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Polémicas sobre el andaluz - Debate sobre la lengua de los andaluces
23 set 2004
Algunos textos de Debate sobre la lengua de los andaluces y sus implicaciones políticas para la Liberación Nacional de Andalucía - Y enlace para ampliar
Andalucia chirigota España go home 2002.jpg


ANDALUCIA LIBRE Nº 63
miércoles, 13 de diciembre de 2000

El andaluz,
Sobre la escritura en andaluz. Resolución del SUAT.
Recogida en Andalucía Viva
REZOLUZIÓN A KONGREZO'ER SUAT - 2000
(Marbeya, 23'e zehtiembre'er 2000)

EN BIENDO KE:
En loh z'úrtimoh tiempoh z'ehtá zintiendo a ka beh mah una ofenziba'e loh baloreh ehpañolihtah y, de zuyo, un rempuhón a la kurtura zentralihta, ehkluzibihta y negaora'e la diberziá kurturá ke rezuma en to'l Ehtao ehpañó y en Andaluzía. Una ofenziba ke niega loh rahoh identitarioh der pueblo andalú, mah ke na y por mo'e lo k'ahkí moh yeba, arreó'e zu tradizión orá, lengua y ehprezibiá, enonde otabía ze rebuye la lehtura dehpehtiba de lah ihtituzioneh ehtataleh y hata artonómikah-probinzialeh-lokaleh. En biendo tambié, ar pormenó d'ehto, er peligro en ke ze haya to nuehtro hato linguihtiko-kurturá de zè totarmente azorbío por er kahteyano u ehpañó y tronxà, azín, zuh pozibiliáh de zehlío y ihtituzionalizazión.

Ehte Kongrezo'er SUAT adorta la zigiente REZOLUZIÓN:

Er zindikato ayugarà y axuxarà, en lo ke puea, la ehkritura en andalú de zuh tehtoh públikoh (propertoh, karteleh, pegatinah, notah'e prenza bilingueh, propagandah bariah, kahnéh y demáh dokumentoh intehnoh, ehz.). Pa ehte mehté podrá maneharze, zigún kombenga, kuahkiera'e lah ortografíah del andalú k'oi en día briegan, y k'ehtén rekonozíah entre l@h integranteh der mubimiento en defenza'e la lengua andaluza.

Enlaces a paginas afines:
El Adarve ;
http://andalucia.cc/adarve/

L'andalú
http://www.andalucia.cc/andalu/

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Opinion
La "lengua andaluza", un desvío innecesario.
Andalucia Libre

Sectores del movimiento nacionalista andaluz llevan algunos años difundiendo la consideración del habla o dialecto andaluz como una lengua; promoviendo una normativización ortográfica y difundiendo textos escritos bajo esos criterios. Alguna organización de la izquierda nacionalista ha acogido en sus publicaciones, ocasionalmente, algún artículo de opinión favorable a esta propuesta; también se ha distribuido alguna pegatina, algún panfleto; se ha colocado alguna pancarta... También existen paginas en Internet dedicadas a esta causa.

Hasta la fecha el asunto no parecía prioritario. Quienes no compartían ese proyecto, dentro del movimiento de liberación nacional, optaban por comentarios críticos amistosos, alguna broma con retranca o alguna advertencia ocasional. Fuera, desde el ámbito españolista y pese a su carácter excepcional, estas apariciones daban ya lugar a descalificaciones globales y a ridiculizaciones interesadas; no de este asunto en concreto sino a partir de él y por extensión, de todas las posiciones nacionalistas.

La resolución del SUAT que reproducimos arriba fuerza a cambiar esta actitud y plantear de frente el problema para -desde nuestro punto de vista- evitar males mayores; antes de que se consolide una tendencia y que lo que hasta ahora ha sido sólo casi una mera provocación estética, sin mayores pretensiones, se nos convierta inadvertidamente en seña de identidad política; lo que sumaria a las ya colosales dificultades que ha de afrontar nuestro movimiento de liberación nacional una más, gratuita y autoimpuesta, pero no por ello menos peligrosa.

Para lo que aquí queremos abordar no importa si el andaluz, es decir la forma en que nos expresamos oralmente en castellano los andaluces, surgió como consecuencia de la evolución del castellano una vez conquistada Andalucía o es una supervivencia preexistente, que impregna y modifica al castellano. No queremos plantear aquí un debate filologico. Lo indiscutiblemente cierto y lo que importa es que los andaluces, aún en su diversidad, son conscientes de que hablan de una forma compartida y peculiar -como también lo perciben los no andaluces-; de que esta forma de expresión conlleva menosprecio y minusvaloración social, aún hoy. Y también de que, desde esas circunstancias, forman parte del área lingüística del castellano o español. De ahí, las reiteradas peticiones y campañas favorables para que se hable en andaluz y no en un falso, forzado y acartonado "castellano de Valladolid" en los programas serios y en los informativos de Canal Sur TV, por ejemplo; expresadas desde la convicción de que no tenemos que avergonzarnos de nada y que tenemos que reivindicar el trasladar al uso publico nuestra habla natural; manteniendo así un elemento más de nuestra identidad y exigiendo un respeto a nuestra dignidad nacional.

Estos criterios y propuestas básicas -que tienen otras consecuencias en la enseñanza, etc- son ampliamente compartidos, efectivos y llegan bien, rápido y hondo a nuestro pueblo, porque responden a su realidad e intereses. No vamos a perdernos aquí y ahora en un ejercicio de historia comparada sobre los procesos de normalización y creación de otras lenguas ni a su papel en procesos de configuración nacional y menos tampoco a engolfarnos en cualesquiera juegos de ucronía.

Aquí y ahora, lo importante es destacar lo innecesario y contraproducente de este invento para los intereses de Andalucía y su izquierda nacionalista.

Creemos que recurrir a la llamada "lengua andaluza" como un elemento de afirmación nacional denota, de entrada, desconocimiento y minusvaloración de las singularidades realmente existentes de nuestra cultura nacional. Utilizar o defender estas transcripciones fonéticas como un elemento de resistencia al españolismo y su manipulación y usurpación cultural no ayuda, antes al contrario, dificulta articular la respuesta andaluza al españolismo en ese terreno.

Trasluce, de nuevo, cierto complejo de inferioridad nacional y ciertas persistencias de herencias e influencias políticas esquemáticas que parecían hace tiempo superadas. Parece que para ser nación, para querer ser y construir nación, es requisito imprescindible tener viva una lengua diferente a la oficial del Estado opresor. Un ejercicio de mimetismo, sin duda, con otras circunstancias nacionales; una influencia superviviente de Kautsky o de Stalin; una reacción a las negaciones u omisiones desde otros movimientos nacionalistas del Estado... quizá mera frivolidad. Resulta preocupante que cualquiera de estos posibles orígenes pese más que la visión de nuestra propia realidad a la hora de determinar tareas, métodos e instrumentos para la acción del movimiento nacionalista. Resulta realmente penoso tener, a estas alturas, que recurrir a llamar la atención sobre la separación de los Estados Unidos y Gran Bretaña; sobre América Latina y su independencia de la Corona española o sobre cualquier otro ejemplo que manifieste la arbitrariedad e inconsistencia de esa presunta carencia como elemento condicionante o excluyente para nuestra construcción nacional. Sea como fuere y provenga de donde provenga, es una propuesta que no traería consigo más que aislamiento, confusión, división y descrédito para la izquierda nacionalista. Para ser nación lo imprescindible es tener una identidad propia -que la tenemos- y una voluntad política -que también la tiene la izquierda nacionalista y que ha de trabajar por hacer extensiva al máximo del país-.

Si ya parecían superados los tiempos de sobreidentificación con Al-Andalus o el Islam, ahora esto de la "lengua andaluza" puede retrotraer al movimiento nacionalista a viejos episodios de autoaislamiento y enroque sectario a poco que nos descuidemos. Desvía de las tareas reales pendientes. Tenemos un déficit descomunal de conocimiento, elaboración e interpretación de la realidad andaluza en si misma y en su contexto histórico actual; tenemos debilidades evidentes en medios de expresión; tenemos organizaciones sectoriales inexistentes o muy débilmente implantadas (particularmente entre la juventud y en el movimiento obrero), etc, etc. A ello hemos de dedicarnos. Y para hacerlo posible, no podemos aceptar ni tolerar que ningún "juego" nos dificulte aún más una tarea de por sí dura, compleja, larga... No podemos permitirnoslo. Andalucía no lo merece.

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ANDALUCIA LIBRE Nº 73
martes, 30 de enero de 2001

RECHAZAR LO IMPERTINENTE
(¿Por qué hay que oponerse a una nueva ortografía para el andaluz?)
Ventura Salazar García

En otro texto mucho más largo, destinado a la lista Andalucía-Foro de Debate Andaluz, he intentado desmontar (creo que con éxito) el entramado de falsedades histórico-lingüísticas que da sustento a las pretensiones de una normalización ortográfica del andaluz. Con ello, ya hay mucho camino andado para dejar al descubierto la frivolidad de tales pretensiones. Ahora bien, como complemento de lo anterior y por si alguien todavía lo considera insuficiente, voy a tratar aquí, de manera mucho más breve, otras cuestiones relacionadas mucho más directamente con lo que implica una reforma ortográfica en general, y la andaluza en particular.

Es verdad que los andaluces hablamos de una manera y escribimos de otra, nadie lo niega. Pero eso mismo hacen (en mucha mayor medida) los ingleses, los franceses y los árabes, por mencionar sólo a unos cuantos. Quien esté interesado puede consultar la abundante bibliografía psicolingüística sobre lectura, que pone de relieve (más allá de intuiciones o anécdotas) cómo una alfabetización de estas características no conlleva trastorno cognitivo o evolutivo de ningún tipo. Y, una vez automatizadas las destrezas alfabetizadoras por parte del individuo, el tránsito entre oralidad y escritura queda allanado totalmente y de una vez por todas, sin importar la distancia inicialmente existente entre lo fónico (oral) y lo grafemático (escrito). En cambio, una reforma ortográfica excesivamente radical o inoportuna produce una fractura generacional entre los individuos alfabetizados antes y después de la reforma. Y eso sí que es infinitamente más peligroso en el plano psicosocial, como muy bien han evidenciado los fallidos experimentos de reforma ortográfica llevados a cabo en Francia y Alemania. Ése es un riesgo cierto que la causa nacional andaluza nunca debería asumir. No tiene nada que ganar y sí muchísimo que perder.

Nadie niega que un sistema ortográfico tiene una dosis de convencionalidad e incluso arbitrariedad, que en ocasiones puede llegar a ser muy alta. Pero eso no significa en absoluto que se pueda modificar de cualquier manera, y cuando venga en gana. Las condiciones históricas de toda normalización ortográfica son determinantes, y no se puede prescindir de ellas ni dar marcha atrás en el tiempo. Las normas ortográficas que aquí manejo, y que salvo detalles menores quedaron fijadas en el siglo XVIII, están refrendadas no por la autoridad de los académicos, sino por casi trescientos años de uso constante. Y son un puente de comunicación entre los pueblos y las generaciones que compartimos una misma comunidad de lengua. La oralidad de los idiomas varía en sincronía y cambia en diacronía. La lengua que no varía y no cambia es una lengua muerta. Pero la eficacia de una norma ortográfica reside precisamente en que pueda ser válida por encima (o en paralelo) de la variación y el cambio. Es decir, la normalización ortográfica está hecha para durar, mientras pueda. Y sus cambios y reformas, de producirse, han de seguir un ritmo propio que no rompa esta continuidad.

La pertinencia y el éxito de una reforma ortográfica son inversamente proporcionales al nivel de implantación de aquello que se quiere reformar. A mayor implantación, menor pertinencia. La heterogeneidad e inestabilidad grafemática del registro escrito del castellano en 1713, cuando se funda la Real Academia, no existe hoy. Los niveles de analfabetismo de entonces no son los de ahora (por cierto, me pareció entender que uno de los participantes en este debate lamentaba la alfabetización de la población andaluza. Reprimiré un exabrupto). Visionarios aparte, parece que todos los andaluces alfabetizados mantenemos la voluntad de usar las mismas convenciones ortográficas de un modo similar. Al menos a efectos estadísticos, puede decirse que la norma ortográfica del castellano está plenamente implantada en Andalucía. Conclusión: la reforma ortográfica propuesta resulta impertinente.

Los textos escritos por Juan Porras y Gorka Redondo son prácticamente inaccesibles para muchos andaluces, como he podido comprobar de primera mano. Quienes, con un esfuerzo nada desdeñable, los desciframos, llegamos a la conclusión de que nos son ajenos, por excluyentes. Y es triste que yo sienta como propios los textos en los que José Martí reclamaba la independencia de Cuba, y no pueda decir lo mismo de unos textos que pretendidamente aspiran a reivindicar la identidad de mi tierra. Si tengo que elegir entre Martí y el dúo Porras y Redondo, yo lo tengo clarísimo: me quedo con Martí.

Me opongo y me opondré siempre a una reforma ortográfica de aplicación exclusiva en Andalucía, o cualquier otra que fracture la unidad grafemática del castellano, por la misma razón que me opongo y me opondré siempre a las reformas ortográficas que aspira a implantar una autoproclamada Academia de la Lengua Valenciana, auspiciada por Zaplana y sus acólitos. Y es que quienes piensen en el País Valenciano que allí no se habla catalán, sino una lengua propia y diferenciada (el ‘idioma valenciano’), una de dos: o se engañan, o mienten. Paralelamente, quienes piensen que en Andalucía entera o parte de ella se habla un ‘idioma andaluz’, diferente del castellano, una de dos: o mienten, o se engañan. El recordado Enric Valor, a propósito de la polémica catalán/valenciano, dijo algo así como que la mejor manera de defender la lengua valenciana era defender el ‘catalán de todos’. Aplíquese el cuento en Andalucía.


DIEZ TESIS SOBRE LAS HABLAS ANDALUZAS
Ventura Salazar


1. Andalucía no necesita tener un idioma nacional propio y exclusivo para ser una nación. No hace falta ir por ahí buscando tres pies al gato o resucitando fantasmas. Esgrimir la existencia de una lengua andaluza no ligada al castellano supone una mixtificación de la realidad que, más que ayudar, perjudica (y mucho) al movimiento nacionalista.

2. Atribuir un origen mozárabe u otro similar a la lengua hablada en Andalucía es científicamente insostenible. Eso sólo se puede decir apoyándose en la ignorancia o en algo peor. La lengua hoy hablada en Andalucía procede históricamente de la que trajeron con la conquista los repobladores oriundos de distintos reinos cristianos (Castilla, León, Navarra y Aragón). No hay que rasgarse las vestiduras por ello. La verdad no es ni buena ni mala; simplemente, tozuda.

3. No hay argumentos para considerar la gramática del andaluz como ajena a la que comparte (dentro de los márgenes propios de la variabilidad inherente a un idioma plurinacional) toda la comunidad castellanohablante. Las presuntas especificidades gramaticales del andaluz, o bien no son tales, o bien son fruto de la evolución en el plano fónico. En el documento que desarrolla el contenido de estas Tesis no voy a tratar apenas cuestiones relativas al vocabulario, para no dilatar más su considerable extensión. Pero puedo asegurar sin temor a equivocarme que las cosas ahí van más o menos por el mismo camino.

4. Porque las cosas no son necesariamente o blancas o negras, el negar la existencia de un idioma andaluz no impide afirmar que sí dispone de lo que daré en llamar aquí un ‘hecho lingüístico diferencial’. Ese hecho diferencial viene determinado esencialmente por el componente fónico, donde hay una serie de rasgos comunes a la práctica totalidad de las hablas andaluzas, sin más excepciones que unos pocos enclaves fronterizos. Esos rasgos son la pérdida de s implosiva y la no existencia de una s alveolar inscrita en el orden fónico palatal. O sea, en andaluz la s, o no existe (ceceo), o forma parte del orden fónico dental. Los dos rasgos señalados tienen luego concreciones diversas, pero mantienen siempre ese trasfondo común subyacente. Y ambos son suficientes para cohesionar la pluralidad lingüística de Andalucía, y marcar la distancia que media respecto de otras hablas peninsulares. Las hablas de Canarias, aunque con muchos aspectos en común con las andaluzas, disponen también de componentes propios que les conceden una impronta particular. Y lo relativo a las hablas de América requeriría un análisis específico que no viene ahora al caso porque carece de relevancia para el debate en curso. Así que, en el marco geopolítico del estado español, la nación andaluza tiene una manera propia de hablar que es reconocida como tal dentro y fuera de sus fronteras. En definitiva: idioma andaluz, no; pero tampoco es cierto que la unidad de las hablas andaluzas proceda sólo de la metaposición del castellano general.

5. Aparte de los dos rasgos fónicos citados más arriba, hay varios más. En el documento que desarrolla estas Tesis se tratan sólo unos pocos, pero eso no quiere decir que reste importancia a los que han sido omitidos por razones de espacio. La distribución, alcance y aceptación de todos ellos son bastante dispares, y en su conjunto configuran un complejo mosaico a lo largo y ancho del territorio y la población de Andalucía. En cualquier caso, ninguno de estos rasgos alcanza ya el grado de amplitud y generalidad de los anteriormente reseñados, por lo que sería temerario y reduccionista pretender elevarlos a la categoría de componentes identificadores de toda modalidad vernacular andaluza.

6. Se disponen actualmente de datos suficientes como para fijar, siquiera sea de modo aproximado, la cronología de muchos rasgos fónicos del andaluz. Algunos de esos rasgos (los más antiguos) proceden ya de la lengua traída por los cristianos tras la conquista. Otros rasgos, sin embargo, son fruto de innovaciones aparecidas con posterioridad, en fechas que podríamos considerar relativamente recientes.

7. Sin negar la incidencia que tiene la presión de la norma idiomática centropeninsular a través de vías tales como la escolarización y los medios de comunicación, lo cierto es que son otros factores, y muy particularmente la oposición campo/ciudad, los que determinan en mayor medida las actitudes y creencias sociolingüísticas de los rasgos presentes en las distintas hablas andaluzas. Los fenómenos incorporados a la modalidades urbanas gozan de más prestigio o, al menos, de más aceptación; los rasgos presentes esencialmente en el mundo rural están más expuestos a una valoración negativa y, por tanto, a la estigmatización. Esta es la causa de la diferente valoración sociolingüística que se detecta entre el seseo y el ceceo. En la misma línea hay que situar la práctica generalización del yeísmo. Por eso, si alguien mantiene en su discurso oral la distinción normativa entre ll/y se expone muy probablemente a ser tildado de ‘cursi’, y no sólo en Andalucía; lo cual no deja de ser también una forma de estigmatización.

8. El esquema que algunos manejan, por el cual hay que distinguir entre ‘lengua andaluza’, ‘andaluz (dialecto del castellano)’ y ‘castellano hablado en Andalucía’ es algo más que un mero ejercicio de demagogia barata. Es uno de los más burdos ejemplos de deformación teratológica que han podido engendrarse en los últimos milenios. Y es que, amén de su falsedad, establece una jerarquía cualitativa entre las modalidades vernaculares de los andaluces. Con la excusa de ‘defender lo nuestro’ lo que se hace en realidad es marcar las diferencias entre andaluces de primera, de segunda y de tercera. Cuando uno se encuentra con teorías científicas con las que no está de acuerdo, ha de poner los medios para refutarlas con respeto. Pero en casos como éste, hay que armarse con todos los instrumentos que otorga la razón y atacar con plena contundencia. No para convencer al oponente (que suele ser inconmovible), sino para prevenir a quienes potencialmente pueden verse engañados por sus fuegos de artificio. Reconozco que en el documento de desarrollo me muestro bastante vehemente, sarcástico y muchas cosas más. Sin que sirva de descargo o de autojustificación, diré que no suele ser mi estilo. Lo que ocurre es que no me siento en la obligación de tratar con cortesía a quien difunde unas paridas que, como andaluz y como lingüista, considero un insulto en toda regla

9. Concedo a los términos una finalidad estrictamente operativa y no creo que sea muy provechoso enzarzarse en polémicas nominalistas. Ahora bien, también considero de estricta coherencia un pronunciamiento explícito sobre cuál es la denominación que considero más apropiada para la modalidad lingüística de Andalucía. Rechazo las denominaciones de ‘idioma andaluz’, ‘lengua andaluza’ y otras por el estilo, porque no se corresponden con la realidad; nuestra idiosincrasia lingüística está integrada, sin menoscabo de su especificidad, dentro del conjunto plural de la comunidad castellanohablante. Tampoco creo muy oportuno usar la expresión ‘español hablado en Andalucía’, que algunos profesores de las universidades de Sevilla y Córdoba han reivindicado recientemente. Y conste que, al margen de lo de ‘castellano’ o ‘español’ (que forma parte de otro debate, no de éste), se trata de una denominación bastante neutra y aséptica. Ahora bien, el problema no reside tanto en el nombre en sí mismo como en los argumentos, de fuertes connotaciones subliminales, que emplean quienes lo esgrimen. Así pues, la opción por la que me inclino es ‘hablas andaluzas’. Ahora bien, como ya he indicado que me parece inútil andar con maximalismos en materia terminológica, daría por buenas otras etiquetas (‘dialecto andaluz’, ‘habla andaluza’, ‘andaluz’, etc.) siempre que estemos de acuerdo en qué es lo que estamos denominando. En ese sentido, ‘hablas andaluzas’ es el término que da menos pie a la confusión, y por eso es el que, al menos hasta hace bien poco, mayor consenso ha suscitado entre los expertos. Reconoce la existencia de un determinado nivel de unidad interna, que las distingue del resto de hablas con las que comparte una misma comunidad de lengua. Al mismo tiempo, da cuenta de la poliédrica realidad lingüística andaluza, sin establecer ninguna perniciosa jerarquía cualitativa entre modalidades. Una vez más: unidad dentro de la diversidad. Sé que muchas personas, por motivos respetables, se sienten molestas con el uso del plural, y por eso he dejado la puerta abierta a otras alternativas. Pero deben comprender que las etiquetas en singular dan pie a una errónea identificación de lo andaluz con sólo una parte de nuestra realidad lingüística, excluyendo de manera inicua otra parte. Curiosamente, la exclusión suele morder siempre en el mismo lado: en el levante de nuestra nación. Son muchas y muy graves las amenazas como para tomárselas a broma. Por eso hay que decir muy alto y muy claro que no hay ningún argumento ni científico ni político para ese tipo de exclusiones. Si es que de verdad se puede hablar de ‘rangos’ en esta materia (cosa que dudo mucho), que nadie lamente que lo que se habla en Andalucía no tenga rango de idioma, ni siquiera de dialecto, y tenga que conformarse con la calificación de ‘entramado de hablas’. La dignidad de Andalucía no depende de eso, lo mismo que ni Copérnico y Galileo mermaron un ápice la dignidad de la especie humana por negar que viviéramos en el centro del universo. Darse cuenta de esa realidad y asumirla, sin estériles lamentos que no tienen ninguna razón de ser, constituye un requisito ineludible de madurez y responsabilidad en la difícil lucha por la liberación nacional de Andalucía. Lo contrario sería comulgar con la mentira, que suele ser el camino más directo hacia el desastre.

10. La distinción entre andaluz oriental y andaluz occidental, que ha sido tradicionalmente una manzana de la discordia en el estudio de las hablas andaluzas, ha impedido prestar más atención a otras muestras de la pluralidad lingüística de nuestro país. Entre el oriente y el occidente andaluz hay, ciertamente, diferencias lingüísticas objetivas, y tienen además justificaciones históricas bien precisas: las diferentes características de la población colonizadora, el hecho de que muchos de los rasgos fónicos andaluces tuvieran su foco originario e irradiador en Sevilla, etc. Pero que nadie intente sacar conclusiones políticas espurias de esto. Primeramente porque las fronteras lingüísticas y las pretendidamente políticas no coinciden en absoluto (especialmente por lo que se refiere a las comarcas de las actuales provincias de Córdoba y Málaga). Y segundo porque, lo mismo que hay diferencias —en virtud de ciertos criterios— entre el andaluz oriental y el occidental, hay también diferencias —en virtud de otros criterios no menos válidos— entre el andaluz de la costa y el del interior. Por ejemplo: el habla de Salobreña es, en muchos aspectos, más parecida al habla de Barbate que a la de la capital de su provincia. Y hay diferencias entre el habla de la sierra y la de la campiña, y el habla de las ciudades y la de los ámbitos rurales, etc. Y todas, todas esas hablas, son igualmente andaluzas, porque todas ellas, en tanto que modalidades vernaculares presentes por derecho propio en nuestra tierra, forman parte del patrimonio común del pueblo andaluz en su conjunto.

VER TAMBIEN
EN ARCHIVO DE DOCUMENTOS DE ANDALUCIA LIBRE
http://www.andalucialibre.tk/

Contribución al debate sobre la Lengua de Andalucía - Ventura Salazar.rtf (293962 bytes) - Textos sobre la situación lingüistica de Andalucía y las encontradas posiciones al respecto dentro del movimiento nacionalista andaluz ("Unidad dentro de la Diversidad" , "Respuesta a Hafid" etc)

andalucialibre-alta ARROBA eListas.net
Mira també:
http://www.andalucialibre.tk/

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Comentaris

AUTODERTERMINACION para NAVALCUERNO
24 set 2004
AUTODERTERMINACION para NAVALCUERNO
De: El Matías

Enlace:

Texto del mensaje:

NAVALCUERNO, UN PAÃ?S OPRIMIDO

Navalcuerno de Abajo :Un País Oprimido
Con mas de 1700 años de Historia.
Lengua Propia procedente de los silbidos a las ovejas.
Ayuntamiento y casa parroquial propios.
Navalcuerno de abajo, está oprimido por que no puede ejercer sus derechos jurídicos, pastorales, ni Hortelanos.
Históricamente comienza por el Norte por el Huerto de "Sebastián", por el sur por la granja de "Malaquías", por el este con el melonar de "la Basilia" y por el oeste con el "terraplén" donde vaciamos la basura.
Por lo que reclamamos que:
Navalcuerno de Abajo es una NACION Soberana y con derecho a la Autodeterminación, su Historia así lo indica, y la deben decidir los 84 habitantes del pueblo, no los españoles.

Navalcuerno es una nación oprimida porque no puede ejercer plenamente sus derechos nacionales : derechos jurídicos, políticos, administrativos, lingüísticos, culturales, sociales y económicos. Como nación, Navalcuerno no es diferente de las otras naciones de su alrededor europeo, Francia, España, Italia, Alemania... La única diferencia es que estas son naciones libres, con estado nacional propio, mientras que Navalcuerno, desgraciadamente, no.

Navalcuerno de abajo es una nación oprimida por España. La nación española se anexionó a la nación de Navalcuerno en 1279, y aún nos acordamos. Durante más de mil años Navalcuerno se ha ido configurando con un idioma y una cultura propios ; con unas raíces religiosas y una evolución social y política netamente diferenciadas, las cuales han dado aportaciones remarcables en la cultura universal.

El pueblo de Navalcuerno, con una conciencia colectiva común, aspira a continuar siendo protagonista de su propia historia. Esto significa la recuperación de su reunificación, independencia y soberanía. Es decir, restablecer su estado nacional, que ha de englobar todo el espacio territorial de Navalcuerno ; anexionarnos el prado de pastos de Navalcuerno de arriba, y ampliar el huerto del Sebastián hacia el norte.

La nación Navalcuernana tiene derecho a la autodeterminación , como dice una resolución de la ONU, que lo hemos oído .Y a ejercerla cuando libremente la consideremos oportuna. La autodeterminación de Navalcuerno la han de decidir los 84 Navalcuerneros, no todos los habitantes del Estado español.

El Julián ya se ha reunido con ETA sin contárselo al alcalde, para pedirle que no pongan bombas en Navalcuerno, que nosotros también somos antiespañoles.

Este domingo nos hemos reunido todos en el bar del pueblo para estudiar posibles actuaciones NavalcuernANAS para actuar contra nuestro opresor. El infame estado Español. Aqui no oprime ni los que pisan las uvas.

El médico del ambulatorio del pueblo, propone que el estado español, en pago por la deuda histórica de España con Navalcuerno, pague el déficit acumulado del ambulatorio de Navalcuerno. Así como una lista de inversiones a realizar en el pueblo. La propuesta fue aprobada por unanimidad.

El Sebastián, propone que con transferencias, no llegaremos a ninguna parte, y que debemos aprobar, antes que nada, un estatuto que recoja nuestra singularidad, y el derecho a elegir nuestro destino.

Queremos poder hablar en nuestro propio idioma, el Navalcuerno. Queremos que el Parlamento de Europa hable Navalcuerno, un idioma muy rico que ha aportado grandes progresos a la cultura mundial.
Si no nos dejan hablar en Navalcuerno, hablaremos en alemán. Cualquier cosa antes que tener que hacerlo en el idioma del enemigo.

Ah! Y cuando proclamemos nuestra independencia, no crean que será sólo del municipio actual, porque el barranco de Liborio ya fue nuestro en el S. XVI, que nosotros nos acordamos muy bien.
Re: Polémicas sobre el andaluz - Debate sobre la lengua de los andaluces
24 set 2004
respuestas al troll cornudo que va de listillo en:

http://barcelona.indymedia.org/newswire/display_any/122982/index.php#123
Re: Polémicas sobre el andaluz - Debate sobre la lengua de los andaluces
25 set 2004
basta ya de tantas gilipolleces de inventarse nacionalismos y lenguas!!
lo de arriba es 1 gilipollez inventada,desde ese punto de vista los de el sur de tarragona pueden decir que estan hartos del catalan y que su idioma es diferente por que cambia en muchos aspectos no?
Sindicato Sindicat