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La dictadura del periodismo
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per Jaime Richart |
25 ago 2004
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La dictadura del periodismo
Jaime Richart
Los que vivimos plenamente la dictadura franquista dispoÂnemos de una opción comparativa de la que naturalmente caÂreÂcen las geÂneraciones que no la conocieron ni la padecieÂron...
Por eso, nosotros podemos decir hoy dÃa que aquella dictaÂdura ha sido transmutada por otra tiranÃa: la tiranÃa meÂdiáÂtica. En efecto. ViÂvimos una democracia de mÃnimos, si no una deÂmocracia falÂseada. Pero es que el avasallaÂmientÂo que los ciudaÂdanos pudimos experimentar durante la oproÂbiosa, lo estamos sintiendo de otra manera ahora. Pues todo está tornando a pasos agigantaÂdos al despotismo ilusÂtrado que el perioÂdismo en general y los medios radioteleviÂsivos en particular están ejerciendo sobre pueÂblos que resÂpiran una atmósfera plagada de mentiras institucioÂnales. DiÂrÃase que el ciudaÂdano de la calle se está acostumÂbrando a la tergiverÂsación y a la fábula infantil aplicada a la realiÂdad, y que en el fondo disfruta de ellas. El de allÃ, como el de aquÃ... Por eso son los mentirosos y los cÃnicos los nuevos triunfadores del presente; son los que medran fácilmente. Es más, poÂdrÃamos decir que la única opiÂnión que va queÂdando entre las masas es la fabricada por el propio peÂrioÂdismo. Para obtenÂer oro hay que separarlo de la ganga. Pues bien, lo que luce hoy no es el oro, sino la ganga... Y es que no hay mejor cosa que, disponiendo como dispone el perioÂdismo, del material de una opinión manufacturada por él mismo, mucho más lejos puede lleÂvar su maniÂpuÂlación si esa opinión está previaÂmente configuÂrada a base de ficcioÂnes y verdaÂdes a medias. ¿Qué son, si no el 11-S de allÃ, y el 11-M de acá? Michel Moore lo reÂfrenda con datos, pero ya mucho antes el sentido común permitió descifrar con faciÂlidad lo que que parecÃa una charada...
Asà pues, aparte el bochornoso periodismo genital al uso en este paÃs, que tan deliberadamente confunde el derecho a la inforÂmación con el derecho a la intimidad para explotar arteramente éste, no menos perÂverso es el periodismo por antonomasia, el polÃtico. Ese fabriÂcante de opinión en la res publica, que afecta a un noventa por ciento de la vida social informativamente hablando...
Situémonos ahora en el paÃs del mito Ciudadano Kane. Pues bien, el New York Times, The New Republic y el WasÂhington Post, el grueso de la prensa norÂteamericana, sale ahora piÂdiendo exÂcusas y mostrando arrepentiÂmiento ante sus lectoÂres por haberles engañado con las pretendiÂdas arÂmas de destrucÂción masiva que justiÂficaron el ataque a Irak. AunÂque, como dice la Red Voltaire, una lecÂtura deteÂnida de su contricción muestra, primero que no experiÂmenta ningún rubor por haber apoyado a la propaÂganda oficial, sino por haberse prestado a ella, y luego, que finge buena fe traÂtando de miÂnimizar su responsaÂbilidad y las consecuenÂcias de sus mentiras...
Pero como los lectores a los que engaña tan fácilmente siÂguen siendo tan lerdos como sus gobernantes, no se perÂcaÂtan -ni quieren percatarse tampoco- de que la prensa vector de la ignominia lo tiene ahora muy fácil. De todos es saÂbido que al arreÂpentiÂmiento corresponde una peÂnitenÂcia. Y la peÂnitenÂcia que ahora cabe sólo puede consistir en provocar o conÂtribuir deciÂdiÂdamente al derrocaÂmiento del criminal que les mintió a ellos, que mintió al mundo y que ocupó Irak y AfgaÂnistán a base de mentiras. Ahora está en sus manos, en maÂnos de la prensa, desÂtruir al mentiroso, a ese abomiÂnaÂble preÂsiÂdente de la guerra como él se caliÂficó a sà mismo. Si no lo hace habrá recoÂnocido ante el mundo, sobre todo el euÂropeo, lo que aquà todos sabÃamos y sabemos: que no sólo consintió y sigue consintiendo, sino que es cómplice diÂrecto de la inÂvaÂsión y de la monstruoÂsidad de mantenerse en el paÃs iraÂquà para seguir robando su peÂtróÂleo. Y que ella misma, aunÂque confundidos sus intereÂses con los polÃticos, armamenÂtÃsticos y macroempresariales obtiene beneficios direcÂtos del saqueo además de los indirectos como tapaÂdera.
Pero no lo harán. No apuntarán al sÃmbolo actual norteaÂmericano de la villanÃa. Y no lo harán, porque el periodismo ocÂcidental, en lugar de constituirse en verdadero contrapoÂder, en el cuarto poder o en la conÂciencia del poder, es el princiÂpal patrocinador, el alentador subliminal de los desmaÂnes del poder. Por eso no atrona nunca al poder aunque con tanta frecuencia abusa. Y asÃ, la prensa se alza en cierto modo en el primer poder, astutamente sin responsabiÂlidad directa. El de allá, y el de aquÃ. Recuérdese si no, cómo respondió la prensa de entonces a la ignominia de las invasiones y las ostensibles mendacidades de la administraÂción estadouniÂdense, mienÂtras el resto del mundo contemÂplaba sobrecoÂgido, lloroso e impotente la infamia de las inÂfamias del siglo XXI. La prensa de allÃ... y la de aquÃ. La prensa y, persoÂnaliÂzadaÂmente, los peÂriodistas que controlan los medios son los insÂtigadores, los inductores, en definitiva los culpaÂbles princiÂpales de la maÂyorÃa de cosas graves que suceÂden. Y en Estados Unidos alcanza proporciones de esÂcánÂdalo y de tragedia fuera de la metrópoli; escándalo y traÂgedia que pocos “iluminadosâ€? deÂnuncian.
Y uno de esos “iluminadosâ€?, además de Moore, es Chomsky. Por eso Chomsky viene diciendo últimamente que “la prensa no está dediÂcada a informar a los ciudadaÂnos, sino a fabriÂcar su consentiÂmientoâ€?...
Hay que nombrar la verdad
Ernesto Sábato
El hombre de este tiempo vive delante de lo que acontece en el mundo entero. Y lo hace a través de la mirada de los periodistas; ellos son los testigos, quienes nos narran los acontecimientos. De ellos depende el cariz con que interpretamos los hechos, el partido que asumamos frente a lo que nos pasa como humanidad.
El periodista habrá de deponer su propia visión de las cosas para abrirse a lo que sucede, comprendiendo que son sus ojos y sus palabras las que llevarán a los demás hombres la realidad de la que son parte. El periodista es asà testigo, mediador e intérprete. La suya es una tarea de suprema responsabilidad.
A lo largo de los años en que fue gestándose mi obra ensayÃstica y literaria, yo mismo he colaborado con los diarios de mi paÃs y con importantes medios gráficos de todo el mundo.
Desde hace más de medio siglo, esta profesión ha estado Ãntimamente ligada a mi destino como escritor, y ambas me han permitido expresar las incertidumbres de mi espÃritu, cuando trataba de hallar respuesta a las dudas que tanto me acosaban. He realizado trabajos periodÃsticos cada vez que las situaciones sociales lo exigÃan. Puede parecer contradictorio que un hombre habituado al silencio y la demora que requiere el ensayo y la literatura, sienta la necesidad, a su vez, de expresarse a través de esa palabra inmediata, del instante, que caracteriza a la escritura periodÃstica.
Asà también lo ha hecho Ortega, y otros genios de la talla de Camus, Hemingway, Malraux, Sartre, Simone Weil, y el propio Gandhi que, desde las columnas de un humilde y precario periódico alentó su revolución espiritual, el verdadero despertar del alma de su pueblo sometido.
Sucede que, ante determinados acontecimientos, todo intelectual auténtico debe postergar su obra personal en favor de la obra común, poniendo su voz al servicio de los hombres, para ayudarlos a construir una nueva fe, una débil pero genuina esperanza. Entonces, en el vertiginoso suceder de los acontecimientos, la palabra que surge en respuesta logra evadir su destino fugaz y perecedero.
En este sentido, quienes trabajamos con la palabra, escritores, filósofos, periodistas, pensadores, y quienes a través de sus imágenes hacen oÃr el clamor de tantas voces silenciadas, todos nosotros, digo, más que una función pedagógica, tenemos un deber ético con las sociedades. Debemos restaurar el sentido de las grandes palabras deterioradas por aquellos que intentan imponer un discurso único e irrevocable.
El periodismo es un formador de opinión pública que da un sentido crÃtico frente a los hechos de la vida.
Esta importante tradición creada en España por Feijoo, en el siglo XVIII, fue luego continuada por Larra, por Machado, por Unamuno. Basta alcanzar cualquiera de los escritos que ellos nos dejaron para constatar su creencia en el acto de nombrar la verdad.
Hoy, el periodismo debe reconciliarse con sus mejores señas de identidad históricas por donde respire la libertad de opinión y la capacidad imaginativa de sus intelectuales.
La prensa en estos últimos años ha adquirido una notable expansión social y polÃtica, jerarquizada por su labor en las áreas de investigación y cultura.
Quienes tienen en su poder el funcionamiento de los grandes medios, han de permanentemente tomar conciencia de la gran transformación a la que pueden contribuir. Capacitados, como están, para intervenir en las graves necesidades a las que estos tiempos nos está enfrentando.
Los revolucionarios avances tecnológicos han acrecentado la enorme influencia que el periodismo, y los medios de comunicación, en general, poseen sobre la conciencia de la gente. Sin duda son actualmente uno de los principales formadores. Por la magnitud de su alcance, este poder es a veces utilizado por quienes pretenden perpetuar la hegemonÃa de un modelo único, sin alternativa. Imponiéndonos el yugo de una obscena globalización que justifica el sufrimiento de millones de hombres y mujeres, a la vez que nos relegan en una sensación de impotencia perpetua e inevitable.
La sociedad está a tal punto golpeada por la injusticia y el dolor; su espÃritu ha sido corroÃdo tan a menudo por la impunidad, que se vuelve casi imposible la transmisión de valores a las nuevas generaciones. Sin embargo, la enorme posibilidad de modificar el aciago rumbo que venimos llevando se halla presente en el alcance ilimitado que los medios de comunicación poseen sobre la formación de conciencia de niños, hombres y mujeres.
Es esta una gran misión que puede llevar a cabo el verdadero periodismo, como lo está demostrando cada vez que con peligro y en situaciones de precariedad nos ha acercado a lo que acontece en el mundo. En todas sus manifestaciones, la actividad periodÃstica debe consagrarse en un compromiso ético que responda al desgarro de miles de hombres y mujeres, cuyas vidas han sido reducidas al silencio a través de las armas, la violencia y la exclusión social.
A todos ustedes, desde mi condición de escritor, quiero expresarles mi reconocimiento por contribuir a expresar el sacrificio, el dolor, la incertidumbre, pero también la esperanza y el coraje de una humanidad que se resiste a desaparecer.
CÃrculo de Bellas Artes (Madrid-España), 2002.
Gentileza de Cercle Obert de Benicalap
Iniciativas Sociales y Culturales de Futuro
Escrito leÃdo en el acto de presentación de la Candidatura del juez Garzón para el Premio Nobel de la Paz. |
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Comentaris
Re: La dictadura del periodismo
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per jr |
25 ago 2004
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El "asunto americano" y el poder mediático
Los medios, los principales responsables
Jaime Richart
A guisa de introducción he de decir que con el comienzo del preÂsente año pluviométrico (setiembre 2003) y las abunÂdantes lluvias desapareció, o se atenuó, una de las cuatro obsesiones que me embargaban hasta entonces: el cambio climático. El dÃa 14 de marzo, después de echarles demoÂcráticamente a patadas, terminó la otra. Ahora sólo me queÂdan dos: Irak y el asunto americano, y el innoble papel del poder mediático a quien hago responsable de la causa de la causa del mal causado en lo anterior... (Por cierto que una manera de combatir “la obsesiónâ€? es adquiriendo cuanto antes varias).
De un tiempo a esta parte he empezado a leer magnÃficos -magnÃficos principalmente por su coraje, que ayuda al luciÂmiento- artÃculos en los periódicos sobre los neobárbaÂros en Irak y las cÃnicas y terrorÃficas declaraciones sobre la perÂpretación de la igÂnominia; la ignominia de apropiarse de un paÃs entero para robarle con burdÃsimos pretextos practiÂcando luego en él el más absoluto canallismo...
Hablando de la intrepidez de algunos articulistas, de la sospechosa generosidad ahora de algunos rotativos brinÂdándoles sus páginas, y de lo que parece una minuciosa dosificación de la escabrosidad, el New Yorker acaba de reÂvelar, por ejemÂplo, que el propio Rumsfeld dio la orden de crear equipos de tortura que tuvieran por consigna: "Atrapen a quien deban. Hagan con ellos lo que quieran". Hasta la CIA, espantada por esta orden –según el periódico- se negó a ejecutarla...
La verdadera psique de los fascistas parece que va emerÂgiendo. Ya era hora de que intervengan los medios y se dén cuenta de con quién se está jugando el planeta el porvenir... Porque tampoco puede decirse que los cÃnicos forajidos se recataran gran cosa en la primera fase cuando a los cuatro vientos pregonaban sus propósitos, aduciendo al mismo tiempo alegaciones propias de estúpidos, de perÂvertidos y de iluminados dirigidas sólo a cretinos...
El caso es que los redactores de los periódicos ya no se alarman al ver en los artÃculos periodÃsticos adjetivos fuertes para calificar en ellos de fascisÂtas en toda regla a esos exÂpertos en bestialiÂdad. Menos mal que van condescendiendo los dueños del preÂdio mediático, también dueños de muchos destinos, y presÂtan al efecto sus tribunas. Todo parece que va bien para ir doblegando moralmente –el único modo de hacerlo sin armas- a la bestia. Pero siempre planea la imÂpresión en quienes ya hemos cumplido los cuarenta, de que en todo sigue habiendo gato encerrado... Volveré sobre ello.
Por otro lado, hace unos dÃas, en estas mismas páginas publicaba yo un artÃculo relacionado con otro asunto. Lo tiÂtulaba El don de la inoportunidad. Lo publicaba a propósito de que entiendo que no hay que silenciar una noticia por truculenta que sea ¡faltarÃa más!, pero tampoco resaltarla con excesos para obtener de ella el máximo provecho finanÂciero por un lado y para recreo literario personal del columÂnista por el otro. Pues en tiempos en que casi entretiene sólo lo que tiene que ver con la basura, y en cuesÂtiones cuya vigencia e importancia radica precisamente en la esÂpectacularidad de la divulgación del comportamiento humano cuanto más extravagante y lesivo mejor, creo que la notiÂcia sobre cualquier género de violencia propagada a griÂtos está rotundamente contraindicada. Inmuniza, por lasmismas vÃas que la homeopatÃa. Y lo es, a mi juicio, porque unas veces se coÂrre el riesgo de despertar al monstruo dormido y otras porque le excita a éste ver qué importancia se le da y cuánto se habla de él. Lo mismo le ocurre al criÂminal psiÂcópata... Todo el mundo lo sabe ya. Hablaba yo también en ese artÃÂculo del kairós, el sentido de lo oportuno para cada moÂmento, acto y actitud, etc. etc.
Y se ve que lo oportuno ahora -pero para los medios- es hablar y hablar de las torturas y de las barbaridades proferiÂdas, además de las que ordenan, por los que desde USA nos han traido todo esto...
Asà es que, como al principio digo, cada loco con su tema. Unos crean sistemas filosóficos y otros hacen versos estoiÂcaÂmente o cuentan su dinero mientras el mundo se está viÂniendo abajo, y otros nos exasperamos observando sin poÂder hacer nada para remediarlo, cómo los medios y sus gestoÂres son dioses que, aunque tengan a la venta de ejemplares y shares de audiencia como principal objetivo, están descaÂradamente mucho más al lado del Poder y de los poderes fácticos que junto al ciudadano; exÂcepto en lo que pueden aprovechar de él como sujeto y obÂjeto de conÂsumo.
SÃ, porque abrir ahora las compuertas dando cancha casi libre a las protestas, a los ataques directos y a las acusaÂcioÂnes contra los canallas yanquis, da la impresión de ser la continuación del juego por otras vÃas... Está muy bien. Es una válvula de escape. Pero ¿para quién la válvula? ¿A los torturados, a la familia de los muertos, les aliviará mucho saber que lo sabemos? ¡Quién sabe si no será mucho peor para ellos saberlo y saber también que no hacemos nada ni nada podemos hacer por ellos!... Rosa Montero decÃa hace unos dÃas que era "PriÂmavera" (el tÃtulo de su columna) porÂque habÃan salido a relucir las denuncias de torturas y un soldado habÃa sido condenado a un año de prisión... A Rosa Montero se ve que le consuela mucho la publicación por megafonÃa de la poÂdredumbre. Asà debe dormir tranquila. ¡Qué bien!, mire Vd... Pero ¿es que no lo imaginaba? ¿Tan necia es?
Yo creo que hubiera sido mucho más efectivo si Rosa Montero y esos mismos meÂdios que a bombo y platillo exÂhiben las fotografÃas siniestras ahora, se hubieran decidido a parar los pies a gritos a los fascistas en el momento oportuno, en el kaiÂrós. No lo hicieron. Cuando los atracadoÂres amenazaban a Irak y al mundo enÂtero maniÂfiestamente sin motivos, era el momento de desempaquetar el imperativo categóÂrico kantiano con una primera plana del estilo de ¡Alto ahÃ!. Y a fe que hubieran conÂseguido mucho más si verdaderamente se lo hubieran proÂpuesto. Tan influyente y deciÂsiva es la opinión pública en el modus operandi en la polÃÂtica, como la de los periódicos dueños de todos los cotarros que la fabrican. Aquà también, pero desde luego en la norteamericana. No obstante -a menos que estuÂviese también pérfidamente calÂculado para contribuir como aliados sordos a tamaña feloÂnÃa- era mucho más renÂtable dejarse llevar por los aconteÂcimientos atizando la expectaÂción que despierta una noÂvela por entregas para complacer al Dr. No; quien si miraba por sus intereses y los de los suyos... también indirectamente velaba por la tirada de ejemplares animando de paso la exÂtenuada programación televisiva que precisa de constantes zarandeos para manteÂnerse a flote.
Bien. Ahora se publica ya cualquier diatriba e invectiva coÂntra Bush y sus secuaces. Pero ¿qué hacÃan y decÃan cuando sonaban los tambores de la guerra y se hacÃan los preparaÂtivos para la ignominia? Nada. Con el silencio, unas veces y las razones ratoneras que explicaban ambas invaÂsiones otras, se emprendió la gran gesta neocolonialista del siglo XXI.
Una cosa es la prudencia y esquivar amarillismos y otra no cumplir con el deber moral primero de los medios -interloÂcutores del pueblo ante el Poder- de hacer frente a la infaÂmia. Una cosa es la cautela, el esperar a completar informaÂción para pronunciarse, y otra permanecer cobardemente a la expectativa hasta el último momento. Se precipitan unas veces, como hizo El PaÃs, dando automáticamente por buena una llamada de Aznar a su subdirector para atribuir el atentado del 11-M a ETA, y otras esperan tres años a hostiÂgar a los violadores flagrantes del orden internacional y ejeÂcutores del crimen continuado. Ahora que se agolpan eviÂdencias. Pero resulta que en este preciso instante las eviÂdencias no sólo condenan a los criminales: también condeÂnan retrospectivamente a los propios medios.
Lo sospechábamos. Pero ahora ya tenemos la certeza. Los medios no nos amparan. Los medios son la tenaza con la que los poderes nos sujetan...
La coartada de los medios obsequiosos -todos- con el gran canalla, pasa por la tesis de que no se sabÃa lo que iba suÂceder, y que tampoco estaba claro que no tuviesen motivos para no invadir Afganistán e Irak. Invirtieron ambos, poder yanqui y medios, la carga de la prueba que corre a cargo de quien afirma y no de quien niega. Pero lo sabÃan perfectaÂmente. A medida que las mentiras se amontonaban e iban aduciéndose razones en distintas direcciones: desde la de que Bush era un enviado de Dios, pasando por la cretinez de que querÃa vengar a su papá, hasta el disparate en sà mismo de proclamar que para apresar al malo tenÃa que paÂsarse por las armas a todo un paÃs... todo el mundo sabÃa, sabÃamos, qué iban a hacer y qué se propoÂnÃan, torturas inÂcluidas y atrocidades a mansalva. Máxime cuando habÃan alardeado ante el mundo del taller de atroÂcidades que teÂnÃan en Guatánamo...
De los medios, como en un estupendo artÃculo nos reÂcuerda en kaos anteayer un entrañable colaborador, decÃa Chesterton que son ellos mismos la censura.
"Se confÃa en los periódicos por ser portavoces de la púÂblica opinión. Pero recientemente algunos estamos convenÂcidos de que no son en absoluto tales. Son, por su propia naturaÂleza, juguetes de unos pocos hombres ricos. El capiÂtalista y el editor son nuestros tiranos que se han apoderado del mundo.Ya no hay quien piense que es necesaria la cenÂsura de la prensa. No necesitamos censura para la prensa. La prensa misma es la censura. Los periódicos se idearon para decir la verdad, pero existen para impedir que la verÂdad se conozca"... Nada ha variado. Al contrario.
Han pasado ya casi cien años desde que Chesterton esÂcribe esto. Y la cosa, lejos de remitir se ha agravado sobre todo en Estados Unidos, pionero en todo y actualmente en lo peor de lo peor...
Ya está bien de la hegemonÃa de los medios. Ya va siendo hora de darles la espalda definitivamente. No sólo no nos ayudan, como dice Chesterton: son nuestros enemigos prinÂcipales. Siguen existiendo para impedir que la verdad se conozca. Manipulan la verdad en todo. La sociedad en vigiÂlia debe empezar a librar luÂcha contra ellos sin cuartel. EmÂpecemos por dispensarles el mayor desprecio. Para eso teÂnemos la Internet. |
Re: La dictadura del periodismo
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per Ren |
25 ago 2004
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Las bases teoricas del control de masas ya fueron practicadas por los nazis y los rusos hace ya unos cuantos años. La cosa simplemente ha evolucionada y refinado. Es como los ordenadores. Comparad los de hace 15 años con el pentium 4 de ahora. Periodismo es control de masas |
Re: La dictadura del periodismo
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per maestro zen |
25 ago 2004
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Me parecen muy divertidos esos intelectualillos que se creen superiores al resto de sus semejantes. Que hablan de unas masas estúpidas que se lo creen todo. Y que a cada paso descubren el mediterráneo. Pues claro que la prensa está al servicio del poder. Siempre ha sido así.
¿No te suena Guy Debord "La sociedad del espectáculo" de 1957?
¿No has oido hablar del Gran Hermano en la novela "1984" de George Orwell, publicada en 1948?
Y hay antecedentes históricos más lejanos: por ejemplo el "J´Acusse" de Zola.
Estoy hasta los cojones de gente que se cree más lista que su vecino mongólico cuando descubre que al andar le llamar caminar. |
Re: La dictadura del periodismo
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per uno |
25 ago 2004
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En realidad a las masas y a muchos de nosotros nos resulta complicado pensar, dado que la cantidad de preocupaciones e intoxicaciones que padecemos a todos los niveles nos suelen impedir el acceso a los recursos dialécticos y mentales que nos permitan reflexionar, conocer las diversas causas y razones que mueven y provocan tantos y tantos conflictos y situaciones.
No es que existen intelectuales privilegiados, pero conviene apreciar las opiniones y las propuestas de algunas personas que tienen cierta experiencia, sabiduria y bondad para analizar, pensar y expresar sus dudas.
Nadie se cree mejor ni mucho más inteligente que nadie, pero algunos tiene la suerte de saber decir lo que algunos intuimos o vislumbramos entre tanta sombra y mentira.
Agradezco a Jaime Richart su capacidad y su entrega apasionada a la hora de compartir sus reflexiones y opiniones. |
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