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Notícies :: antifeixisme
Hitler en la Unión Soviética, Jack Fuchs* ( la historia del pacto Stalin-Hitler)
03 jul 2004
Todos jugaban su partida. El conflicto entre URSS y Alemania fue el comienzo de las mayores matanzas civiles, los primeros experimentos que se hicieron en Auschwitz fueron hechos con prisioneros rusos, los prisioneros franceses o ingleses jamás fueron tratados de ese modo; quizá haya sido un error que Occidente no se aliara desde el principio con la URSS. Pero todos jugaban sus fichas y el ajedrez ya estaba en marcha.
Hacía ya un año y medio que mi familia y yo estábamos encerrados en el gueto de Lodz cuando en junio de 1941 Hitler invadió la Unión Soviética. La guerra es también una ingeniería estratégica. Los rivales, como en un ajedrez funesto, miden sus fuerzas, se estudian mutuamente, están al acecho, quieren comprender los movimientos y las jugadas del otro. Ya antes de invadir Polonia Hitler había pactado con la Unión Soviética, pensaba que Francia e Inglaterra no iban a entrar en guerra con Alemania sin un acuerdo con la URSS. Stalin era una pieza clave. El viejo bolchevique de Georgia funcionaba en la partida como la torre de Oriente. Desde agosto del ’39, y a partir de la firma del pacto Hitler-Stalin, Alemania y la Unión Soviética profundizan lazos de intercambio comercial y tecnológico; ya antes de la guerra, durante los años ’36 y ’37, habían establecido muchos acuerdos económicos de ayuda mutua, pero ahora se intensificaban y, a su vez, crecía la compra y venta de armas y material de guerra entre ambos países. En ese año y medio, Alemania había conquistado la mitad de Polonia, Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Dinamarca y Noruega; asimismo, había arreciado en sus ataques aéreos para conquistar Inglaterra.
Durante ese período la URSS hizo todo lo necesario y posible para no entrar en conflicto con Alemania. Mucho antes de que se produjera la invasión nazi a Rusia, los países occidentales estaban al tanto de los planes de Hitler. Los espías aliados y los espías soviéticos conocían muy bien los movimientos de tropas y de la máquina de guerra alemana que se aproximaba a la frontera con la URSS. El propio Stalin quiso ignorar la información que le llegaba con toda evidencia, rechazó los informes de sus propios generales y hasta último momento creyó imposible que Hitler fuera a invadir. Muy pocas semanas antes de la invasión los barcos soviéticos todavía seguían transportando materias primas y pertrechos que poco más tarde serían útiles a la invasión. El absurdo, el engaño, el sinsentido y la credulidad también forman parte del desgarramiento humano de la guerra. Los aviones nazis fotografiaban el territorio soviético para diseñar la invasión, Stalin lo sabía pero no quiso ni pudo creer que se acercaba un episodio, quizás el más sangriento de toda la guerra, que dejaría millones de muertos en el teatro de los hechos, y ordenó no disparar contra la aviación alemana.
¿Cómo medir la actitud de Stalin? ¿Ingenuidad? ¿Soberbia? ¿Torpeza? ¿Deliberada astucia? Como sea, en cualquiera de sus versiones, cualquiera sea la explicación que busquemos, es imposible dejar de ver, en los movimientos de acuerdo y desacuerdo, de merodeo, de comprensión o incomprensión del enemigo, los rasgos definitivos de la locura, rizada hasta el extremo y ocupando, entre los líderes y señores de la guerra, todo el campo de la historia, poniendo en compromiso la existencia misma de las naciones y de los hombres que las integran. Stalin creyó que Hitler no podía ser tan estúpido como para invadir la URSS, Hitler no valoró suficientemente la capacidad de resistencia soviética, no evaluó que los rusos pelearían hasta el final. En medio de los errores, en medio de la sórdida embriaguez que oscurece la inteligencia lógica de los jefes, corre sangre, siempre corre sangre, los acuerdos se desintegran de un momento a otro, se desmorona todo edificio racional, se pierde el pudor, la prudencia y la orgía de muerte se abre paso contra toda esperanza.
Recién cuando las tropas alemanas comenzaron a entrar en territorio soviético Stalin ordenó resistir la ofensiva. La historia es conocida. Primero Stalin no quiso entrar en guerra con Alemania, esperó hasta último momento, y cuando ya era inocultable la agresión alemana, entonces sí dio paso a la confrontación. Lo cierto es que muy pocas personas, poquísimas, como sigue aún sucediendo, en el contexto de la guerra, deciden el destino de millones de hombres. En el conflicto entre Alemania y la URSS murieron cerca de dos millones de personas por año, casi sesenta mil por día.
Hitler no quería tanto la conquista de la URSS, se proponía una tarea más delirante: terminar con todo, con el pueblo ruso y las ciudades, llegó a declarar que convertiría a Moscú en un gran lago, se trataba de aniquilar a los rusos. El agresor luchaba con tanta ferocidad, con tanta convicción, como el defensor por la suya, con la misma ferocidad y el mismo ardor guerrero. Fuera de la guerra cuando un hombre mata a otro, los jueces llaman a un psiquiatra, piden pruebas del estado mental del asesino; durante la guerra, cuando los líderes ordenan la muerte de millones, a nadie se le ocurre comprobar si ellos están en su sano juicio. La muerte, el terror y el desamparo no fueron ninguna sorpresa, desde hacía años el mundo sabía que los países involucrados después en la guerra se estaban preparando con nuevas tecnologías bélicas y con mayor producción de armas. En el gueto, era poca la información que recibíamos. Hasta el ’44, cuando pudimos escuchar en secreto la BBC de Londres, casi no sabíamos nada acerca de la situación en la URSS. Tampoco en la URSS, esto lo supe después, se conoció nada acerca del exterminio judío. La prensa soviética no había informado sobre las atrocidades nazis hasta el momento de desatarse el conflicto. Todos jugaban su partida. El conflicto entre URSS y Alemania fue el comienzo de las mayores matanzas civiles, los primeros experimentos que se hicieron en Auschwitz fueron hechos con prisioneros rusos, los prisioneros franceses o ingleses jamás fueron tratados de ese modo; quizá haya sido un error que Occidente no se aliara desde el principio con la URSS. Pero todos jugaban sus fichas y el ajedrez ya estaba en marcha.


* Docente y escritor. Sobreviviente de Auschwitz.

http://www.itongadol.com.ar/shop/detallenot.asp?notid=6560

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Comentaris

Re: Hitler en la Unión Soviética, Jack Fuchs* ( la historia del pacto Stalin-Hitler)
03 jul 2004
ay jaumet, te honra que nos quieres salvar de los errores que cometiste en tus años en el pcc, pero te equivocas al pensar que los estalinistas sumen aquí más que dos o tres adeptos. no desperdicies tu tiempo!
Re: Hitler en la Unión Soviética, Jack Fuchs* ( la historia del pacto Stalin-Hitler)
04 jul 2004
No se puede entender ni el pacto ni nada si se comprende la historia como un proceso en el cual todo sucede como debe suceder, y en el que todo está planeado.
¿Cómo medir la actitud de Stalin ante lo que estaba cantao que sucedería -léase invasion nazi de la URSS-? Veamos. En 1933 sólo la URSS comprendió el peligro que para la paz mundial suponía el ascenso de Hitler al poder. Lo confirmó en 1935 (invasión italiana de Etiopía), durante la guerra civil española, y en 1938-> el pacto de Munich en que las potencias occidentales ceden, a los nazis, Checoslovaquia (y su industria Skoda-> de ahi sus primerizos tanques Panzerkampfwagen-38).
Pocos meses antes la URSS vuelve a insistir, ante las potencias occidentales, sobre la necesidad de un pacto anti-Hitler. Las potencias occidentales, negándose al ofrecimiento soviético, dan a entender a la URSS:
1- que prefieren a Hitler antes que a Stalin
2- que dan via libre a un avance nazi contra una URSS sola, sin amigos.
Esto son "faves contades".Son casi matemáticas. Los soviéticos ven ante sí una clara amenaza junto con un empeoramiento de sus relaciones con los británicos (pocos días antes del pacto germano-soviético). Todo preparaba un nuevo "Munich" contra la URSS. Pero en este caso, el enemigo no era una democracia sino el odiado enemigo bolchevique (se conoce el extremo anticomunismo de Churchill). En mayo del 39 el imperio japonés había atacado Mongolia. Tan solo un día antes de la invasión nazi de Polonia, los soviéticos habían liberado a los mongoles de la agresión nipona. Y se hizo el pacto de no agresion germano-sovietico. La URSS no pudo concluir el pacto sin tener claro cual iba a ser el futuro de ese pacto: tarde o temprano la guerra contra la Alemania nazi era inevitable. Stalin, por entonces, decía al general Zhukov:
"El gobierno francés encabezado por Daladier y el gobierno de Chamberlain en Gran Breataña no tienen ninguna intención en involucrase seriamente en una guerra contra Hitler. Esperan aún incitar a Hitler a la guerra contra la Unión Soviética. Rechazando en 1939 el formar con nosotros un bloque anti-Hitler [para el cual la URSS tenía el máximo interés] , no quisieron estorbar a Hitler en su agresión contra la Unión Soviética."
Para el III Reich, el enemigo politico estaba en los soviets, y el "espacio vital" germánico en Rusia. Ese era el objetivo final. En 1940 el III Reich pelea por los países eslavos y los escandinavos (guerra ruso-finesa) para cercar a la URSS. Tampoco podía la Alemania nazi sostener por mucho tiempo su dominio sobre Europa sin el dominio total de las vastísimas y super-apetecibles materias primas soviéticas (de nuevo, "faves contades").
El pacto permitió a la URSS rehacer sus defensas,
renovar su armamento, recomponer a su oficialidad (diezmada en las recientes purgas) reconvertir la industria hacia el armamentismo y trasladar fabricas hacia Siberia. También sirvió (aún más importante) para implicar inevitablemente a las potencias democraticas burguesas en el conflicto iniciado.
Cuando los nazis atacaron el 22 de junio de 1941, Stalin reconoció haber errado en la fecha, pues creía que no atacarían hasta inicios de 1942. Volvamos a la pregunta: ¿Cómo medir la actitud de Stalin ante lo que estaba cantao que sucedería -léase invasion nazi de la URSS-? Personalmente creo que en parte fue un error de meses (que fueron fatales), aunque también podría haber sido, quizá en parte, una voluntad calculada de revelar ante , sobretodo Ukrania -que en principio recibió a los nazis como salvadores-, la brutalidad nazi y el caracter exterminador de la invasión. En general fue la desconfianza de Stalin hacia unos servicios secretos britanicos que creia que querian provocarle a iniciar un conflicto contra el Eje que , en ese caso, habría quedado como el "agresor" y habría quedado probablemente solo contra los nazis, sin ayuda.
Re: Hitler en la Unión Soviética, Jack Fuchs* ( la historia del pacto Stalin-Hitler)
04 jul 2004
Jaume, algun dia ens hauries d'explicar com va ser la teva conversió, com vas passar de marxista prosoviètic a neocom sionista.
Sindicato Sindicat