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Anàlisi :: sense clasificar
Liquidación de saldos en todas partes
24 jun 2004
Si alguien quiere seguir engañándose puede pedir otro mundo posible o hacer turismo de contracumbre. Pero la realidad es mucho más desagradable que las ilusiones del progresismo y la ultraizquierda. No faltarán quienes nos tachen de reaccionarios: no habrán entendido el texto.
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La formidable organización técnica de la sociedad actual niega que una puesta en marcha revolucionaria pueda producirse. En primer lugar, porque la conformidad de las poblaciones para con este tipo de organización es total, mientras que las discusiones y negociaciones se reducen a minucias sobre la gestión o el control de la renta o, peor aún, giran en tomo a nimiedades ideológicas. Las sociedades desarrolladas no están pacificadas debido a una gran coacción externa y, más allá de la importancia de la represión estatal en situaciones concretas, la mayor parte de la población adulta participa en las elecciones políticas y opta a voluntad por los sistemas de financiación para la vivienda, fondos de pensiones; acepta de buena gana un empleo fijo, e incluso lo busca desesperadamente (lo que, dicho para escándalo de izquierdistas, es aún más lamentable que la misma existencia del tan denigrado empleo «precario» o «temporal»), y se considera recompensada con las vacaciones que se le ofrecen, pues aunque cuestiona su escasa duración, no discute su mediocre naturaleza compensatoria. Finalmente, acepta como grandes conquistas sociales la educación y la sanidad públicas, y se deja divertir docilmente por la industria del ocio. Si pretendiésemos ser friamente objetivos y afirmar sin más todo lo anterior, nadie podría negamos que existe entonces una conformidad general de la población con el propio sistema, teniendo que admitir, además, que este sistema emana también de la misma población que lo soporta, y no forma una especie de superestructura totalmente separada.
Resulta banal afirmar que para contribuir a la formación de una masa revolucionaria, un gran número de individuos tendrían que optar por modos de vida más consecuentes y huir de la vulgaridad intelectual y de la estupidez cultural. No es cierto lo que muchos izquierdistas sostienen con respecto a la toma de conciencia a partir de «problemas concretos», sea en el trabajo o en la protección social, sea en grandes organizaciones oficialistas o en sus apéndices menores, supuestos aspirantes a la crítica. Largas décadas de sindicalismo, o de lucha obrera -por muy autónoma que ésta sea- no han conducido, ni preparado, ningún cambio fundamental, pero tampoco han ayudado a explicar porqué estas enormes aspiraciones se hundían y todos los elementos se disgregaban y se integraban a la sociedad como si nada hubiera quedado en ellos de este conflicto. No
deploramos de la vieja crítica social su fracaso para organizar el cambio, lo que sería tremendamente fácil, lo que realmente le achacamos es una manifiesta incapacidad de análisis de los verdaderos problemas así como la creación de un esquematismo revolucionario todo hecho de ilusiones. La paradoja quiere que sean estos oxidados esquemas de una lucha social que sólo existe como espasmo momentáneo, como acciones vacias, los que fijan sólidamente en la mente izquierdista la idea de que en realidad nada es posible hacer fuera de estos esquemas. Toda la fraseología panfletaria, hiperactivista, tan actual, está dividida entre un extremismo de museo -puro juego estudiantil o intelectual- o el lenguaje ritual de la tradición reformista ya centenaria.
Por otro lado, tampoco es excusable cifrar ninguna ilusión en los estallidos de descontento masivo que de vez en cuando aparecen aquí y allá y que, en la mayoría de los casos, son dirigidos por los medios de comunicación o los sectores oficiales en oposición, siendo sus expresiones de rechazo radical tan minúsculas que no pueden ser tenidas en cuenta seriamente. A nuestro juicio, si estas reflexiones fueran consideradas friamente, se advertiría que nuestro propósito no es sino abandonar toda ilusión que reuerza en nosotros el deseo inconsciente de complacernos en un cambio en la sociedad que se produciría sin nuestra participación real. Y hablar de participación significa hacer de la búsqueda de una sociedad nueva nuestra propia forma de vida, en la medida en que esto nos sea posible y teniendo en cuenta que nuestros esfuerzos en esta dirección sólo podrán ser graduales y extremadamente dificultosos, lo que no excusa que deba demorarse excesivamente su iniciación.
Frente a todo lo que se pueda pensar, nosotros afirmamos que el activismo izquierdista es una forma degradada de la acción duradera, de la necesaria reflexión y, por tanto, es la parodia de una vida resistente.
El hecho de que nosotros no guardemos ya ninguna esperanza con respecto a lo que las partes críticas de esta sociedad pueden hacer con medios tan lamentables y raquíticos como los que siguen mostrando en manifestaciones, contracumbres y demás tinglados, no nos convierte en pesimistas o derrotistas. Es más bien el deseo de llegar a hacer la Historia y no sólo esperar a que ésta se derrumbe en todas las pantallas, el deseo de rehabitar los lugares fuera de la ficción técnica, es pues la esperanza y no una vaga ilusión lo que conduce nuestro proyecto.
Huelga decir que la crítica anti-industrial no estará presente en casi ninguna de las confrontaciones que la moda elige como signo de los tiempos. Por el contrario aquellos que han hallado en la autoorganización, en formas de vida cada vez más escindidas del sistema, en la critica rigurosa y en la recuperación de la comunidad, las formas posibles de su programa se aproximan al menos al perfil de una sociedad nueva que podría despuntar -incluso si la cuenta atrás extingue las posibilidades de su supervivencia.
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Comentaris

Re: Liquidación de saldos en todas partes
25 jun 2004
Estoy de acuerdo. Boltanski y Chiapello en "El nuevo espírítu del Capitalismo" libro que recomiendo a todo el mundo, citan a Baechler, "Los orígenes del capitalismo", 2 vol. cuando dice:
"Podemos sostener, sin buscar con ello en ningún caso la paradoja, que el anticapitalismo es, desde un punto de vista histórico, la expresión más importante del capitalismo" (vol. 2, p. 268)

O sea que sí, somos much*s l*s que estamos hart*s del paripé puntual-concreto, de las manis para nada, pero aún así hay que ir, aunque, como en ocasiones seamos 30 personas. No obstante tienes razón, la izquierda y la ultraizquierda no estan/estamos a la altura de los tiempos. El capitalismo ha capturado todas nuestras reivindicaciones: autonomía, creatividad, etc. Pero por tanto podemos decir que las potencias que desata el capitalismo, su potencial nos pertenece y no es CONTRA el capitalismo, sino EN el capitalismo donde está la batalla. Recordemos -aunque a algun*s no les guste este autor- a Negri "No hay afuera".

A mí no me falta de nada amig*s, os lo aseguro, y sin embargo, siento el sistema podrido totalmente y me implico en su transformación. En el trabajo, no veo más que ambición desmedida, odio, rencor, envidia y maldad: no hay más que excepciones que puedan tener algo así como conciencia de creadores de plusvalor que les es robado, etc. En cuanto a los sindicatos, mejor no hablo, me dan ganas de vomitar: much*s llevan 20 años viviendo del puto cuento y me ponen de los nervios. No saben nada de nada, ni les interesa saber. Pero viven mejor que sus compañer*s a l*s que dicen defender.
No soy feliz viendo el sufrimiento que veo todos los días y que la terrorista TV no tiene reparos en mostrar. Pero tampoco creo en much*s de aquell*s que critican; los he visto pasar de un extremo al otro con mucha facilidad, pues ya tengo una edad, y he visto bastante amig*s.

No obstante, me sigo considerando -en soledad y sin pertener a partido alguno- comunista. Porque como dice Negri, es la única filosofía potente de veras de la Modernidad. Pero much*s que he conocido que dicen ser comunistas, son "El pequeño hombrecito" de Wilheilm Reich.

Así que no me pareces nada reaccionar*.


Ya es hora de que despertemos y nos dejemos de tópicos. La izquierda es INTELIGENCIA y AMOR. Pero la inteligencia hay que trabajarla y dirigirla a objetivos, compartirla, ampliarla. Y el amor hay que darlo -como un cura de veras, si queda algun*- todos los días. Si no la vida no ha valido para nada de nada.

Hoy parece que estoy optimista...
Sindicat Terrassa