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La sociedad como prostíbulo
22 ago 2004
LA SOCIEDAD COMO PROSTÃ?BULO

jr

21 Agosto 2004

Entre nosotros, en Occidente y principalmente en España donde el retraso respecto a la ética europea es también patente, la prostitución más común -es decir, la que se refiere al comercio sexual entre dos individuos- va perdiendo su connotación degradante afortunadamente tanto por efecto de la desdramatización de las prescripciones religiosas como por la mera revisión que, en las culturas abiertas, el paso del tiempo hace de las costumbres. Vivimos tiempos de notoria laxitud. Todo está permitido... menos, como siempre, enfrentarse a las instituciones y a los intereses de las empresas mastodónticas. Antes topábamos con la Iglesia. Hoy, con Telefonica, con Enron o con El Corte Inglés...

Pero, aunque sólo sea por motivaciones estéticas -extrínsecas al fin y al cabo- y aunque no ha desaparecido todavía totalmente la condena moral de la prostitución entendida como actividad en la que una persona pone precio a la cópula con otra, lo cierto es que la prostitución, en su sentido más indigno, afecta ya con fuerza y repulsivamente mucho más a otras múltiples relaciones humanas en las que no media el comercio carnal. Pero "oficialmente" el lema sigue siendo el mismo: estafe Vd, destruya a una o a mil familias, engañe, sea desleal con su hermano, con su pareja o con su amigo, trate como a un despojo a sus semejantes causándoles toda clase de males morales o reales: no importa; pero ni se le ocurra cobrar a otra persona por acostarse con Vd. Está mal visto.

Sin embargo el oficio más viejo del mundo puede terminar siendo una de las más hermosas actividades del ser humano, al lado de tanta corrupción de las cualidades positivas de éste; corrupción que se extiende y avanza ostensiblemente por días, en la sociedad...

Pues poco queda en el tráfico de cosas, servicios y aun de asistencia que no esté impregnado de un tinte prostituyente en el aspecto más degradante de la idea. Incluso en profesiones y actividades tradicionalmente honorables, como la abogacía, la medicina, el periodismo, la judicatura además del comercio propiamente dicho, y no se diga la política...

La sociedad occidental, regida cada vez más férreamente por las manipulables reglas del mercado, es un gran prostíbulo. Pocas actividades se libran del carácter odioso que hay en toda venta, ésta sí contra natura, de los afectos, de la amistad, de la confianza, de los sentimientos... de lo poco que de noble pueda haber en la condición humana.

Pues la venta que hace de sí una conciencia a otra conciencia o el sometimiento de una voluntad a otra voluntad, tanto si es por motivos lujuriosos (lujo, lo que excede de lo necesario) como por necesidad, a cambio de favores o dinero, por ejemplo, si se piensa un poco resulta ser mucho más denigrante en una persona y una personalidad que la entrega física del propio cuerpo en intercambio por un precio. Esta es al fin y al cabo algo casi natural, mientras que la venta de la conciencia propia es situarse por debajo del animal, que no la tiene.

El código moral (¿dónde está inscrito?) de la sociedad española está cambiando. Pero de momento todavía titubea. No hay más que echar un vistazo a uno de esos bochornosos programas televisivos donde asiduos periodistas constituídos en jueces morales de todo el que se somete al "tercer grado" -a cambio, claro está, de dinero- quitan toda la importancia a la prostitución corriente cuando llega el turno de presentarse de moderno, y a continuación ese o esa misma periodista acusa o reprocha con severidad al o la reo sometido casi a su antojo (porque cobra), de ejercer o haber ejercido... la prostitución.

Discernir hoy día lo que está bien de lo que no lo está, se está convirtiendo en un reto de funámbulos. Se van desdibujando aún más las tenues líneas que separaron siempre al bien del mal. Menos mal que nos queda la universal y eterna regla de que es máxima trangresión hacer a otro lo que uno no quiere para sí. Con esto debiera bastarnos, pero es deporte divertido transguedir lo que no tiene consecuencias materiales ni aritméticas...

Pero ¿y al Estado, a las personas jurídicas, a los bancos, a las instituciones, a las cosas de dominio público? ¿seguirán quedando por mucho tiempo razones sólidas "sociales" que prescriban respetarlos, aparte del temor a dar con nuestros huesos en prisión? Para la cohesión de la sociedad y la felicidad de los ciudadanos -máxima aspiración de la ética política clásica- ¿bastará, y será deseable, llenarnos de policías de toda clase? Para preservar la propiedad privada, ¿será preciso además agravar progresivamente las penas en los códigos penales? Porque a este paso, media sociedad va a terminar en la cárcel y la otra mitad en manicomios reinstaurados...

Creo que debemos empezar viendo prostitución mucho más en tantas y tantas actitudes que en la sociedad están envilecidas, que en acostarse dos personas por precio estipulado. El envilecimiento, la paulatina desaparición de la confianza en las transacciones y los compromisos, el temor a nuestro vecino, el odio más o menos contenido entre los excesivamente acomodados y los desesperados o la repulsa al inmigrante, así como trastornos generalizados del sentimiento y los afectos, envenenan sin duda mucho más a la sociedad que el sida y las enfermedades sexuales consecuencia de la prostitución corriente...

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Comentaris

Re: La sociedad como prostíbulo
22 ago 2004
Pues sí, hay prostitución en sentido amplio, empezando por el turismo (esa forma de prostituir la hospitalidad con el forastero) y acabando con las ETTs, que son las alcahuetas del empleo.
Pero creo que no se puede igualar el "trabajo sexual" con el resto de actividades humanas, mal que les pese a los progresistas reformistas disfrazados de "radicales liberados".
Al fin y al cabo, la libertad sexual es tener sexo libremente, y hacerlo por dinero no es muy libre que digamos.
Y en un trabajo por muy jodidos que estemos por los jefes y el sistema, luego fuera del horario laboral (si no estamos muy cansados) podemos tener actividad erótica con quien queramos y gratis...
Las prostitutas pierden incluso ese placer gratuito (de los pocos que quedan ya).
Re: La sociedad como prostíbulo
08 des 2005
La pregunta: Saal, cómo sabes que las prostitutas perdemos el placer de lo erótico fuera de nuestro horario laboral??? Nada más lejos de la realidad. La afirmación es tan absurda como pensar que un chef no disfruta de una buena comida porque cocinar es su trabajo. O que una persona que trabaja cuidando niños no disfruta de sus hijos. La libertad sexual es tener sexo libremente tienes razón y el trabajo sexual es una actividad laboral como otra, es decir, tu grado de satisfacción depende de tus condiciones de trabajo. Esa es nuestra lucha, dejar de ser perseguidas como delincuentes o salvadas desde la moral tratadas de victimas sin poder de decisión. Los derechos que pedimos nos harán más fuertes frente a quienes pretendan aprovecharse de nuestro trabajo. Por tu escrito parece que olvidaras que las prostitutas, fuera de nuestro trabajo somos amigas, parejas, esposas, madres, hijas, en suma, mujeres de carne y hueso con relaciones afectivas y muchos más intereses, deseos y sueños de los que a simple vista presupones.

Un beso (gratis y sexualmente libre)
Sindicat Terrassa