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Notícies :: ecologia
Paso histórico contra el cambio climático?
01 oct 2004
LA LUCHA CONTRA EL EFECTO INVERNADERO
Siete años habrán tenido que esperar las organizaciones ecologistas si Rusia se convierte definitivamente en el país número 122 en ratificar el acuerdo internacional sobre el calentamiento global. El consejo de ministros de Rusia aprobó ayer el protocolo de Kioto antes de pasar al Parlamento para su definitiva ratificación. Con la inclusión de Rusia, que emite a la atmósfera un 17,4 por ciento de los gases invernadero, se conseguiría el suficiente apoyo para que el protocolo comience a aplicarse en todo el mundo.

El protocolo de Kioto, que se firmó en esa ciudad japonesa en 1997, debe ser ratificado por un número de países cuya emisión de gases invernadero a la atmósfera supere el 55 por ciento del total mundial. Los países que han ratificado hasta el momento el protocolo producen un 44,2 por ciento, según mediciones hechas en 1990. La negativa de Australia y, especialmente, Estados Unidos -que emite un 25 por ciento del dióxido de carbono- a apoyar a la comunidad internacional convierte a Rusia en un importante elemento para la aplicación del acuerdo. Sus principales impulsores son Japón, Canadá y la Unión Europea.

Esta última ha solicitado en repetidas ocasiones al Kremlin la ratificación del acuerdo, pero hasta el momento no lo había conseguido. Siempre se especuló con la posibilidad de que el Gobierno ruso utilizase esta reivindicación para lograr contrapartidas políticas de Bruselas.De hecho, en mayo, el presidente ruso, Vladimir Putin, conminó a sus parlamentarios a una pronta aprobación como contrapartida al apoyo prestado por Europa para que Rusia ingrese en la OMC (la Organización Mundial del Comercio).

Pero la aprobación del Kremlin no ha sido ajena a la polémica. Importantes miembros dentro del Gobierno, encabezados por el ministro de Industria, Viktor Jristenko, y el consejero económico del presidente, Andrei Ilarionov, utilizan los mismos argumentos que Washington y Camberra para oponerse a la adhesión al protocolo de Kyoto. Jristenko ha dicho que no ve beneficios en la ratificación del protocolo. Ilarionov ha ido mucho más lejos en sus declaraciones, y ha asegurado que éste es un paso forzado. "El protocolo de Kioto se basa en la más insolente de las intervenciones en el crecimiento económico y, en general, en la civilización humana, y puede compararse al fascismo", ha asegurado, descalificando completamente todo el acuerdo.

En el paso dado ayer por el Kremlin ha tenido un papel determinante el ministro de Economía y Desarrollo, German Gref, que desde el principio ha apoyado la medida.

Uno de los principales obstáculos que encontró Rusia en la adhesión a Kioto fue la posición de Estados Unidos, que en el 2001 retiró el apoyo ofrecido cuatro años antes. Los firmantes del tratado planearon un sistema de venta de derechos de emisión del cual Rusia pensaba aprovecharse vendiendo sus derechos a América, una posibilidad que se cerró tras la decisión de Washington. Pero este mercadeo sigue abierto. El mismo Jristenko lo encuentra positivo: "El protocolo de Kioto supo

ne la formación de un nuevo sector en el mercado global, interesante y prometedor. Los jugadores en este mercado deben elaborar su propia estrategia", analizaba ayer. Con este nuevo mercado ecológico también puede verse perjudicado un amplio sector de empresas estadounidenses, especialmente las dedicadas a tecnología para reducir el consumo de combustibles fósiles, ya que, si se cumplen las previsiones de Kioto, sus productos se utilizarán cada vez menos.

De igual manera, en EE.UU. se teme que sólo las empresas europeas se vean beneficiadas con el nuevo mercado de las fuentes de energía limpias. El mismo temor se levantó ayer en Australia, el otro gran emisor que se ha negado a ratificar el protocolo. "Con la ratificación de Rusia, si queremos seguir siendo competitivos en la economía global, a corto plazo debemos dejar de lado el crecimiento económico basado en combustibles fósiles", decía desde Camberra el líder de los demócratas, Andrew Bartlett, actualmente en la oposición. "Si los precios del petróleo continúan subiendo y Australia no hace un gran esfuerzo en industria y energía renovables, no sólo corremos el riesgo de rechazo de la comunidad internacional, sino que también ponemos en riesgo el crecimiento económico".

Tras el visto bueno dado ayer por el consejo de ministros ruso, la adhesión al protocolo de Kioto debe pasar por el Parlamento. La Duma (Cámara Baja) y el Consejo de la Federación (Cámara Alta) podrían finalizar todos los trámites antes de fin de año, según previsiones hechas por el Kremlin. No se prevé que la ratificación de Rusia encuentre obstáculos en el Poder Legislativo, ya que estas asambleas están dominadas por el partido del Kremlin Rusia Unida.

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