Barbarie o globalización - II - Indymedia Barcelona

Imprès des de Indymedia Barcelona : http://barcelona.indymedia.org/


Anàlisi :: globalització neoliberal
Barbarie o globalización - II
per Julio Carrreras (h) Correu-e: julio-h ARROBA riseup.net (no verificat!)	17 jul 2004
La crisis de los imperios a través de una interpretación ecológica y social
Segunda Parte 7. ExpansiÃ³n de Occidente Los primeros reinos europeos que se convertirÃan en potencias imperiales serÃan EspaÃ±a y Portugal. Pero ambos sucumbirÃan muy pronto ante el pujante desarrollo de otra potencia: Inglaterra. Esta concentrÃ³ y desarrollÃ³ al mÃ¡ximo la utilizaciÃ³n del recurso clave creado por los bÃ¡rbaros, la tÃ©cnica. Debido a su cercanÃa y admiraciÃ³n por las tradiciones romanas, los ibÃ©ricos habÃan ido desechando paulatinamente este recurso. Los ingleses, en cambio, fÃ©rreamente limitados por su realidad geogrÃ¡fica, iban a desarrollar al mÃ¡ximo su aprovechamiento. Inglaterra era hacia el siglo XVII una isla densamente poblada, que habÃan convertido en un organizado sistema de producciÃ³n alimentaria. Se habÃan esforzado por desarrollar al mÃ¡ximo la agricultura, la industria y el comercio, para satisfacer las demandas de una poblaciÃ³n creciente hasta la asfixia. Este crecimiento poblacional abrumador obligÃ³ la reflexiÃ³n de las clases dominantes, que obtuvieron respuesta a sus preocupaciones en la exportaciÃ³n masiva de ingleses a otros territorios. En A Plain Pathwy to Plantations (publicado en 1624) Richard Eburne escribiÃ³: "En verdad, es algo casi increible de relatar, e intolerable de contemplar, cuÃ¡n grande es, en cada localidad y ciudad, sÃ, en cada parroquia y aldea, el nÃºmero de personas que, por falta de sitios cÃ³modos donde habitar, levantan casuchas junto a la carretera y meten las cabezas en todos los rincones. Esto provoca sobrecarga y abatimiento en los vecindarios invadidos al presente, y acarrearÃ¡ desorganizaciÃ³n y conflictos en la comarca entera en un futuro muy prÃ³ximo de continuar su tendencia si no se afronta el problema. Esto Ãºltimo podrÃa hacerse ventajosamente desde el gobierno, si tales personas fuesen trasladadas hacia otras regiones externas, donde podrÃan incrementar notablemente sus propiedades y aliviar y despoblar las nuestras al mismo tiempo." Los hombres mÃ¡s influyentes de Inglaterra aprobaron esta soluciÃ³n y la convirtieron en polÃtica de estado. A partir de entonces comenzÃ³ la exportaciÃ³n de ingleses hacia otras tierras. Para posibilitar ello debÃan conquistarlas y lo hicieron. Mediante la ocupaciÃ³n de AmÃ©rica los ingleses pudieron garantizar, entonces, la continuidad de su civilizaciÃ³n. Las contradicciones entre clases que habÃa comenzado a preocuparlos hacia 1600 encontrarÃan pues, en las colonias, una vÃ¡lvula de escape excepcional. Las tierras de AmÃ©rica fueron codiciadas y ocupadas por otros europeos en expansiÃ³n. Franceses y holandeses habÃan emprendido mÃ¡s o menos simultÃ¡neamente la conquista. Entonces los colonizadores ingleses debieron ocuparse tambiÃ©n de consolidar un espacio adecuado para el desarrollo de su nicho particular. La tÃ©cnica aplicada exitosamente en Inglaterra para maximizar la productividad fue exportada intacta al nuevo mundo, lo cual producirÃa a mediano plazo rÃ©ditos extraordinarios. Dos siglos de crecimiento sostenido provocaron la independencia de los colonos norteamericanos, que se lanzaron entonces a la conquista soberana de todo aquel ancho territorio. Para ello debieron despojar completamente a los americanos originales, diversas comunidades aborÃgenes que fueron exterminadas por la combinaciÃ³n fatal de una civilizaciÃ³n para ellos inextricable, con recursos bÃ©licos de superioridad abrumadora. SimultÃ¡neamente los conquistadores fueron desembarazÃ¡ndose, tambiÃ©n, de los demÃ¡s ocupantes europeos del territorio que ambicionaban. En 1803 compran a NapoleÃ³n I, por 15 millones de dÃ³lares, el territorio de la Luisiana. En 1819 logran que EspaÃ±a les venda Texas. En 1867, bajo intensa presiÃ³n de los Estados Unidos, Rusia cede Alaska. El hegemonismo econÃ³mico y militar de los ambiciosos anglosajones se perfilaba de un modo evidente. La expansiÃ³n territorial se consolidarÃa con el despojo a MÃ©xico de mÃ¡s de mitad de su territorio original (1), y el asentamiento de sus pretensiones a travÃ©s de la instalaciÃ³n de bases militares en Cuba y Puerto Rico. El imperio fundado por los norteamericanos ha sido sin lugar a dudas el mÃ¡s poderoso y afortunado de toda la historia, hasta hoy. Conocedores de tÃ©cnicas adecuadas para extraer a la naturaleza el mÃ¡ximo de beneficios posibles, contaron ademÃ¡s con inmensas extensiones de tierras, que pudieron usurpar prÃ¡cticamente sin esfuerzo, debido a la disponibilidad de un ejÃ©rcito altamente preparado para la guerra de conquista. (1) El 24 de marzo de 1846, una fuerza militar estadounidense al mando del general Taylor cruzÃ³ el rÃo Nueces y avanzÃ³ por territorio mexicano. Era el comienzo de uno de los mayores latrocinios de la historia, que culminarÃa dos aÃ±os despuÃ©s con la anexiÃ³n de Texas, Nuevo MÃ©xico y California. 1.350.000 kilÃ³metros cuadrados de tierra feraz, prÃ¡cticamente sin explotar, donde "poco antes" los estadounidenses habÃan descubierto "por casualidad" los mayores yacimientos de oro de todo el Norte de AmÃ©rica. 8. Cima y decadencia El imperio norteamericano llevarÃa un ritmo creciente a lo largo de todo el siglo XIX y la primera mitad del XX. Tiempos de prosperidad y optimismo, parecÃa que todo lo que se propusieran les resultarÃa posible. Participando con astucia en las dos guerras mundiales, a las que ingresaron cuando el enemigo ya estaba desgastado, lograron convertirse en los garantes de Europa y los Ã¡rbitros del mundo. Desde entonces ubicaron a la cola de sus proyectos a sus aliados europeos y todavÃa mÃ¡s a las naciones vencidas, Alemania y JapÃ³n. Estados Unidos se convirtiÃ³ entonces en el paÃs mÃ¡s rico y avanzado del mundo, el lugar donde cualquier persona con un poco de ambiciÃ³n y voluntad podÃa llegar a ser feliz, segÃºn su extendida propaganda subliminal. Pero no todos los recursos necesarios para seguir ampliando el confort norteamericano podÃan alcanzarse con tÃ©cnica o astucia. Pronto el crecimiento demogrÃ¡fico provocarÃa en los estadounidenses esta sensaciÃ³n de apiÃ±amiento que se les ha hecho familiar hoy. A finales de la Segunda Guerra Mundial se comenzaban a sentir tales sÃntomas, que fueron enfrentados con una inteligente polÃtica por parte de las clases dominantes. Se le llamÃ³ "New Deal". Un flujo de capitales sin precedentes se volcarÃa entonces para mejorar la performance tecnolÃ³gica de todas las empresas estadounidenses, lo cual produjo una disponibilidad de recursos extraordinaria, renovando las esperanzas de prosperidad ilimitada. Hacia 1970 se habÃan agotado los recursos para este intento: su talÃ³n de aquiles no tardÃ³ en aparecer. Se llamaba -se llama- "recursos energÃ©ticos". O, mÃ¡s especÃficamente, "petrÃ³leo". El bienestar de Occidente se construyÃ³ sobre el requisito de la energÃa barata. Todas las civilizaciones anteriores usaron energÃa cara, por lo general mano de obra humana complementada con algo de trabajo animal. La energÃa es poder para efectuar el trabajo. Resulta imprescindible para la construcciÃ³n de un nicho humano amplio y civilizado. La incapacidad para descubrir fuentes de energÃa alternativa condujeron al estancamiento del Imperio Romano. DependÃan de esclavos para fabricar y trasladar cosas, asÃ como para prestar servicios imprescindibles en una sociedad altamente civilizada. Esto exigÃa que un altÃsimo porcentaje de la poblaciÃ³n estuviera condenada a ser siempre pobre. Este elevado costo de la energÃa provocaba, ademÃ¡s, un Ãndice de productividad industrial extremadamente bajo. Hasta el punto de resultar insuficiente, al convertirse las ciudades en verdaderos hormigueros humanos, con crecientes demandas de suministros variados. Los negocios romanos difÃcilmente podÃan permitir la acumulaciÃ³n suficiente para generar un gran capitalismo. Tales ingresos, proporcionalmente modestos, significaban coeficientes impositivos restringidos. Lo cual traÃa como consecuencia gobiernos con bajos presupuestos, estancamiento en la tecnologÃa militar y desmoronamiento progresivo de la inmensa estructura, montada durante las conquistas. Una civilizaciÃ³n pobre en energÃa, es incapaz de solventar los costos de una burocracia grande y compleja, abasteciendo, ademÃ¡s, a una poblaciÃ³n creciente. Tarde o temprano tiene que entrar en crisis, y para intentar una salida puede empezar a dar golpes desesperados. Los bÃ¡rbaros que derribaron a Roma contaban, a poco de iniciar su proceso civilizatorio, con una base tecnolÃ³gica considerable. Una vez establecida la RevoluciÃ³n Industrial, esta civilizaciÃ³n descubriÃ³ que las AmÃ©ricas podÃan absorber los habitantes que sobraban. La multiplicaciÃ³n sin lÃmites de la poblaciÃ³n europea, a la vez que despojaba de sus espacios vitales a otras sociedades menos tecnificadas, consistituirÃa pronto la base sobre la que se consolidarÃa el exitoso modelo occidental de desarrollo. Habiendo descubierto cÃ³mo utilizar el carbÃ³n fÃ³sil y el petrÃ³leo, para hacer el trabajo que en civilizaciones anteriores hacÃan los esclavos, multiplicando su efectividad en millones, sentaron las bases para la acumulaciÃ³n de riquezas nunca conocidas. Fue este botÃn de energÃa fÃ³sil lo que permitiÃ³ a Occidente llegar casi a la eliminaciÃ³n de la pobreza en sus territorios, pese a una poblaciÃ³n en constante crecimiento. Una gran parte de sus ciudadanos se volvieron ricos, acostumbrÃ¡ndose a vivir en un nicho muy amplio y confortable, provisto por las nuevas tecnologÃas. Si uno compara el nivel de confort disponible para un obrero francÃ©s del siglo XX, con el de un seÃ±or feudal de diez siglo atrÃ¡s, puede calibrar la magnitud del progreso econÃ³mico obtenido. Pero todo esto -desde el telÃ©fono hasta la calefacciÃ³n, pasando por los alimentos- ha sido posible gracias a la disponibilidad de un gran caudal de energÃa barata. El ascenso de los bÃ¡rbaros occidentales dependiÃ³ esencialmente de su capacidad para producir alimentos econÃ³micos. En tiempos del feudalismo, el bajo costo dependÃa de nuevas tÃ©cnicas agrÃcolas, relacionadas con especies vegetales nuevas y rotaciÃ³n de los cultivos. Esto era suficiente para poblaciones moderadas, pero no hubiese alcanzado jamÃ¡s para las inmensas concentraciones urbanas que se fueron desarrollando. Luego se obtendrÃa el gran excedente alimentario proviniente de las colonias americanas, lo cual contribuyÃ³ de un modo importante a la concentraciÃ³n de los habitantes europeos en las ciudades, su creciente especializaciÃ³n tÃ©cnica y una elevaciÃ³n en su nivel de vida. El gran hallazgo, que originarÃa la posibilidad de producir alimentos en gran escala, serÃa la aplicaciÃ³n de la energÃa barata a la explotaciÃ³n agropecuaria. Tractores, cosechadoras, sembradoras, y sobre todo los fertilizantes quÃmicos, redujeron los costos de la producciÃ³n alimentaria, incrementando simultÃ¡neamente la provisiÃ³n total. El bajo costo de los alimentos, pues, pasÃ³ a depender por completo del caudal de energÃa barata que se pondrÃa al servicio de Occidente. El desarrollo trajo una nueva agricultura, sobre un sostÃ©n quÃmico, dependiente absolutamente de la energÃa barata, obtenida principalmente del petrÃ³leo. Â¿Hasta quÃ© punto dependen los paÃses industrializados del petrÃ³leo y sus derivados? Esta pregunta puede responderse seÃ±alando todo lo que se fabrica en base a los hidrocarburos: aceite para calefacciÃ³n, grasas, ceras, asfaltos; ademÃ¡s, aeronaves, automÃ³viles, embarcaciones, pegamentos, resinas plÃ¡sticas, pintura, ropa de poliÃ©ster, zapatillas deportivas, juguetes, tintes, aspirinas, desodorantes, maquillajes, discos, computadoras, televisores, telÃ©fonos. Cada dÃa, millones de personas usan gran parte de los mÃ¡s de cuatro mil artÃculos o productos derivados del petrÃ³leo que han puesto su signo en la vida contemporÃ¡nea. La ingenierÃa ecolÃ³gica que permitiÃ³ elaborar las variedades alimentarias contemporÃ¡neas puede sostenerse, Ãºnicamente, si no se interrumpe el gran flujo de energÃa barata utilizada hasta hoy. Esto es, como se sabe, absolutamente imposible. El botÃn de combustible fÃ³sil sobre el que se construyÃ³ la prosperidad de los paÃses industriales estÃ¡ llegando ya a su final. Cerca de la mitad del petrÃ³leo fue consumido ya por Occidente. Los mejores yacimientos carbonÃferos estÃ¡n agotados. Mientras tanto, poblaciones muy numerosas se han acostumbrado a la corriente elÃ©ctrica, los automÃ³viles, los alimentos hÃbridos, el confort tecnolÃ³gico, en fin, todos elementos para cuya producciÃ³n o sostenimiento se requieren Ãndices elevadÃsimos de combustibles fÃ³siles. Pero a la exorbitante absorciÃ³n de energÃa de Occidente se suman con velocidad creciente los requerimientos de inmensas masas poblacionales del Tercer Mundo, como las de China, AmÃ©rica Latina o La India, arribando un poco tarde pero no por ello con menos apetencias al nicho occidental. De tal modo, el mundo se estÃ¡ quedando ya sin disponibilidad de energÃa barata, tendencia que no harÃ¡ otra cosa que acentuarse mÃ¡s y mÃ¡s. Los precios del petrÃ³leo alcanzarÃ¡n en un corto plazo niveles que resultarÃ¡n inalcanzables. Salvo que se domine los Ãºltimos yacimientos y se los administre despÃ³ticamente, para favorecer solamente a las naciones dominadoras. Junto a esta elevaciÃ³n en los costos energÃ©ticos viene el encarecimiento, tambiÃ©n, de los alimentos y el costo de la vida en las franjas civilizadas. AÃºn las especies vegetales hÃbridas serÃ¡n cada vez mÃ¡s caras, impidiendo incluso que puedan disponer de ellas los paÃses pobres. Y al mismo ritmo en que se vayan abandonando los cultivos de estas especies se producirÃ¡ un alza creciente de los precios en el mercado, multiplicando la pobreza en el mundo entero. Ante este panorama, la humanidad tiene al parecer Ãºnicamente dos caminos posibles. Uno es reducir y redistribuir sus potenciales energÃ©ticos, llevÃ¡ndolos a niveles admisibles, mientras emprende con decisiÃ³n la sustituciÃ³n de recursos. O cae bajo el control de los paÃses mÃ¡s ricos y mejor armados, que establecerÃ¡n Ã¡reas de prosperidad temporaria, junto a suburbios cada vez mÃ¡s pauperizados y carentes de toda tecnologÃa. 9. Guerra nuclear Desde el comienzo de la utilizaciÃ³n masiva de dos inventos chinos -la imprenta y la pÃ³lvora- (1) llevadas a su mÃ¡ximo desarrollo en Occidente, ninguna naciÃ³n imperialista ha podido conservar ventajas tÃ©cnicas el tiempo suficiente como para asegurarse una conquista. Los alemanes, con Hitler a la cabeza, estuvieron a punto de lograrlo por Ãºltima vez. Pero ni siquiera con su fulminante blitzkrieg, lograron evitar que sus enemigos aprendieran sus mÃ©todos y encontraran otra soluciÃ³n militar, en un tiempo suficientemente breve como para derrotarlos. Mas la invenciÃ³n de bombas nucleares, volando hacia sus objetivos en cohetes teledirigidos, ha cambiado sustancialmente las condiciones de la guerra. Este potencial terrible permite destruir a distancia y sistemÃ¡ticamente la resistencia militar de un paÃs, incluyendo a su poblaciÃ³n. Por cruel que parezca, esto puede resultar una ventaja adicional para el conquistador (los imperios pocas veces se detuvieron por consideraciones morales en su historia). Una victoria veloz, un territorio con poca gente habitÃ¡ndolo: tales fueron los objetivos ideales de toda conquista militar imperialista, siempre. El ataque nuclear liberarÃa, pues, a los conquistadores del engorroso problema de dar ubicaciÃ³n u ocuparse del status social de los derrotados. SÃ³lo habrÃa que desembarazarse de sus cadÃ¡veres. Ahora bien, podrÃamos preguntarnos si es apetecible, para un paÃs agresor, la ocupaciÃ³n de un paÃs impregnado radioactividad. Los estrategas ya contestaron esta inquisiciÃ³n, luego de un anÃ¡lisis concienzudo de la realidad. Y su respuesta es "sÃ". Una vez que el paÃs elegido como vÃctima fuera convertido en un cementerio radioactivo, es posible aprovechar la mayor parte de su territorio en un lapso de sÃ³lo veinte aÃ±os. Este periodo resulta pequeÃ±o, si consideramos los periodos de tiempo normales en que suele desarrollarse cualquier proceso histÃ³rico. Comprobaciones empÃricas han demostrado que veinte aÃ±os despuÃ©s de haber sido bombardeada masivamente con armas nucleares, la tierra recupera su fauna y su flora prÃ¡cticamente con la misma vitalidad previa a su destrucciÃ³n. Los estrategas han seÃ±alado incluso que, si los atacantes apuntaran exclusivamente a las ciudades, para eliminar a la poblaciÃ³n, los campos de cultivo podrÃan ser utilizados casi inmediatamente despuÃ©s de terminado el exterminio de ciudadanos enemigos. Ahora bien, si el objetivo es el dominio de fuentes de energÃa, como el petrÃ³leo, el carbÃ³n o el gas, una buena parte del paÃs conquistado podrÃa utilizarse de inmediato. La riqueza subterrÃ¡nea permanecerÃa intacta, luego de cualquier ataque nuclear, por intenso que este fuese. Y difÃcilmente alguien se interesarÃa por enfrentarse con un paÃs que exhibiese tamaÃ±a capacidad de destrucciÃ³n. RazÃ³n por la cual una blitzkrieg nuclear ha venido a significar hoy el camino mÃ¡s conveniente para las potencias con capacidad para efectuarla. MÃ¡xime teniendo en cuenta que el problema principal que aflige a dichas potencias, hoy, es el agotamiento a muy corto plazo de sus reservas energÃ©ticas estratÃ©gicas. Y el peligro que representa para ellas la multiplicaciÃ³n de la demanda de energÃa en los incipientes sistemas tecnificados de las ciudades tercermundistas. (1) ...en 751... a orillas del rÃo Chu... salieron vencedores los Ã¡rabes[...] Entre los prisioneros chinos [...] habÃa algunos que conocÃan el secreto de la fabricaciÃ³n del papel (tÃ©cnica descubierta en China al menos seiscientos cincuenta aÃ±os antes). [...]...la manufactura del papel se extendiÃ³ a Samarkanda y a Bagdad, desde allÃ pasÃ³ a Damasco, El Cairo y Marruecos y posteriormente entrarÃa en Europa a travÃ©s de Italia y EspaÃ±a. (Historia Universal. Tomo 2. "El mundo medieval". John A. Garraty y Peter Gay, de la Universidad de Columbia, EE.UU. Bruguera, EspaÃ±a, 1981. [...]...en 919, los chinos descubrieron la pÃ³lvora. (Isaac Asimov. CronologÃa del mundo. Ariel Ciencia. Colombia, 1991. 10. Los bÃ¡rbaros contemporÃ¡neos El aÃ±o 2.000 encontrÃ³ a la humanidad embarcada dentro de un proceso en el cual pueden seÃ±alarse tres caracterÃsticas nÃtidamente destacadas: 1)La inmensa acumulaciÃ³n de riqueza en las clases dominantes de los paÃses civilizados, contrastando con la creciente pauperizaciÃ³n de sectores cada vez mayores de la poblaciÃ³n mundial. 2)El crecimiento inusitado de las comunicaciones, creando una sensaciÃ³n de simultaneidad para todos los sucesos ocurridos en cualquier lugar del planeta. 3)El desarrollo acelerado de una nueva oleada revolucionaria mundial, conocida de un modo generalizador como "el movimiento antiglobalizaciÃ³n". Estas tres caracterÃsticas sobresalientes de la realidad actual interactÃºan, generando sucesos que van contrastÃ¡ndose continuamente, en un proceso que puede explicarse en sus elementos centrales bajo el cristal de la lucha de clases. Mientras las burguesÃas de los paÃses centrales y sus subordinadas tratan de mantener o acrecentar el nicho de prosperidad ilegÃtima que les da cobijo, los proletariados de todo el mundo combaten con diferentes mÃ©todos para recuperar, en algunos casos ampliar el espacio que por derecho les corresponde. En el proceso arrollador de dominaciÃ³n imperialista, que culminÃ³ en el siglo XX, las revoluciones socialistas ocurridas en Rusia, China, Corea, Cuba y Vietnam fueron avanzadas de la civilizaciÃ³n futura, llamada a sustituir a un rÃ©gimen social inferior con otro mÃ¡s perfecto. Pero semejantes a los intentos de Arminio o los partos, cuando el imperio romano estaba aÃºn en pleno ascenso, fueron neutralizadas en algunos casos, o en el caso de los paÃses otrora integrantes de la UniÃ³n SoviÃ©tica, llevadas prÃ¡cticamente a un estado de hibernaciÃ³n impotente. No es el caso de Cuba, que con su revoluciÃ³n triunfante e intacta, pese a los furiosos embates de que ha sido objeto en los Ãºltimos cuarenta aÃ±os, se ha convertido en el principal ejemplo para los nuevos movimientos revolucionarios. Consideramos que es una pieza clave en el ordenamiento y desarrollo de las potencias subterrÃ¡neas que bullen hoy a lo largo y lo ancho de la Tierra, buscando por diferentes medios derribar al gigante opresor del imperialismo capitalista. A diferencia de paÃses como Libia o Egipto, que en su momento ejercieron cierta resistencia capaz de poner en aprietos transitorios a la potencia imperial y sus aliados, Cuba posee caracterÃsticas particulares, las cuales permiten colocarla en condiciones de liderar futuros movimientoss revolucionarios mundiales. Las principales son: a)Una infraestructura econÃ³mica autosuficiente, capaz de resistir con modestos recursos a cualquier asedio energÃ©tico. b)Un conocimiento y manejo de las tecnologÃas de un nivel potencialmente superior al de todas las naciones contemporÃ¡neas. c) Una identidad cultural y educaciÃ³n polÃtica sin fisuras, con proyectos polÃticos claramente determinados y en renovaciÃ³n permanente. Los nuevos bÃ¡rbaros que amenazan al Occidente imperialista provienen hoy de numerosÃsimos Ã¡ngulos y presentan caracterÃsticas extraordinariamente variadas. Tanto los guerrilleros de Al Qaeda, el Hizbollah, la resistencia iraquÃ, los fedayines de IrÃ¡n, los combatientes marxistas leinistas del ELN colombiano o las FARC, el Zapatismo mexicano, como la intifada en Palestina, los piqueteros en la Argentina, los activistas por la paz en Europa y Estados Unidos, junto a los innumerables movimientos Ã©tnicos, ecologistas, de gÃ©nero o de clase, incluyendo numerosos sindicatos aÃºn fieles a los trabajadores agremiados, comparten, aunque fuese en diferentes grados y con matices, un objetivo comÃºn: impedir el predominio del imperialismo capitalista. El periodo actual es de grandes enfrentamientos, entonces, entre dos grandes corrientes mundiales: el capitalismo salvaje, coordinado por el gobierno de los Estados Unidos y la creciente oleada antiglobalizadora, cuyo referente principal estÃ¡ hoy -y lo estarÃ¡, posiblemente, cada vez mÃ¡s- referenciada por Cuba. 11. El capitalismo en crisis De acuerdo al diario Wall Street Journal -como se sabe un fiel exponente de los intereses empresarios estadounidenses- Estados Unidos habÃa entrado en recesiÃ³n durante junio de 2001. Es decir, cinco meses antes de lo indicado por Bush, quien seÃ±alÃ³ esta como una consecuencia de los atentados del 11 de septiembre y la "guerra iniciada por el terrorismo". Hay evidencias de que el sistema capitalista norteamericano se venÃa debatiendo desde unos tres aÃ±os atrÃ¡s en situaciones ingobernables. Â¿Es descabellado pensar, entonces, en los atentados del 11 de septiembre de 2001, considerados como una oportunidad para salir de la crisis por un capitalismo desesperado? (En el momento de los atentados) "El actual ocupante de la Casa Blanca (enfrentaba) una debacle financiera, un escÃ¡ndalo por la fuga de Carlos Lehder, el fundador del cartel de MedellÃn, de una prisiÃ³n de Florida, y un soborno a la Suprema Corte de Justicia con dinero del mencionado cartel, dinero que fue canalizado a travÃ©s de Jebb Bush (hermano de George Walker) y Hugh Rotham (hermano de Hillary Clinton)", dijo Tom De Venice, escritor de discursos polÃticos para varios dirigentes norteamericanos de la oposiciÃ³n. Michael Ruppert, ex miembro de la DivisiÃ³n antinarcÃ³ticos de la policÃa de Los Angeles, agrega sospechas. Citando a "Stratfor" la prestigiosa revista militar y de inteligencia, se pregunta: "Â¿Es posible que las explosiones secundarias en el WTC hayan sido causadas por cargas explosivas puestas en los edificios antes de los ataques?" Ello serÃa explicable si nos atenemos a las afirmaciones difundidas por Sherman H. Skolnick, fundador del "ComitÃ© para Sanear las Cortes" y anfitriÃ³n del programa televisivo "Broadsides" de Chicago. El destacado personaje afirma que la inteligencias de Francia e Israel corroboraron reportes, recibidos de otras fuentes, indicando que "colaboradores de ex miembros de la inteligencia de Irak habÃan permanecido varias semanas dentro del World Trade Center, sin que la seguridad del edificio mostrara sorpresa alguna". Skolnick y De Venice coinciden en que al terminar la Guerra del Golfo en 1991, George Herbert Walker Bush se trajo a los Estados Unidos mÃ¡s de 4,000 soldados iraquÃes, muchos de ellos del servicio de inteligencia de Saddam Hussein. Unos 500 viven en Nebraska y otros dos mil y sus familias residen en Oklahoma. Por su parte De Venice asegura que "ex miembros del ejÃ©rcito iraquÃ y de la inteligencia alemana asistieron a los piratas en la introducciÃ³n de armas en los aviones secuestrados". Desde su radicaciÃ³n en los Estados Unidos, dicen, "esos ex militares iraquÃes han sido usados primero por Bush (padre) luego por Bill Clinton y ahora por George Walker Bush". Skolnik avanza aÃºn mÃ¡s al afirmar que Bush, "Clinton y Oliver North, trabajaron juntos en el negocio del narcotrÃ¡fico de la CIA en los estados del sur, especialmente en Mina, Arkansas". El policÃa Ruppert apunta ademÃ¡s que el violento incidente del World Trade Center "ocurriÃ³ sÃ³lo dÃas antes de que las economÃas mundial y nacional se sacudieran con la explosiÃ³n de la monstruosa burbuja de derivativos de mÃ¡s de treinta trillones de dÃ³lares (en la bolsa de valores) orquestada por JP Morgan y Chase. Y el escÃ¡ndalo que el nueve de octubre provocarÃa la noticia proveniente de una Corte de Distrito de Boston, donde el Gold Anti-trust Committee estÃ¡ haciendo una demanda por manipulaciÃ³n del precio del oro, en la que estÃ¡n involucrados el Departamento del Tesoro y Goldman Sachs". Otros autores se han unido a la tesis de un autoatentado, que arrojarÃa mÃºltiples beneficios para el gobierno estadounidense y sus representados, los grandes bancos y capitales multinacionales. Ciertamente los hechos fueron muy funcionales con los intereses del capitalismo mundial pues, a saber: 1) Proveen de una excelente excusa para apropiarse de la estratÃ©gica regiÃ³n afgana, paso obligado para el inmenso oleoducto cuya concreciÃ³n se disputan desde hace aÃ±os numerosos intereses internacionales. Esta obra permitirÃa un negocio fenomenal, el cual consiste en la provisiÃ³n exclusiva de gas y petrÃ³leo a toda Europa y a Rusia. Las empresas a las cuales asesora Bush padre y el actual vicepresidente de los Estados Unidos, es la principal interesada en esta construcciÃ³n y ya ha dado pasos importantes al iniciarla. 2) Permiten blanquear una situaciÃ³n de crisis generalizada en el capitalismo mundial, declarada ya mucho antes de los sucesos del 11 de septiembre, descargando su recomposiciÃ³n sobre las espaldas de los paÃses mÃ¡s pobres y sus castigados habitantes. En tal sentido avanzan las afirmaciones de los funcionarios del Banco Mundial y el FMI, diciendo que "la guerra contra el terrorismo tendrÃ¡ como consecuencia inevitable un aumento de la pobreza en el mundo". 3) Esta novedosa circunstancia econÃ³mica representa ademÃ¡s una inmejorable oportunidad para canalizar de una manera legal una inmensa acumulaciÃ³n de capitales en negro, mantenidos hasta ahora por los grandes bancos internacionales al amparo de "paraÃsos fiscales". El City Bank y otros de su magnitud, suficientemente seÃ±alados como lavadores de dinero, pueden ahora introducir sus activos ilegales en Estados Unidos convirtiÃ©ndolos en un flujo necesario para la reactivaciÃ³n de los sectores daÃ±ados. 4) A raÃz de los atentados del 11 de septiembre, los Estados Unidos y sus aliados pueden expandir su poderÃo militar en casi todos los paÃses del mundo donde haya algÃºn tipo de insurgencia. Con el pretexto de "perseguir terroristas" el imperialismo tiene una "justificaciÃ³n" suficiente para atacar paÃses o comunidades opuestas a sus proyectos, hasta donde le sea posible (que es mucho). 5) La reducciÃ³n drÃ¡stica de las libertades individuales y los derechos humanos que impulsa hacia el mundo la reforzada polÃtica derechista de Bush, intenta controlar de una manera estricta al incipiente pero ya poderoso movimiento pacÃfico de la antiglobalizaciÃ³n. Este era un grave problema para los dominadores del mundo, ya que les era imposible evitar sus embates sin chocar groseramente con "sus propios principios", como quedÃ³ claramente demostrado en las manifestaciones de GÃ©nova y el asesinato policial que allÃ ocurriÃ³. Hay otras numerosas conveniencias colaterales que esta situaciÃ³n trajo para el capitalismo (no es la menor la extraordinaria revalorizaciÃ³n que proporciona a las industrias armamentÃsticas y energÃ©ticas, entre otras), mas en honor a la brevedad y sencillez nos conformaremos con estas. Todas ellas constituyen razones poderosÃsimas para creer que pudo haber una trama siniestra originada en el propio seno de sus beneficiarios, con el objeto de proporcionar la excusa imprescindible: los atentados. Por otra parte, aunque confluyendo con estas hipÃ³tesis, estÃ¡ la necesidad estrÃ¡tegica de los Estados Unidos de controlar el petrÃ³leo del mundo. A esta altura de los acontecimientos es lÃcito decir que los atentados de Nueva York y Washington podrÃan formar parte de una guerra que parece no ser otra cosa que un enfrentamiento intercorporativo financiero y econÃ³mico global. El 18 de septiembre de 2001 -siete dÃas despuÃ©s de los atentados- el diario La NaciÃ³n de Buenos Aires seÃ±alaba en una nota lo siguiente: "[...] Las autoridades financieras alemanas, japonesas y norteamericanas confirmaron que investigan una serie de extraÃ±as operaciones bursÃ¡tiles concretadas dÃas antes de los ataques que conmocionaron al mundo.[...] La voz de alarma fue dada en Frankfurt, donde los operadores recordaron con sospecha la caÃda en hasta el 15 % del valor de las acciones de Munich-Re, la compaÃ±Ãa aseguradora mÃ¡s grande del mundo, la semana anterior a la tragedia. [...] Uno de los datos que mÃ¡s intrigan a las autoridades es que la reaseguradora suiza Swiss Re y la francesa Axa tambiÃ©n hayan experimentado bruscas caÃdas en las jornadas previas a los atentados. Esto es algo rarÃsimo, ya que su sector es lo que se considera un "tÃtulo defensivo", es decir que suele mantenerse firme cuando los mercados entran en un perÃodo de baja." Los montos totales de seguros a pagar como consecuencia de los ataques a los Torres Gemelas, una vez resuelto el juicio que se entablÃ³, podrÃan llegar a los 71.000 millones de dÃ³lares, lo que significarÃa un verdadero crash para el sector. Por consiguiente, cualquier inversor en papeles del rubro seguros hubiese querido retirarse antes de los ataques del 11 de septiembre, y si las acciones de las aseguradoras y de las reaseguradoras mÃ¡s grandes cayeron, como dice La NaciÃ³n, en un 15 por ciento como promedio, ello sÃ³lo pudo ser posible si alguna fuente calificada avisÃ³ con tiempo suficiente, para poner a los inversores en conocimiento de que algo catastrÃ³fico estaba por suceder. Y esas filtraciones de informaciÃ³n solamente pueden tener lugar en los escritorios mÃ¡s importantes del mercado bursÃ¡til internacional, es decir entre las grandes agencias especializadas y entre los grandes bancos de inversiÃ³n, los mismos que manejan la suerte de las economÃas de los paÃses subdesarrollados, eufemÃsticamente llamados mercados emergentes. Mientras las acciones de las aseguradoras bajaban "inexplicablemente", las de las petroleras trepaban en la misma proporciÃ³n, y siguieron trepando a una semana de los atentados. En ese mismo sentido cabe recordar que a los pocos minutos de ser golpeadas la Torres Gemelas, el precio del barril de crudo llegaba a un precio impensable veinticuatro horas antes: 30 dÃ³lares por unidad. A la vez que recomendaban vender papeles del sector seguros, los mismos agentes bursÃ¡tiles y los bancos de inversiÃ³n sugerÃan comprar acciones del sector petrolero. Cuando los informantes desde Wall Street anunciaron el lunes 17 que la bolsa de Nueva York reabrÃa con la peor caÃda de su historia, estaba mintiendo en realidad, pues cayeron Ãºnicamente las acciones de los sectores que no pertenecÃan a la economÃa del complejo industrial-militar de los Estados Unidos. En el resto de las grandes bolsas del mundo sucediÃ³ algo parecido; repuntaron los papeles de las empresas directa o indirectamente vinculadas al negocio de la guerra. LlegarÃamos asÃ a una conclusiÃ³n aterradora: los salvajes atentados del 11 de septiembre Ãºltimo pudieron haber sido sÃ³lo simples aunque macabras operaciones de los mercados financieros y bursÃ¡tiles internacionales. 12. Barbarie y resistencia global Se abre un panorama acelerado y complejo, donde casi todas las cosas pueden ser maÃ±ana mismo algo muy distinto de lo que estamos percibiendo hoy. Ese torbellino es impulsado a veces por el capitalismo salvaje, que ambiciona emerger de sus crisis y eliminar a sus contrinctante por medio de audaces movimientos, a veces convulsivos. AÃºn antes de los atentados en Estados Unidos y su posterior campaÃ±a bÃ©lica, el escenario de la guerra se extendiÃ³ al ciberespacio donde, sin ejÃ©rcitos ni armas, se libran cada dÃa cientos de batallas electrÃ³nicas. Mientras Bush ordena la vigilancia en la red, cientos de hackers asedian las principales pÃ¡ginas web de su gobierno. En esta confrontaciÃ³n virtual los antiimperialistas atacan con virus los sistemas de defensa de Estados Unidos y Gran BretaÃ±a, en tanto que policÃas cibernÃ©ticos y neonazis realizan su cruzada contra los musulmanes bloqueando pÃ¡ginas web Ã¡rabes e islÃ¡micas. Un tercer frente, menos espectacular pero no por ellos menos efectivo, estÃ¡ constituido por los ciberactivistas que se oponen a las guerras estadounidenses. Semejantes a los desnudos jinetes partos que enfrentaban sÃ³lo con arcos y flechas al Imperio Romano, los hackers (especialistas en informÃ¡tica) utilizan sus computadoras para combatir a las grandes corporaciones financieras o a los gobiernos mÃ¡s poderosos del mundo. Estos guerreros virtuales no necesitan armas ni tener dinero para convertirse en una "potencia" del ciberespacio, sÃ³lo su conocimiento en sistemas de informaciÃ³n. La actividad de los hackers es tan vieja como Internet. La mayorÃa de ellos forman una comunidad relacionada con otros movimientos sociales. Por ejemplo, ante la guerra en AfganistÃ¡n, los partidarios de la paz utilizan la comunicaciÃ³n electrÃ³nica para coordinar acciones y circular miles de cartas y manifiestos dirigidos a gobiernos, polÃticos y organizaciones de todo el mundo para difundir su mensaje humanista. De la misma manera, gobiernos, servicios de inteligencia, empresas y grupos terroristas o racistas la utilizan para difundir sus ideas, conocer los secretos de sus enemigos y atacar sus flancos dÃ©biles. Todos ellos han ampliado su capacidad y velocidad de respuesta con la utilizaciÃ³n de tecnologÃa de punta. Al depender de la red, la mayor parte de los servicios vitales del mundo se han vuelto mÃ¡s vulnerables. AsÃ las comunicaciones, centro de la economÃa y la seguridad mundiales, se han convertido en un objetivo militar. De esta manera, el ciberespacio es el teatro de operaciones donde se libran algunas de las batallas militares y de inteligencia mÃ¡s importantes del mundo moderno, tanto en la guerra de propaganda como en el bloqueo de los sistemas de informaciÃ³n y defensa de algunos paÃses. Basta ver cÃ³mo los bombardeos estadounidenses en AfganistÃ¡n tenÃan como primer objetivo inutilizar el sistema de comunicaciones del rÃ©gimen talibÃ¡n. En contraste, si un pequeÃ±o grupo de personas penetra las computadoras que controlan la red podrÃan cortar la electricidad e intervenir los principales servicios de una ciudad causando el caos. Pero la red ha sido utilizada por los grupos antiglobalizaciÃ³n y revolucionarios de un modo mÃ¡s comunitario y constructivo. Muchas de las mÃ¡s grandes movilizaciones, asÃ como la organizaciÃ³n del Foro Social Mundial, tuvieron su apoyo en comunicaciones organizativas por medio de Internet. Comunidades indÃgenas, organizaciones pacifistas, comunidades informativas como Indymedia, basadas en la participaciÃ³n libre a travÃ©s de internet, sindicatos clasistas, movimientos polÃticos progresistas, grupos religiosos, junto a paÃses opuestos a la globalizaciÃ³n, constituyen hoy el frente de los nuevos bÃ¡rbaros que amenazan la perduraciÃ³n del imperialismo contemporÃ¡neo. Es necesario que asÃ sea. Pues la permanencia de un sistema corrupto sÃ³lo puede continuar derramando sobre la humanidad desdichas y violencia. Una nueva sociedad mundial, basada en la redistribuciÃ³n de recursos, el pacifismo y la tolerancia, asÃ como en la educaciÃ³n universal y un progreso tecnolÃ³gico racional y sustentable, serÃ¡ posible sÃ³lo despuÃ©s del triunfo de estos nuevos bÃ¡rbaros que ha suscitado la actual globalizaciÃ³n. AutonomÃa, Santiago del Estero, Argentina, 18 de febrero de 2004. DirecciÃ³n del autor: julio-h ARROBA riseup.net Calle Luis Pinto 694 AutonomÃa - 4200 Santiago del Estero Argentina Tel. 54 385 439 0793 Fuentes consultadas y bibliografÃa Historia Universal. John A. Garraty y Peter Gay, de la Universidad de Columbia, EE.UU. Bruguera, EspaÃ±a, 1981. VÃctor M. Sonego. Las dos argentinas. Ediciones Don Bosco, Argentina, 1983. Mariscal Montgomery. Historia del Arte de la Guerra. TraducciÃ³n de Juan GarcÃa Puente. Editorial Aguilar. EspaÃ±a, 1969. Isaac Asimov. CronologÃa del mundo. Ariel Ciencia. Colombia, 1991. Jurgen Kuczynzki. Breve historia de la economÃa. Editorial Cartago, MÃ©xico, 1984. Marta H. Cavilliotti. Yrigoyen. La causa contra el rÃ©gimen. Centro Editor de AmÃ©rica Latina, Argentina, 1968. Diego Barros Arana - RaÃºl Larra. Historia de AmÃ©rica. 3 tomos. Ediciones Ã?nfora, Argentina, 1973.
This work is in the public domain

Comentaris

Socialismo ateo o barbarie
per Magaledro	19 jul 2004
La "antiglobalizáción" que propone la Iglesia Católica Romana Vaticana y sus espurios "ecumenismo", léase Susan Georges y otros farsantes, NO SIRVE: la alternativa política a construir es el socialismo ateo que recupera la lucha por los derechos de los trabajadores y ponga la religión-farsa en su sitio: las Iglesias atentan contra los derechos humanos al pretender entrar en las conciencias personales: ¡ su doctrina social es una mentira y una herramienta para la esclavitud ! Hay que arrancarles de sus manos genocidas la educación y la dogmatizáción.