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CHILE: PRESO POL�TICO DESNUDA LA TRANSICIÓN
25 ago 2004
CHILE: PRESO POL�TICO DESNUDA LA TRANSICIÓN

Por Lucía Sepúlveda (PiensaChile)

Pedro Rosas Aravena, uno de los recluidos por diez años en la Cárcel de Alta
Seguridad (CAS), fue autorizado por Gendarmería para asistir al lanzamiento de
su libro "Derechos Humanos en la Transición" el pasado miércoles 11 de agosto,
en el Museo Vicuña Mackenna de la capital. Mareado, porque era primera vez que
veía las calles y un recinto amable, el joven profesor de historia, de tupidas
cejas y tez muy pálida, presidió el acto que fue poco a poco llenando de color
sus mejillas y ensanchando su emocionada sonrisa. El libro es una quemante y
documentada acusación sobre la utilización de la tortura desde los años 90 en
adelante, para castigar conductas consideradas subversivas. La escritora y
directora de teatro Mónica Echeverría lo presentó diciendo: "Leer esta obra es
pasar del asombro al horror y la indignación, por hechos que no creíamos
posibles en democracia. Pedro Rozas, con su libro y con su presencia de joven
que no claudicó, nos lanza una bofetada, por cobardes. Y nos llena de esperanza
por un futuro que habíamos considerado perdido."


PROTAGONISTA E HISTORIADOR
El autor (39 años), prisionero desde 1994, afirma que su militancia mirista
operó como un elemento de identidad que le permitió resistir en prisión. Es
profesor de historia y geografía de la Universidad de Los Lagos. La obra,
publicada por editorial Ayún con el apoyo de ProAndes, es parte de la tesis de
grado con que obtuvo en prisión, apoyado por los historiadores Gabriel Salazar y
Sergio Grez, el grado de magister en Historia a través de un programa
desarrollado por la Universidad ARCIS. En el lanzamiento lo acompañó el director
del Museo, Sergio Grez, quien destacó la condición de protagonista e historiador
de Pedro Rosas, señalando que esta investigación no sólo es denuncia sino sobre
todo, análisis y reflexión sobre los aspectos impresentables de la transición.
Estos aspectos, dijo, fueron ignorados por todos hasta que la sociedad fue
remecida por la huelga de hambre que por más de 70 días mantuvieron presos
políticos en demanda de su libertad.


LOS REHENES ACTUALES
Rosas, hoy de 30 años, considera que ellos han sido los rehenes de la
transición. Resalta que el tratamiento recibido a comienzos de los años 90 ha
sido extendido ahora a los luchadores mapuche y de organizaciones sociales
combativas, y espera poder transmitir su experiencia de resistencia a la nueva
hornada de rebeldes. Agrega que el calificativo de "terrorista" asignado a ellos
y otros prisioneros acusados como él de realizar acciones armadas luego del
inicio de la transición, contribuyó a ahuyentar la solidaridad de las
organizaciones que tradicionalmente apoyaban los derechos humanos y ayuda hoy a
legitimar arbitrariedades tales como procesos dobles, confesiones bajo tortura y
otras violaciones al derecho internacional. A él se le condenó por colocación de
bombas en bancos, porte de armas y un asalto. "Lo que nos hicieron era un
mensaje para todos los que quieran rebelarse. Las leyes Cumplido que crearon
entonces son las que hoy se aplican a estudiantes, trabajadores y mapuche",
explica. La Cárcel de Alta Seguridad, creada en 1994 por decreto supremo del
gobierno del ex presidente Aylwin, es analizada en todos sus objetivos y
prácticas por el autor, con una investigación que desnuda la violación de los
derechos humanos en plena transición.


TORTURAR ES MÃ?S BARATO
Sostiene Rosas que la tortura como método policial suple la debilidad del
trabajo de investigación que debería realizar los tribunales. "Resulta más
barato y cómodo en Chile torturar para detener, que investigar para detener y
dejar en manos de los tribunales la determinación de la culpabilidad".Explica
que los procesados muchas veces no conocieron nunca a los abogados de la
Corporación de Asistencia Judicial que supuestamente debían defenderlos. Se
recogen aquí las cifras que avalan estas acusaciones: 96 muertes en
procedimientos policiales "antiterroristas", tales como la matanza de avenida
Apoquindo, en octubre de 1993. Se detallan claramente 27 casos de verdaderas
"ejecuciones" de militantes políticos rodriguistas, lautaristas o miristas, y se
mencionan 140 casos de tortura sólo entre 1990 y 1994. De los 30 prisioneros
actuales de la CAS, 29 manifiestan haber sido víctima de torturas.


IGUAL QUE AYER
La descripción de las formas de tortura empleada (páginas 48 y 49) es la misma
de los tiempos de dictadura. Hay testimonios sobre la detención y reclusión
recogidos entre los propios presos, tales como Oriana Alcayaga, Jorge Mateluna,
y Patricio Gallardo, a quienes agradeció especialmente Rosas el día del
lanzamiento. En tono festivo contó que sus compañeros de prisión reconocían que
el libro, obra de todos ellos, no era de lectura agradable pero sí necesaria.
"Hacer ciencia social desde abajo no es tarea fácil", dijo socarronamente el
autor cuando concluía su intervención, poco antes de ser llevado de vuelta a la
Cárcel de Alta Seguridad luego de esas cuatro horas de permiso. Recluir en la
CAS a los rebeldes, explica en la obra, tenía como objetivo "romper el cordón
con la matriz social estructurante y nutriente de la acción política rebelde",
ya que hacía virtualmente imposible una comunicación normal con el exterior.
Allí llegaron 82 prisioneros el 22 de octubre de 1994 (que se redujeron a 34 en
2001). Juzgamiento de civiles por tribunales militares, estigmatización
política, dilación excesiva de los procesos, vulneración del derecho a la
defensa están entre las irregularidades descritas. El procesamientos de manera
paralela por la justicia civil, bajo leyes especiales que impiden la obtención
de beneficios intracarcelarios y persiguen el aniquilamiento sicofísico de los
recluidos, se analiza detenidamente, al tiempo que el libro describe cómo los
prisioneros lograron organizarse para luchar contra esas condiciones de vida.
"Acarreados, golpeados, aislados, logramos sin embargo mantener la identidad",
expresó Rosas. Muchas veces los reos eran trasladados a otros lugares en castigo
por gendarmería, en un virtual secuestro ya que de ello no se informaba a sus
familiares. Se les reacomodaba permanentemente, para romper cualquier tipo de
vínculo que se estableciera entre ellos. Se aplica así la norma de separación
categorial como instrumento de reducción, volviendo al revés la recomendación
internacional que existe al respecto de agrupar a los presos de acuerdo a sus
características.


EL LOGRO DEL "PISO BÃ?SICO"
"Sólo la resistencia de los prisioneros permitió tras sucesivas huelgas de
hambre el acceso a talleres y cursos", explica el autor. Todo el acceso a luz
natural y aire libre ha sido conseguido luego de represiones físicas, castigos
etc. El reglamento inicial postulaba un régimen de visita sin contacto físico y
por locutorio con familiares y abogados; sólo la visita de un familiar directo
al mes era permitida por el plan, que fue resistido hasta lograr en 1995 lo que
denominan el "piso básico": visitas familiares por tres horas cada 15 días, en
un subterráneo sin luz natural. Estas condiciones fueron denunciadas como
inaceptables el año 1996 por Nigel Rodley relator especial de Naciones Unidas
para derechos humanos, quien denunció que la salud mental de los internados en
la CAS estaba en serio riesgo. Nadie en Chile reaccionó. Hasta ahora está
prohibido el ingreso de revistas y periódicos y son retiradas las radios y tv
como castigo. Ello es denominado por Rosas "conductismo pacificador",
experiencia vivida durante una década por los presos bajo un régimen de alta
seguridad, aislamiento y segregación único en Chile que vulnera la legislación
internacional relativa a los derechos humanos.


HUMANOS Y FRÃ?GILES
El día del lanzamiento, Pedro Rosas, apoyado en la mesa recubierta con los
colores de la bandera roja y negra del MIR, rindió un emocionado homenaje a las
madres, padres, e hijos de los presos políticos que han apoyado sus luchas. "Su
presencia y crítica nos ha hecho lo que somos. Somos parte de un proyecto de
cambio que va más allá de una orgánica y no se agota en ella. Somos humanos,
frágiles, y tenemos tantas esperanzas y miserias como cualquiera. Vivimos la
historia como el escenario que da sentido a nuestra experiencia de vida, pero no
lo hacemos solos, estamos en la población, en el territorio que habitamos antes
en la lucha. He visto crecer una dignidad y esperanza difíciles de
comprender."Próximo a su liberación, como efecto de la ley aprobada
recientemente por el congreso y/o un indulto presidencial, Pedro Rosas, aquejado
de un cáncer testicular, está lleno de proyectos para el día que regrese "al
país que ya no existe". Su próximo libro tratará sobre las luchas de los años
80. Y sus inquietudes no tienen que ver sólo con la historia, sino con la
reconstrucción de la esperanza y de un proyecto de cambios profundos, abrazado
por su generación de jóvenes antidictatoriales.



Lucía Sepúlveda - PiensaChile - (Chile) RECOSUR

Gentileza de Cercle Obert de Benicalap
Iniciativas Sociales y Culturales de Futuro

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