMINÓ; la HUMANIDAD EN SU CONJUNTO tomamos la rienda de nuestras vidas¡

Josep Octubre 2004

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