LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA Y EL MONOPOLIO DEL GÉNERO...
GRAMATICAL
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Por género se entiende una
construcción simbólica que alude al conjunto de atributos socioculturales
asignados a las personas a partir del sexo y que convierten la diferencia
sexual en desigualdad social. La diferencia de género no es un rasgo
biológico, sino una construcción mental y sociocultural que se ha elaborado
históricamente. Por lo tanto, género no es equivalente a sexo;
el primer término se refiere a una categorÃa sociológica y el segundo a una
categorÃa biológica.
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La importancia del concepto de género
radica en hacer visible el supuesto ideológico que equipara las diferencias
biológicas con la adscripción a determinados roles sociales. El concepto
nació, precisamente, para poner de manifiesto una relación desigual entre
los géneros (mujeres y hombres, entendidos como sujetos sociales y no como
seres biológicos). AsÃ
surgieron
los Estudios de Género que cuentan con una corta, pero intensa
trayectoria como disciplina tanto en España como fuera de ella y que, si
bien se han centrado en el papel social que se le ha atribuido y se le
atribuye a las mujeres -dado que partieron del ámbito feminista-, ahora
empiezan también a centrarse en el estudio del papel de los hombres como
género. Afortunadamente, muchos hombres comienzan a estar interesados en
desmontar la visión androcéntrica –por parcial, incompleta e injusta- que ha
dominado todas las disciplinas humanas desde sus inicios hasta nuestros
dÃas: desde la filosofÃa y la historia, pasando por el arte, la literatura,
la polÃtica, el derecho, la sociologÃa, la psicologÃa, la ciencia, etc. y,
como no, la lingüÃstica; y que ha impregnado el pasado y el presente del
pensamiento “objetivo� y “subjetivo� de las personas y de las sociedades.
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El lenguaje es una de las máximas expresiones
de las ideas y del pensamiento humano y los conceptos que en él se
encierran, sirven para describir, encuadrar y comprender la realidad y, una
vez fijados y establecidos, también afectan a la manera en que percibimos
dicha realidad. En la práctica y metafóricamente hablando, el lenguaje puede
ser masculino, femenino o neutro, depende de la perspectiva de género
que adoptemos a la hora de hablarlo, limpiarlo, fijarlo y abrillantarlo.
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La mayor violencia es el
asesinato, pero también lo es silenciar a la mitad de la humanidad. Si
antaño el revuelo feminista obligó a la Real Academia a revocar
determinadas acepciones y a rebajar la testosterona del léxico, lo
importante se ha quedado en los arrabales del concepto sin penetrar su
centro. Lo polÃticamente correcto parece no haber transcendido el eje del
discurso más allá del “compañeros y compañeras� y de hablar de “género
humano� en lugar de “el hombre�, que sospechosamente, la RAE en el Avance de
su vigésima tercera edición se apresura ahora a enmendar, incluyendo por
primera vez en el Diccionario la voz género humano, y definiéndola
como “conjunto de todas las personas�, no sea que las feministas vengan
ahora con reclamaciones aduciendo que existen desigualdades entre los dos
géneros.
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El Pleno de la  Real Academia Española, 3
mujeres y 37 hombres, ha elaborado un informe sobre la expresión
violencia de género y una recomendación dirigida el gobierno para que no
la utilice al redactar el “Proyecto de Ley integral contra la violencia de
géneroâ€?. CabrÃa preguntar a los Sres. Académicos con cuántas especialistas
en el campo académico de los Estudios de Género cuenta la Comisión de
Vocabulario CientÃfico y Técnico de la RAE o, en su defecto, y como
recomienda explÃcitamente la propia Academia antes de tomar sus decisiones,
con cuántas personas estudiosas y de reconocida solvencia en el tema, ha
consultado antes de afirmar alegremente que en español no existe tradición
de uso de la palabra género nada más que para referirse a género
gramatical o al concepto de género entendido como “conjunto de seres
establecido en función de caracterÃsticas comunesâ€? y “clase o tipoâ€?.
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Resulta, cuando menos sospechoso, que la
Academia ignore largos años de trabajos cientÃficos realizados por mujeres y
que, a pesar de reconocer la existencia del término género en el
sentido expuesto en los prolegómenos de este artÃculo y de describirlo de
forma explÃcita e inequÃvoca en su informe frente al concepto de sexo,
concluya con un paradójico: “es obvio que debe decirse sexo y no
género�.
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Analizar los problemas desde una
perspectiva de género no es lo mismo que analizar los problemas desde
una perspectiva de sexo, a no ser que queramos referirnos a divisiones
biológicas atendiendo a determinados atributos genitales, que incidamos en
aspectos eróticos o que tratemos temas pornográficos. La mención de la
Academia a las expresiones sexo fuerte/sexo débil como única
fuente a citar y como única aportación conceptual que reconoce a la
“tradición cultura española� en este tema, es un insulto para
investigadoras, feministas, centros de estudios, cátedras y universidades
que durante los últimos veinte años vienen analizando con rigor estas
cuestiones y han aportado una ingente cantidad de ideas, estudios serios y
publicaciones cientÃficas.
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Existen numerosas monografÃas, publicaciones
periódicas y una cuantiosa “literatura gris� que corrobora la existencia
de esa “inexistente�
tradición cultural española. Dejando al margen los miles de artÃculos,
seminarios, tesis, documentos administrativos, etc. le hubiera bastado a la
Academia consultar el ISBN español (Ãndice de libros publicados en España)
donde solamente, y en referencia al tÃtulo -no ya al contenido donde las
cifras crecerÃan exponencialmente-, de 487 libros disponibles, 273 aluden al
concepto de género con la acepción que la Academia niega. Es decir,
un irrisorio e inexistente 56,4%, frente a un 43, 6% que
agrupa al resto de las acepciones que la RAE sà reconoce.
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Además, la exigua y vergonzosa documentación
que aporta la Academia a la hora de decantarse por el uso de sexo en
lugar de género no sólo supone un gran desprecio para las mujeres,
las investigadoras y otros estudiosos del tema, sino un grave desprestigio
para los lingüistas.
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La RAE analiza las diversas expresiones
usadas en español para referirse a los conceptos de: violencia doméstica,
violencia de género, violencia contra las mujeres, etc.
limitándose a citar la documentación que aparece en Internet haciendo uso
del buscador Google y la que resulta de CREA (Corpus de Referencia de
Español Actual), base de datos creada por la propia Academia y que reúne
textos completos de libros, publicaciones y otros ejemplos del lenguaje
oral, con el fin de valorar la frecuencia de uso de términos y expresiones.
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Pues bien, lo que analiza la Academia no es
la frecuencia de uso del concepto género, sino de la expresión
violencia de género frente a otras como violencia doméstica y,
hay que tener en cuenta que ambos términos no son sinónimos.
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Sabido es que los buscadores indexan las
palabras de forma automática rastreando la World Wide Web y que Google
utiliza un indexador automático llamado PageRank cuyo algoritmo, muy
complejo, no sólo computa las apariciones de un término, sino que tiene en
cuenta la estructura de los enlaces como indicador del valor de una página
web, junto a otros elementos como una valoración cualitativa que se
refleja en una mayor puntuación dependiendo de la importancia que tenga el
sitio web que emita el documento en cuestión. Si las agencias de
prensa difunden por la red una misma noticia haciéndose eco de las
declaraciones de determinado polÃtico que ha utilizado una expresión
concreta, dicha expresión aparecerá en cientos de periódicos a lo largo y
ancho de la red, y los buscadores la registrarán como tal cientos de veces.
Es de suponer que los periódicos ocupen un rango de página muy alto y
que, por tanto, la aparición de cierto tipo de expresiones en los medios de
comunicación esté sobrevalorada frente al uso no sólo en otros medios
escritos como libros, artÃculos, etc. y, por supuesto gran parte de
documentación que no aparece en la red o no está preparada para ser leÃda de
forma automática por los indexadores que rastrean la WWW, sino también en
otras webs con menor valoración para PageRank.
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Cuando las frecuencias de uso en la Web
tanto del término violencia doméstica como del término
violencia de género son tan elevadas, habrÃa que descartar esta fuente
como indicador para decantarse por la utilización de una u otra expresión,
ya que los documentos de la Web
se actualizan constantemente y las cifras oscilan por momentos. Resulta
cómico que haya sido la propia Academia la que haya igualado la frecuencia
de uso de las dos expresiones violencia doméstica y violencia de
género al difundir su informe por la Web y titularlo, precisamente,
"Informe sobre la expresión Violencia de género". (1.880 noticias
frente a 1.740 respectivamente, dos dÃas después de difundir su informe y a
fecha 31 de mayo).
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De hecho, lo único que demuestra la RAE con esta "incursión bibliométrica"
es que tanto el término violencia doméstica como el término
violencia de género SE USAN ampliamente, y que muchas veces se
utilizan como sinónimos y se intercambia la denominación con el fin de no
parecer redundantes y para enriquecer la forma de expresión. De cualquier
forma, habrÃa que analizar los contextos en los que aparece cada una de
estas expresiones, más allá de una elemental o interesada apreciación.
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Y en cuanto a la documentación extraÃda de su
base de datos CREA, en donde la Academia se limita a contabilizar los datos
en bruto sin el más mÃnimo análisis, los propios académicos se sorprenderÃan
si hubieran analizado las veces que aparece la palabra género no en
el sentido de “clase� o “género gramatical�, sino aludiendo al concepto de
género como construcción social asignada a las personas en razón del
sexo. AsÃ, si buscamos la palabra género en relación con las
categorÃas temáticas que la misma RAE establece para acotar las búsquedas,
encontramos significativos y cuantiosos ejemplos del uso del término
género en el sentido que nos ocupa, incluyéndose no sólo dentro de temas
como mujer, desarrollo, empleo, polÃtica, educación, etc; sino también en
categorÃas como ciencias y tecnologÃa.
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El concepto de género ha
dejado de ser un término técnico y se ha introducido en el lenguaje común.
Al fin y al cabo, el término
género no difiere tanto de otro concepto similar: el concepto de
clase. Clase también se refiere a una categorÃa sociológica y
cualquier persona entiende perfectamente lo que significa clase
aunque eludamos el término social. La voz clase ha tenido un
recorrido histórico similar al término género hasta que se empezó a
utilizar en sociologÃa, economÃa, polÃtica y ciencias afines con el sentido
de clase social. Si hablamos de violencia de clase, cualquier
oyente comprende a qué nos estamos refiriendo e interpreta rápidamente que
clase se refiere a una categorÃa social que implica que existen
clases sociales y que hay desigualdades entre ellas.
Curiosamente, clase, en cierta forma, es análoga a género
porque tiene el sentido tanto de abarcar la generalidad como de aludir a
cada uno de los grupos que la componen.Â
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La RAE sólo hace referencia a la frecuencia
de uso, y deja de lado aspectos semánticos de gran importancia para
categorizar los conceptos que han de ser fijados y aclarados de una vez por
todas para que no puedan producirse equÃvocos legales o categoriales. Su
propuesta de denominación “Ley Integral contra la violencia doméstica o por
razón de sexoâ€?, es inapropiada y carece de fundamentos lingüÃsticos.
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Si lo que pretendemos es categorizar los
tipos de violencia contra las mujeres para tratar los datos estadÃsticos
para su posterior análisis desde un punto de vista legal, sociológico,
policial, administrativo, cientÃfico, etc. y los que es más importante, para
buscar soluciones a un problema real como el que nos ocupa, debemos tener en
cuenta que el término violencia de género engloba tanto la violencia
producida en el ámbito doméstico, como la que ocurre fuera de él; y que, a
su vez, la violencia doméstica no obligatoriamente se corresponde con
el concepto de violencia de género, puesto que existe también
violencia en el ámbito doméstico que no tiene nada que ver con cuestiones de
género, como es la violencia contra los menores, los mayores, los hombres,
etc.
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La categorización serÃa la siguiente:
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Por un lado distinguirÃamos:
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A. Violencia de género:
    1. en el ámbito doméstico
  2. fuera del ámbito doméstico
(discriminaciones laborales contra las mujeres, agresiones sexuales, trata
de mujeres, etc.)
B. (… otros tipos de violencia)
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Y por otro lado diferenciarÃamos:
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1. Violencia doméstica:
    1.1. contra la pareja
           1.1.1. contra las mujeres
(sólo en este caso, la violencia doméstica está englobada dentro del
grupo A. Violencia de género)
            1.1.2. contra los hombres;
    1.2. contra los menores
    1.3. contra los mayores
    1.4. otros
2. Violencia fuera del ámbito doméstico
(…)
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Asà pues, si se acepta la propuesta de la
Academia que es utilizar en la Ley la expresión violencia doméstica,
caeremos en un limbo semántico que tendrá repercusiones para el análisis
estadÃstico, legal y conceptual al dejar al margen la causa real por la que
se cometen estos atropellos, puesto que para dicha categorización, el
concepto de género es vital. De lo que estamos tratando es de la
violencia contra las mujeres en el ámbito doméstico por razones de género
y, por lo tanto, la ley deberÃa denominarse: LEY INTEGRAL CONTRA LA
VIOLENCIA DE GÉNERO EN EL �MBITO DOMÉSTICO (o simplemente Ley integral
contra la violencia de género, si se quiere legislar más allá de este
ámbito).
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Y para concluir, ya que
en estas fechas tiene lugar la Feria del Libro, recomendarÃa a los Sres.
Académicos que aprovecharan tal oportunidad y leyeran cualquiera de los 273
tÃtulos recogidos en el ISBN español sobre género no gramatical,
puesto que existen otros géneros, sin género de dudas.
Y si aun asà consideran que toda esta bibliografÃa es poco
convincente, les animo a inscribirse en cualquiera de los cursos que
imparten las universidades públicas españolas sobre Estudios de Género
no gramatical. |